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Bolsilibros - Rodeo 1ª época 248. Persecución implacable (3ª Ed.), de W. Martyn

Aventuras, Novela

UNA gran carreta tirada por los dos recios y pacientes bueyes que la habían arrastrado más de un centenar de millas, se detuvo en lo alto de la meseta enfrentándose con la senda áspera, tortuosa, en un bravo declive que por brusco imponía respeto. Deslizarse por aquella rampa en la que el vehículo forzosamente tenía que inclinar su peso contra la yunta haciendo más comprometida su marcha, era un terrible peligro. Bertrand Woolloott, su propietario, no sólo lo comprendía así, sino que lo había estado ponderando todo el viaje, pero no existía otra solución si no quería renunciar al vehículo tan precioso para él, e incluso a todo lo que portaba.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 251. Llegar a tiempo, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

HUDSON Cox habíase quedado dormido plácidamente en un pequeño vano cubierto de fresca hierba detrás de un montículo que le ocultaba a la vista de cualquier indiscreto, aunque a tales horas de la noche, alumbrado solamente por el puntear de las metálicas estrellas y en aquella parte del Panhandle Texano a bastantes millas de Tascosa, el poblado objeto de su meta, era muy difícil que nadie pudiese importunarle.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 257. La hija del senador (2ª Ed.), de Fidel Prado

Aventuras, Novela

La mañana era espléndida. Un sol hermoso y suave caldeaba el ambiente poniendo en él la alegría de su dorada luz en las empolvadas y mal trazadas calles de Chicago, aquel Chicago de principios de 1871, con sus casas bajas, casi todas de madera, sus calles tortuosas y lóbregas, con su podrido corazón repleto de garitos, salones, tugurios y demás lepra que corrompía la ciudad, amenazando con convertirla en el mayor nido de indeseables de todo el Este, recibían el halago del sol, borrando con ello en parte su triste y perniciosa fisonomía.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 258. Vendaval del Oeste, de W. Martyn

Aventuras, Novela

ADA se llamaba el poblado y, en realidad, no era nada perdido en la tersura del Valle Escalante, al oeste de Utah y muy próximo a la divisoria de Nevada. Tratábase de un pequeño poblado de los varios que se perdían aislados en la llanura. Un hacinamiento de casitas morenas, ennegrecidas sus fachadas por el azote del aire y la fuerza del sol, con pocas y mal alineadas calles, con calzadas polvorientas en algunas hasta con hierba, que crecía entre el polvo, con apenas doscientos habitantes morenos, curtidos de piel, duros y espigados, moviéndose perezosamente en la monotonía que les rodeaba.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 260. Los buitres de la ruta (2ª Ed.), de Fidel Prado

Aventuras, Novela

LAS cuatro carretas hallábanse detenidas en la empírica senda a poca distancia del espeso bosque que se dilataba hacia el Norte hosco y sombrío. Sobre la abrasada hierba, tres cuerpos atravesados a balazos yacían en actitud grotesca en tanto que el resto de los miembros de la caravana parecían deliberar lo que se debía hacer con los caídos.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 264. Temple de luchador, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Rusr Spry, montado en su escuálido caballo tan flaco y derrotado como él, enfiló la áspera senda que a través de las estribaciones del monte Davinson conducía al exótico y atrabiliario poblado de Virginia City, nombre de una atracción extraña para cuantos deambulaban por el Oeste y sentían ansias y sed de aventuras. Spry había sentido muchas veces la tentación de acudir a él, no sólo a extasiarse con la contemplación de aquel nido de serpientes colgado de las asperezas del monte, sino porque su oficio así lo reclamaba, pero su peregrinación inicial a través de California y Nevada y los incidentes que le retuvieron durante algún tiempo en Carson City, se lo habían impedido.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 267. Venganza en la sombra, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

CUANDO aquella enorme masa ondulante de cabezas cornudas, lomos inquietos y torsos peludos se detuvo jadeante en la dilatada pradera frente al bronco y ya famosísimo poblado de Abilene, Kerry Mikardo, que figuraba en el hatajo como uno de tantos peones de él, se limpió el sudor que perlaba su frente, empleando el amplio pañuelo que había sacado del bolsillo y observó que su blancura ya dudosa, había acabado de desaparecer convirtiendo el adminículo en algo repugnante de polvo y humedad.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 270. Hombres de presa, de W. Martyn

