Menú



Buscar





Bolsilibros - Servicio Secreto 418. Moriré mañana, de Donald Curtis

Novela, Policial

Era el día de ventas más importante de todo el invierno, en Siracusa como en todas las ciudades, más o menos populosas, de la nación entera. Aquella noche, tránsito de unas horas para la fecha de Navidad, las gentes se harían regalos unas a otras, y la sombra de un generoso Santa Claus se proyectaría en la hora feliz de todos los cristianos.


Bolsilibros - Servicio Secreto 420. Trust del crimen, de Alf Regaldie

Intriga, Policial, Novela

Se deslizó sigiloso, llegó hasta la puerta y volvió a observar por la mirilla. Y seguro ya de las posiciones que ocupaban sus dos adversarios, se dispuso a actuar.Abrió de improviso y descargó con la rapidez del rayo un furioso golpe en la cabeza de uno de los hombres, empleando para ello su pistola la cual había empuñado por el cañón.No había perdido de vista al otro hombre, advirtiendo su gesto de sorpresa.Le vio llevar la mano a su cuchillo, pero antes de que llegase a él le asestó un puñetazo que lo lanzó violentamente de espaldas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 423. Eterna es la noche, de Donald Curtis

Novela, Policial

—Mark Scott. Dado de alta… 
Le tendieron una tarjeta azul con un sello. Encima de la tarjeta, brillaban unos gruesos cristales. Detrás, unos ojos fríos e impersonales, como todo lo de aquel lugar. El azul parecía más intenso en la cartulina, contrastando con la blanca bata del hombre que se lo tendió en la ventanilla. 
Se apartó del hueco. El hombre nombró a otro. Y le dio otra tarjeta azul. Pero eso ya no le importaba al hombre que caminaba hacia la salida del largo corredor blanco, pisando firmemente el suelo embaldosado y pulcro. Era su tarjeta la que contaba. Su tarjeta azul. 
Dado de alta… Eso habían dicho. Ya podía volver a la vida.


Bolsilibros - Servicio Secreto 425. La dama usaba veneno, de Donald Curtis

Novela, Policial

El sargento asintió en silencio. No esperaba más del forense. Era todo lo que él suponía de antemano. Se echó hacia atrás el sombrero, pensativamente, y luego recorrió con una nueva ojeada la habitación. Estaba harto de mirarlo todo sin ver nada especial. Se acercó otra vez al cadáver tendido sobre la cama, con el brazo izquierdo colgando hasta rozar la alfombra con sus dedos rígidos. Poco más allá, estaba aún la jeringuilla, con su aguja centelleando al herirla un rayo de sol que se filtraba por entre las persianas de la ventana. Todo seguía igual, sin haberse alterado nada.


Bolsilibros - Servicio Secreto 427. Muerte en mambo, de Donald Curtis

Novela, Policial

PETER DALE vio por primera vez a aquella prodigiosa criatura que era Dora Castillo cuando se encontraba lo suficientemente sereno para admirar sus encantos. Se la mostró aquel sonriente y moreno mozalbete que era Skip Sanders. Skip podía parecerle a cualquiera un nativo de Cuba, y muchos se hubieran asombrado al saber que era tan yanqui como el propio Peter Dale, por ejemplo. Skip Sanders había dicho, señalando con un guiño el cartelón, tras previa comprobación de que la rubia acompañante de Peter no se hallaba demasiado cerca: —¡Bienvenido, señor Dale! ¡Esa chica sí que le va a gustar!


Bolsilibros - Servicio Secreto 442. Las curvas del peligro, de Donald Curtis

Novela, Policial

Eddie Kingsby accionó suavemente el volante. Conocía aquella carretera como las rayas de la palma de su mano. Con igual suavidad que la impulsada al volante, las ruedas del largo y rojo “Cadillac” doblaron la pronunciada curva que seguía a las estaciones de servicio situadas en las afueras de Wabash Springs, Indiana. El familiar signo curvo y la vertical indicadora del peligro, quedaron atrás, engullidas por el azul intenso del atardecer. Poco después, Eddie tuvo que encender los faros, y continuar por la carretera general con su ayuda. Ahora el tramo era recto y llano, lo cual le permitía correr con tal comodidad. Aún faltaba bastante para alcanzar North City. Encendió un cigarrillo y siguió conduciendo con una sola mano, absolutamente tranquilo.


Bolsilibros - Servicio Secreto 448. La muerte acosa, de Alf Regaldie

Novela, Intriga, Policial

Apenas el capitán Ernie Short hubo traspuesto la entrada de la amplia dependencia, vestido de forma un tanto descuidada, con negligente elegancia, el sargento Wellesley, que estaba operando con unas fichas, se apresuró a ponerse en pie. Aunque Short, lo mismo que Wellesley, vestía de paisano, el sargento había adivinado en él al militar, y más aún, al militar de mayor graduación. —Por favor, no se moleste. Debo ver al señor Thorpe. —Sí, señor, enseguida. Publicada por editorial Bruguera en la colección Seleciones Servicio Secreto con los números 26 y 242.


