«Philosophia Perennis»: el término fue acuñado por Leibniz, pero el concepto es inmemorial y universal. Es la metafísica que reconoce una realidad divina en el mundo de las cosas, vidas y mentes; la psicología que encuentra en el alma algo similar a la realidad divina; la ética que pone la finalidad última del hombre en el conocimiento de la base inmanente y trascendente de todo ser. Pueden hallarse rudimentos de la «Filosofía Perenne» en las tradiciones de los pueblos primitivos en todas las partes del mundo. Las primeras versiones de este factor común de todas las teologías datan de hace veinticinco siglos, y desde entonces el tema ha sido tratado una y otra vez por todas las tradiciones religiosas. Aldous Huxley ha recogido en este volumen los escritos que mejor ilustran la idea de «Filosofía Perenne», pero también los más destacables por su belleza y memorabilidad.
En la contraportada de la primera edición de este libro, publicado en 1969, se anunciaba que estábamos ante un texto que 'daba una respuesta a la vez rigurosa y polémica al problema de la naturaleza del discurso filosófico'. Se trataba de la primera obra de Eugenio Trías, que a sus 26 años abanderaba la filosofía de una nueva generación. Saludado el libro por la crítica como un extraordinario acontecimiento en el terreno filosófico y cultural de nuestro país, los tres tratados que lo componen se proponían habilitar el método estructuralista en el dominio de la filosofía y de su historia. Y para muchos, propiciaron una apertura a lo irracional o lo lúdico en la que se anunciaba ya la inminencia del 'neonietzscheanismo', en tanto que, por primera vez en mucho tiempo, se tomaba en consideración el pensamiento de Nietzsche en términos elogiosos. 'Es probable que La filosofía y su sombra sea uno de mis mejores libros ya que salía del cascarón con jovialidad y fuerza, sin el pesado lastre que las experiencias negativas nos van dejando. No heredaba ningún karma. Era un libro impertinente, animoso, lleno de mordacidad y de vigor, escrito en un estilo punzante que aún ahora me provoca y asalta con su sorprendente ironía y con su humor ácido y subversivo.'
Desde sus primeras colaboraciones en la revista Destino en la segunda mitad de la década de los setenta, Eugenio Trías no abandonó nunca la escritura de artículos en diversos medios de comunicación. Como afirma Francesc Arroyo en el prólogo a esta edición, 'Trías estaba convencido de que no podía vivir al margen de sus conciudadanos, de sus cuitas, esperanzas y temores porque eran también los suyos'. Eugenio Trías daba mucha importancia a sus colaboraciones en prensa, como pone de manifiesto cuando afirma, en su libro Pensar en público: 'He recogido en forma de antología lo mejor de esas colaboraciones de muchos años. Algunos de estos artículos constituyen páginas equiparables a los mejores pasajes de mis libros.' El presente volumen se titula La funesta manía de pensar por decisión expresa de Eugenio Trías, quien antes de su muerte había previsto titular así un volumen que compilara algunos de sus textos publicados en prensa. Aquí se reúne una selección de artículos escritos entre 2001 y 2013 nunca antes recogidos en libro. Se incluyen textos sobre Arte, Cine, Música, Religión y Política, así como los que Trías dedicó a la filosofía de otros pensadores y a la suya propia. El libro concluye con el texto 'El gran viaje', una bellísima meditación sobre la muerte.
Éste es uno de esos libros cuya suerte resulta difícil de explicar. Durante el siglo XVIII y buena parte del XIX fue un «best-seller» excepcional. Decenas de ediciones, reimpresiones piratas, ampliaciones y traducciones recorrieron Europa en aquel tiempo. Provocaron innumerables ataques, réplicas, reseñas de todo tipo, denuncias histéricas y persecuciones judiciales (en Francia fue quemado el libro por el verdugo), y lo más granado de la cultura europea de entonces tuvo que ver en ello. Diderot, Rousseau, Montesquieu, Kant, Swift, Hume, Adam Smith, Bentham, Berkeley, Herder, Macaulay, Coleridge, el doctor Johnson, Marx, Hazlitt y muchos más, participaron, en mayor o menor medida, en la polémica abierta por La fábula de las abejas. Años después, tal vez arrinconado por la preponderancia del romanticismo y la Santa Alianza, el libro pervivió sólo en los textos de los especialistas. Una excelente edición de la Oxford University Press en 1924 (con una notable Introducción del profesor F. B. Kaye), y su reimpresión en 1957, han devuelto lentamente a este libro insólito su lugar en la cultura moderna. La edición que ahora ofrecemos al lector de habla castellana, en la traducción de José Ferrater Mora, está hecha a partir de esta última edición inglesa. El pensamiento paradójico de Mandeville (1670-1733) arranca con su alegoría del «panal rumoroso» y de la vida de las abejas. Exhibiendo una descarnada ironía clásica, describe su visión de la naturaleza humana hasta plasmar una ética repulsiva que defiende el lujo, la envidia y el orgullo, justifica el egoísmo y condena la educación gratuita, la caridad y la frugalidad. Como dice el cínico subtítulo de la Fábula, los vicios privados producen beneficios públicos. Su pensamiento ha podido, pues, ser definido como una mezcla de anarquismo filosófico y utilitarismo escéptico. Como dijo Crabb Robinson, La fábula de las abejas es «el libro más malvado e inteligente de la lengua inglesa».
