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Bolsilibros - Punto Rojo 133. El azar vengador, de Cliff Bradley

Policial, Novela

Ashton Grove es una pequeña calle de residencias de la clase media en el extremo sur de Londres y un remanso pacífico donde apenas llegan los ruidos del incesante tráfico de Chelsey Road. Preston detuvo su coche —era uno de los pocos miembros del Cuerpo de Policía que poseía un «Talbot» último modelo— apenas rebasada la esquina y fue andando hasta el número once, una casita de un piso con un pequeño y bien cuidado jardín delantero. La puerta del mismo estaba abierta y avanzó por el enarenado sendero hasta la casa. Una mujer de media edad y cara de pocos amigos le abrió secándose las manos. —No se moleste en ofrecer nada. No tenemos necesidad de ninguna cosa y… —Perdone, señora, pero no vengo a vender aspiradores ni neveras eléctricas. Tampoco soy un empleado del Censo ni el recaudador de contribuciones. Sólo deseo hablar con la señora Cheyney. ¿Está en casa?


Bolsilibros - Punto Rojo 134. ¡Camina, fantasma!, de Clark Carrados

Policial, Novela

Daphne Mac Gyll estaba muy preocupada. Su lindo rostro aparecía cubierto de sombras. Tenía un libro delante de sí, pero sus ojos contemplaban sin ver las páginas impresas. Su mente estaba muy alejada del lugar en que se hallaba. Daphne Mac Gyll era una atractiva muchacha de cabellos castaños, ojos grises y esbelta figura, de unos veintitrés años de edad, que estaba terminando sus estudios para obtener el grado de licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Edimburgo.


Bolsilibros - Punto Rojo 139. La posada del diablo, de Clark Carrados

Novela, Policial

El hombre entró precipitadamente en la habitación donde otros dos jugaban aburridamente a las cartas y exclamó: —¡Marsh, ya lo he encontrado! Los dos jugadores miraron al recién llegado con notable interés. —¿Dónde está, Mike? —preguntó Marsh Roy, un sujeto cuarentón, de rostro abultado y señalado por media docena de cicatrices, pelo que ya clareaba y ojos duros.


Bolsilibros - Punto Rojo 140. Cuando la muerte nos visita, de Burton Hare

Policial, Novela

Miré el gran reloj eléctrico y comprobé que faltaban apenas dos minutos para la liberación. Al otro lado de las sólidas rejas, a pocos pasos de distancia de mi lugar de trabajo, la gente se apresuraba como si también a ellos les hubiera ganado la fiebre de los últimos instantes de encierro. Bajé la mirada y acabé de contar la última montaña de billetes que empujé a un lado después de efectuar las anotaciones correspondientes. A mi lado, el cajero jefe entregó una buena suma a míster Palmer, un gran cliente del Banco, y éste se alejó sin contar previamente los billetes. Como siempre que lo veía, me pregunté si los contaría una vez fuera. No me parecía precisamente uno de esos hombres confiados y felices.


Bolsilibros - Punto Rojo 142. Crímenes imperfectos, de Burton Hare

Novela, Policial

El hombre pesaría poco más o menos como un tanque de asalto, era bajo y sus tres papadas oscilaban como si fueran a caerle de un momento a otro. La impresión general que producía era que, al menor descuido, caería al suelo y saldría rodando como una pelota. Cuando se hundió materialmente en la butaca destinada a los visitantes produjo el efecto de que se fundía en ella, como si mueble y cuerpo formaran una unidad. Sus ojillos astutos y brillantes se quedaron clavados en mí con inquietud, sabiendo por adelantado que las noticias no iban a ser buenas precisamente.


Bolsilibros - Punto Rojo 144. Fórmula para matar, de Clark Carrados

Novela, Policial

La muchacha avanzaba con paso rápido y nervioso a través del largo corredor, poblado de gente que iba y venía a sus quehaceres. Era alta, esbelta, de líneas finas, pero compactas, y vestía con sencillez, que aumentaba más todavía la elegancia de su atavío. En la mano derecha llevaba un gran bolso de cuero marrón, imitación de cocodrilo, cuyas asas sujetaba con fuerza, como temerosa de que fueran a quitárselo en cualquier momento.


Bolsilibros - Punto Rojo 146. Tres días en blanco, de Alar Benet

Novela, Policial

Lou Witman cerró el libro de contabilidad. Su expresión era de cansancio. De asco también. Reconstruir la marcha de un negocio en quiebra partiendo de cinco años atrás, a veces sin los datos necesarios, resultaba arduo. Cuando aceptó el encargo de su jefe, el viejo Reginald Overton, no suponía que aquello pudiera ser tan largo. La idea de trabajar solo, sin horas fijas, en el antiguo departamento comercial de la firma que investigaba, le pareció admirable. Así dedicaría más tiempo a sus estudios, sin sujetarse al rígido horario del Banco, sin tener que soportar a los apoderados, perdiendo de vista a su jefe inmediato, el envidioso Percy Herbert.