Bolsilibros - Servicio Secreto 449. Trece horas, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

Eran ya las seismenos cuarto cuando su «Dodge» verde penetró en el amplio aparcamiento deltransbordador de la Estatua de la Libertad. Adquirió un billete y subió abordo. Soplaba un airehúmedo en la bahía, agitando su liviano traje claro y sus cabellos revueltos,ligeramente adheridos a las sienes por la transpiración. Se acodó en la borda,viendo alejarse de él los altos edificios de la ciudad. Parecía tan fácil. Comosi aquella distancia pudiera ir creciendo, creciendo, poniendo ante él y sudestino una infranqueable barrera de agua. Todo un mundo, que ni siquieraJohnny Moran podría salvar, porque fuera de su imperio apenas si era nadie. Ysu imperio moría allí donde muriesen los límites de la ciudad de hierro ycemento vertical.


Bolsilibros - Servicio Secreto 451. Huellas que acusan, de Clark Carrados

Novela, Policial

Rasgando la oscuridad de la noche con la doble puñalada blanca de sus faros, el coche volaba por la carretera, dejando tras sí una estela de ruido promovida por su potente motor, que lo impulsaba hacia adelante con la fuerza y el ímpetu de un proyectil de cañón. 
El automóvil era un convertible deportivo, tipo europeo, de largas y finas líneas, cuyo color blanco parecía haberse transformado en una mancha borrosa a causa de la enorme velocidad desarrollada en aquellos momentos. 
Las manos del piloto no temblaban lo más mínimo al tomar las curvas, con un absoluto desdén hacía todas las leyes de la dinámica. Convertido en parte integrante del vehículo, el conductor parecía dirigirlo más con el cerebro que con la acción conjunta de los músculos de los brazos y de las piernas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 452. Los tenebrosos, de Donald Curtis

Novela, Policial

El fiscal se irguió lentamente, dando unos pasos calculados, dramáticos, en dirección al acusado. Los miembros del jurado y el propio magistrado cuya blanca peluca asomaba como una cumbre nevada sobre el alto estrado de Old Bailey, siguieron su paseo en silencio, esperando la declaración final del acusador público. 
Súbitamente, éste dio un brusco, teatral giro y se quedó apuntando con su índice extendido, al hombre sentado en el banquillo. 
—¡Ahí tienen ustedes, señores, al asesino de una mujer inofensiva y buena, que jamás trató de amargarle la vida y sí, por el contrario, de confortar sus difíciles momentos de fracaso y de abatimiento, con la energía y la ternura de su dulce corazón de esposa amante!


Bolsilibros - Servicio Secreto 459. Horror en Broadway, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

La fortalezainexpugnable, los muros de enorme espesor y gran altura, las torretas metálicascon agentes armados de ametralladoras y de potentes reflectores, el sistemaelectrónico e infrarrojo detector de fugas, la misma nutrida fuerza policial dela prisión, todo, en suma, había sido inútil para evitar la desaparición delcondenado a muerte. «El Reptil» habíadesaparecido como evaporado en el aire. O al menos, ésa fue la creenciageneral, hasta que el reverendo regresó al despacho del alcaide, cerca ya delmediodía, con el teniente Harris, de la guarnición especial de Sing-Sing.


Bolsilibros - Servicio Secreto 474. Réquiem por mí, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

El órgano entonaahora una música trémula y solemne. Es el réquiem. Réquiem por el hombremuerto, por el hombre que ayer fue enterrado en Barnaby Hills, el hombre sobrecuyo ataúd vi caer las paletadas de tierra, que golpearon sorda y lúgubrementela tapa de madera barnizada y tallada con alegorías tan inútiles comoostentosas. Recuerdo todavía,mientras en mis oídos suena el réquiem, los últimos momentos en el cementerio,cuando ya el féretro estaba totalmente cubierto por la tierra, y una pesadalosa del mejor mármol —creo que han adquirido un trozo de Carrara, traídoespecialmente de Italia para este caso— cayó definitivamente sobre la últimamorada del difunto. Los deudos, parientesy amigos del hombre a quien habían enterrado allí, se dispersaban rápidamentecon una fingida lentitud que no lo era en el fondo, porque cada cual deseabavolver a sus quehaceres y terminar la ceremonia.


Bolsilibros - Servicio Secreto 483. Te veré en la morgue (2ª Ed.), de Donald Curtis

Novela, Policial

—Estoy convencido, Wynter. Ella me engaña. Hace tiempo que me engaña, lo sé. Y quiero descubrirla de una vez para siempre. 
Eddie Wynter no, respondió de momento. Se limitó a extraer humo de su cigarrillo, expeliéndolo después en lentos cercos que parecían reptar hacia el techo de la oficina. 
—¿En qué se funda para crear eso? —preguntó al fin—. Linda parece una buena chica. 
—Posiblemente lo sea. Pero me esconde algo. Y las chicas como ella tienen un concepto muy ligero del matrimonio, usted lo sabe. 
—No comparto su criterio, Lamont. Las chicas de teatro podrán tener sus defectos, como todo el mundo. Pero no todas son como usted las imagina.


