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Bolsilibros - Selección Terror 218. Perros muertos, de Clark Carrados

Terror, Novela

—¡Voy a sacarme un ojo! ¡Ella me lo ha ordenado! —chilló Smiggy.La mano con la que se disponía a destrozar la persiana se volvió hacia su propia cara. El acero se hundió en el globo ocular. Smiggy lanzó un grito horripilante, mientras la mano hacía girar el metal en la cuenca. La sangre corrió por el lado izquierdo de su cara.Un pingajo blanco, azul y rojo cayó al suelo. Smiggy lanzó una carcajada escalofriante.—Yo también tengo ahora un ojo de menos —chilló.Los circunstantes estaban llenos de horror, paralizados por el asombro. De pronto, Smiggy emitió un ronco sonido y se desplomó al suelo sin conocimiento. La sangre continuaba manando de la ahora vacía cuenca orbital.Robby lanzó una mirada al ojo que yacía en el suelo, a dos pasos de Smiggy. De pronto, le subió una arcada a la garganta. Inclinándose a un lado, empezó a vomitar.


Bolsilibros - Selección Terror 220. Pueblo de cadáveres, de Curtis Garland

Intriga, Terror, Novela

No sé cómo empezar. Lo cierto es que tampoco sécómo terminaré. Entre otras cosas, porque desconozco el final. Pero, de todosmodos, sea cual sea, ha de ser terrible. Para mí, y para todos. Tengo miedo. Mucho miedo.Algo, incluso, que es más que miedo. El pánico me invade, me hiela la sangreen las venas. Y hay motivo para ello. Aunque, a estas alturas, casi he dejadoya de sentir miedo, por llegar a considerar habitual lo insólito y loespantoso. Aquí, uno llega incluso aolvidar la vida anterior; todo aquello que está fuera de aquí, en algún lugarcercano, cercano, muy cercano, y, a la vez, terriblemente lejano para mí; unlugar que la gente llamamos mundo. Y que yo añadiría que conocemos como mundonormal. No, esto no es normal. Nopuede serlo. En realidad, lo que está ocurriendo aquí, no puede ocurrir. Peroestá ocurriendo. Eso es indiscutible. Está sucediendo así desde el principio.Pudo parecer simple imaginación, en sus inicios. Pudo, incluso, dar laimpresión de que uno estaba loco. De que todos estábamos locos. Todos.


Bolsilibros - Selección Terror 221. El precio del miedo, de Ada Coretti

Terror, Novela

Sabía bucear muy bien, y lo demostró profundizando varios metros con facilidad.

De pronto, Lucille vio a aquel hombre, al que antes viera zambullirse en el mar. El agua, en aquel lugar era clara y nítida, así que pudo reparar perfectamente en él.

Su cuerpo estaba en el fondo, entre unas plantas que el vaivén del agua movían de un lado para el otro.

Lucille dedujo que esas plantas debían haberle atrapado, impidiéndole salir y provocando su ahogo, su asfixia, y en consecuencia su muerte.

¡Pero en aquel preciso instante le vio moverse, abrir los ojos, mirarla, y esbozar una sonrisa…!


Bolsilibros - Selección Terror 222. Un diablo suelto, de Clark Carrados

Terror, Novela

Abajo, en el pozo, la mujer emitía unos gritos horripilantes.De pronto, la anaconda se enroscó en torno a su cuerpo.Un espeluznante chillido brotó de sus labios. Sheridan captó el horrible ruido de unos huesos que crujían y se rompían en multitud de fragmentos. Súbitamente, unos surtidores de roja sangre brotaron por boca y nariz de la mujer, cuyos movimientos cesaron en el acto.La anaconda apretó todavía unos momentos. Luego, desenroscándose, empezó a buscar la mejor posición para ingerir su presa. Cuando Sheridan vio que la cabeza desaparecía en el interior de la bocaza del reptil, creyó que iba a desmayarse.


Bolsilibros - Selección Terror 225. El espejo del mal, de Burton Hare

Terror, Novela

—No es mi intención preocuparle, sólo hacerle una recomendación, y le aseguro que es importante. No se acerque usted al espejo maldito cuando esté en el Manor. Por nada del mundo se aproxime usted al espejo.Jordan acusó su desconcierto.—¿Un espejo maldito? —balbuceó—. ¿Está burlándose de mí?—En absoluto. Y por favor, hágale esta misma advertencia a la hermosa joven. A ella, sobre todo.—Permítame decirle que…—No es ninguna broma, amigo mío. Manténganse alejados del espejo maldito o conocerán todos los horrores del infierno.