Novela, Aventuras

—Es cierto, mi capitán, parece mentira en quien presume de pistolero duro y valiente, pero así ha sido. —En efecto. Ha sido usted una víctima del deber cumplido y no precisamente en su persona como hubiese sido lo lógico. No encuentro palabras para consolarle. —Se lo agradezco, mi capitán, pero creo, que no existen las adecuadas para consolarme. Mi consuelo está en mis manos y debo buscarlo yo solo. En fin, con su permiso me retiro, siento un dolor en todo el cuerpo, como si me hubiesen apaleado y me sostengo en pie por un esfuerzo de voluntad, después del terrible golpe y de llevar tres días seguidos sin acostarme.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 271. La valija de la divisoria, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

CUANDO Rufus Henty pasaba casualmente por delante de la puerta del ayuntamiento de Oklahoma, se detuvo con la mirada fija en un pequeño y ligero tílburi, en cuyo pescante se erguía la linda silueta de una joven vestida de color de rosa. Más que una mujercita del Oeste, parecía una muñeca sacada de la portada de algún «magazzine» del Este, producto de la fantasía de un delicado mago del lápiz y el color. Era delicadamente rubia, con unas guedejas peinadas en artísticos bucles que pendían graciosos sobre sus orejas, desbordando su aterciopelado cuello.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 273. Trío de granujas, de W. Martyn

Aventuras, Novela

EL tren empezó a aminorar la marcha y Hobbs Spence bajó el cristal de la ventanilla y echó un vistazo hacia fuera. Al frente, relativamente cerca, se vislumbraba la configuración de un poblado y la fea y chata mole de la ennegrecida estación. Aquel poblado debía ser Tehama, donde estaba citado con su amigo Elmer Fay, para pasar una vacación de un mes a su lado y después decidir el rumbo que debía imprimir a su vida. Un bonito plan aquél. Un mes de diversión y asueto sin inquietudes monetarias, divirtiéndose a su gusto, y después decidir el empleo que debía dar a los miles de dólares que su tío, al morir, le había dejado en herencia.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 274. Ruta de sangre (2ª Ed.), de Fidel Prado

Aventuras, Novela

EL prólogo de los sangrientos sucesos que habían de desarrollarse dos años más tarde, a muchas millas de distancia, se inició en San Antonio y tuvo por escenario el As de Piqué, de la tumultuosa ciudad. Era la época inicial en que los hatajos emprendían la ruta de Abilene a millares, y los rebaños empezaban a lanzarse a la pradera, al principio de primavera, para estar afluyendo como un río desbordado, hasta que, ya avanzado el otoño, se secaba la hierba, los fríos y las nieves se enseñoreaban del paisaje y la ruta se hacía prácticamente impracticable para hombres y ganado.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 277. El desbravador, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Su pasión eran los caballos; su oficio, desbravarlos, y si la Naturaleza y la suerte ponían al alcance de su mano el manantial productor que le brindase la posibilidad de verse un día convertido en dueño de los mejores caballos que pateasen las llanuras y sendas de Oregón, nada le importaba ya lo que quedaba a su espalda, ni lo que le quedaba, frente a él. Haría un paréntesis de equilibrio entre los dos paisajes: el negro a retaguardia, y el incógnito de frente, y afincaría allí hasta que Dios quisiera disponer otra cosa. Después de recorrer durante algunos días una buena parte del repelente paisaje y de añadir la posición del terreno, las posibilidades de salir de él, la más o menos fácil comunicación con algún poblado próximo, del que necesitaría alguna vez no solo para surtirse de lo más necesario, sino como posible mercado para la colocación del ganado, escogió un lugar que a él le pareció ideal para sus proyectos, porque se aproximaba mucho a satisfacer sus necesidades.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 279. Alma de demonio, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

La situación había continuado muy tirante en el rancho. Jack trabajaba febrilmente agrandando su hacienda, pero a veces sentía un desaliento enorme, preguntándose para qué trabajaba con tanto ahínco. Su hijo no merecía el esfuerzo y presentía que por el camino que llevaba, cuanto más le dejase, más derrocharía. Y cuando pensaba en Gloria se decía que, aunque no era hija suya, espiritualmente se había portado como tal, y no merecía dejarla en el mayor desamparo cuando él falleciese.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 280. Tribunal de injusticias, de W. Martyn

