Menú



Buscar





Bolsilibros - Punto Rojo 659. Extraños en las sombras, de Burton Hare

Policial, Novela

La mujer era grande, rubia, enorme como una montaña. Las guedejas rubias de los cabellos se agitaban cada vez que descargaba su enorme mano sobre él. Sobre un chiquillo. Un chiquillo desnudo como un gusano que gimoteaba sin atreverse a gritar su terror. La pesadilla se repetía una y otra vez, angustiosa como el infierno. Todo volvía a agitarse igual que una marea negra que descargara salvaje y furiosa contra el acantilado de su cerebro, resquebrajándolo a cada embate.


Bolsilibros - Punto Rojo 664. La burla del muerto, de Burton Hare

Policial, Novela

El timbre del teléfono se puso a repiquetear. Alargué rápidamente el brazo y llevé el auricular al oído. —Hola, nena —dije alegremente porque llevaba media hora esperando aquella llamada. Pero la voz de mi rubia había cambiado bastante. —¿El señor Fox, Steve Fox? —preguntaron, roncamente, a través del hilo. —Sí —acepté de mala gana.


Bolsilibros - Punto Rojo 670. La saga de los murciélagos, de Burton Hare

Novela, Policial

Un adinerado hombre de avanzada edad se hace con los servicios de un detective privado para que descubra el paradero de su yerno, desaparecido en extrañas circunstancias. Sus hijas son dos ninfómanas que se tienen bastante tirria entre ellas, una de las cuales es la esposa del desaparecido, pero no pierde la oportunidad de ofrecerse al detective para que no haga su trabajo.


Bolsilibros - Punto Rojo 673. Cavar la propia tumba, de Clark Carrados

Novela, Policial

Cerca de la madrugada, pero todavía de noche, Lee Gordon Lack despertó sintiendo en su estómago las punzadas del hambre. No se podía decir que su lecho rebosara lujo: consistía en algunos sacos y periódicos viejos, en el fondo de un callejón más bien escaso de higiene. Por fortuna, el clima era benigno todavía en Spartha; Lack no quería ni pensar en lo que sucedería cuando llegase el invierno, si le pillaba en la misma situación.


Bolsilibros - Punto Rojo 675. Al sur del crimen, de Burton Hare

Policial, Novela

Estaban sentados a una de las diminutas mesitas del Riviera, cada uno frente a un gran vaso empañado por el hielo. Bernie Dane dio un sorbo al licor y gruñó: —Si quisieras prestarme un segundo de atención, tal vez podrías enterarte de lo que deseo proponerte. ¿Sí, muchacho? Su compañero desvió la mirada del más exquisito par de piernas que viera en su vida y sonrió. —¿De qué estabas hablando? —¡Eh, por todos los santos! Deja de ocuparte de esa fulana y atiende…


Bolsilibros - Punto Rojo 677. Asesinatos sin asesino, de Curtis Garland

Novela, Policial

—HE venido a entregarme, sargento. —¿Entregarse? —el sargento Killey enarcó las cejas, contemplando al recién llegado con fijeza—. ¿Por qué motivo? —Por un asesinato. Hubo un silencio. El sargento Killey se frotó el mentón, apoyándose en la mesa de su despacho del Departamento de Homicidios. Junto a él, el agente McBain apoyaba sus manos en el correaje de su uniforme de agente de policía, expectante y como divertido por algo que el sargento no acababa de entender. —Bien —murmuró Killey—. ¿Qué asesinato? —Uno del que soy culpable, sargento. —Entiendo. ¿Ha matado usted a alguien?


Bolsilibros - Punto Rojo 678. Muerte doble, de Burton Hare

Policial, Novela

Aunque entonces nadie podía sospecharlo, la pesadilla empezó donde todo hacía suponer que terminaba. Una pesadilla que había costado ríos de sangre, corrupción e indignidades sin nombre. Nadie mejor que yo para saberlo, porque parte de aquella sangre vertida inútilmente había sido casi mía. Sangre de quien yo más amaba y por quién había llorado igual que un niño.