Bolsilibros - Selección Terror 226. ¡Mata al que te quiere matar!, de Clark Carrados

Terror, Novela

Los ojos de Hannah estaban ya cubiertos por un velo rojo. Iba a morir, pensó. Con la fuerza que le infundía la desesperación, asestó otro golpe al ladrón… y otro… y otro…Chorros de sangre saltaron a su rostro y empaparon el liviano tejido de su camisón y mojaron sus senos y su vientre… Hannah prorrumpió en espantosos alaridos, que retumbaron por todo el interior de la residencia.Cuando su esposo y la servidumbre, alarmados, acudieron a la biblioteca, vieron a la joven en pie, cubierta de sangre de pies a cabeza, con la plegadera en la mano y murmurando palabras incoherentes.En el centro de la estancia, sobre un enorme charco de sangre, yacía el cadáver del ladrón.


Bolsilibros - Selección Terror 227. ¡Peor que asesinar…!, de Ada Coretti

Terror, Novela

El conde Maylor sólo deseaba dar alcance a su esposa y matarla… No sabía cómo lo haría, ya que estaba sin manos, pero no la dejaría con vida. De eso estaba seguro.La condesa Maylor, a quien vieron un par de veces correr entre el bosque que se extendía a la derecha de la mansión, bajo la incesante lluvia, llevaba alzada la cimitarra. Debía dirigirse hacia el pabellón de caza, una pequeña edificación que se hallaba situada a un par de millas de allí. Pero, por lo visto, cambió de idea y entonces se dirigió hacia el acantilado…Sobre una prominente roca, alzó su silueta, que el resplandor de un nuevo rayo recortó lúgubremente. El mar rugía al fondo, realmente ensordecedor.—¡Arrójate tú o te arrojaré yo…! —le gritó el conde Maylor desde lejos.La condesa Maylor pareció vacilar un poco. Pero sólo un poco. Dio un paso hacia adelante y se lanzó al vacío.

Cayó desde una considerable altura. Dio contra las rocas, muy cerca de donde rompían, embravecidas, las olas.Se descoyuntó la nuca y murió en el acto.


Bolsilibros - Selección Terror 229. El teatro de los horrores, de Curtis Garland

Intriga, Terror, Novela

El Morgue Hall era un teatro distinto. Muy distinto a todos los demás de Londres.El programa que por entonces se representaba, ya era todo un poema. La cartelera no podía resultar más expresiva:LA NOCHE DE LA DAMA ASESINA.


Bolsilibros - Selección Terror 231. El Duque de la Muerte Negra, de Burton Hare

Terror, Novela

La sangre corría como un torrente en torno al cuerpo. Barry Ferman se levantó tambaleándose, histérico de excitación. Del cuchillo goteaba sangre, y la había también en sus manos y en los pantalones. La sangre que empapaba la tierra.Se quedó mirando cómo ella seguía desangrándose, destrozada a acuchilladas. La horrenda expresión de su cara parecía fascinarle hasta el extremo de que perdió la noción del tiempo.Entonces, no sabía cuánto tiempo después de su crimen, oyó el chirrido metálico, y volviéndose vio espantado cómo la reja que cerraba el panteón se abría hacia afuera.Boqueó ante aquello. Quiso huir y sus piernas siguieron clavadas allí, como sujeto por la fuerza colosal de un gigante.Después, empezó el horror.


Bolsilibros - Selección Terror 233. La muerte regaló cinco llaves, de Ada Coretti

Terror, Novela

Finalmente, la soga le alcanzó el cuello y se ciñó en torno a su yugular.Arlene chilló de nuevo, esta vez dando una sacudida tan violenta que estuvo a punto de volcar el sillón de ruedas.Se llevó las manos a la cuerda, desesperadamente, queriendo aflojársela pero la soga se alzó, de pronto, y ella también quedó allí colgando, junto a tío Jess.Poco después, se balanceaban sus piernas sin vida, como asimismo sin vida se balanceaba su cuerpo.


Bolsilibros - Selección Terror 236. El diabólico doctor Kell, de Clark Carrados

Terror, Novela

La puerta del dormitorio se abrió cautelosamente. Algo entró sin hacer apenas ruido. La puerta volvió a cerrarse en el acto.Los ojos de la bestia exploraron las tinieblas de la estancia. Leonora dormía apaciblemente, con un brazo fuera del embozo de las sábanas. De repente, creyó oír entre sueños un extraño chirrido.Aún dormida, dio media vuelta. El chirrido se repitió.En la misma posición, Leonora abrió los ojos. Un rayo de luz lunar entraba a través de las cortinas. Leonora vio unas pupilas que chispeaban como si estuviesen embadurnadas de fósforo.Alarmada, empezó a sentarse en la cama. De repente, aquella cosa saltó hacia ella.Leonora gritó una vez. Percibió un olor horrible, un hedor insufrible, pero la sensación duró una fracción de segundo. Unos dientes afiladísimos se clavaron en su garganta. El dolor, lacerante, llegó hasta el fondo de su cerebro y reventó, en una explosión de agudísimos colores, que cedieron paso muy pronto a la oscuridad definitiva.


