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Bolsilibros - Servicio Secreto 772. Reunión de traidores, de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

Afirmé los pies en el suelo, levanté el brazo derecho despacio, sin separar el codo del cuerpo. Apenas si notaba el peso del «38» en la mano. A unos veinticinco metros de distancia, las dos oscuras siluetas se movían lentamente desplazándose a un lado. Junto a mí, el teniente Silk se inclinó hacia adelante, medio agazapado, y abrió fuego con su «45» de reglamento. Las detonaciones en aquella especie de galería alargada resonaron como cañonazos. Tiré del disparador al mismo tiempo que contenía el aliento. El concierto de los dos revólveres martirizó mis tímpanos al tiempo que los disparos se sucedían uno detrás de otro. Vi las dos figuras acusar los repetidos impactos mientras todos los nervios tensos de mi cuerpo semejaban haberse paralizado, concentrados en mantener la mano firme.


Bolsilibros - Servicio Secreto 773. ¡Yo no maté a Forrest!, de Alar Benet

Intriga, Policial, Novela

Los dos hombres y la mujer se detuvieron en la ancha acera, tambaleantes. La noche era cálida. En el cielo parpadeaban las estrellas, como si se burlaran de unos seres que buscaban la alegría en el alcohol. —No cantamos mal del todo, ¿verdad, Emily? —inquirió un joven de unos veinticinco años que, apoyado en el brazo de sus camaradas, hacía inauditos esfuerzos por mantenerse en pie. —¡Eres un artista! ¡Tiemblo pensando en una posible competencia! El que había hablado primero se detuvo, y con la seriedad característica de los beodos, dijo: —No será posible, aunque me agradaría. Cualquier cosa es mejor que reparar automóviles en un mísero garaje. ¡Eres insustituible, Emily! No puede imitarte nadie. La mujer sonrió complacida mostrando una blanca dentadura tras los labios rojos y sensuales.


Bolsilibros - Servicio Secreto 776. La ley del soborno, de Alar Benet

Novela, Intriga, Policial

La noche, vencedora del crepúsculo, se extendía sobre la ciudad de Chicago. Irving Carroll, de unos treinta años, alto, de rostro ancho y pronunciada mandíbula, cerciorándose de que no le amenazaba ningún peligro, dijo al que guiaba el automóvil y a otro individuo: —Tened el motor en marcha y las armas preparadas. Con paso elástico, apeándose del vehículo, penetró en uno de los muchos restaurantes italianos de la ciudad. Por lo prematuro de la hora, se hallaban vacías casi todas las mesas. En el mostrador, un grupo de hombres jugaban a los dados volteando un cubilete de cuero. Al ver al que llegaba, uno de ellos llevó su diestra a la funda sobaquera. La sonrisa de Irving cortó su actitud defensiva. —No vengo en son de guerra, Franc Price.


Bolsilibros - Servicio Secreto 783. La muerte llega a Las Bahamas, de Burton Hare

Intriga, Policial, Novela

Era una muchacha alta, de piernas morenas y bien torneadas. Andaba como un maniquí en la pasarela y lucía un traje chaqueta azul tan bien amoldado a su cuerpo que debía haber sido diseñado por un maestro de la tijera. Tenía un rostro del que cualquier mujer se sentiría más que satisfecha, con grandes y expresivos ojos y una boca capaz de todas las diabluras que uno pudiera imaginar. Mientras se acercaba al bar, las distintas partes de su anatomía se movían con el ritmo de un bien aprendido ballet; y, desde luego, tenía materia de sobra para el movimiento. Se encaramó al taburete que quedaba a mi lado porque era el único que estaba libre en el extremo de la barra. Pidió algo al mozo, pero debido al rugido de un avión que despegaba no oí lo que dijo. Otro avión estaba dando vueltas sobre el aeropuerto espesando pista para aterrizar. Otros, en las pistas, aguardaban el permiso de salida atronando el aire con el rugido de sus motores. Parecía como si todos los aviones del país se hubieran dado cita en el Aeropuerto Internacional de Miami.