Bolsilibros - Servicio Secreto 484. El hampa se enfrenta, de Alf Regaldie

Novela, Policial

Los maravillosos ojos claros de Lya Wren se posaron con expresión humorística en Clayton Wolf, que se había levantado de su asiento y que paseaba arriba y abajo. 
La joven pidió con acento suplicante: 
—Sé bueno, Clay, y cuéntame algo. Tengo perfecto derecho a escribir mi libro, ¿lo entiendes? 
—Me parece bien que lo escribas, pero no te metas en algo que no conoces y que indudablemente es terrible… 
—Pero…


Bolsilibros - Servicio Secreto 485. Los poseídos, de Donald Curtis

Intriga, Novela, Policial

Marty Kellog detuvo, su automóvil, un descapotable pequeño, azul y blanco, a la entrada de la ciudad. Había allí un parador de carretera. Un hombre de mono azul celeste, salió a atenderle. Kellog pidió una cerveza bien fría y unos informes. Le sirvieron ambas cosas. La cerveza, helada. Los informes, con palabras rápidas y como disparadas por una ametralladora. Dio el dinero por la cerveza y las gracias por los informes. Luego, puso en marcha el motor y penetró en la ciudad.


Bolsilibros - Servicio Secreto 488. Rojo es el asfalto, de Donald Curtis

Intriga, Novela, Policial

Dejó atrás el control de entrada a Junction City. Era igual que haber cruzado una frontera o una divisoria territorial. Lugar gracioso, pensó el mocetón rubio y fornido que era Max Drury, antiguo detective y actual «sin trabajo». Sus ojos, de un azul frío y duro, estudiaban las calles amplias, pulcras y bien trazadas de la población. Los edificios, los numerosos anuncios de cabarets y clubs nocturnos, salas de juego y teatrillos de espectáculos poco edificantes. Aquello era peor que Las Vegas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 495. ¡Silba, muerte, silba!, de Donald Curtis

Novela, Policial

Una novia, a las puertas de la iglesia donde va a casarse ve como su prometido cae muerto a causa de un balazo de procedencia desconocida, y procede a buscar y ejecutar a los componentes de una reunion de la que sospecha surgio el disparo. En la novela de Curtis es una joven la que muere al caer, borracha, desde un atico en que se celebra una fiesta. El supuesto novio de la chica es testigo de su muerte, y, al tiempo, algunos de los componentes de esa fiesta comienzan a morir en extrañas circunstancias y dicho novio no aparece donde se le busca. Se da la circunstancia de que antes de esas muertes alguien oye silbar una tonada similar, de procedencia desconocida. Este detalle nos lleva a pensar que quizas se trate de otro homenaje a Irish- Woolrich y su novela La serenata del estrangulador.


Bolsilibros - Servicio Secreto 498. Niebla, de Donald Curtis

Novela, Policial

Hacía muchos años que no veía todo aquello: el Golden Gate, la Bahía, Alcatraz con sus cercos de gaviotas en derredor… 
En un tiempo, habían sido imágenes familiares, cosas de cada día. Ahora, no. Eran como retazos de recuerdos, salpicaduras del pasado en la memoria. Frisco no cambiaba. Pero él sí había cambiado. Siempre se cambia, después de una ausencia tan larga. 
Dave Murdock suspiró, apartándose de la borda del trasatlántico que le devolvía a su tierra. Encendió un cigarrillo, caminando por la cubierta con aire pensativo. 
No era como aquellos turistas que llegaban de Oriente y se embelesaban ante las maravillas de la costa californiana. Él no era sino uno que regresaba. Y para el que vuelve, durante un segundo, todo es prodigiosamente nuevo. Al momento siguiente, todo es increíblemente viejo, familiar, aburrido.


Bolsilibros - Servicio Secreto 500. La vorágine, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

No había sido difícil.Apenas unos momentos, unos cortos minutos de angustia, esperando el fracaso de su intento, y con ello el desastre definitivo, y allí estaba ahora. Libre.¡Libre! Era una palabra tan asombrosa. Sintió ganas de echar a correr, unas alas invisibles se agitaban a sus pies, aguijoneándola a lanzarse a la carrera pero no lo hizo. Tuvo serenidad. Sabía que una simple precipitación, un paso en falso, lo echaría todo a perder.


Bolsilibros - Servicio Secreto 501. ¡Señores del jurado!, de Clark Carrados

Novela, Policial

El caso había causado verdadera sensación en todo el ámbito nacional, lo mismo en el momento de producirse el homicidio que en el actual en que iba a juzgarse al homicida. A diario se vertían torrentes de tinta, relatando los menores detalles del hecho, las declaraciones del fiscal, del defensor, del juez y hasta de cualquier persona que más o menos remotamente hubiera podido tener un mínimo de relación con los principales actores del caso: la víctima y su homicida.