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Bolsilibros - Punto Rojo 943. Mi pistola se quedó sola, de Albert Rosbund

Policial, Novela

Fui a ver al señor Fred Carson porque se lo había prometido a Betty, Sólo por eso. Realmente, no tenía ningunas ganas de trabajar, ni siquiera en eso que llaman pomposamente «reintegrarse a la sociedad», puesto que sabía, dados mis antecedentes, que mi única función para esa sociedad sería la de actuar como un esclavo, un pobre diablo explotado. Yo ansiaba por aquellas fechas libertad, movimiento, paz, aire, horizontes de grandeza. Pero también tenía que reconocer que para ejercer todo aquello hacía falta dinero, y mis bolsillos, desgraciadamente, estaban vacíos. Un día lejano los pude tener muy llenos, y al instante siguiente… En fin, ¿para qué recordar?


Bolsilibros - Punto Rojo 944. Un grito en la sombra, de Curtis Garland

Novela, Policial

Resulta extraño despertarse uno con tres libras y ocho chelines por todo capital, una docena de facturas sin pagar, el timbre de la puerta desconectado para que los acreedores al llamar imaginen que uno está ausente, un aviso por letras impagadas en el banco, con advertencia de pasar a una oficina ejecutiva, y así, de repente, irse uno a dormir de nuevo la misma noche, con una fortuna personal de tres millones de libras esterlinas.


Bolsilibros - Punto Rojo 946. La diosa que lloraba sangre, de Clark Carrados

Policial, Novela

Con ferocidad indescriptible, el asesino descargó un tremendo golpe en la cabeza de su víctima, que se desplomó al suelo con el cráneo destrozado, sin lanzar un solo grito. Indiferente a los últimos espasmos de la víctima, sin hacer el menor caso de la sangre que manaba abundantemente por la horrible herida, el asesino se acercó a la repisa donde estaba la joya y la contempló con ojos arrobados.


Bolsilibros - Punto Rojo 950. La muerte ríe de noche, de Curtis Garland

Policial, Novela

—Lo siento, Barry. Voy a dejarte. La miré largamente. En silencio. No dije nada. Fui al mueble-bar. Lo abrí. Su iluminación automática hizo destellar el hielo dentro de mi vaso vacío, como si fuesen enormes diamantes. Escancié un poco de bourbon, no demasiado. No le puse soda. Me incorporé. Iba a cerrarlo cuando ella habló otra vez. Con la misma felina suavidad de terciopelo con que había dicho aquello solo unos momentos antes: —Por favor, no necesitas ser grosero. ¿No vas a servirme algo de beber?


Bolsilibros - Punto Rojo 951. Mellizas mortales, de Curtis Garland

Policial, Novela

Nueva York, bajo el oscuro cielo nublado, parecía redoblar su iluminación, al reflejarse en el negro asfalto mojado las luces de sus calles y avenidas, ya fuese las del alumbrado público, ya los grandes escaparates, prematuramente encendidos, o los parpadeantes luminosos y las vertiginosas letras que se deslizaban por los letreros en movimiento, anunciando información de última hora en forma telegráfica, o cantando las excelencias de esta bebida, aquel refresco o ese producto alimenticio.


Bolsilibros - Punto Rojo 953. Las damas no mueren de noche, de Albert Rosbund

Policial, Novela

Un patrullero enfocó con su linterna el cuerpo tirado grotescamente sobre el húmedo suelo. No hacía mucho había dejado de lloviznar. El frío, a aquellas horas de la madrugada, era de órdago. La circunferencia lumínica recorrió todo el cuerpo para que yo pudiera hacerme una idea. Se trataba de una mujer rubia, de largos cabellos, con un rostro exquisitamente maquillado, muy sensual a pesar de su impasibilidad, de aquellos ojos extremadamente abiertos que no miraban a ningún lado determinado. Su cuello era fino y blanco, adornado con un collar de perlas.


