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Bolsilibros - Salvaje Texas 1041. El rastreador, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Ivy Parkington, la dueña del Cow-Boy Saloon, recorría con la mirada a los clientes, más numerosos que nunca. Estaba satisfecha. Habla montado su bar en una ciudad que progresaba rápidamente. Había imaginado que las minas y los numerosos ranchos que había en las proximidades darían un buen contingente de asiduos clientes. Y no se equivocó. Desde la atalaya de su mostrador presenciaba la entrada de nuevos clientes.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1073. Atracadores y cuatreros, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

No había más que un asiento libre, que ocupó sin fijarse en los restantes viajeros. 
Dejó su maleta en el portaequipajes que había sobre los asientos y se sentó, desdoblando un periódico que llevaba en la mano. 
Había saludado de una manera general al entrar. 
Junto a la ventanilla iba una muchacha muy bonita, a la que vio de perfil. Frente a ella un hombre joven, con el que iba hablando.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1110. Todos eran ventajistas, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Los testigos cerraron el círculo alrededor de la mesa; ninguno de los presentes querían perderse el observar por sus propios ojos la jugada. El de la placa, con parsimonia y lentitud, fue descubriendo las cartas una a una. Cuando levantó la primera, una leve sonrisa cubrió el rostro de Larry. Su sonrisa fue en aumento cuando descubrió que la segunda carta era otro as.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1125. ¡Este es mi colt!, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Con la fuerte espalda apoyada contra la roca, el pelo revuelto por la brisa, la pipa sólidamente aprisionada entre los dientes que blanqueaban en el cutis broncíneo y los ojos semicerrados, Burke Wallace contemplaba desde el alto mirador, en la proximidad de su morada, la carretera que allá abajo, a sus pies, muy en lo hondo, ponía en comunicación a Carson City, la capital del estado de Nevada, con Sacramento, que lo era de California.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1173. Se han suicidado, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Los vecinos de Roswell, así como la mayoría de los vaqueros que prestaban sus servicios en los ranchos de los alrededores, acudían presurosos a la plaza, que siguiendo la costumbre de la mayoría de los pueblos del Oeste, tenía un árbol llamado irónicamente «de la libertad», en el centro, que servía de punto de reunión en los días de mercado de los ganaderos; de sala de justicia al juez y sheriff, y, como en esos momentos, para colgar a un pistolero, según afirmaban el sheriff y míster Mac Carthy, juez de la localidad y dueño del saloon que había enfrente y a cuya puerta se hallaban asomados jugadores y algunas mujeres con más pintura que pudor.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1186. Compañía de plomo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

De vez en cuando dejaba de leer el viejo granjero para prestar atención a la canción que su sobrina estaba interpretando. Se recostó en el amplio sillón y cerró los ojos. Y sin darse cuenta, se quedó dormido.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1226. La gran comedia, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—Tienes que escuchar, Tom. No está bien que tu hermana admita vaqueros sin consultarme. Ella no sabe las necesidades del rancho... —Estás concediendo excesiva importancia a ese hecho, Alwin. Y después de todo, vamos a necesitar más conductores para llevar el ganado hasta Dodge. De veras no comprendo la razón de que te haya enfadado tanto que admitiera a ese muchacho. ¿Que es poco hablador? Eso no supone delito alguno. Al contrario, es una buena virtud.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1234. ¡Maldito oro!, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

El llamado Camino de Santa Fe empezó siendo la ruta de los comerciantes para negociar con las ciudades del sudoeste de la Unión, salvando la enorme distancia entre Saint Louis y la capital del territorio de Nuevo México. Era preciso cruzar las tierras de los indios, que ante tanto paso de caravanas y por la extinción del bisonte, que era tan vital para ellos, de vez en cuando se levantaban en sublevaciones esporádicas. Los especuladores supieron desviarse de la ruta y entrar en contacto con los indios para facilitarles armas y alcohol, que era lo que más querían.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1241. Lluvia de plomo en la ruta, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

La ciudad de Dodge City, en el estado de Kansas, fue famosa durante muchos años por varios motivos, siendo uno de los más salientes el que sirviera de término a las caravanas de cornilargos, procedentes de Texas, y que bautizó Jesse Chilshom. Éste fue el primer ganadero tejano que se atrevió a buscar mercados al exceso de carne del estado en que se criaban los temeros, cornilargos y bisontes, como plantas.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1281. Torbellino de muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

El río Columbia, años después de la llegada al Noroeste de los equipos de leñadores o madereros, instalando en los bosques serrerías sencillas, llevaba el curso de sus aguas llenas de troncos sobre los que, con una habilidad extraña, navegaban hombres encargados de conducir a su destino esa madera. Con el tiempo y por el aumento de tal industria, hacíase más difícil este transporte, ya que no era posible, al unirse los troncos, poder diferenciar los pertenecientes a un equipo de los transportados por otros.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1293. Candidatos a la muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Las hojas de la puerta de vaivén oscilaron varias veces con un chirrido especial que hizo mirar hacia allí a los cuatro vaqueros que estaban acodados sobre el mostrador del bar hablando de sus cosas, mientras en las mesas jugaban a los naipes, a los dados o simplemente bebían tequila o pulque. Sacudiendo el sombrero contra las rodillas y envuelto por lo tanto, en una nube de polvo, entraba un vaquero de alta talla, un poco encorvado al seguir sacudiéndose.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1330. Un saloon en el campo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Barbara Willmar se había hecho popular en Wichita.. Aparte de que montaba uno de los caballos más bonitos que habían visto por allí, su belleza era extraordinaria, y su desenvoltura llamaba la atención, por no ser frecuente en las mujeres de la tierra. Montaba a caballo y vestía lo mismo que un hombre. Pero su popularidad tenía otra causa, aunque lo dicho fuera suficiente.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1351. El puma del Pecos, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

