¿Hasta dónde se podía llegar con el dinero?
Louie Ragazzi era un antiguo delincuente, sexy y un poco peligroso…. Y Alicia Hansen estaba enamorada de él. Estaba decidida a ayudarlo a superar su turbulento pasado, y para ello lo tenía todo, incluido el dinero.
Louie se negaba a dejarse comprar por nadie, pero tras pasar unos días con ella intentando dejar atrás su historial delictivo, empezó a considerar la idea de asociarse… y algo más.
El amor se encontraba en las cualidades más insospechadas
La reportera Tara Butler estaba encantada con el encargo de la revista Real Men: actualizar el primer artículo escrito en 1949, "Cuarenta y nueve cosas que necesitas saber sobre un hombre de verdad". Era una ocasión para descubrir cómo habían cambiado los tiempos y quizá, sólo quizá, para conocer a un hombre de verdad. Pero cuando se vio trabajando junto al escritor Chase Montgomery, un hombre sin una sola de las cualidades que anunciaba la revista, Tara empezó a preguntarse si su lista estaría equivocada.
Cómo podría demostrarle que nadie la había amado jamás? Lo último que Kati, escritora de novelas románticas, deseaba en el mundo era pasar las navidades con el exasperante hermano de su compañera de piso. Un ranchero de Wyoming como Egan Winthrop se sentía tan perdido en Nueva York como ella se habría sentido en mitad del campo. Lo que Kati no preveía era que los increíbles besos y abrazos de aquel hombre no tardarían en dejarla completamente indefensa. Y aquella invitación para visitar su rancho no era otra cosa que un chantaje de lo más sensual. En muy poco tiempo, ella había entregado su corazón con la pasión de las heroínas de sus propias novela
Cuando pensaba que las cosas no podían empeorar... Jayde había conseguido el trabajo de sus sueños, así que debería haberse limitado a disfrutar cuidando la casa del magnate Bradford Hale. Pero no había previsto tener que mentir a sus padres para poder conservar el trabajo... y desde luego jamás habría pensado que se enamoraría de su guapísimo jefe. Las cosas no podían ir peor... hasta que se presentó allí su familia para conocer a Brad... ¡su nuevo yerno!
Ella no quería escapar de aquella prisión… La reportera Melanie Mulcahy no podía creer la buena suerte que tenía: había sido secuestrada por Hal Smothers, el hombre de hielo. Si no se separaba de él, tendría una estupenda historia que la convertiría en una estrella del periodismo. Además, para ser un hombre tan peligroso, resultaba increíblemente sexy… y desde luego sus besos no tenían nada de fríos. Pero lo más sorprendente era que Hal era de los que creían en el matrimonio, mientras que ella lo veía como una trampa. Pero estaba empeñado en hacerla cambiar de opinión… y nadie podía decir no al hombre de hielo.
Ella no imaginaba las consecuencias que tendría aquella broma... Todo empezó como una broma. Sabina sólo estaba fingiendo estar prometida con su mejor amigo, el millonario Al Thorndon. Al la había convencido de que lo hicieran para engañar a su hermano Thorn. Sabina pensó que aquello duraría sólo una noche. Pero entonces, Thorn la acusó de ser una cazafortunas. No sabía las repercusiones que podía tener dicha acusación: Thorn descubrió todos los secretos que ella llevaba tanto tiempo ocultando. Sabina temía que los sacara a la luz, pues volvería a recordar cosas que había luchado mucho por superar. Sin embargo no podía decepcionar a su mejor amigo...
Tres días podían cambiarlo todo...
No podía haber dos personas más diferentes que el millonario Dirk Harriman y la bailarina Belle O’Leary. Él era un magnate de las comunicaciones mientras que ella hablaba con sus animales. A él le gustaba el champán caro, ella sólo esperaba que los refrescos estuvieran bien fríos. Belle era impulsiva, extravagante y la mujer más interesante que Dirk había conocido en toda su aburrida vida. La atracción sexual fue inmediata y ambos se dejaron llevar. Dirk se lo estaba pasando mejor que nunca, pero ¿qué pasaría a la mañana siguiente?