Bolsilibros - Punto Rojo 956. Brigada de detectives, de Albert Rosbund

Novela, Policial

Helen Tracy vivía unas fechas felices. El día anterior había sido el aniversario de su boda. Veinticinco años de matrimonio. Por tanto, bodas de plata. Algo inolvidable para una mujer sencilla y romántica como ella. Pero no había podido celebrarlo como quisiera. Al menos en su totalidad. Bien cierto es que organizó una fiesta por todo lo alto, invitando a familias, amigos y algunos compañeros de trabajo de su esposo. Todo se prolongó largamente, y cuando Donald y ella estuvieron solos, eran las cuatro de la madrugada y se encontraban rendidos. Ahora sería distinto, pensó sonriente y feliz. Sería una cena íntima entre los dos, sin nadie que los alborotara. Y después…


Bolsilibros - Punto Rojo 957. Reloj mortal, de Curtis Garland

Novela, Policial, Intriga

Si, era una bonita oficina para mi trabajo. Y un bonito letrero en el cristal. Imaginé que ni el gran Philip Marlowe, Sam Spade o Donald Lam y Bertha Cool habrían tenido más hermoso despacho que el mío, caso de haber existido realmente alguno de ellos, fuera de las páginas de un libro. Ahora, sólo faltaba un pequeño detalle para completar el cuadro: los clientes.


Bolsilibros - Punto Rojo 960. Una chica con ganas de jaleo (2ª Ed.), de Clark Carrados

Novela, Policial

Salieron del ascensor en que regresaban después de un corto viaje a otra planta. Lotte se detuvo unos segundos frente a un espejo. ¿Quién podría quererla jamás con aquella cara? No era precisamente un monstruo de fealdad, pero sus atractivos, estimaba, eran nulos. Además, tenía el pelo del color de las ratas y los ojos no eran precisamente dos luminarias que deslumbrasen a los hombres que se cruzaban en su camino. Resignada, suspiró, se encogió de hombros y dio media vuelta.


Bolsilibros - Punto Rojo 961. Encantadoramente muerta, de Albert Rosbund

Policial, Novela

Eran las once de la mañana cuando llegué al despacho de Clark Borden. Me había telefoneado la noche anterior con el ruego de que acudiera a su oficina en cuanto pudiera. Había unas cuantas personas en la antesala, hombres y mujeres jóvenes, algunas fumando nerviosamente. Me identifiqué a la secretaria, una rubita de excelente contoneo que ya no me recordaba, pero yo a ella sí, y enseguida encontré el camino libre para entrar en el despacho de Clare Borden, ante el asombro de los presentes.


Bolsilibros - Punto Rojo 962. La sombra del faraón, de Curtis Garland

Policial, Novela

Cuando Clark Travis inició su viaje, no imaginaba ni remotamente lo que le esperaba en aquel lejano, cálido y misterioso lugar de África adónde iba a llevarle su simple afán viajero, su sed de conocer tierras y latitudes diversas. Clark Travis eligió el viaje al azar. Y al azar decidió el punto adónde iba a encaminarse para conocer nuevas emociones y viejas reliquias de la Historia del mundo. Ese lugar fue Egipto.


Bolsilibros - Punto Rojo 963. El callejón de la impaciencia, de Frank Caudett

Policial, Novela

Gordon Bennet, tranquilo, acodado en el mostrador de aquel tugurio de Harlem —dentro del cual todo era humo de cigarrillos y de alguna que otra yerba de las que se utilizaban para ir de «viaje», ponerse en trance para reunir el valor necesario que normalmente no se tenía para cometer cualquier desmán o bien para estimular el apetito sexual y acudir en busca de nuevas emociones lúbricas—, consumía el matarratas que un barman de color le había escanciado en el vaso, procedente, en teoría, de una botella de whisky.


Bolsilibros - Punto Rojo 965. El asesino inventa su crimen, de Clark Carrados

Policial, Novela

El alto y severo mayordomo se inclinó respetuosamente ante la pareja que acababa de llegar a la mansión. —Selene Oldham —dijo la mujer, a la vez que tendía un tarjetón de gruesa cartulina, que pasó a manos del mayordomo. —Ralph Cates —se presentó el hombre, realizando la misma operación. —Bien venidos a Maldvane House, señorita, señor —dijo el mayordomo—. Mi nombre es Holmes, para lo que gusten mandar. Tengan la bondad de seguirme; la mayoría de los invitados han llegado ya. Por aquí…


Bolsilibros - Punto Rojo 966. Mil pares de ojos, de Clark Carrados

Novela, Policial

Estaba todavía semiinconsciente, ya que aún no se habían disipado los efectos de la droga que le habían propinado. Cleo de Winterhurst tardó un buen rato en darse cuenta de lo que sucedía. Entonces, se encontró en un cubículo de paredes de metal, el suelo de tierra y las ventanas completamente tapadas por planchas del mismo metal. No obstante, había luz y procedía de una lámpara eléctrica colgada del techo.


