Lupe, ensimismada en sus pensamientos, no se daba cuenta del trasiego de viajeros que entraban y salían del departamento en que iba sentada junto a una ventanilla, en el vagón que llevaba bastantes horas. Tampoco se daba cuenta de las horas que pasaban ni de los vaivenes violentos que el mal tendido de los raíles provocaba en el vagón. No dejaba de pensar en la carta que llevaba en la maleta, junto a los documentos que en esa carta le pedían que llevara.
El juez de Kansas City, Olson Berry, subió al estrado y tomó asiento. Inmediatamente, anunció el comienzo de la vista. La sala donde se iba a celebrar el juicio estaba completamente abarrotada de público. Todas las miradas estaban fijas en el acusado. El juez tuvo que imponer orden para que los comentarios cesaran. Cuando fue obedecido, anunció:
El local estaba completamente abarrotado y los empleados y muchachas que tenía Julie trabajando servían constantemente verdaderos ríos de whisky. Los tres viejos se abrieron camino hasta que después de muchos esfuerzos y varios minutos, consiguieron llegar al mostrador. Julie, que estaba ayudando a servir en el mostrador, saludó cariñosa a los tres amigos.
Protestó el matrimonio, pero el juez se mantuvo firme y no quiso dejar al detenido a la custodia de ellos. Los Cárdenas protestaron de haberles hecho realizar el viaje para eso. Pero el juez se mantuvo con entereza en su negativa. Y los ganaderos de Tombstone tuvieron que irse al hotel y solicitar asientos en la diligencia para volver a su pueblo y a su casa.
—¿Qué te sucede, Johnson? —preguntó Ava, la dueña de! saloon Plata, al viejo ranchero. —¡Nada! —respondió Johnson malhumorado. —¿Qué deseaba míster Rock? —Ha vuelto a proponerme la compra de mis terrenos. —No comprendo el interés que tiene míster Rock por tu rancho. —Ni yo puedo comprenderlo. —¿Has accedido?
La joven que dijo estas palabras había confesado que era la primera vez que iba hacia el Oeste para reunirse con su hermano, que había tenido suerte y era propietario de un rancho de los más extensos de cuántos había por las praderas del Beak’s Ferky, tributario del río Verde (Green River) y nacido en los montes Winta. El rancho de su hermano, según carta de él, estaba en un terreno que parecía un paraíso, con abundante caza y pesca, y muy cerca estaban las ruinas de lo que fue Fuerte Bridger.
Alex Masón, uno de los hombres más ricos del Estado de Kansas, propietario de varios locales de diversión en la revuelta ciudad de Dodge City, hablaba animadamente con el sheriff de la localidad en el interior del lujoso despacho que había montado contiguo a uno de los saloons de su propiedad, y que comunicaba con el local por una puerta que daba tras el mostrador. Cuatro hombres más, encargados de regentar las propiedades de Alex Masón, escuchaban en silencio.
Y sonriendo, sin que los espectadores volvieran en sí de lo que consideraron como un sueño después de salir Jimmy con Jeanette, Jimmy sacó un revólver, hizo un disparo y volvió a enfundar con velocidad sólo comparable a la de los astros. El cuadro de Lincoln, que estaba pendiente de un delgado cordel, cayó al suelo al ser cortado el cordel con una seguridad matemática.
—Hola, Fred, hacía mucho tiempo que no nos veíamos, ¿verdad? —¡Caramba! ¿Cómo estás, Joe? —Ya lo ves… Me envía Paul. Pasé una temporada en la cuenca y vengo con muchas ganas de divertirme. Frisco es la ciudad donde más se divierte uno. —No lo dudes. —¿Cómo va el negocio?
Kansas City era la ciudad más populosa de todo el vasto Oeste. Estaba considerada como puente entre el Este y el Oeste. Era también considerada la capital del llamado medio oeste, o zona central. Por la extensa población, que ocupaba unos treinta kilómetros cuadrados, se extendían urbanizaciones para los más variados fines, aparte del corriente de domicilio. Y había edificios admirables, dedicados a universidad, colegios mayores, centros oficiales y de beneficencia. Tenia unos encerraderos de ganado capaces para más de cien mil reses. Era también una de las estaciones de empalme ferroviario más importante de la Unión, y del Oeste el más destacado sin duda.