«La gaya ciencia» nos sitúa en el umbral del pensamiento nietzscheano, pues en ella Nietzsche aún está ensamblando lo que constituirá la mayor peculiaridad de su obra. En el mismo escribir, fragmentario y vacilante, se ven surgir los temas que después estarán en el centro de su filosofía. Ya había atravesado el profundo valle del que injustamente se ha dicho a menudo que era su profeta: el nihilismo, tan estrechamente ligado a la creencia positivista de la ciencia, como a la creencia metafísica del cristianismo. Por esto, en este libro ambos constituirán el blanco de su lucha contra el desdoblamiento del mundo, contra «toda metafísica y física que supone un final… todo anhelo predominantemente estético o religioso en un mundo aparte, un más allá».
La genealogía de la moral es la obra más sombría y cruel de Friedrich Nietzsche. Su primer tratado se ocupa de la contraposición entre los conceptos de «bueno» y «malo», así como de la posterior transformación de su significado por obra de la interpretación judeo-cristiana. El segundo tratado analiza la mala conciencia, cuya causa en épocas primitivas era la culpa entendida no en el sentido de responsabilidad moral, sino como equivalente a deuda material. La última parte, que anuncia el nuevo ideal del superhombre, analiza el significado del ascetismo.
La clave para entender el problema moral en Aristóteles está en el estudio de sus tres tratados de ética: Ética nicomaquea, Ética eudemia y el que ahora presentamos, Magna moralia, también llamado Gran Ética, que no es simplemente una colección de extractos de los otros dos tratados, sino una magistral síntesis, bajo la forma de una breve serie de tratados.Aristóteles nació en Estagira en 384 y murió en Calcis en 322 a. C. A la muerte de su padre se trasladó a Atenas, en donde siguió las lecciones de Platón en la Academia. Fue preceptor de Alejandro Magno, al que infundió la admiración por la cultura griega y el aprecio de la investigación científica. Vuelto a Atenas fundó la escuela del Liceo y escribió la mayor parte de sus obras.Una razón para volver a la ética de Aristóteles es estudiar lo mucho que dista su perspectiva ética de la nuestra. No es descabellado decir que hoy en día vivimos sin una moralidad coherente y coercitiva, opinó Jonathan Lear, máximo conocedor de la obra del Estagirita.
En 1620 Francis Bacon (1561-1626), situado en la cima de su carrera política como Lord Canciller, publica La Gran Restauración, anuncio de un ambicioso proyecto de investigación filosófico-natural orientado a conseguir la reconquista del saber y del poder sobre la naturaleza que la humanidad había perdido como consecuencia del pecado original. Este llamamiento para alcanzar el verdadero conocimiento y el consecuente dominio de la naturaleza exigía como requisitos básicos una historia natural y experimental (a fin de registrar y recopilar ordenadamente los fenómenos del universo) y un método o arte de interpretar (capaz de llevar de forma paulatina y escalonada hasta los axiomas últimos). Este volumen —prologado y traducido por Miguel Granada— ofrece el conjunto integro de la edición de 1620: la breve presentación dirigida al género humano; la dedicatoria al rey Jacobo I; el prefacio general; la descripción de la estructura de la obra; la segunda parte, esto es, el método o Novum Organum, desarrollado en dos libros y escrito con un procedimiento expositivo de tipo aforístico; el «Parascevo», que incluye los requisitos que debería satisfacer la historia natural para servir de base a la verdadera filosofía, y un catálogo final de títulos de historias particulares.