Bolsilibros - Punto Rojo 969. Auto-stop hacia la muerte, de J. A. Dose

Policial, Novela

Sara Dougherty no tendría más allá de una cuarentena de años. Llevaba su cabello pelirrojo extraordinariamente rapado. Sus facciones eran duras, casi graníticas, y su complexión le daba un aspecto de gigantón. Estaba empleado en una compañía privada de transportes de seguridad. En la cartera que llevaba unida a su muñeca izquierda por unas esposas solía llevar el importe de alguna nómina cuantiosa o documentos de importancia, para evitar un posible espionaje industrial y cosas parecidas. De su axila izquierda pendía un pesado revólver del 45, en cuyo manejo era experto.


Bolsilibros - Punto Rojo 971. La muerte sabía su oficio, de Ada Coretti

Intriga, Novela

Nunca le había gustado vivir con su tío. Tal vez porque la casa en que residía, en las afueras de Rossenward, siempre le había desagradado. Demasiado grande. Demasiado fría e inhóspita. Demasiado, ¿por qué no decirlo...?, tétrica. Sí, aquella gran casa, que constaba de sótano, planta baja y un piso, y que tenía una explanada en su parte delantera y un terreno lleno de maleza a su alrededor, era tétrica. Desde la primera a la última de sus paredes. Desde el primero al último de sus ladrillos. Por eso, Deborah Romanns, joven, rubia y bonita, se sentía en un cielo en aquel pequeño apartamento que acababa de alquilar en la ciudad.


Bolsilibros - Punto Rojo 972. Muerte en Chinatown, de Curtis Garland

Novela, Policial

El tintineo de campanillas fue como un sonido cristalino, hecho de vibraciones de vidrio y plata. Sin embargo, ese tintineo significaba la muerte. Algunos transeúntes que recorrían presurosos las aceras del barrio, bajo la fina bruma que se convertía casi en lluvia pulverizada, de tanta humedad como flotaba en el ambiente, apresuraron sus pasos, corriendo todavía más, como si algo en las calles y callejuelas del tortuoso distrito pudiera alcanzarles fatalmente a ellos.


Bolsilibros - Punto Rojo 973. Tierra al asunto, de Albert Rosbund

Policial, Novela

—Arriba le espera un monumento, señor Silver —me informó el conserje, guiñándome un ojo picarescamente, en cuanto aparecí por el hall del edificio donde tengo instalada mi oficina, en West Hollywood. Le correspondí con una sonrisa, colándome seguidamente en el ascensor de puertas automáticas. Unos instantes después no tuve más remedio que darle la razón al bueno de Bob. Era cierto. Todo un monumento.


Bolsilibros - Punto Rojo 977. Por sus muertos los conoceréis, de Frank Caudett

Policial, Novela

Con su rostro de estudiante jovial y despreocupado que engañaba a quienes no le conocían bien ya que, con una brillantez extraordinaria, fuera de lo común, había sido el número uno de su promoción. Una verdadera eminencia. Y además, la clase de hombre con quien toda mujer, sin importar la edad ni condición, soñaba muchas veces en su vida. Su cuerpo era delgado (quizá influyera en ello la altura) y musculoso, con fibrosos tendones moviéndose bajo la piel un tanto cetrina, y con músculos tensos y duros que denotaban el mucho interés y la gran voluntad que dedicaba a su preparación física. Tenía unos ojos grises, risueños y joviales como su expresión, en los que brillaban extrañas lucecitas que a veces podían convertirse en llamas. Desordenados por hábito los negros cabellos levemente rizados.


Bolsilibros - Punto Rojo 978. El chico de oro, de Clark Carrados

Policial, Novela

Había estado haciendo algunas preguntas en la vecindad, sin resultado positivo. Claro que no confiaba mucho en hallar por aquellos parajes a la persona a quien buscaba, pero, aun así, estimaba que valía la pena perder algo de tiempo. Un tanto decepcionado, se disponía ya a volver a su coche cuando, de pronto, oyó una voz infantil a pocos pasos de distancia: —¿Buscas a alguien?