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Bolsilibros - Bisonte 787. Donde el sol quema la sangre, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Aquella tarde del reseco julio, el sol convertía el poblado y los campos en un verdadero infierno. Como gozándose en su fuerza, el astro rey derramaba implacable el oro ardiente de sus rayos, y la atmósfera era pesada, abrumadora; las fachadas de las casas quemaban al apoyar las manos en ellas, la hierba mustia, quemada, daba la sensación de un dilatado tapiz de ceniza consolidada, y las moscas pegajosas, incansables, volaban en bandadas en torno a casas y personas, contribuyendo con sus picotazos rabiosos a poner más fuego en la sangre y en el ambiente.


Bolsilibros - Bisonte 795. En la masa de la sangre, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Ralph Beadle se paseaba furioso por el cuadrilátero del despacho de su rancho, agitando con rabia una carta que acababa de recibir de su hija Flo y emitiendo una serie de maldiciones con las que se hubiese podido editar un curioso y abultado diccionario de todo lo que no es elegante y cortés lanzar a oídos extraños. En realidad, Ralph siempre había sido un hombre sereno, apacible, aunque enérgico para sus asuntos y muy cordial tratando a sus semejantes.


Bolsilibros - Bisonte 798. Max, «el Negro», de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Cuando Eugene Graff descubrió en la abrasada llanura la silueta, bastante pobre, del poblado de Heber, extendido sobre un terreno medio calcinado por el sol de mediodía, respiró con alivio. Desde muy temprano en que se había decidido a descender de la parte norte, no había descubierto bicho viviente en aquella especie de estepa, donde la hierba abrasada por el calor semejaba un tapiz sucio y grisáceo, sin ondulaciones, sin gracia, algo que parecía falto de vida, quizá porque hacía bastante tiempo que en aquella parte de Arizona no había llovido.


Bolsilibros - Bisonte 800. Donde la vida no vale nada, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Antes de que el médico le manifestase, a ruego suyo, que sus días en el mundo estaban contados, Samuel Crick ya lo sabía. Aquellos agudísimos dolores que sufría en el estómago, y algunos otros detalles que fuera anotando en silencio, le habían dicho sobradamente que lo que padecía era un cáncer en estado muy avanzado. Esta certeza de que no tardando mucho emprendería el viaje sin retorno, le preocupó, no por él mismo, pues entendía que ya había sacado a la vida todo el jugo posible y que cerca de los setenta, con aquel mal dentro de su cuerpo, valía más morirse y descansar de una Vez, que prolongar la existencia en medio de fieros tormentos. Cuanto antes se fuese del mundo, antes dejaría de padecer. Pero le preocupaba que poseía una fortuna bastante aceptable, producto de sus muchos años de trabajo, y que sólo poseía una posible heredera o heredero, si es que alguien se sentía capaz de localizarle.


Bolsilibros - Bisonte 804. Los cuervos de Piney Buttes, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Las cuatro carretas propiedad de David Brattain, cargadas de pieles, penetraron en la senda que conducía a la factoría de Elk, situada a poca distancia del «Prairie River», el cual había sido atravesado por los vehículos sin mucha dificultad porque el estío había mermado el caudal del río y se podía pasar por muchos lugares, sin necesidad de buscar los vados. Pero esta vez, David no caminaba como siempre guiando la primera carreta, ni luciendo sus impresionantes barbas de tres meses, tiempo que había pasado sumido en los entresijos de Piney Buttes, donde la caza siempre se le había presentado abundante, rindiéndole una buena ganancia a tono con el tremendo esfuerzo realizado durante la temporada.


Bolsilibros - Bisonte 809. Rivalidad trágica, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

La rivalidad existente entre los componentes de los ranchos «Bar 12» y «Tres círculos», no tenía por origen disputarse la hegemonía respecto al mejor ganado y a la mejor clientela, esto no parecía preocupar gran cosa ni a sus dueños ni a sus peones. La rivalidad tenía su raíz en disputarse enconadamente la supremacía en las carreras de caballos y en la competencia entre los equipos de tiradores. Esta era la fuerza motriz que movía las pasiones de los componentes de los dos ranchos y lo que en más de una ocasión había estado a punto de encender una guerra de trágicas consecuencias. Tan graves llegaron a ponerse las cosas, que los dueños de las dos haciendas terminaron por romper con la costumbre de invitarse mutuamente cuando se efectuaban los rodeos, toda vez que al final de cada uno, había que organizar carreras de caballos y concursos de tiro y el antagonismo que reinaba entre uno y otro equipo y entre los propios propietarios, originó escenas desagradables, que estuvieron al borde de provocar hechos luctuosos.