Bolsilibros - Punto Rojo 149. Noche macabra, de Burton Hare

Policial, Novela

—¿Y por qué crees que esa dama puede estar en el Depósito? —Ésa es una de tantas posibilidades —dije, aburrido—. Hace una semana que ando de un lado a otro dando tumbos en este maldito asunto, pero hasta ahora no he conseguido la menor pista. O se ha esfumado, o está enterrada, o se encuentra en Miami de vacaciones con cualquier potentado. Sólo me falta dar un vistazo a los fiambres que guardáis en conserva. Si no está allí, voy a escribir a mi cliente diciéndole que no está en California y… —Para el carro —gruñó Sam—. Una mujer no desaparece así, sin dejar rastro, como un conejo en el sombrero de un prestidigitador. ¿Por qué la buscan, puedes decírmelo? Suspiré cansadamente.


Bolsilibros - Punto Rojo 154. La casa de los mil ojos (2ª Ed.), de Clark Carrados

Novela, Policial

La chica estaba en una situación difícil, apreció Irving Mott casi a la primera ojeada. Había oído un grito sofocado al pasar por delante de aquel oscuro callejón, seguido de una obscena serie de palabrotas, proferidas a media voz, y ello había llamado inevitablemente su atención, obligándole a detenerse a poca distancia del lugar de los hechos. El hombre la mantenía sujeta contra la pared, pero no con una mano, sino con la punta de una navaja, que había apoyado en su esbelta garganta. Con la otra mano, se recreaba en ir rompiendo poco a poco la parte superior de su vestido. Mott no podía captar muchos detalles, salvo que la chica parecía alta y bien formada, de pelo rubio y suelto, y el asaltante era algo más bajo y vestía desastradamente. La indumentaria del sujeto podía deberse tanto a negligencia personal como a falta de numerario.


Bolsilibros - Punto Rojo 157. Muerte en el paraíso, de Burton Hare

Novela, Policial

Un paraíso en tecnicolor, chillón y brutalmente alegre, con la amarga alegría del borracho. Millones de luces de todos los colores. Millares de anuncios parpadeantes de tan vivas tonalidades que dejan pálidos los colores del arco iris. Gentes vociferantes apretujándose en las aceras. Riadas de coches avanzando a paso lento por las calles, los más lujosos autos del mundo dándose cita en un desfile enloquecedor, empujándose unos a otros. Eso es Las Vegas.


Bolsilibros - Punto Rojo 158. Las arañas, de Clark Carrados

Novela, Policial

La muchacha dormía apaciblemente en la cama. Un rayo de luna penetraba a través de la ventana abierta e iba a dar en su rostro, iluminándolo con suaves resplandores. Los rubios cabellos, esparcidos a modo de abanico de oro sobre la almohada, despedían singulares destellos. Uno de sus brazos aparecía fuera del cobertor y se veía redondo y mórbido, de piel blanca y satinada. De pronto, se agitó inquieta. Sus labios se movían irregularmente, emitiendo murmullos ininteligibles.


Bolsilibros - Punto Rojo 159. Horas de pesadilla, de Burton Hare

Novela, Policial

Fue una de esas cosas estúpidas que suceden a veces cuando uno menos puede pensar en ellas. Empiezan sencillamente y parece que vayan a terminar de la misma manera, y, por regla general, así es. Acaban y uno no vuelve a recordarlas en todos los días de su vida. Aquella pareció que iba a ser de esa clase. Empezó justamente cuando regresaba a casa después de haber pasado parte de la noche en un espectáculo frívolo. Llevaba unos días en la más completa inactividad y de alguna manera había que matar el aburrimiento.


Bolsilibros - Punto Rojo 161. Safari a la muerte, de Clark Carrados

Novela, Policial

El león abrió sus fauces y emitió un profundo rugido, que se extendió con penetrantes sonidos a través de la extensa llanura. Los animales se escondieron en sus guaridas al escuchar la voz del rey; temían su cólera y temían servirle de alimento. El león divisó a lo lejos varios ojos luminosos que se movían irregularmente por la planicie. El olor de la gasolina alcanzó inmediatamente su pituitaria. Giró sobre las plantas de sus garras y volvió grupas, aparentemente con olímpico desprecio hacia aquellos horribles monstruos mecánicos, pero, en realidad, sintiendo miedo y desagrado ante ellos.


