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Bolsilibros - Punto Rojo 870. Dólares rojos, de Albert Rosbund

Policial, Novela

¿Conocen ustedes el truco de los homosexuales? ¿No? Entonces, sigan leyendo. Cualquiera puede salir un domingo por la tarde dispuesto a dar un paseo por el parque. Está solo y aburrido, y ha decidido estirar las piernas, tomar unas copas… e intentar un «ligue», ¿por qué no? Y en un momento determinado ve a la chica.


Bolsilibros - Punto Rojo 871. Proceso a una dama ciega, de Curtis Garland

Policial, Novela

—Sí —dijo Kenneth Knowles con firmeza—. Voy a defenderla. Sus colegas del Royal Arms Club de Mayfair le miraron con una mezcla de estupor e incredulidad. Cambiaron entre sí miradas algo irónicas. —Supongo que bromeas, ¿no, Ken? —Fue lo que se le ocurrió preguntar a sir Adam Mowbray, fiscal del reino. —¿Bromear yo? —Enarcó sus cejas Kenneth Knowles, sin moverse lo más mínimo en el confortable butacón de la sala de lectura del club—. Tengo cierto sentido del humor, todos lo sabéis. Pero no me gusta bromear con estas cosas. Se trata de una petición de pena capital, ¿no es cierto?


Bolsilibros - Punto Rojo 872. Los zorros, de Clark Carrados

Novela, Policial

El coche estaba allí, no lejos de la playa. Podía verse sin dificultad, gracias a la luz de la luna, la cual, sin embargo, era insuficiente para distinguir otros detalles. Harry Mitchell detuvo su automóvil y apagó la luz para encenderla a renglón seguido dos veces más. Desde el otro coche, le hicieron una señal análoga. Mitchell sonrió satisfecho y se apeó de su automóvil, llevando en la mano un maletín tipo ejecutivo. El otro avanzó a su encuentro.


Bolsilibros - Punto Rojo 874. ¡Lo siento, muñeca!, de Albert Rosbund

Policial, Novela

El WTC es el rascacielos más alto de New York y el segundo del mundo. Es una enorme mole de ciento diez pisos y cuatrocientos once metros de altitud situada hacia el sur de Manhattan, entre Lowery Broadway y White Hall. Para mayor detalle, un gigantesco rectángulo entre las calle West, Liberty, Trinity Place y Vesey. Hacia unas semanas, creo que el veintiséis de mayo, un joven alpinista llamado George Willis había escalado la cara norte del rascacielos ante una abigarrada multitud de espectadores —curiosos, hombres de la información, policías, bomberos…—, que fue reuniéndose mientras él subía y subía, hasta llegar al final.


Bolsilibros - Punto Rojo 877. Un honrado ladrón, de Clark Carrados

Novela, Policial

Cuando la reunión estaba en su apogeo, uno de los asistentes pronunció el nombre que andaba de boca en boca y por todas partes en los últimos tiempos. Al invitado se le ocurrió preguntar si el Ladrón Invisible sería capaz de acudir aquella noche a robar en la lujosa residencia de la señora Smith-Farnley. La anfitriona dijo que lo estimaba imposible, puesto que había contratado media docena de avezados detectives, pertenecientes a una prestigiosa agencia, los cuales frustrarían sin dificultad cualquier intentona que pudiera llevar a efecto el famoso ladrón, al cual, además del indicado, se le aplicaban también otros apodos: El Fantasma, El Sinuoso, El Lagartija…


Bolsilibros - Punto Rojo 879. La paga de los asesinos, de Burton Hare

Policial, Novela

El la besó, quizá para cerrarle la boca. Al mismo tiempo se hundió dentro de ella bruscamente, arrancándole un ahogado Suspiro. La muchacha se revolvió como una serpiente, incrustándose en él, en aquel cuerpo duro y plagado de cicatrices. A través de sus labios aprisionados por la boca de Johnny, escapó un quejido, un grito de plenitud, cuando se sintió morir en la cima de un goce absoluto, total, como si toda ella se diluyera en oleadas, se derramara en un fuego líquido que sólo el estallido final lograría apagar.


Bolsilibros - Punto Rojo 880. El asesino compasivo, de Clark Carrados

Policial, Novela

Tunney se puso en pie. Era un hombre de unos treinta y dos años, no demasiado alto, muy ancho de hombros y con unas manos como palas. En alguna ocasión se le había visto doblar una herradura con las manos, pero el sargento no era hombre al que le gustaba alardear de fuerza física. En su rostro cuadrado, lucían unas cejas como cepillos y tenía la nariz ligeramente torcida, consecuencia de la pelea sostenida con un maleante que se las tuvo tiesas con él. El hampón tuvo la satisfacción de aplastar la nariz del policía, pero fue una satisfacción muy breve; después de tres meses de estancia en el hospital, curándose los huesos rotos, había ido a parar a la cárcel por nueve años. Cuando el sargento se dirigía a su despacho, se encontró con una persona conocida.