Bolsilibros - Bisonte 823. La trampa abierta, de A. Rolcest

Aventuras, Novela

Primero fue el disparo. Luego, la palabra:—¡Márchese!…El proyectil casi rozó el sombrero de Hal Walker. Miró indignado en la dirección en que todavía se apreciaba la nubecilla de humo.Y se produjo otra detonación. Este proyectil se clavó en el suelo, a dos palmos de donde tenía Hal los pies.

—¡Obedezca!…Era voz de mujer. Una voz de entonación joven, que la ira no conseguía oscurecer. Demasiada buena voz para un genio tan endemoniado.Hal siguió inmóvil, en la boca de la mina.


Bolsilibros - Bisonte 824. Montana 1870, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Lynn Kokes se apeó en la pequeña estación de Praire City, terminal de la línea férrea que, partiendo de Baker descendía hacia el sur para ir a morir a escasa distancia del John Day River, dando vista al macizo montañoso llamado Strawbery Butte. Allí, algo más abajo, bordeando las faldas del áspero monte por su cara este, se asentaba el poblado llamado Séneca, y en él habitaban su padre, su madre y sus dos hermanos, Jonas y Jeremías.


Bolsilibros - Bisonte 834. Rumbo a la muerte, de Alar Benet

Aventuras, Novela

Perry Sullivan frunció el ceño al oír tales palabras. El general Speifer no era partidario de desorbitar los problemas. En pie, en posición de firme, interrogó a su jefe con la mirada, sin pronunciar palabra.En el despacho del segundo jefe del Estado Mayor de la capital de la Unión reinó el silencio, un silencio denso roto sólo por el tintineo de las espuelas de Speifer, que paseaba despacio, en actitud meditativa.


Bolsilibros - Bisonte 841] 96. Al Noroeste de Colorado, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El cielo se había encapotado con un manto morado oscuro que a veces adquiría tintes casi negros, y todo parecía indicar que la tormenta de aire podía derivar en cataratas de agua, aunque muchas veces la esperanza de una copiosa lluvia se disipaba y todo quedaba en un fiero huracán que causaba destrozos en los sembrados, en la pradera y en el arbolado, a pesar de que la mayor parte de los árboles que se erguían en aquella zona eran más que centenarios, tenían gruesos troncos y sus raíces estaban bien clavadas.


Bolsilibros - Bisonte 860. Campo sombrío, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Estaba próximo el anochecer cuando un solitario viajero cansino, medio agotado y portando a su espalda un regular saco de viaje, se detenía en las márgenes del Muddy Cr., en el sudeste de Wyoming. Él viajero miró, con recelo, en torno, aguzó el oído escuchando por si captaba algún ruido para él sospechoso, y cuando pareció convencerse de que la soledad que reinaba en aquel poco frecuentado paraje era tranquilizadora, dejó caer el pesado saco sobre la hierba y arrimándose al cauce del pequeño río, cuyas aguas bajaban tranquilas y transparentes, se tumbó todo lo largo que era y con fruición zambulló su rostro y su cráneo en el agua, al tiempo que bebía a ruidosos sorbos. La sed que le dominaba era casi tan agobiadora cómo el cansancio, y confiaba en poder reponerse de ambas necesidades cuando encontrase un lugar algo escondido donde no se quedara dormido al descubierto.


Bolsilibros - Bisonte 868. Flecha mortal (2ª Ed.), de Clark Carrados

Aventuras, Novela

Con un profundo suspiro, que era una extraña mezcla de disgusto y satisfacción, Dix Anson detuvo un instante su caballo, tendiendo la vista a lo lejos, esforzándose en atravesar la cortina de copos de nieve que caían incesantemente. Aunque la visibilidad estaba muy limitada, reconoció fácilmente el paraje en que se encontraba. A muy poca distancia, tanto que casi podía verlo a través de la nieve, se hallaba el Hillman Creek, al otro lado del cual, a un par de millas de distancia, había una fila de colinas no muy elevadas, las Grays Hills. Atravesada esta diminuta cordillera, era preciso caminar durante cinco millas y media más de llanos ondulados. Entonces encontraría el refugio de la cabaña de su buen amigo Lummeth Gleandle, el trampero. Una racha de copos de nieve le dio en pleno rostro, Se estremeció de placer, pensando en la delicia de buen fuego de leña en la chimenea, una damajuana de aguardiente yendo y viniendo entre los dos, y la activa y hermosa esposa india de Gleandle, atareándose en prepararles una suculenta cena, en la que no faltarían las tortas de harina de maíz amasadas con grasa de oso y bañadas por encima con dulce de grosella en conserva. Después, una buena pipa… y a esperar a que el invierno soltase sus últimos coletazos, antes de continuar su camino.