Bolsilibros - Servicio Secreto 786. Mientras llega la muerte, de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

En su despacho, el teniente Digger tomó una ficha y leyó en voz alta: —Frank Mac Kenna, treinta años, hijo de padres irlandeses. Hasta los veintinueve años profesional del boxeo, pesos máximos. Apartado del deporte al entrar al servicio de Stephen Bierce como guardaespaldas. Sin antecedentes penales. Se le considera peligroso. Señas particulares: Ojos grises cabello negro… De repente, calló y tiró la ficha sobre la mesa con ademán cansado. El sargento Carr se rascó el cogote. Con su voz de bajo gruñó: —¿Espera sacar algo de ese tipo, teniente? —Tal vez. —Nunca delatará a Bierce estando a su servicio. ¿Qué le hace pensar que se ponga de nuestra parte?


Bolsilibros - Servicio Secreto 797. Las mujeres también matan, de Alf Regaldie

Novela, Intriga, Policial

Cuando Doug Wrigth llamó a la puerta de la oficina de Stanley Wilding, se preparó, dispuesto a entrar como fuese. El joven sabía bien que Budy Roscoe, el gorila que tenía Wilding como guardaespaldas, no le dejaría entrar y que le echaría la puerta a las narices. Y se preparó para evitar que pudiese suceder tal cosa. Tardaron bastante en abrirle y cuando lo hicieron fue tomando precauciones. Apenas Roscoe entrevió al visitante, cargó contra la puerta para cerrarla, pero llegó tarde. El pie de Doug quedó clavado en la abertura como una cuña.


Bolsilibros - Servicio Secreto 805. La muerte pide el divorcio, de Burton Hare

Intriga, Policial, Novela

El edificio era una delirante pesadilla de alucinado. Sin la menor duda, habían conseguido con él dejar boquiabiertos a todos los transeúntes que tuvieran la desgracia de mirarlo, pero, al mismo tiempo, lograron con su erección que cualquiera fuera capaz de recordar dónde estaban ubicadas las oficinas de la World Film Corporation. Nadie podía olvidar semejante monstruosidad una vez vista. Detuve mi convertible en un lugar asombrosamente libre, frente a la entrada. Unos discos indicadores advertían que el espació estaba reservado a los directivos de la compañía. Yo no era ningún directivo, pero me había llamado el máximo mandamás de Hollywood, así que no había necesidad de andarse por las ramas. Caminé a través de la media milla de acera hasta la entrada monumental, la crucé, me detuve en el gigantesco vestíbulo de mármol negro y encendí un cigarrillo, mirando a mi alrededor con asombro.


Bolsilibros - Servicio Secreto 807. El crimen no compensa, de Burton Hare

Intriga, Policial, Novela

Realmente, todo comenzó aquella noche de verano, asfixiante, en la que Burnett me encontró en «La Esquina», transpirando y aburrido. Si ustedes conocen Nueva York ya sabrán la clase de noche a que me refiero. El calor se desploma sobre uno como una masa de plomo húmedo y chorreante. Hace tanto calor, y tan pegajoso, que hasta la piel le molesta a uno al menor movimiento. Burnett era un tipejo esmirriado, delgado y macilento, con una piel transparente que daba pena. Pero era astuto y siempre tenía ideas con las que sacar algún dinero. Aquella noche, después de encender un cigarrillo, preguntó: —¿Quieres ganarte uno de cien, Tony?


Bolsilibros - Servicio Secreto 820. Las gaviotas lo saben, de George H. White

Novela, Policial, Intriga

Max Basehart, pianista mundialmente famoso por su «Sinfonía Espacial», es también todo un conquistador a pesar de la ceguera provocada por un accidente. Envidias y conflictos de intereses económicos y sentimentales llevan a su cuñado Robert Bennett a atentar contra su vida, la de su secretaria, el marinero mexicano que los acompañaba y su perro Mystic. Confabulado con Madga, esposa de Basehart, ambos denuncian la desaparición de Max a las autoridades… Sin embargo, pronto los problemas empiezan a multiplicarse. Basehart parece estar haciendo extrañas visitas post mortem a su viuda y hermana de Bennett y el perro Mystic aparece sano y salvo. Lund, íntimo amigo de Max Basehart, se propone llegar al fondo de un turbio asunto lleno de recovecos.


