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Bolsilibros - Selección Terror 553. Sangriento carnaval, de Curtis Garland

Terror, Novela

Había sido joven. Y bonita.Ya no era nada. O casi nada. Lo poco que quedaba de ella, no resultaba agradable. Las aguas del canal habían empapado sus rubios cabellos y manchado de barro sus ropas. Pero aun sin eso, hubiera resultado igualmente lamentable su actual estado.


Bolsilibros - Selección Terror 556. Los muertos quieren vivir, de Ada Coretti

Terror, Novela

AQUEL sótano estaba lleno de telarañas. Y allí, colgada por las muñecas, una muchacha rubia, medio desnuda, desorbitaba los ojos de pavor ante el final inapelable que le esperaba. Pero ese final, pese a todo, ella iba a poder elegirlo. Así acababa de decírselo el hombre alto, delgado, de cabello blanco y barba entrecana. De ojos oscuros, magnéticos, hipnóticos. —O como tu amiga…— había indicado el otro extremo del sótano—, o atravesada dos veces por esta horca… Te concedo el lujo de elegir… La voz de aquel hombre, opaca y tenebrosa, se había entremezclado con los truenos que retumbaban en el exterior. También con el ruido persistente de la lluvia y con el bramar del huracanado viento.


Bolsilibros - Selección Terror 560. La maldición de los Barrymore, de Adam Surray

Terror, Novela

Martha Harrison entornó los ojos. Acusando el rojizo sol del atardecer. Las arrugas se acentuaron en el rostro de la mujer.—¡Señoritas, por favor!… ¡Les ruego no se alejen! ¡Alan promete solucionar la avería en breve tiempo!Las palabras de la profesora Harrison no merecieron atención alguna. La mayoría de las muchachas descendieron del autocar corriendo hacia las rocas. Riendo alborozadas.


Bolsilibros - Selección Terror 561. Reiré en mi funeral, de Ada Coretti

Terror, Novela

Aquel muchacho llevaba una gorra calada hasta las orejas. Sus manos sujetaban el volante de la camioneta con firmeza, con seguridad. Por lo menos estuvo seguro de sí mismo y de lo que hacía hasta que le pareció oír un lastimero y angustioso gemido. Había sonado en el interior de la camioneta. De modo instintivo, el muchacho giró la cabeza y echó una ojeada a través del cristal que separaba la cabina con la parte posterior del vehículo. No vio nada de particular. La caja de madera que debía llevar a la localidad de Promdden y entregar a la señora Tarrell, seguía en su sitio. Todo normal.


Bolsilibros - Selección Terror 562. La noche del cerebro, de Curtis Garland

Terror, Novela

Sé que, llegada a este punto, te preguntarás si no es esto realmente una pura locura, y estoy empezando a convertir mi misiva exasperada y final en una sucesión grotesca de absurdos sin el menor sentido.No es así, Mabel querida. Estoy diciendo la verdad, la increíble verdad que yo mismo afronté, cara a cara, aquel gélido día infernal, mientras la nieve caía copiosamente sobre Colchester, y el espejo me devolvía la imagen de un hombre perfectamente desconocido para mi, de un ser a quien jamás había visto antes en mi vida… y que, sin embargo, era yo, yo mismo.


Bolsilibros - Selección Terror 565. Me escapé del infierno, de Ada Coretti

Terror, Novela

Primeros de diciembre de 1968. La noche era negra, tenebrosa, y el viento silbaba inquietante y amenazador a través de los desnudos árboles que bordeaban la carretera. Una carretera que, luego de una pronunciada curva, llegaba a la localidad de Brigersson. No lejos de allí se alzaba el Sanatorio Psiquiátrico. Un edificio de perfiles sombríos, tétricos, cuya sola contemplación asustaba a los chiquillos. De ello que nunca se acercaran a sus altos y recios muros, ni siquiera a plena luz del día.


Bolsilibros - Selección Terror 566. Rubíes sangrientos, de Clark Carrados

Terror, Novela

El ladrón sonrió, enormemente satisfecho, al contemplar las dos piedras, gruesas como nueces, que despedían fulgores escarlatas. Habían sido largas semanas de trabajos y estudios para llegar al objetivo y, al fin, lo había conseguido.Happ Bruckner levantó los dos rubíes, perfectamente gemelos, y los contempló al trasluz unos instantes, aprovechando el resplandor de la lámpara portátil que había usado para alumbrarse. Sosteniéndolos con ambas manos, por medio de los respectivos pulgar e índice, estuvo así unos momentos, realmente embobado, como estático, ajeno por completo a la realidad de este mundo.