Bolsilibros - Punto Rojo 884. Furia en la noche, de Albert Rosbund

Policial, Novela

Me las prometía muy felices con Susy aquella noche. Ibamos por la primera botella de champaña, ella se había quitado los zapatos y yo la corbata. Entonces, sonó el teléfono. Con evidente fastidio me desprendí de ella, me acerqué a la mesita donde descansaba el aparato y descolgué el auricular. —¡Coburn al habla! —exclamé, frase habitual en mí cada vez que tomo el teléfono en la oficina. —¡Joe…!


Bolsilibros - Punto Rojo 887. Lluvia sobre mi cadáver, de Curtis Garland

Novela, Policial

El hombre que se había detenido ante la puerta, vaciló. Hasta entonces, había parecido muy seguro de sí mismo. De repente, esa seguridad se resquebrajaba como por ensalmo. Humedeció los labios. Contempló largamente las letras doradas. Sus manos juguetearon con los guantes. El corredor era húmedo, y hacía frío en el corredor. La casa distaba mucho de ser moderna, y su instalación también. Las luces de los rellanos, resultaban incluso tétricas. De vez en cuando, el olor de hamburguesas y perros calientes de un cercano puesto de la calle, se filtraba desagradablemente hasta el interior del edificio.


Bolsilibros - Punto Rojo 888. Te quiero… muerta, de Albert Rosbund

Policial, Novela

La gente salía apresuradamente de la empresa, con la satisfacción de haber dado por terminada una jornada más de trabajo, ahora, lo que restaba del día les correspondía a ellos únicamente. Para Wanda Blake la alegría era mayor. No sólo había acabado por aquel día, sino para siempre. Adiós a su labor de secretaria. Un grupo de compañeras y compañeros la rodeaba, mientras ella le dirigía una mirada de despedida al edificio. Eran cinco años de su vida los que dejaba allí. A cambio, la empresa le había facilitado la ocasión, o la oportunidad, de que conociera a su futuro marido.


Bolsilibros - Punto Rojo 889. Los violadores, de Burton Hare

Policial, Novela

La muchacha rió antes de sumergirse. Mike vio el burbujeo del agua y maldiciendo entre dientes se zambulló en las tinieblas del mar, en busca de aquella suerte de sirena loca que había ideado esa clase de juego enervante. La atrapó por un pie. La luz de la luna no llegaba a aquella profundidad, de modo que sólo podía guiarse por el tacto.


Bolsilibros - Punto Rojo 890. Merodeador en el Támesis, de Curtis Garland

Policial, Novela

Rememorando a seres de otras épocas, como 'Jack, el destripador', 'Jekyll y Hide', 'La Estranguladora' o 'El Merodeador'. Nombres que figuraban en el historial delictivo de Londres, o que eran simple producto de novelistas con el común denominador de la sangre y el crimen, un extraño individuo, un nuevo sádico, un criminal obsesionado por la búsqueda de jóvenes y hermosas victimas femeninas, merodea por la oscuridad de sus frías calles. Stuart Dundee a quien algunos llaman Lord Dundee, intenta buscar evidencias que exculpen a la persona que hace ochenta y seis años fue ahorcada por múltiple asesinato, acusada por la declaración de una mujer asustada, como autor de los sádicos crímenes del 'El Merodeador del Támesis'. Esa persona acusada injustamente, era su abuelo Lord Selwyn Dundee. La búsqueda de pruebas, solo conseguirá resucitar la antigua y horrible pesadilla y la sangre de indefensas mujeres vuelve una vez más a bañar las húmedas y solitarias calles de Londres. Una estupenda novela inspirada sin duda en los misteriosos crímenes de 'Jack el Destripador', aunque el autor describe a 'El Merodeador', como un criminal monstruoso solo superado años más tarde por este. A destacar el ambiente bien conseguido de las húmedos y fríos barrios londinenses en que se desarrolla la acción, y la intriga constante por el trascurso de las investigaciones llevadas a cabo por el protagonista con la intención de limpiar el buen nombre de su antepasado. Mención especial para la portada de Salvador Fabá, donde con bastante acierto, se ilustran todos los componentes principales que conforman la trama de la novela.