La muchacha se escapaba para estar junto a Alian, que le refería historias y leyendas que hacían la delicia de la muchacha. Y había sido Alian el que enseñó a Brenda a leer, a escribir, y muchos conocimientos más. Ella, que aprendía con facilidad y rapidez, obligaba a que Alian siguiera comprando libros. Alian solía decir que era tan padre como Emil. Los dos habían criado a la muchacha. Que se quedó sin madre, siendo muy pequeña.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1383. Peligro de cuerda, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Cesaron de hablar los clientes y se hizo un silencio extraño. 
Uno de los empleados de la casa, provisto de martillo y unos clavos, subióse a una de las mesas que se acercó al efecto, y en el sitio más visible, junto a las botellas, desdobló un papel y lo clavo en pocos segundos.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1387. Sangre junto al río, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Nadie se había preocupado de establecer los límites del complejo ganadero-agrícola del rancho propiedad de David Ennough. Nadie era capaz de contar las reses que se movían en un rancho como aquél. Una gran parte de la frontera con México formaba este rancho. Eran, por tanto, muy frecuentes los raids que hacían en estas tierras los bandidos mexicanos, llevándose terneros y potros.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1422. Fiesta sangrienta, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

El jinete detuvo la montura, que había caminado las últimas yardas con una lentitud desesperante, y saltó de la silla con gran agilidad. Sin preocuparse de los que pasaban o estaban a su lado, amarró la brida a la barra y sacudió su ropa y sombrero casi con fiereza. Una enorme nube de polvo le envolvió en absoluto.


Bolsilibros - Salvaje Texas 1430. Una tumba para mí, de Alex Colins

Aventuras, Novela

Los dos jinetes enfilaron la calle principal de Ostenal City al paso de sus monturas. Era una calle larga y tortuosa, que formaba varios recodos en su trayecto. El pueblo era grande y continuaba creciendo a pasos agigantados. En la región abundaban los ranchos y las granjas, cuyas tierras hacían fértiles las aguas del Río Grande. Ostenal City se hallaba unas veinte millas al sur de Albuquerque, en el estado de Nuevo México.


Bolsilibros - Scottland Yard 22. Cuando el velo se rasga, de J. M. Diez Gómez

Novela, Policial

Parecía increíble. Pero iba a suceder. 
Ese instante final, que todos sabemos nos espera, llegaba. 
Vio, con angustia, cómo le apuntaban los fusiles. Vio también los fogonazos y, en el mismo instante, como si el Universo girase locamente en el interior del cerebro, sintió el horrible dolor moral y material de los proyectiles que le arrebataban la vida. 
Antes de caer muerto sintió la sangre derramándose, caliente y viva, al interior y al exterior del cuerpo. Y después... 
¡Muerto! Lo supo al sentir, sin dolor, cómo un sueño profundísimo, invencible, le obligaba a hundirse en una negrura espesa, profunda, horriblemente infinita.


Bolsilibros - Seis tiros 34. El sexto diamante, de Clark Carrados

Aventuras, Novela

El rumor de los cascos del caballo se oyó a lo lejos. El rítmico sonido aumentó gradualmente de tono, hasta convertirse en el batir incesante de unos invisibles palillos sobre el tenso parche de la obscura noche, cuyas sombras eran apenas rasgadas por la débil claridad de la delgadísima línea curva de la luna en cuarto menguante. El trepidar de las patas del animal aumentó hasta su máximo retumbar y de repente, apareciendo bruscamente, salió del bosquecillo de alerces, recortándose nítidamente la negra silueta del jinete y su cabalgadura, más negra que la misma noche, sobre el cielo tachonado de infinidad de estrellas. Se alzó de manos el caballo al sentir el brusco tirón de riendas ejecutado por la firme mano del que las sujetaba. Piafó, relinchó y pateó durante unos segundos, en tanto que los perros de vigilancia del rancho, cuyas edificaciones se adivinaban más que se veían, prorrumpían en un estremecedor coro de aullidos, cuyos ecos se perdieron, rebotando y ondulando por las lejanas colinas.


Bolsilibros - Seis tiros 404. Cava tu tumba, de Don Carter

Aventuras, Novela

El gigantón que dijo esto al joven que estaba terminando de cavar la fosa, era tan alto, tan recio y fuerte, que en otros tiempos había podido presumir de partir de un solo tajo el cuello de un oso, con el cuchillo que ahora utilizaba para limpiar sus negras uñas. Pero eso fue antes.