Bolsilibros - Servicio Secreto 821. Una celda en San Quintín, de Cliff Bradley

Intriga, Policial, Novela

Ernie Holker pegó la espalda en la pared y miró hacia el vigilante situado a corta distancia, pero que en aquellos momentos no se ocupaba de ellos. Luego, a los dos hombres que tenía delante. Eran jóvenes, pero muy distintos. Sam «Lightfingers» Prowsett, de treinta y dos años, alto, delgado, de cabellos rubios y cara afilada, ojos claros y boca fina, estaba cumpliendo una condena de doce años por robo con lesiones. Joseph «Rough» Leskowitch, de veintiocho, cumplía veinte por homicidio. Ambos tenían a sus espaldas un interesante historial. Ahora permanecían muy atentos a sus palabras. El propio Ernie «Dum-Dum» —Ernie para sus amistades y la policía— estaba considerado como uno de los inquilinos más importantes de San Quintín. Se había librado de la cámara de gas únicamente a causa de la destreza de su abogado y la desaparición muy oportuna de cierto testigo de cargo, pero cumplía cadena perpetua por homicidio en primer grado. Contaba treinta y siete años, era alto, fuerte, de duras facciones y fríos ojos negros. Había ido a la Universidad y fue teniente de «marines» en Corea hasta que alguien reveló en un periódico que solía convertir en balas «dum-dum» los proyectiles de su pistola y su metralleta. Eso le costó un Consejo de guerra y la pérdida de su graduación, más cierta permanencia en una prisión militar, dejándole el apodo y también un profundo rencor hacia la milicia en particular y la sociedad en general. Puesto en libertad y desmovilizado, no había tardado en demostrar sus sentimientos, culminando con el asesinato a sangre fría del periodista que lo descubrió, asesinato que no le pudieron probar, aunque centró sobre él la atención de toda la Prensa del país. Gracias a eso, meses más tarde era capturado, convicto de un nuevo crimen de sangre, y recluido en San Quintín, donde gozaba de mucha consideración entre sus camaradas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 823. Las huellas del terror, de Burton Hare

Intriga, Novela, Policial

Hay pocos días en la vida de un niño que no dejen en él un recuerdo que perdura en su mente durante un tiempo. Para el chiquillo, al que la vida se abre ante sus ojos como un maravilloso misterio, todo es nuevo, todo debe ser estudiado, experimentado. Todo merece su atención. Y lo recuerda, piensa en esas novedades que sólo lo son para él, y luego las olvida, cuando otra cosa más excitante remplaza a lo ya conocido. No obstante, Jimmy Shurk no olvidaría jamás aquella noche, por años que viviese. Jimmy había cumplido recientemente los ocho años, lo cual le confería, ante los ojos de sus amiguitos más pequeños, una categoría casi matusalénica.


Bolsilibros - Servicio Secreto 829. Una mujer diabólica, de Alar Benet

Novela, Policial, Intriga

Janet Hogan terminó de ordenar pendientes en el amplio escaparate de la joyería. Su jefe, un rumano evadido de su patria, Lascar Bratiano, la miraba desde la caja con expresión satisfecha. La jornada había sido magnífica, con una venta superior a los cincuenta mil dólares, y aún faltaba una hora para el cierre del establecimiento, situado en Cedar Street, frente a la Clearing House, en las inmediaciones de Broadway. El negocio prosperaba y, justo era reconocerlo, debíase en gran parte a la amabilidad y al don de gentes de Janet Hogan. Lascar Bratiano le daba, a título de gratificación, el cinco por ciento de los beneficios, con lo que ella podía vivir lujosamente, frecuentando los mejores círculos sociales de Nueva York. La mujer puso en la amplia vitrina la bandeja de terciopelo negro y regresó al mostrador para atender a un caballero que acababa de entrar en la tienda. —¿Qué desea? —Decirle que es usted preciosa y…