El convoy de la compañía Western y Great Falls avanzaba a buena marcha por la llanura, dejando tras sí una estela de humo de la locomotora, tintineo de los enganches y chasquido de las ruedas al pasar por las juntas de los rieles. En la cabina, el maquinista vigilaba atentamente tanto la perspectiva que se abría ante el tren, como los instrumentos de la locomotora. El fogonero, Jake Mills, mantenía constantemente el fuego en el hogar, arrojando casi sin cesar gruesos troncos a través de la compuerta abierta del pequeño infierno que era lo que movía el tren. El sol había pasado hacía rato el meridiano, pero todavía seguía enviando terribles oleadas de calor a la planicie.
Una técnica muy usada en zona minera por los ventajistas es comprar un rancho y cuando el vendedor se va, matarlo y recuperar el dinero. Nadie sospecha que está muerto, se piensa que se ha ido. Sin embargo en el oeste, está técnica no se conoce. El rancho del Cáñamo de Davie Belex, vecino de los Batton, fue vendido… o eso se creía.
El viejo Johnson era muy conocido en infinitos campamentos de buscadores de oro y plata; camino de una mina de oro socorre a un 'hombre de ciudad', herido de bala en el desierto. El forastero viene del Este en busca de un pariente que parece haber tenido suerte en las minas de Nevada…
La llegada a Newell de Cass, Fremont y Webster rompe la tranquilidad que hasta entonces reinaba en el pequeño pueblo sin aspiraciones ni problemas. La misma noche de su llegada, reclaman para si la propiedad de un rancho, alegando ser los herederos de Tom Tyler. La entrada en el saloon del socio de Tom dudando de lo que dicen, hace que lo maten en el acto y, dado que no hay sheriff en el pueblo, Fremont propone que lo sea Webster. Nadie se atreve a replicar. Hacen y deshacen a su antojo hasta que, con motivo de unas carreras de caballos, se presenta en el pueblo una caravana de rawhiders y, el que dicen es, el temido indio El coyote de las Llanuras.. Los acontecimientos hacen que la vida cambie para todos, llevándose por delante la vida de algunos de ellos.
Sally no conoció a su padre. Su madre y él se separaron y ésta no le habló nunca de él. Acaba de recibir una carta que le informa de que alguien, a quien no se nombra, le ha nombrado su heredera. Paralelamente, Delano, un millonario y poseedor de grandes tierras acaba de morir. Su hermano y sobrinos harán todo lo que puedan por conseguir algo de la fortuna que saben Mr. Rawlins no les dejará en herencia. ¿Se cruzarán éstas historias?
Al llegar a la mayoría de edad, Mónica Montijo decide hacerse cargo de su herencia y recuperar el contacto con su madre y su segundo esposo, ya que la familia de su padre le ha mantenido alejada, tanto del devenir de sus haciendas como de ellos, por no estar de acuerdo con dicho enlace. Al encontrarse con su madre ésta le advierte que su tío junto con el capataz del rancho y su padrastro, han estado robando ganado de una de sus propiedades. Decide acabar con este saqueo, pero debe tener cuidado dado el peligro que conlleva enfrentarse a ese grupo de cuatreros acostumbrados a hacer y deshacer a voluntad, ya que desde el momento en el que descubre sus intenciones,se convierte en un problema a eliminar.
Astutamente echan de la conducción a Tom y Horace. Maud la hija de Hugo, dueño de la manada, con su orgullo y cabezonería ayuda a su despido sin querer. Cuando llegan a una ciudad, los malhechores que han conseguido echarlos, revelan sus cartas e intentan llevarse el ganado, sin embargo Tom no ha abandonado del todo la ruta.
Las fiestas anuales del ganado que se celebran en Dodge, es el momento que aprovecha el Inspector Hartley para poner orden y acabar con los cuatreros de Baker, que extorsionan y atemorizan a la ciudad. La llegada de Davie y Cary que, por distintas razones, buscan vengarse de Baker, y la valentía del periodista Dick, ayudarán al inspector en su difícil misión.
El gobernador de Cheyenne, es un tipo joven, con estudios, criado en un rancho, ha ascendido en su puesto rápidamente… Durante los festejos vaqueros llegan visitantes de todos los rincones, a su vez los ranchos siguen con su rutina, que se ve entorpecida por los visitantes. Los duelos, los retos, las muertes afloran durante los juegos.
Jackson es un reputado ganadero, tres veces al año lleva sus reses y las de otros al mercado de Laramie para venderlas. Contrata conductores, a los mejores para tal viaje. En este último viaje se incorpora Rob, que no participa de las chanzas de los otros. Debido al malestar de los conductores con Rob se crean tensiones y comienza la danza del Colt.