Bolsilibros - Selección Terror 567. Los niños diabólicos, de Curtis Garland

Terror, Novela

Una joven maestra encuentra trabajo como profesora de niños en el retirado y lóbrego orfanato de Loomish Hill. A su llegada descubre con estupor que el director del establecimiento, que la contrató, acaba de fallecer y que el orfanato esta a punto de ser desalojado y en tramites de desahucio. El oficial del juzgado ya se encuentra en la residencia con la orden judicial de embargo.


Bolsilibros - Selección Terror 568. Te pareces tanto, de Frank Caudett

Terror, Novela

—¡Papá…! ¿Me oyes? ¡PAPA! Sé que puedes oírme… ¡PAPA! ¡Contéstame! ¡Sé que me estás oyendo!Charlotte Renaud se despertó, sobresaltada.Incorporándose en la cama con una extraña sensación de agobio en la garganta, algo así como si el aire no llegase a los pulmones, presión en el tórax y una nube oscura y densa, tormentosa, envolviendo la caja de sus pensamientos.


Bolsilibros - Selección Terror 571. Lobos contra lobos, de Clark Carrados

Terror, Novela

Cuando Jammy Long se vio a la puerta de la iglesia, ataviado convenientemente y a punto de convertirse en el esposo de la encantadora Audrey Hatterly, decidió de repente que ella no era la mujer de su vida y escapó como si le persiguieran cien legiones de demonios. Pasó lo que suele suceder en ocasiones semejantes: crisis de nervios en la novia desdeñada, ataque de histeria en su madre y enfurecimiento del padre, cosas que no consiguieron remediar la situación. La boda se había deshecho y el novio se había evaporado como si jamás hubiera existido.


Bolsilibros - Selección Terror 573. Cadáveres sin alma, de Curtis Garland

Novela, Terror

La multitud se iba hacinando en la plaza pública, rodeada por las almenadas murallas del castillo medioeval. Las antorchas, en muchos puntos, se alternaban con faroles de aceité o petróleo en manos de los asistentes. En los rincones de la plaza, luces de gas alumbraban lívidamente el lugar.


Bolsilibros - Selección Terror 574. Sangrienta evocación, de Frank Caudett

Novela, Terror

En enero de 1968, el Vietcong lanzó a todos sus hombres en la ofensiva del Tet (Año Nuevo Budista), logrando llegar hasta el centro de Saigón y ocupar la ciudad imperial de Hué conjuntamente con otras 30 capitales de provincia. Pero sufrió tantas bajas (quizá 40.000 muertos) que jamás se recuperó de aquel baño de sangre. Unos doscientos mil combatientes, casi todos sudvietnamitas huidos al Norte, entraron desde Laos y Camboya por la ruta Hó Chi Minh, y el ejército de Hanoi, al mando del legendario general Giap, actuó por primera vez a gran escala. Más de cinco mil marines quedaron aislados en Khe Sanh durante dos meses y medio, y las fuerzas norteamericanas sufrieron grandes pérdidas. No obstante y pese a ello, la ofensiva del enemigo fracasó.


Bolsilibros - Selección Terror 576. Horror absoluto, de Clark Carrados

Terror, Novela

El coche se detuvo frente a la casa, apenas visible en la oscuridad, y su conductor la señaló a la pasajera que viajaba en el asiento posterior.


Bolsilibros - Selección Terror 577. El viento de los muertos, de Curtis Garland

Terror, Novela

El constable Warren resopló, empujando la puerta vidriera del local. Una vaharada de aire caliente y confortable azotó su rostro rubicundo bajo el casco del uniforme, con olor a leña quemada, a buen whisky y a cerveza, aunque también a guiso de pescado.


Bolsilibros - Selección Terror 578. Me parece que he muerto, de Ada Coretti

Terror, Novela

Se despertó, viendo que se hallaba en el camarote de un trasatlántico. Pero a pesar de haberse despertado, Jennifer experimentó la profunda, hiriente y espeluznante sensación de que estaba muerta. Sin embargo, cuando intentó abandonar la litera, sus piernas le respondieron, acertó a moverse, pudo ponerse en pie. «No, no estoy muerta…», pensó. Sin embargo, persistía aquella sensación agobiante, horrible. Como si su vida ya hubiera dado fin. Como si su cuerpo y su alma pertenecieran ya al Más Allá, a ese mundo lóbrego, sombrío y tétrico en el que solo se entra cuando se da el último aliento. Jennifer salió del camarote. En el corredor no había nadie. Solo pisadas… ¡Pisadas de sangre!