Bolsilibros - Servicio Secreto 831. Muerte en la azotea, de Burton Hare

Intriga, Novela, Policial

Jessy llenó las tazas de café y ofreció una a Clive Dalton. Éste dijo: —¿Dónde está Tora? —No lo sé, Clive. Confieso que estoy inquieta por él. Pasa todo el tiempo fuera de casa… Y nunca me dice dónde va. —Ha transcurrido una semana desde el proceso. Ya debería haber comprendido que él no puede cambiar nada. Sorbió su café. Los grandes ojos rasgados de la muchacha, no se apartaban de él. —Clive… —Dime. —¿No se puede hacer nada?


Bolsilibros - Servicio Secreto 842. Escrito en el polvo, de Clark Carrados

Intriga, Policial, Novela

La habitación estaba en penumbra, aunque para un recién llegado, habría creído en el primer momento que reinaba una casi total oscuridad. Sin embargo, había claridad. La fuente de dicha luz estaba a ciento cincuenta millones de kilómetros y era el Sol. Un rayo penetraba a través de un redondo orificio, de un centímetro de diámetro, practicado con una barrena en los cerrados postigos de la ventana. El rayo empezaba en el Sol y terminaba en la mejilla izquierda de un hombre. El hombre estaba sentado sobre una silla, cuyas patas se hallaban sólidamente atornilladas al suelo. Fuertes ligaduras le inmovilizaban en absoluto. Ni siquiera podía mover la cabeza. El respaldo tenía una prolongación a la cual había sido sujeto el cráneo, por medio de una ancha banda de cinta adhesiva.


Bolsilibros - Servicio Secreto 852. Algo más que un atraco, de Burton Hare

Intriga, Policial, Novela

Habían caído en una emboscada y no tenían salvación posible. Sus uniformes negros se confundían con la oscuridad de la noche, pero les tenían cercados. Iban a morir y de eso no cabía duda. Por fin, aquellos monos amarillos iban a salirse con la suya. Las ráfagas de las ametralladoras retumbaban en la inmensa selva. Las balas aullaban a su alrededor, tronchando el follaje, abatiendo las ramas y, de vez en cuando, horadando los cuerpos que se acurrucaban buscando una salvación que les estaba negada… Y él no quería morir. Era una sensación curiosa aquélla. Había pensado muchas veces en la muerte… les habían enseñado a pensar en ella y a mirarla casi con desprecio. No quería morir. Pero no tenía escapatoria. De momento, podían mantener a aquellos macacos a distancia gracias a sus formidables armas automáticas, pero cuando ellos empezasen a emplear los morteros que no podían tardar en entrar en acción… bueno, el asunto estaría acabado. Las explosiones…


Bolsilibros - Servicio Secreto 854. Operación Kasbah, de Frank Caudett

Intriga, Policial, Novela

Las calles olían mal. A mezcla de escombros, orín, excrementos, animales muertos en estado de descomposición y toda clase de porquerías no imaginables. El ambiente de aquel barrio misterioso, sombrío y mezquino, último baluarte de una civilización que en su mismo cénit encontrara el ocaso, era denso y agobiante como doscientos años atrás. La vida de aquellos seres podía decirse que seguía igual. La lucha por la subsistencia seguía siendo tan primitiva como entonces. Frankie McCasland giró la cabeza levantando los ojos hacia el «Mirador de Europa».


Bolsilibros - Servicio Secreto 855. La hora negra, de Alf Regaldie

Intriga, Novela, Policial

Charles Lawford pensó que las prisiones siempre resultaban deprimentes, aunque sus constructores procurasen darles cierta alegría al hacerlas. Había hecho, Charles, los planos para un gran sanatorio dedicado a enfermos nerviosos y dirigía su construcción personalmente para que no pudiesen desvirtuar lo que había plasmado en los planos. Y pese a la alegría que había logrado darle, resultaba triste, simplemente, al pensar al fin a que estaba destinado. Y las prisiones eran peores. Sentía más lástima aún por los delincuentes que por los pacientes afectados por enfermedades nerviosas o mentales. Estaba entregado a tales pensamientos cuando apareció Paul Gray, el veterano arquitecto.