Bolsilibros - Bisonte 871. Nacido con mala estrella, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Richard Ward, con el sombrero Stenson en la mano, le daba vueltas y más vueltas de un modo nervioso, en tanto su garganta parecía contraerse al tragar la saliva. Estaba intentando decir algo a Rosalind Wyler, pero las palabras se atragantaban en su boca y no salían por más esfuerzos que realizaba. Richard era un joven de unos veintitrés años, alto, espigado, de rostro agraciado, aunque un tanto anguloso. Sus ojos eran negros, pero de mirada apagada y melancólica y su boca era pequeña, de dientes blancos y bien cuidados.


Bolsilibros - Bisonte 872. El que sabe matar, de Cliff Bradley

Aventuras, Novela

Jesús Navarro Carrión-Cervera, que tanto sus obras del Oeste como Cliff Bradley ó la femeninas como Jesús Navarro son de muy alta calidad. Sobriedad, elegancia en el estilo, en su sintaxis, argumentos sólidos y descripción de situaciones verosímiles, fácil lectura. Todo está muy bien logrado. Algunas de las obras de Jesús Navarro tienen pinceladas de sano humor dignas de figurar en una antología.


Bolsilibros - Bisonte 882. Cara a la vida, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El proyecto de Delano se retrasó más de lo que él hubiese deseado, toda vez que una agravación repentina de la enfermedad de su padre le impidió dedicar la atención a los asuntos propios, para dedicarla por entero al grave momento por el que su padre pasaba. El traficante estuvo quince días entre la vida y la muerte, para al final no poder remontar la crisis y fallecer.


Bolsilibros - Bisonte 899. ¡Pagarás tu culpa!, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El tren, que había acortado su marcha al acercarse a la curva del camino que enfocaba la pequeña estación de Horace, en el Oeste de Nuevo México, penetró lentamente en ésta y se detuvo frente al andén, con un horrísono chirriar de frenos, de ruedas mal engrasadas y de vagones derrengados, que al chocar levemente unos contra otros a causa del frenazo para detener la locomotora, produjeron un estruendo como si se hubiesen desplomado a un tiempo cientos de envases de hoja de lata.


Bolsilibros - Bisonte 902. La banda del Missouri, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El comisario del sheriff de Mandan, uno de los poblados más importantes de Dakota del Norte, próximo al curso del Missouri, se asomó al despacho y avisó: —Jefe, aquí hay un individuo que desea verle. El sheriff, que estaba muy ocupado en aquellos momentos a causa de ciertos sucesos que se desarrollaban a lo largo del rio y de los que no podía verse libre, repuso: —Entérese qué desea y vea si se lo puede resolver. Yo tengo mucho que hacer ahora. —Le he preguntado, pero me ha dicho que no es nada que pueda interesarme a mí. Quiere hablar personalmente con usted. —Que dé su nombre y veré de darle hora para que venga.


Bolsilibros - Bisonte 907. Vía adelante, de Fidel Prado

Novela, Aventuras

Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.


Bolsilibros - Bisonte 917. El hombre que quiso morir, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El tren procedente de Phoenix se detuvo con un agrio chirriar de frenos en la pequeña estación de Skull Valley, emplazada al oeste de Arizona. La luz del amanecer pugnaba por romper las tinieblas y en la estación parpadeaban las pocas luces que servían de iluminación al andén. Dos empleados perezosos, con los cuellos de las chaquetas subidos, pues el cierzo de la madrugada era cortante y molesto, paseaban a lo largo del concreto, bostezando aparatosamente. La intempestiva llegada del tren a aquel lugar les obligaba a permanecer en pie a horas tan molestas y no podían ocultar su disgusto. La parada era breve. Tres minutos solamente, más que suficiente para el escaso movimiento de viajeros que tenía el poblado. Por esta causa, únicamente descendió de uno de los vagones un hombre joven, que al parecer sentía hondamente las inclemencias de la madrugada, pues calaba en su cabeza una gorra que se le hundía hasta las orejas y su cuello aparecía rodeado por una gruesa bufanda de lana.


Bolsilibros - Bisonte 927. Una mujer fatal, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El sepelio de Chris Howland había terminado. Los habitantes del pequeño poblado de Vernal regresaban tristes y cabizbajos, patentizando en sus morenos rostros la pena que les embargaba por la alevosa muerte de Chris, el que un día fuera capataz del rancho de ovejas de Asa Sterne, ya retirado de aquel negocio. Era público y notorio que Chris había sido asesinado alevosamente por Jerry Powers, uno de los varios peones que tenía a su servició Bárbara Kelly, la dueña del rancho «Dos Flechas», enclavado a poco más de milla y media del poblado. Bárbara había declarado una guerra fría y cruel a todos los pequeños ovejeros que aún quedaban en aquella zona después que Asa había liquidado sus varios miles de cabezas de ganado lanar, dispuesto a vivir una vida sedentaria y no seguir ocupándose intensamente de aquel negocio que durante treinta y cinco años habían explotado con gran rendimiento, primero su padre y, después, él.