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Bolsilibros - Servicio Secreto 506. Morir es complicado, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

—Su salud es a prueba de bomba, mi querido amigo —rió jovialmente Cameron Price, terminando el examen—. Puede seguir tranquilo, sin necesidad de recurrir a mí.—Lo suponía, doctor Price. —Paul Garland se abotonó la camisa, incorporándose de la mesa donde había sido examinado cuidadosamente—. Pero Lori es aprensiva. Ya sabe cómo son las mujeres, especialmente cuando tienen demasiado dinero. Le asustan a uno, por una simple jaqueca o un resfriado.—Sí, lo comprendo. —El médico rió, agitando una mano en forma significativa—. Yo tengo muchos clientes de ese estilo, Garland. La mayoría prefieren que les diga que padecen algo, de nombre interesante, a poder ser, y les mande unos comprimidos, para presumir de dolencias en sus reuniones. Así es el mundo.


Bolsilibros - Servicio Secreto 511. No soy un pistolero, de Clark Carrados

Novela, Policial

Estaban presentes el alcalde, el fiscal y, naturalmente, mi jefe, el Comisionado Hankins. Éste, detrás de su mesa; los otros dos uno a cada lado, flanqueándolo como para recordarle que no debía usar conmigo de debilidad alguna. 
Hankins me miró. Carraspeó. 
—¡Ejem! Lo siento, Moran; no puede seguir perteneciendo al Departamento. 
—Entiendo —murmuré sin amargura—. Mi fama, ¿eh? 
—Así es —dijo el Comisionado—. Repito que lo siento, pero últimamente los periódicos se han metido mucho con nosotros… por culpa suya, Moran. 
Estaba a punto de estallar, pero supe contenerme.


Bolsilibros - Servicio Secreto 512. Ejecución, de Donald Curtis

Novela, Policial

—Dennis Howard… 
—Muerto. 
—Fred Clarence… 
—Muerto. 
—Hamilton Banbury… 
—Muy grave. Sin esperanzas. 
—Stephen Broddell. 
—Muerto. 
—Nelson Matthews. 
—Grave. Mutilación de una pierna. Pérdida de un ojo. 
—David Coleman. 
—Muerto.


Bolsilibros - Servicio Secreto 515. Enigma para Sally, de Donald Curtis

Novela, Policial

Kervin Donovan estaba satisfecho. 
Siempre era agradable dar por resuelto un caso. Y un caso con chantaje, secuestro y homicidio final. Un bonito asunto para enviar a alguien a la silla eléctrica. Kervin Donovan sabía ya a quién se tenía que sentar en el feo artefacto metálico de la Prisión del Estado. 
Con un suspiro de alivio y de satisfacción, volvió la carpeta donde archivaba su caso. Era como un símbolo aquel carpetazo. Cierre final. Asunto resuelto. 
Resultaba asombrosa una solución tan rápida. No es que llevara poco tiempo con el asunto. El chantaje inicial databa de casi dos meses antes. Luego, ocurrió lo del secuestro. Posteriormente, el homicidio. Aunque acaso, atendiéndose a una rigurosa técnica legal, los jurados y juez opinaran que era un asesinato en primer grado. Pena de muerte inevitable para el acusado.


Bolsilibros - Servicio Secreto 525. La muerte se viste de seda, de Donald Curtis

Novela, Policial

Roy Pearson dio varias vueltas a la papeleta impresa que acababan de entregarle. Era una citación. Y según rezaba allí, para presentarse ante el honorable juez Markham, para un acto de conciliación con su esposa. Roy no tenía motivo alguno para reconciliarse con Milly. En primer lugar, porque ni siquiera había existido disgusto previo entre ellos. Al parecer, ella no era de la misma opinión. Y el motivo de la citación, estaba allí consignado con total claridad.


Bolsilibros - Servicio Secreto 527. El miedo y la furia, de Clark Carrados

Intriga, Policial, Novela

Hacía calor.Era un calor húmedo,pegajoso, sofocante, que provocaba torrentes de transpiración aun no efectuandoel menor movimiento y que anunciaba la inminencia de una tormenta. La ventana estabaabierta de par en par, pero no entraba por ella el menor soplo de aire. Lascortinas de muselina barata pendían lacias, inmóviles. Estaban tan inmóvilescomo el hombre que, con excepción de un pequeño «slip», yacía desnudo sobre lacama. No dormía. Estabadespierto, y sus ojos se fijaban tenazmente en el agrietado techo de lahabitación.