Bolsilibros - Punto Rojo 685. El juego del oro, de Burton Hare

Policial, Novela

El teléfono sonó en la jefatura y el sargento que levantó el auricular hizo un gesto de fastidio al oír la voz de hombre. —¿Por quién pregunta usted? —Gruñó. Tras escuchar unos instantes, arrugó el ceño. —Aquí no hay ningún teniente Craig, señor —dijo—. ¿Cómo? Frank Craig… Ya veo. Aguarde un segundo…


Bolsilibros - Punto Rojo 691. El asesino que no existía, de Curtis Garland

Policial, Novela

Ésa es mi tarjeta de visita. Huelga mencionar en ella mi oficina está situada en la isla de Manhattan, y justamente frente a Central Park, a la altura de las calles Setenta y Cuatro y Setenta y Cinco Este. No todos los detectives privados pueden permitirse ese lujo, para ser sincero. Yo, sí. Yo me permito ése y otros lujos. Para algo soy un detective caro. Muy caro, dirían algunos. Pero tengo ciertas ventajas sobre otros más baratos de los que pueblan esta gigantesca, sucia e inmunda ciudad de Nueva York, en la que tengo la desgracia de vivir y ganarme la vida: ellos cobran mucho menos que yo por sus honorarios, pero nunca sirven bien al cliente. Yo pongo una minuta elevada. Pero siempre dejo satisfecho a mi cliente.


Bolsilibros - Punto Rojo 692. La sirena perdida, de Burton Hare

Policial, Novela

El barman hizo una mueca de disgusto. —Señor Nolan —dijo—, por mucho que se empeñe en acabar con las existencias de whisky, le aseguro que no agotará mi bodega. ¿Por qué no se marcha a dormir? Mark Nolan le miró con los ojos turbios. —Ése es un buen consejo, Jimmy. —Entonces sígalo, por lo que más quiera, y para que yo pueda cerrar. —No hablas en serio.


Bolsilibros - Punto Rojo 700. ¡Muerto, vuélvete a la tumba!, de Clark Carrados

Novela, Policial

El día en que Arthur Calhoun fue hallado culpable de los delitos de que había sido acusado, el juez, antes de dictar sentencia, hizo la pregunta de rigor en tales casos. 
Calhoun se puso en pie. 
—Sí, Señoría —contestó—. Deseo decir algo antes de que su Señoría dicte sentencia. No será nada benigna, puesto que el jurado me ha encontrado culpable, pero esto es lo de menos. Lo que deseo decir es que un día saldré del penal, vivo o muerto, y me vengaré de los que me han empujado a esta situación. Mataré a todos, a todos, lo juro…


Bolsilibros - Punto Rojo 703. No te temo calavera, de Curtis Garland

Policial, Novela

Me quedé mirándola con profundo estupor. Era una cliente hermosa. Y joven. También debía ser rica. O, cuando menos, de clase acomodada. Hasta ahora, que yo recuerde, ningún cliente ha depositado de modo previo un fajo de billetes de cien, hasta un total de cinco mil dólares, sobre la mesa de mi oficina, como previo pago a cualquier servicio requerido. Y eso era lo que había hecho mi cliente. Contemplé el fajo de billetes nuevos, flamantes, todavía con la franja adhesiva del Banco, envolviéndolos casi amorosamente. Me costó trabajo pensar que yo pudiera cerrar mis dedos sobre ellos y guardarlos, sencillamente, en mi bolsillo.


Bolsilibros - Punto Rojo 704. El muerto era yo, de Alf Regaldie

Policial, Novela

La verdad es que todo esto resulta nauseabundo. Hasta el punto de que a uno le están dando ganas de escapar de la sociedad de consumo para convertirse en un hippy de ésos. Porque aquí donde me ven, con mis treinta mal cumplidos y mi uno ochenta y ocho de estatura, estoy hasta la coronilla, como vulgarmente se dice. He vendido de todo. Vendible y no vendible; pero he vendido.