Bolsilibros - Punto Rojo 163. El gran dragón, de Burton Hare

Novela, Policial

Permanecí sobre el andén de la estación. Dejé la maleta en el suelo y miré a mi alrededor. El edificio de la estación no era ningún palacio, pero tampoco una barraca como yo había creído durante el viaje. Dos mozos hacían cuanto podían para demostrar que estaban ganándose el sueldo, aunque bien es verdad que no ponían mucho entusiasmo en la representación. Ambos desaparecieron por una puerta antes que alguien pudiera cargarles con el equipaje, con lo que quedé solo en todo el andén de madera.


Bolsilibros - Punto Rojo 164. El destructor, de Clark Carrados

Novela, Policial

Un hombre se disponía a penetrar en aquel momento en un portal. Giró sobre sus talones al escuchar su nombre. Su rostro era una máscara de odio y temor. Frenéticamente, forcejeó por sacar la pistola que tenía bajo la axila. El otro fue más rápido. Acuclillándose ligeramente, tiró por dos veces a pocos pasos de distancia, la anchura de la acera, más o menos. Su revólver calibre 38, “Smith & Wesson”, vomitó dos anaranjados fogonazos en la decreciente luz del lluvioso crepúsculo.


Bolsilibros - Punto Rojo 167. Trampa para el crimen, de Burton Hare

Policial, Novela

El hotel Fontainebleau es uno de los más modernos y lujosos hoteles del mundo. También su situación es privilegiada, debido a que ocupa una extensa área casi al final de la Avenida Collins, en Miami Beach. Está construido en forma de gigantesca C y posee junto a él todo cuanto el ser humano pueda desear, desde varias piscinas con agua fría y caliente, cabarets, soláriums, galerías de lujosas tiendas, agencias de viajes, Bancos, etc. Y, por descontado lo que en Miami no puede faltar: mujeres. Cuando me inscribí en el registro de semejante palacio no pude menos que experimentar cierto sentimiento de lástima por los sufridos contribuyentes, va que de sus bolsillos saldrían mis gastos en proporción astronómica.


Bolsilibros - Punto Rojo 172. Puños de hierro, de Alar Benet

Novela, Policial

—¿Quién quiere al chatito más que yo? Peter Tilling, esforzándose en dominar un gesto de fastidio, se echó ligeramente hacia atrás para impedir que los dedos de la rubia que le acompañaba se posaran por enésima vez en su raíz, algo deforme desde su época de universitario. —Cambia el disco, preciosa. Te repites mucho. Había un leve matiz de impaciencia y de enojo en su voz que no fue captado por Clara Peck, algo alegre por las repetidas copas de champaña. —¿Ya no te gusto, chatito? —inquirió ella, con un mohín de coquetería, dejándose caer materialmente sobre el hombre.


Bolsilibros - Punto Rojo 174. Cartas de sangre, de Burton Hare

Policial, Novela

Era una mañana en la que lucía el sol con toda la alegría primaveral de California. Durante la mayor parte de la noche pasada había llovido y la tierra todavía estaba húmeda y despedía una fragancia suave y agradable. Podría decirse que era una mañana perfecta. Tal vez por eso yo estaba de mal humor, aunque a decir verdad me encuentro así todas las mañanas cuando salgo de la cama. Por regla general, ese estado de ánimo se disipa a medida que pasan las horas y alcanza el punto de máxima euforia cuando se acerca la noche. Bueno, sea como sea, aquélla era una de mis mañanas negras. Entonces alguien golpeó tímidamente sobre el cristal de la puerta exterior del despacho. Gruñí algo y ella entró.


Bolsilibros - Punto Rojo 177. A solas con la muerte, de Burton Hare

Novela, Policial

Colgó sin darme oportunidad de añadir nada más. Yo hice lo mismo y me eché atrás en el sillón giratorio. Por unos instantes evoqué la imagen de la linda secretaria del pez gordo que encabezaba la «Compañía Financiadora Loes y Craven». Resultó una evocación capaz de marear a un tipo menos impresionable que yo y decidí comprobar personalmente si todavía era tan hermosa como yo la recordaba.


Bolsilibros - Punto Rojo 183. En las sombras, de Frank Lewis

Novela, Policial

Estalló una ovación. 
Un joven alto, de fuerte complexión, apareció en la pista. Iba ataviado con un llamativo traje azul y sostenía en su diestra un bastón. Se inclinó sonriente; seguidamente se puso a cantar. 
Su voz era excelente, y al terminar su actuación los aplausos resonaron en el elegante local. Matt Nixon se inclinó emocionado. Aún no habíase acostumbrado al éxito. Éste empezaba para él, saliendo de aquella apurada situación, cuando ya no confiaba en conseguirla.