El pecado de gula, como es sabido desde la Edad Media, es un pecado «carnal», en contraposición a los pecados «espirituales», como la envidia y la soberbia. Es carnal porque hunde sus raíces en la corporeidad del hombre y en el placer que siente comiendo y bebiendo y en las sensaciones que acompañan a estas acciones; es carnal porque requiere del necesario soporte de uno o más órganos del cuerpo humano (el vientre, el estómago, la garganta); es carnal, en fin, porque se transfiere directa y visiblemente a la carne, a la grasa de la persona. El carácter de la gula, como por lo demás el de otros pecados, ha sufrido a lo largo del tiempo sensibles metamorfosis, de pecado a enfermedad, de vicio voluntario a disposición hereditaria, de pecado de los ricos a pecado de los pobres, de depravación individual a tendencia social, tantas y tales son las transformaciones sufridas por la gula desde la invención del pecado hasta nuestros días.
La habilidad ética plantea la cuestión de cómo realizamos acciones ordinarias de manera espontánea sin hacer juicios conscientes para, a partir de ello, tratar de elaborar una ética adecuada -laica y no normativa- basada en la actual percepción de que no existe un yo estable o transcendental. El autor rompe aquí con las teorías tradicionales acerca de cómo se construyen nuestros conceptos del mundo y, por tanto, de cuál es el verdadero o posible papel de una ética de nuestras conductas. Un libro polémico, novedoso y original en cuanto que se acerca a estos problemas proponiendo soluciones filosóficas de origen oriental como el budismo, confucionismo, etc. Francisco Varela es el perfecto humanista, aquel hombre culto que puede hablar con la misma soltura de la música de Mozart, de la metafísica del ser y de los últimos avances en física cuántica.
«El viernes pasado, 16 de abril de 1943, tuve que interrumpir a media tarde mi trabajo en el laboratorio y marcharme a casa [...] Me acosté y caí en un estado de embriaguez nada desagradable, que se caracterizó por una fantasía sumamente animada. En un estado de semipenumbra y con los ojos cerrados [...] me penetraban sin cesar unas imágenes fantásticas de una plasticidad extraordinaria y con un juego de colores intenso. [...] Cuando más tarde salí al jardín, en el que ahora, después de una lluvia primaveral, brillaba el sol, todo centelleaba y refulgía en una luz viva. El mundo parecía recién creado. Todos mis sentidos vibraban en un estado de máxima sensibilidad que se mantuvo todo el día.» Así describe Albert Hofmann el primer viaje de LSD, probablemente el hallazgo psicofarmacológico más importante del siglo por sus consecuencias culturales y sociales. Ignoraba que acababa de descubrir una de las piedras fundacionales del movimiento hippie y que, sin quererlo, estaba contribuyendo a una revolución contracultural que, de las canciones de los Beatles o los Doors a la estética de Andy Warhol, removería profundamente los cimientos de la sociedad tradicional de Occidente. Por las páginas de La historia del LSD, un clásico de la literatura sobre drogas, desfila una galería de personajes que ejemplifican el carácter convulso y caleidoscópico de los años sesenta. Entre ellos, Timothy Leary —el apóstol del LSD—, quien creía ciegamente en su poder para despertar conciencias alienadas; Ernst Jünger, un convencido defensor de su ingesta como forma de experiencia intelectual y artística para selectos grupos de iniciados; Aldous Huxley, quien consideraba el LSD como una llave de acceso a una percepción de la existencia más plena y enriquecedora que superaba los límites impuestos por la razón y la lógica, o el médico-poeta visionario Walter Vogt, que definió el ácido como «el único invento alegre del siglo XX». Pero, por encima de todo, en esta intensa y apasionada autobiografía destaca la conciencia trágica de Hofmann con respecto al carácter ambivalente de su descubrimiento, sus luces y sus sombras: «¿Se convertiría el LSD en una bendición o en una maldición para la humanidad? Esto me lo preguntaba a menudo, pues me preocupaba mucho este hijo de mis desvelos, de mis pesares», ya que el prometedor hallazgo, al convertirse el LSD en una droga de consumo masivo, se transformó de la noche a la mañana en una grave amenaza para la salud pública y el orden establecido. No obstante, más allá de las controversias desatadas acerca de la condición angelical o demoníaca del LSD. Hofmann fue sin duda un auténtico creador —en el sentido de persona capaz de desarrollar energía espiritual y expandir la conciencia humana— hondamente preocupado por el futuro de la humanidad y su perfeccionamiento, pues «los seres humanos todavía debemos llegar a ser lo que debemos.»