Aventuras, Novela

DE todos los poblados próximos a la raya de Méjico, en Arizona, quizá ninguno tan extraño y dejado de la mano de Dios como Cerro Colorado. Muy próximo a uno de los montes más ásperos del sur del Estado, y aunque no muy grande, reunía cualidades magníficas para haber hecho de él un pueblo próspero, feliz y agradable. En las inmediaciones existían algunos buenos ranchos, cuya carne era muy solicitada tanto para los indígenas como para los habitantes mejicanos del otro lado de la frontera.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 282. La historia se repite, de Fidel Prado

Novela, Aventuras

Le gustaba mucho aquello, entendía que había nacido para ganadero y en sus sueños juveniles se veía un día dueño de una gran hacienda, manejando miles de astados, disponiendo de un equipo duro y curtido, que siguiese sus inspiraciones sin vacilar e imponiendo su fuerza y su criterio en una cuenca espaciosa, donde los ranchos salpicasen la pradera y sólo se viesen reses por todas partes. Pronto se había hecho un gran peón y mezclado con el resto del peonaje no sólo llegó a calificarse de excelente vaquero en los pastos, sino que se hizo tan duro y peleador como los demás. Sabía dar y recibir puñetazos y había aprendido el manejo del colt de una manera bastante peligrosa para sus rivales.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 286. La ciénaga, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

EL médico salió de la deteriorada y estrecha choza sudando copiosamente. Allí se moría uno de asfixia y no se explicaba cómo Bing Twain y su padre, el viejo e inválido Jubb, podían soportar sin desintegrarse aquella pesada y asfixiante atmósfera. Bing, un muchachote recio y fornido, a quien ni el ambiente malsano de tan mísera vivienda había podido minar en su recia naturaleza, miró angustiado al doctor, preguntando: —¿Qué tiene usted que decirme, señor Taff?


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 291. El derecho del más fuerte (2ª Ed.), de Fidel Prado

Aventuras, Novela

BUCK Joyce, sentado tras su mesa, en el amplio y bien amueblado despacho de su casa particular en Santa Bárbara, levantó sus lentes con armadura de oro, colocándoselos sobre la frente, como si por ella fuese a ver mejor al médico de la familia, que se hallaba sentado en un sillón a su derecha, y con voz que temblaba, a pesar de su intento de darle firmeza, pudo al fin balbucir: —¿De verdad, doctor, que... está usted seguro de... eso?


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 295. El cañón de los gemelos (2ª Ed.), de Fidel Prado

Aventuras, Novela

DE la noche a la mañana, Hereford se había convertido en un importantísimo poblado, solamente porque a alguien se le ocurrió un día alargar la ruta de los astados y dejar a su espalda Abilene para convertir en un mejor mercado el célebre Dodge City. Este alargamiento llevaba las reses a través de la divisoria de Texas con Kansas, ya que este último Estado se había convertido en un mejor cliente para la adquisición de reses.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 298. Mensajes de plomo, de M. de Silva

Aventuras, Novela

CASI todos los que vieron pasar a Rici Chester por la calle principal de White Dust, la recién fundada población del estado de Texas, la reconocieron a pesar de su indumentaria masculina. Rici era una encantadora muchacha que apenas contaría veinte años. No muy alta, de tipo esbelto y armoniosa cintura. Sus rubios y largos cabellos, eran tan conocidos entre los vaqueros y colonos del núcleo ranchero de Valle Hondo, que había bastado que se quitara el ancho sombrero para que la reconocieran a una hora de camino.


Bolsilibros - Rodeo 1ª época 300. El hombre de San Francisco, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

EL llamado pomposamente Hotel Imperial de San Francisco en aquella época en que el «rush» del oro se hallaba en pleno estallido, era un gran barracón de madera casi improvisado para no perder el tiempo y ponerlo en explotación. Si bien como comodidad dejaba mucho que desear, precisamente porque su dueño sólo se había preocupado de, que construido sobre la marcha para no perder un día en sacarle el jugo prometedor que la escasez de alojamiento brindaba, era no obstante el mejor de cuantos se abrían de la noche a la mañana, con objeto de acoger de algún modo a los muchos mineros y aventureros o arriesgados hombres de negocios que acudían al improvisado Eldorado en busca de fortuna.