Catherine Blake siempre había estado perdidamente enamorada de Matt Kincaid, aunque sabía que era uno de esos hombres que no querían ni oír hablar de matrimonio. Resignada, había hecho de su adoración por él un amor platónico, y se había centrado en sus estudios. Pero para su sorpresa, cuando consiguió un empleo, él intentó retenerla a toda costa. De pronto empezó a tratarla de una manera distinta, como si se hubiese dado cuenta de que ya no era una chiquilla, sino una mujer. A Catherine se le planteó entonces un dilema: ¿debería dejarse llevar y sucumbir a sus encantos, o luchar por su independencia y huir antes de que la hiriera?
Nada más conocerse, saltaron chispas entre Cecilia Mendoza y el joven Geoff Bingham, el soltero más solicitado del condado de Merlyn. Pero lo que más sorprendió a Cecilia fue que su primera cita acabara convirtiéndose en una noche de pasión desenfrenada que ninguno de los dos podría olvidar. Pero Cecilia era una mujer práctica a la que no le bastaba con una sola noche. Sin embargo necesitaba la ayuda de Geoff para convertir en realidad la ilusión de su vida... tener un hijo. Pero pronto ambos comenzarían a dudar si lo que los unía era sólo el deseo de engendrar un hijo... o había algo más.
Necesitaba saber la verdad sobre sí misma tanto como deseaba desvelar todos los secretos de aquel hombre...
Una por una, sir Ian MacGowan había asustado a todas sus posibles ayudantes. Como aquellos viejos terratenientes, MacGowan se había convertido en una fiera con demasiadas heridas. Pero Jenna Craddock supo ver lo que había detrás de la apariencia de su jefe. Había algo en la forma de mirarla... Ian exigía profesionalidad y Jenna le dio perfección. Él escondía muchos secretos y ella insistió en que cuando estuvieran en la cama nada se interpondría entre ellos...
Claire tenía una vida perfecta... en sus sueños
Claire Quinn tenía un empleo fijo en una agencia de publicidad, un apartamento caro y un canalla por novio. Así que había llegado el momento de hacer realidad su sueño.
Pero no sabía cómo hacerlo, seguramente sólo tenía que poner en marcha su plan. Afortunadamente tenía a sus leales amigas, que de vez en cuando se quejaban sobre su vida sentimental, pero jamás lloriqueaban. Con tan buenos consejos y su resuelta actitud, nada podía salirle mal.
El problema era que el chico tan encantador que acababa de cautivarla tenía una filosofía de la vida que no encajaba con sus planes.
Parecía que iba a tener que dejar de seguir sus propios consejos...
¿Estaría dispuesto a enfrentarse a sus miedos y tener una familia?
Cuando la viuda Nan Kramer se vio obligada a enfrentarse a los hábitos delincuentes de su hijo Justin, no supo qué hacer. Aquellos dos años ocupándose ella sola del muchacho la habían llevado al límite. Pero entonces apareció un viejo amigo que le ofreció un hombro sobre el que llorar y mucho, mucho más...
David Elliot se había dedicado a proteger a los Kramer después de sobrevivir al tiroteo en el que había muerto el marido de Nan y que a él lo había dejado con un enorme sentimiento de culpabilidad. Él siempre había creído que los policías no debían tener familia, pero en cuanto comenzó a ayudar a Justin, empezó también a sentirse atraído por la tranquila belleza y la fortaleza de Nan...
Cuando terminara con su plan, los hombres habrían aprendido una buena lección...
La mitad de la población, la que tenía el cromosoma Y, parecía pensar que la afable Phoebe era una incauta. Como su ex, su jefe, el vendedor de coches usados que la había estafado, o el tipo que le ponía las manos encima en el ascensor, por nombrar algunos ejemplos. Pero Phoebe tenía un nuevo lema: «Phoebe consigue lo que quiere».
Se estaba haciendo con el control de su vida y no pensaba aceptar órdenes de nadie... ni siquiera del guapísimo joven que estaba volviéndola loca. Si Jeff Fischer quería algo de ella, tendría que esperar...
Aquella mujer era demasiado peligrosa para él... y para su corazón Para el sexy jefe de policía Dan Duvall, un hombre de pocas palabras, la feria anual de Beldon era una verdadera molestia. La gente del pueblo montaba mucho escándalo, y todo se llenaba de turistas. Un asco. Pero ese año, una visitante de Nueva York había puesto el pueblo patas arriba. La esbelta e inteligente Josephine Ross había sembrado el caos en el lugar, y el agente de la ley se estaba volviendo loco. Dan no estaba dispuesto a dejar que otra chica de ciudad le rompiera el corazón, precisamente por eso no entendía por qué no dejaba de soñar con esos labios que estaban pidiendo un beso a gritos..