Alejandro Magno, el cultísimo discípulo de Aristóteles, ordenó prender fuego a la biblioteca de Persépolis. El emperador Augusto, protector de poetas como Virgilio, hizo torturar a otros poetas y prohibió alguna obra del mismísimo Ovidio. Ejemplos no faltan de bibliófilos dedicados a la destrucción de los libros. De esta paradoja —si es que lo es— parte el filólogo venezolano Fernando Báez para pergeñar su volumen “La Hoguera De Los Intelectuales”, colección de breves ensayos publicados anteriormente en periódicos de primera fila mundial. En este volumen nos invita a un paseo por los caminos, siempre tortuosos, de la Literatura; y también de la Filosofía, el Arte y la Historia, haciendo paradas estratégicas unas veces en hitos fundamentales y otras en anécdotas traídas a cuento. O en citas, como cuando recuerda que Robert Louis Stevenson decía que “el mayor secreto del arte literario estriba en que cualquiera que sepa escribir puede convertir un periódico en una Iliada”.
Anne Dufourmantelle asiste al seminario de Jacques Derrida y le pide el texto de las dos clases acerca de la hospitalidad y la hostilidad, el otro y el extranjero. Las presenta en este libro, en que aparecen intercaladas, página a página, las voces de ambos pensadores. La xenofobia, la disolución de lo privado en lo público, Internet y el correo electrónico son problemas de nuestro tiempo que nos llevan a preguntarnos sobre las fronteras, sean virtuales o reales, entre lo propio y lo extraño. Elaborados filosóficamente por Derrida los malestares adquieren nombres propios y se despliegan reencontrando su honda tradición cultural: «Antígona» o el duelo imposible, «Edipo en Colona» y las teletecnologías, el proceso a Sócrates y los funerales de Mitterrand en la televisión. Dice Mirta Segoviano en el prólogo: “La hospitalidad se ofrece, o no se ofrece, al extranjero, a lo extranjero, a lo ajeno, a lo otro. Y lo otro, en la medida misma en que es lo otro, nos cuestiona, nos pregunta. Nos cuestiona en nuestros supuestos saberes, en nuestras certezas, en nuestras legalidades, nos pregunta por ellas y así introduce la posibilidad de cierta separación dentro de nosotros mismos”.
Este libro está recorrido de principio a fin por la memoria de los acontecimientos que convierten el siglo XX en el más terrible período de la historia de los hombres. No pretende ser perspectiva ni balance, sino meditación obstinada y narración inédita de lo que, desde 1914, ha acontecido a la humanidad y más precisamente a esta idea de humanidad tan dificultosamente conquistada por los Tiempos Modernos. Trata de comprender por qué la afirmación más radical de la unidad del género humano ha podido, como su negación más fanática, producir un universo concentracionario. Mortal y mortífera a la vez, la idea de humanidad ya no puede seguir manipulándose ni pensándose inocentemente. Tenemos que defenderla y concebirla de otro modo, tenemos que cuidar de que viva y hacer lo necesario para que no vuelva a empezar a matar. Esta carga de nuestro tiempo, nuestro tiempo la asume pretendiéndose cada vez más cosmopolita y cada vez más humanitario. Pero la compasión, cuando carece de pensamiento y de decisión política, el cosmopolitismo, cuando carece de contenido, y la comunicación, cuando se vuelve abstracción planetaria, no afrontan en modo alguno los males que los hombres y la ¡dea de humanidad han padecido. Si la relación turística con el mundo tuviera que ser el único aval de la liberación y de la realización del hombre y si, ella sola, tuviera que constituir la respuesta al espanto, entonces, tal vez no sería infundado concluir que «este siglo déspota», como dice el poeta Mandelstam, ha sido, además, un siglo para nada.
Se recogen en este volumen las lecciones impartidas por Edmund Husserl en 1907, que suponen la primera exposición pública del sentido y de las implicaciones del nuevo método descubierto por el autor, la conocida «reducción fenomenológica», y permiten comprender el paso de la fenomenología descriptiva de Investigaciones lógicas (1900) a la fenomenología transcendental de Ideas I (1913). Nos hallamos ante un texto que, por su importancia en el desarrollo del pensamiento husserliano y por su inusitada claridad conceptual y expositiva, ha sido traducido y reimpreso varias veces en diferentes idiomas.