Bolsilibros - Punto Rojo 708. Una tumba en el paraíso, de Burton Hare

Policial, Novela

Probablemente, la Roma de los Césares no tuviera mucha semejanza con la Roma que Mike estaba contemplando, aunque había que reconocer que en cuanto a impresionante no tenía nada que envidiar a la ciudad imperial que viera las proezas de las legiones romanas, el paso marcial de los centuriones y la gracia blanca y alada de las bellas romanas envueltas en sus túnicas. Los macizos palacios, las columnas, las estatuas y el colosal arco de triunfo; las calles pavimentadas con losas de piedra y las fuentes que no manaban agua. Y la soledad.


Bolsilibros - Punto Rojo 711. Pulso firme para matar, de Clark Carrados

Novela, Policial

Farnsyde dejó el teléfono nuevamente en la horquilla. Luego se enfrascó en el trabajo. Acababan de darle una mala noticia acerca de un edificio que estaban construyendo por cuenta de la inmobiliaria que presidía y quería comprobar de un modo detallado el alcance de la noticia. Si lo que le habían dicho era cierto, podía perder unos cuantos miles de dólares, tal vez decenas de miles, por la actuación de un idiota con demasiados escrúpulos.


Bolsilibros - Punto Rojo 713. 24000 billetes, de Clark Carrados

Policial, Novela

Cada uno de los herederos recibió una carta, fechada en Lausana, Suiza, y con el siguiente contenido (extractado): Deberá usted encontrarse el próximo dieciocho de abril, del año en curso, en la residencia denominada Villa Grette, no más tarde de las 18.00, al objeto de recibir la herencia que le acordó en su testamento sir Brian York-Blythe, y ello en méritos de servicios prestados en vida del legatario. El importe líquido de la parte de herencia que le corresponde a usted es de 400 000 libras esterlinas.


Bolsilibros - Punto Rojo 718. La cola del tigre, de Clark Carrados

Policial, Novela

Después de consultar sus datos, el doctor Farquhart se encaró con su paciente, a la vez que le daba una amistosa palmadita en una de sus rodillas. —Nada de particular, Roger. Nada que no se cure con un poco de descanso y unas píldoras que yo mismo te voy a dar —dijo el galeno—. Somos buenos amigos, conozco de sobra tu labor como físico y sé que, simplemente, padeces un principio de stress. Ya sabes, ansiedad motivada, más que por exceso de trabajo, por la tensión de cumplir con ese trabajo. Y es que eres demasiado cumplidor, Roger.


Bolsilibros - Punto Rojo 725. Cadáver repetido, de Curtis Garland

Novela, Policial

Salí de la celda. Caminé tras el celador, hasta que dos funcionarios me tomaron para conducirme a la sala de comunicación de la penitenciaría. Me preocupaba quién podía ser mi visitante. Pero no encontraba una respuesta fácil. No tenía amigos. Ni nadie capaz de acordarse de que un tipo llamado Ryan Slade, junior, reposaba sus huesos en una celda de la penitenciaría del Estado de California, en prisión preventiva, con fianza.


Bolsilibros - Punto Rojo 726. La muerte descansa, de Clark Carrados

Policial, Novela

La joya era enorme, fascinadoramente atractiva. Estaba en una vitrina a prueba de ladrones, reposando sobre un cojín de terciopelo negro, que hacía destacar todavía más sus múltiples atractivos. Al pie de la vitrina había una placa, sobre la que había sido sujeta una cartulina en la que, brevemente, se explicaban las características de la joya. Burnett Wyss rió para sí, mientras contemplaba el gigantesco rubí, casi tan grande como su puño, engastado en una montura de oro, que sostenía al mismo tiempo una corona de diamantes. Wyss se reía de las vitrinas a prueba de ladrones.


Bolsilibros - Punto Rojo 727. El arte de morir, de Burton Hare

Policial, Novela

—Dijeron que había un fisgón rondando la casa —masculló el sheriff de mal talante. Y añadió—: Lo dijeron así exactamente… Un fisgón en torno a la casa, de modo que no podían trabajar en paz. Alan Drake sopló el humo del cigarrillo hacia el techo, recostado contra el respaldo de la butaca. —¿Y qué? —preguntó perezosamente. —Bueno, envié a Hardy a investigar, sólo para que no siguieran dándome la lata. Ésa es la razón de que mi alguacil no esté aquí para compartir sus malos ejemplos, teniente.