Bolsilibros - Servicio Secreto 857. Un lugar donde morir, de Burton Hare

Intriga, Policial, Novela

El investigador privado David Curtis, viaja por la carretera camino de Tampa, cuando en las inmediaciones de Merryland City se ve sorprendido por un gran despliegue policial controlando las carreteras de acceso a la pequeña ciudad. Después de atravesar la población y al continuar viaje hacia el sur, ve interrumpida su marcha por un control policial. Sin ningún tipo de explicaciones los agentes que lo integran revisan concienzudamente todo el coche incluyendo el maletero. Al no recibir ninguna respuesta a sus preguntas por el motivo del registro, continua su marcha, alterado por el brusco comportamiento de los policías, en busca de un motel donde pasar la noche.A los pocos kilómetros ve una figura en el borde de la carretera que agita desesperadamente los brazos para llamar su atención. Es una hermosa muchacha, muy joven unos veinte años. La recoge en su coche y ante sus preguntas, le dice llamarse Valery, se dirige a Tampa y se encuentra en un gran apuro, que no quiere revelar, hasta que al fin angustiada rompe en sollozos.Tras éste fortuito encuentro, el tranquilo hasta ahora, viaje de David, cambiará drásticamente. La chica es la hija del alcalde de la cercana población de Merryland, huye de la tiranía de su padre, el cual maneja una trama de corrupción junto con la policía local enredada en turbios asuntos.Contratado, por los ciudadanos honrados de la población, el gerente del hotel y algunos comerciantes, David investigará los sucios manejos del alcalde, los policías corruptos y una sórdida secta llamada El Paraíso fundada por el Gran Maracott y dirigida por los Grandes Hermanos. Al mismo tiempo tendrá que rescatar a la bella y sensual Valery del encierro en la que se encuentra recluida por su indigno padre, que no ve con buenos ojos la rebeldía de su hija ante su deshonroso proceder.Resumen extraído de: http://bolsilibrosblog.blogspot.com.es/


Bolsilibros - Servicio Secreto 882. Asesino Kendall, de Alf Regaldie

Intriga, Novela, Policial

Aunque no hubiese visto su magnífico descapotable rojo y oro, de modelo deportivo, habría imaginado que encontraría a Belle Seldon en el club «Estudio 13». Era un grato lugar para la juventud con inquietudes artísticas, en donde servían bien y era fácil encontrar una agradable compañía. Ella debía estar allí tomando su aperitivo antes de irse a cenar. Lo hacía cotidianamente a aquella bella hora crepuscular. Me acerqué al descapotable después de haber dejado mi reluciente bólido color plata. Y quité del descapotable rojo la tapa del «delco». Fue algo rápido y no tuve testigo alguno que le pudiese ir a ella con el cuento.


Bolsilibros - Servicio Secreto 885. La seductora muerte, de Burton Hare

Intriga, Novela, Policial

La luna estaba en todo su apogeo aquella noche. Una claridad brillante se filtraba por entre el follaje y creaba sombras misteriosas en el gran jardín, deformando los arriates y macizos recortados, convirtiendo en bellos fantasmas los arbustos mecidos por el aire suave del mar. Eran sombras lánguidas que se movían con pereza, ora a un lado, ora al otro, para volver a recobrar su inmóvil vertical cuando el aire cesaba de soplar. No obstante, en un momento dado, una de aquellas sombras no volvió a su anterior posición. Se despegó del grueso tronco de un árbol, titubeó un instante como si no supiera a qué lado inclinarse, y al fin anduvo despacio, materializándose la figura delgada, de estatura mediana y vestida de oscuro que no tenía ninguna semejanza con las demás.