Bolsilibros - Selección Terror 238. Los niños del cementerio, de Curtis Garland

Intriga, Terror, Novela

El doctor Baxter, perplejo, siguió al sacerdote al interior del cementerio. Caminaron por el suelo enfangado, entre viejas lápidas y cruces ladeadas. Llegaron finalmente al lugar donde la tarde anterior fuera enterrado Oliver Atwill.Atónito, el médico de Scunthorpe, contempló el montículo de tierra bajo el cual había sido depositado el féretro del pequeño Oliver.Ahora la tumba aparecía abierta, la tierra a un lado. No había el menor rastro del sepultado, dentro del abierto féretro blanco. De la tapa de éste había sido rabiosamente arrancada, con astillas de madera, la cruz de metal que lo adornaba. Igualmente, alguien había roto brutalmente la cruz de mármol que señalaba la sepultura, escribiendo luego sobre los fragmentos de la misma obscenas palabras con una tinta rojo oscura que se parecía extraordinariamente a la sangre.


Bolsilibros - Selección Terror 241. Anoche salí de la tumba (2ª ed.), de Curtis Garland

Intriga, Terror, Novela

Cuando uno muere y es amortajado, cuando la tapa del féretro se cierra encima, y se escucha el golpe seco de las cerraduras ajustando el fúnebre arcón, se sabe que de allí ya no va a salir el cuerpo, sino convertido en huesos salpicados de jirones de tejidos podridos, o acaso hecho carne corrompida, maloliente, con vello desordenado y los gusanos pululando en las vacías cuencas donde antes hubo unos ojos llenos de vida.Eso es la Muerte. De ella, no se vuelve. Nadie ha vuelto, que yo sepa.Yo, sí.


Bolsilibros - Selección Terror 244. Camino a ninguna parte, de Clark Carrados

Terror, Novela

South respingó. Luego, con brusquedad, apartó al mayordomo de un manotazo.—Buscaré el teléfono y llamaré a la policía. No pueden retenernos aquí, contra nuestra voluntad.—No hay teléfono en Rotherdale House —dijo Ralph glacialmente.Los puños del joven se crisparon.—¡Pero no tienen derecho a retenernos… como prisioneros! —gritó.—Lo siento, señor.Ralph se inclinó cortésmente, dio media vuelta y se encaminó hacia una puerta situada al otro lado del vestíbulo. Cuando ya abría la puerta, giró de nuevo.—No pueden huir a pie —dijo—. Hay una alambrada electrificada en torno a la propiedad.


Bolsilibros - Selección Terror 245. El embrujo de Satán (2ª ed.), de Burton Hare

Terror, Novela

Se quedó muda de espanto ante la aparición. Instintivamente se envolvió con la toalla y musitó sin voz:—¿Quién…?Entonces, Gina gritó y retrocedió presa de espanto.Una mano apartó violentamente la negra envoltura. En la mano brillaba el acero de un herrumbroso cuchillo. El movimiento fue tan violento que hizo que la capucha del aparecido se deslizara hacia atrás…Y entonces Gina vio algo horrendo, tan increíble, que su razón se negaba a admitirlo.Un rostro espeluznante, como roído por una legión de ratas hambrientas, y en el que brillaba un ojo maligno, con toda la crueldad del infierno fijo en ella. La otra pupila era una masa oscura y vacía. Los labios no eran más que un retorcido tajo informe y violáceo y se movían sin que ningún sonido brotara de ellos.Aquella cosa aterradora siguió moviéndose, acercándose a la hermosa muchacha. Gina ya ni siquiera veía el cuchillo. Todo el espanto, el horror de que era capaz, se centraban en aquel rostro de pesadilla, aquella cosa monstruosa que estaba cada vez más cerca, más cerca…, más aún…Se sintió morir. Y gritó.Su grito fue un alarido horripilante que hubiera levantado en vilo a toda una ciudad…, si alguien hubiera podido oírlo.Pero nadie podía oírla. Sólo le respondió el suave golpeteo de la lluvia en el tejado, en las hojas de las palmas, en el follaje del jardín.Después, el grito murió en medio de un espantoso gorgoteo, cuando el cuchillo empezó su delirante tarea…


Bolsilibros - Selección Terror 247. La doble vida de John Parr, de Clark Carrados