Bolsilibros - Selección Terror 580. La venganza de los espíritus, de Burton Hare

Novela, Terror

Llevaba tiempo acostado sin poder conciliar el sueño. Como casi todas las noches, desde el día de la horca. Era una pesadilla que se iniciaba antes de dormir, con plena consciencia. Se repetía una y otra vez, implacable como la muerte. No podía dormir y los párpados le pesaban dolorosamente, y los recuerdos arañaban su corazón como la garra descarnada de un buitre, y maldecía, y se maldecía porque, a pesar de todo, de la muerte y de la horca, continuaba amándola, deseándola. Pero no había podido hacer otra cosa. Deseaba mucho más el poder y la riqueza y algo había que sacrificar para obtenerlos. Si pudiera olvidar... Si pudiera dormir en paz.


Bolsilibros - Selección Terror 581. Dedos asesinos, de Curtis Garland

Terror, Novela

—Muriel Caine. Camarera de restaurante. Veintidós años.—¿No hay duda sobre la identificación?—Ninguna. Es ella. Tiene su documentación. Coincide la fotografía. Además, la he visto a veces en el restaurante de la señora Whitecliff. Parecía una buena chica.—Pues ya no es nada. Ni buena ni mala chica. Sólo un cadáver, sargento.


Bolsilibros - Selección Terror 583. Miedo en el Oriente Expres, de Curtis Garland

Terror, Novela

Brian Jefford entró aterido en la Gare de L’Est. Fuera del ámbito ferroviario, apestando a carbonilla y con la atmósfera enturbiada por el vapor de las grandes y negras locomotoras que, como monstruos jadeantes de hierro se alineaban en diversas vías, París era un paisaje blanco y gélido bajo la nevada intensísima de aquellos crudos días invernales de 1910. El automóvil de sus buenos amigos parisinos, los Duprez, se alejaba ya en la nevada rúa, tras despedirle a la entrada de la estación.«Uf, esto es para congelarse —comentó entre dientes Brian Jefford, soltando una densa vaharada de vapor por sus labios, mientras se frotaba las manos, cubiertas por los guantes de cabritilla, tras dejar en tierra sus dos maletas, junto al puesto de periódicos donde aún se hablaba en grandes titulares de la formación de la reciente Unión Sudafricana, donde sólo unos pocos años antes sus compatriotas luchaban denodadamente contra los bóers, hasta que éstos depusieron sus armas y acataron a Eduardo VII como su legítimo soberano, según las condiciones de paz del tratado de 1902. Ahora, ya ni el propio rey Eduardo existía ya. Tras recorrer con crítica mirada el repleto andén, añadió para sí con gesto contrariado—: Y luego dicen que es en Inglaterra donde los inviernos son insoportables…».Cargó de nuevo con su equipaje, con aire resignado y se abrió paso entre un pintoresco y heterogéneo gentío formado por ruidosos mozos de equipajes, un comitiva de hindúes de majestuosos turbantes y brillantes casacas, unos periodistas que rodeaban a algún conocido personaje de la actualidad parisina, vendedores de provisiones para los viajes largos, puestos de bebidas, de almohadillas y de un sinfín de cosas más.Alcanzó trabajosamente el sexto andén, donde un rótulo anunciaba con caracteres destacados:ORIENT EXPRESS. Salida, a las 9.30


Bolsilibros - Selección Terror 584. El siniestro doctor Sternberg, de Adam Surray

Terror, Novela

Elissa Scott rió en cantarina carcajada.—Eres muy gracioso, Fred. ¿Me imaginas frente a una cocina? Yo no tengo idea de eso. Cierto día desistí de freír un huevo por no encontrar el abridor. Luego me enteré que sólo era cuestión de golpear la cáscara contra el borde del plato.Fred Bottoms también sonrió.Con la mirada fija en Elissa.En verdad no la imaginaba entre cacerolas y manipulando en la lavadora automática. Elissa encajaba en un night-club neoyorquino. En el escenario de un teatro de strip-tease de Chicago. Tras las cámaras de Hollywood…


Bolsilibros - Selección Terror 585. Una invitada del más allá, de Ada Coretti

Terror, Novela

—¡Es una bruja! ¡Hay que quemarla en la hoguera! Al oír el griterío de aquellos hombres y mujeres, habitantes de la localidad de Conwaymell, Maggie echó a correr hacia el castillo. Tenía los ojos verdes y rasgados como los de un auténtico felino... ¡pero ella no era una bruja! Aunque su madre lo había sido y ella había conocido de niña todos los secretos de la hechicería. Filtros mágicos, pociones, conjuros, sortilegios, formaron, evidentemente, parte de su niñez, que ella, desde que su madre murió, se había empeñado en dejar atrás. Pero estaba claro que la gente no estaba dispuesta a olvidar. Mientras corría hacia el castillo, su capa, de terciopelo escarlata, se prendió en más de una ocasión en los matojos del camino, mas apenas se dio cuenta de ello; tanta era su ansia en llegar. Sabía lo que significaría que aquellas gentes le dieran alcance.