El filósofo Alain Finkielkraut muestra en La identidad desdichada su conocido malestar con la sociedad actual, que le ha valido en los medios franceses el apodo de pensador «mécontemporain». Aborda en este libro cuestiones, sujetas a la polémica y la controversia, como la identidad nacional, la inmigración, el laicismo, los defectos de la enseñanza, las desigualdades sociales, lo políticamente correcto, el ascenso del populismo… Todo tratado con la pasión y erudición que le han caracterizado hasta ahora, que le han convertido en uno de los filósofos más populares de Europa, y que le han permitido ser elegido miembro de la Academia Francesa.
Con claridad conceptual y prosa simple, Ángel Cappelletti nos sumerge en la historia del anarquismo y nos obliga a pensar en nuestras mentes, el tan necesario debate sobre las ideas políticas que han marcado el rumbo de nuestra época. Este libro, considerado un clásico del género, con numerosas ediciones y traducido a varias lenguas, es una exposición ordenada de las distintas corrientes libertarias y de lectura obligada para quienes quieran adentrarse en el mundo de las ideologías que, después de haber sido falazmente despreciado por el pensamiento neoliberal de los últimos años, resurge con fuerza arrolladora.
Esta obra reúne dos series de ensayos (1989-2009) escritos por Etiénne Balibar: unos, filosóficos, sobre la enunciación y la institución de los derechos fundamentales durante el proceso de las luchas de emancipación de la modernidad; los otros son intervenciones acerca de la realidad política francesa sobre acontecimientos de repercusión mundial.
En La ilusión vital, Baudrillard examina la configuración de la realidad —si es que aún existe como tal—, y cómo se forma el conocimiento a través de los medios de comunicación y de la avanzada tecnología. El llamado profeta de la posmodernidad expone aquí la construcción del simulacro de la realidad —virtual— que sustituye al acontecimiento real, el cual no es más que una mera ficción. En un mundo donde todo se copia —gracias al proceso de la clonación— y donde cualquier elemento vital queda programado y, si se quiere, manipulado genéticamente, el ser humano se siente incapaz de afrontar su propia diversidad. La virtualidad todo lo inunda, los sucesos se simulan antes de que ocurran, la información se fabrica y todo se produce en cantidades desorbitadas. De este modo, el exceso de realidad anula la realidad, el de información desemboca en desinformación, y así sucesivamente. La ilusión vital expone las contradicciones que guían nuestra cultura contemporánea y gobiernan nuestras vidas, situando al lector en una posición de riesgo intelectual que éste deberá asumir para comprender la virtualidad de la realidad.
¿Qué permanece en este mundo donde todo pasa? ¿Qué consigue salvarse de la inflexible ley de caducidad que condena a todo lo viviente, incluido el ser humano, a la extinción y al olvido? Si existiera un arca de Noé que rescatara algunos bienes del inminente diluvio universal, ¿qué carga nos estaría permitido subir a bordo para asegurar a lo embarcado algún modo de perduración no sujeta a plazo? Dos son las modalidades de perduración humana a nuestro alcance: la obra artística y la imagen de la vida, cuando una y otra alcanzan la forma de perfección, estética y ética, que les es peculiar. La primera se halla reservada a unos pocos, los artistas, en tanto que la segunda concierne a todos, universalmente. Tras una presentación general del tema, el libro avanza centrando su atención en la segunda de esas modalidades, la imagen de la vida, entendida como el ejemplo dejado por alguien al morir en la memoria de quienes lo sobreviven. Aunque no lleguemos nunca a ser felices, nadie podrá nunca expropiarnos el derecho a vivir nuestra vida con ejemplaridad y, tras nuestra muerte, legar una imagen luminosa digna de perdurar en el recuerdo colectivo. La teoría sobre la imagen de la vida se concreta a continuación mediante dos estudios de caso que la ilustran. Primero, un ensayo sobre la imagen de la vida de Cervantes, compuesta de tres elementos esenciales –idealismo, cortesía y humor– que al combinarse dan la fórmula secreta del cervantismo. Y, finalmente, cierra el volumen Inconsolable, monólogo dramático donde el autor salta por primera vez del ensayo filosófico a la escena teatral y dibuja, sumido en duelo, la imagen de la vida de una persona muy amada perteneciente a su experiencia directa y cotidiana, su padre, en la proximidad de su fallecimiento.