Terror, Novela

Algunos periódicos dieron más tarde la noticia, aunque en caracteres no demasiado destacados. En realidad, el fallecimiento de John Parr pasó prácticamente desapercibido, salvo para los familiares más allegados, algunos amigos y los inevitables curiosos que no dejan de leer nunca en el periódico las noticias y las esquelas de defunción.John Parr fue enterrado en el panteón familiar, un mausoleo de pretencioso estilo, con puerta de reja y paredes de granito. Dado que hacía muchísimos años no se efectuaba ninguna inhumación en aquel lugar, el féretro que contenía los restos mortales de Parr fue situado en el túmulo central, una sepultura de forma rectangular, que sobresalía medio metro del suelo del panteón. Naturalmente, la sepultura se hundía cosa de otro medio metro en el suelo. O quizá un poco más.


Bolsilibros - Selección Terror 249. La noche del diablo, de Burton Hare

Terror, Novela

La niebla se alzó de las marismas como un grueso manto gris, fue alargándose, flotando en el quieto aire del crepúsculo y llegó al pueblo.Lo envolvió precipitando así las negras sombras de la noche sobre las calles y las casas, haciendo que sus habitantes cerrasen puertas y ventanas, corrieran cerrojos y colgaran cruces en todos los huecos.—Es la víspera del diablo —decían las gentes en voz baja.Arropaban a los niños, los custodiaban hasta comprobar que habían conciliado el sueño y luego se reunían en torno a la lumbre.Apenas hablaban. Parecían concentrados en sí mismos, en sus pensamientos, en sus espantos.Era la víspera.Pero la niebla estaba allá fuera, pegándose a las paredes, filtrándose por las rendijas como pequeños fantasmas, y ahogaba todo sonido, si es que había alguno fuera de las casas de Shadow Town.


Bolsilibros - Selección Terror 250. La roja sed del vampiro, de Curtis Garland

Intriga, Terror, Novela

El grito de angustia y pavor, se convirtió en ronco estertor de muerte, mientras el aleteo siniestro continuaba sobre el cuerpo de la hermosa actriz, y éste se debatía como en espasmos violentos, forcejeando en vano por huir a su trágico destino en la noche neblinosa de Londres.El último acto de su vida tocaba a su fin. Cayó el telón muy pronto. Y esta vez no hubo aplausos. Solamente un reguero de roja sangre corrió entre los adoquines charolados por la humedad del río, mezclándose con el rojo hermoso de las rosas dispersas.El único golpeteo audible en el escenario de la tragedia, fue el aleteo sordo, espectral de aquella forma diabólica, que volvió a remontarse en vuelo elevándose por encima de los edificios de ladrillos del callejón, por encima de buhardillas, tejados y chimeneas de la ciudad, alejándose hacia la torre del Parlamento, hacia las aguas oscuras del Támesis, a lo largo de cuyo curso, terminó por fundirse con la espesa bruma y con las tinieblas de la noche, rumbo a alguna parte.


Bolsilibros - Selección Terror 251. «Shock», de Clark Carrados

Terror, Novela

La chica yacía en la cama, completamente inmóvil, los ojos muy abiertos y las manos a lo largo de los costados. Estaba terriblemente pálida y la única señal de vida que se advertía en su cuerpo era el del pecho al alzarse y descender en el ritmo de la respiración, más lenta de lo habitual.El doctor Cartford entró, seguido de una enfermera, y se aproximó a la paciente. Se inclinó sobre ella y examinó sus pupilas con gran atención. Luego la auscultó y finalmente le tomó el pulso. Cuando terminaba sus operaciones, entraron dos hombres en la habitación.


Bolsilibros - Selección Terror 252. Las brujas de Comftock, de Burton Hare

Terror, Novela

Las llamas llegaron al cuerpo de la condenada y todo él sufrió una violenta contracción.Un humo denso, acre, se alzaba de la hoguera.Los largos cabellos de la mujer comenzaron a arder. En el balcón, Kilwood barbotó entre dientes:—¡Vamos, grita, maldita, grita ahora…!El fuego culebreaba ya, por toda la piel del cuerpo torturado, que se debatía entre salvajes contracciones de dolor. Pero sus labios estaban apretados, y sus ojos no se habían abierto en ningún instante.Luego, el hedor de carne quemada dominó todo lo demás. La mujer tensó el cuello, echando la cabeza atrás, con tanta violencia, que golpeó con la nuca el madero al que estaba sujeta. Desorbitó los ojos al fin, unos ojos enloquecidos por el horrendo sufrimiento.Sin embargo, aún barbotó:—¡Maldito tú, Kilwood, y tus hijos… y los… los hijos de tus hijos… para siempre jamás!