Haría cualquier cosa para protegerla... incluso echarla de su vida
Royce Lawler era guapo, misterioso y peligrosamente seductor incluso estando convaleciente. Y se suponía que la recatada y eficiente Merrily Gage iba a tener que vivir bajo el mismo techo que él, atendiendo a todas sus necesidades, pues era su enfermera particular. No tenía escapatoria.
Pero tampoco la tenía el sexy padre soltero. Merrily era demasiado buena en su trabajo, resultaba demasiado fácil encariñarse con ella, desearla... necesitarla. Pero Royce jamás metería a la dulce Merrily en la pesadilla que era su vida... sobre todo desde aquella caída, que no había sido ningún accidente.
A David Hartwell lo esperaba la sorpresa de su vida: además de una enorme mansión, había heredado una mujer a la que tenía que cuidar. La bella y tentadora Ellen Candler no huyó a causa de su rostro marcado... porque no podía verlo. Aunque era ciega, Ellen no había perdido la esperanza de poder recuperar la vista algún día. Pero no necesitaba ver a David para saber que estaba huyendo de algo. Mientras él la convencía para abandonar su aislamiento, ella estaba llevando a cabo una campaña de seducción que convertiría a su esquivo guardián en un compañero cariñoso... con el que compartiría el resto de su vida.
Ella no era una delincuente… hasta que apareció la policía con pruebas irrefutables y con las esposas.
Sí, Shelby Jacobs había sido detenida por tráfico de armas, pero lo único que ella sabía era que su jefe era un cretino. Otro trabajo temporal no iba a darle el dinero suficiente para pagar la fianza… ni para contratar a un abogado decente. Afortunadamente, el socio del prometido de su compañera de piso podía llevar el caso. El problema era que los sentimientos que Dallas Williams iba a despertar en Shelby eran bastante indecentes. Además, sabía que jamás encajaría en el estructurado mundo de Dallas.
Pero tenía que saldar la deuda que tenía con él, así que aceptó un trabajo en su bufete…
La perdería cuando ella descubriera su secreto... ¿o quizá lo ayudara a encontrar el amor que durante tanto tiempo se había negado a sí mismo?
El sofisticado magnate Dane Rutherford había llegado a Lucius, Montana, con una sola cosa en la mente: vengarse. Pero sus planes cambiaron en el mismo momento en el que Hadley Golightly entró en su vida chocándose contra su coche.
Dane tenía que mantener su misión y su nombre en secreto, pero también tenía que vivir bajo el mismo techo que Hadley hasta que el coche estuviera reparado. Y aunque había prometido mantenerse alejado de aquella virginal belleza, no tardó en darse cuenta de que no podía resistirse a la atracción que aquella mujer ejercía sobre él...
Ahora era él el que trataba de tentarla para que se olvidara de su cabeza e hiciera caso a su corazón… Desde que el guapísimo Dalton Price le había cambiado la vida para después echarse a la carretera, la ejecutiva de publicidad Bonnie Vaness había decidido buscar otro tipo de hombre: sensato, digno de confianza y sin peligro. Pero ahora Dalton había vuelto a su vida… y a su edificio, y sus hormonas le pedían a gritos lo que ella sabía que no debía darles. Así que decidió conquistar a otro hombre con la ayuda del libro Cómo conseguir a tu hombre y ese hombre era su inofensivo compañero de trabajo Mark. Pero parecía que los consejos del libro no funcionaban y ¿quién mejor para enseñarle el arte de la seducción que su viejo amigo Dalton?
A veces los sueños se hacen realidad...
Charlie McGraw jamás debería haberle comprado a su hija aquel libro sobre ángeles porque por su culpa, la pequeña Meredith creía que encontrar una nueva mamá sería tan sencillo como hacer aparecer un ángel con sus «polvos mágicos». Y estaba convencida de que aquella encantadora rubia era uno de esos ángeles.
Pero no era así. Starla Richards no era ningún angelito, pero no podía decirle algo así a una niña de cinco años que necesitaba desesperadamente el amor de una madre y lo buscaba en Starla. Claro que cuando se encontró atrapada con la adorable niña y su guapísimo padre, Starla tuvo que convencerse a sí misma de que no existían los milagros...