Bolsilibros - Punto Rojo 894. Los asesinos de la noche, de Clark Carrados

Policial, Novela

El hombre, alto, delgado, de traje vistoso, fumaba en una larga boquilla, mientras caminaba indolentemente por la acera. A primera vista parecía un homosexual, pero quienes le conocían, sabían qué clase de individuo era en realidad. Hoss Rorton, alias el Perro, era un rufián y explotador de mujeres de vida alegre, aparte de que, en ocasiones, aumentaba sus ingresos con algunos que otros sobres de droga.


Bolsilibros - Punto Rojo 895. Miedo para las adolescentes, de Curtis Garland

Novela, Policial

Las jóvenes comenzaron a vestirse con rapidez, entre risas y bromas. Vanessa Graves se aproximó a la orilla de la playa, dio varias palmadas, y las jóvenes salieron riendo de las aguas espumeantes que se iban tornando más y más frías y grises en las blancas costas de Dover, no lejos de la pintoresca población costera de Folkestone, donde los Sea Link nacían o morían en su ruta sobre el Canal, contactando con la costa francesa y el puerto de Calais. Los ferrys podían ser visibles desde aquella apacible playa cuando su ancha mole se deslizaba sobre las aguas, en su invariable travesía.


Bolsilibros - Punto Rojo 896. La rubia está servida, de Burton Hare

Policial, Novela

Les vi llegar desde la barra del bar donde nos habíamos citado. Clive Malloy apareció al volante de un gigantesco Cadillac color tabaco, con tantos cromados como un escaparate. Paul Welcome lo hizo conduciendo un Ford Galaxie que era el último modelo salido de Detroit. Yo había llegado en autobús y mi desvencijada maleta reposaba en el suelo, junto al taburete. Los dos se saludaron allá fuera, bajo el sol. Hablaron un momento y luego se dirigieron al bar.


Bolsilibros - Punto Rojo 897. Espiral de muerte, de Albert Rosbund

Policial, Novela

Mi último trabajo había consistido en elaborar un amplio informe acerca de Elmer Bronson, un directivo de la Ferguson Incorporated. Según mis investigaciones, las sospechas que el señor Ferguson tenía sobre él eran infundadas. Elmer Bronson cumplía perfectamente con su empleo y no había cometido indiscreciones de ninguna clase. El señor Ferguson acababa de marcharse de mi oficina con el dossier bajo brazo, dejando tras de sí un fuerte perfume varonil y un cheque por valor de quinientos dólares.


Bolsilibros - Punto Rojo 898. Dama de senos mutilados, de Curtis Garland

Novela, Policial

El coche patrulla de la policía de Los Ángeles se desvió de la asfaltada avenida para introducirse entre los setos y arboledas de la zona ajardinada, sin dejar de hacer girar las luces rojas de su techo, ni emitir el ululante sonido de la sirena.


Bolsilibros - Punto Rojo 904. Página negra, de Albert Rosbund

Novela, Policial

Éramos ocho en una noche de perros. Del cielo, negro como el fondo de un pozo, caía una fina lluvia molesta, hacía un frío que casi obligaba a tiritar y para postre había que oler a mierda porque nos encontrábamos en un callejón oscuro, sucio y sórdido. Por otro lado, y en lo que respecta a un servidor, sufría un dolor de cabeza de cien mil diablos y lo único que deseaba era irme a descansar, con una buena dosis de acetil salicílico en el cuerpo.


Bolsilibros - Punto Rojo 906. Colapso, de Curtis Garland

Novela, Policial

Sheila Roberts conoció a Alan Conway de un modo enteramente casual. Ambos habían sido enviados a un mismo pabellón del centro médico porque padecían cosas semejantes. Ella fue ingresada con un fuerte shock traumático y psíquico, a causa de un accidente de carretera donde sufrió diversas heridas y una profunda impresión a la vista de otra persona, muerta en el acto conduciendo el automóvil con el que ella chocó.


Bolsilibros - Punto Rojo 907. Relato de un crimen, de Clark Carrados

Novela, Policial

La expectación era enorme. En la sala, atestada hasta superar los límites de su capacidad, no cabía un alfiler. Reinaba un silencio impresionante, roto únicamente por el roce de doce pares de zapatos contra el suelo, roce causado por los movimientos de doce hombres y mujeres justos, que se disponían a ocupar sus puestos en el estrado de los jurados. El juez guardaba también silencio y esperaba la decisión de las doce personas que debían pronunciarse sobre la culpabilidad o inocencia de la acusada.