Bolsilibros - Servicio Secreto 531. Si muriese al amanecer, de Donald Curtis

Novela, Policial

Martin Rice apretó los labios. Sus dedos estrujaron la carta. Imaginó un bonito titular, que podría cubrir una edición especial del “Daily Clarion” aquel mismo día: “¡Carta póstuma del condenado! La voz del muerto, clama inocencia desde su tumba”. Y luego, un aumento de sueldo posiblemente. Y las felicitaciones de sus compañeros, del director, de todo el mundo… Rice tuvo una mueca amarga. Nadie le podía impedir hacerlo, auparse unos escalones más en su senda profesional. Cualquiera de sus compañeros hubiese dado dos años de sueldo por una carta como aquella. Y él la tenía. Allí, entre sus dedos. Bastaba llevarla al fotograbado, reproducirla a toda plana, rodearla de una orla negra y ponerle titulares rojos. Eso siempre gustaba. El rojo y el negro son colores que gustan a la fiera. Y el público es esa fiera. Insaciable, voraz, cruel y repelente…


Bolsilibros - Servicio Secreto 534. Caliente es mi sangre, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

La mano cayó sobre su boca. Luego, sobre la nariz.Chorreó sangre, y el paladar sintió el salobre, viscoso gusto. Sacudió la cabeza, justamente cuando recibía otro bofetón tremendo. Ahora le alcanzaron en la sien, y su cabeza se llenó de zumbidos, luces y punzadas lacerantes.—Dejadlo —dijo alguien.Jack Mulligan le agradeció eso a aquel alguien. Le parecía que era el capitán Bakers, pero no estaba seguro. No podía estarlo de nada. Uno de los golpes le había partido la ceja y también de allí salió sangre, cegándole. No veía nada. Y los oídos, sólo parecían útiles para registrar zumbidos enloquecedores.


Bolsilibros - Servicio Secreto 537. Pasaje para la tumba, de Clark Carrados

Novela, Policial

Estaba solo. Había despedido a mi secretaria y me había parado en pie ante la ventana, contemplando el magnífico espectáculo del ocaso sobre Manhattan, cuando los últimos rayos del sol poniente se confunden con los primeros chispazos en tecnicolor de los anuncios luminosos. Una leve neblina se elevaba del cauce del Hudson, motivada por el sofocante calor que había hecho durante el día y que no parecía tener trazas de disminuir en las horas nocturnas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 542. Los ojos de las serpiente, de Charles Mitchell

Novela, Policial

El jueves, al salir de su oficina, Jerry Logan vio a una rubia estupenda paseando por la acera. 
Jerry se echó hacia atrás el sombrero, silbó, se ofreció galantemente para prohijarla, y la rubia, poniéndose unas gafas negras, dobló la esquina. 
El viernes, al ir a entrar en un drugstore a comprar cigarrillos al otro extremo de la ciudad, volvió a encontrarla mirando un escaparate de ropas interiores. Era una casualidad, y antes de espantarla nuevamente, se dedicó a contemplarla con arrobo. Vargas, para su célebre calendario de la «Coca-Cola», no hubiera encontrado una modelo con unos perfiles más de reglamento.


Bolsilibros - Servicio Secreto 552. Muñecas siniestras, de Donald Curtis

Novela, Policial

¿Qué significaban aquellas MUÑECAS SINIESTRAS que llevaban la muerte por de pasaban? ¿Quiéra tenía interés en apoderarse de ellas, y por qué? ¿Podría Dick Travers, un alcohólico, enfrentarse a la policía y a los asesinos, solo. en la ciudad tropical, y sin ayuda ni fe de nadie?... 
¡Tenía que luchar porque una de las MUÑECAS SINIESTRAS estaba en poder de la persona amada... y ésta tenía los minutos contados!


Bolsilibros - Servicio Secreto 559. Red escarlata, de Donald Curtis

Novela, Intriga, Policial

—No sé si tendré valor para hacerlo, Paul. —¡Es necesario, Eva! ¡Tienes que hacerlo! —Resulta fácil ordenarlo, Paul. Dirigirme a distancia, decirme lo que tengo que hacer. Pero lo terrible es hacerlo. Llevarlo a la práctica. El hombre entornó los ojos. Éstos eran grises y fríos. También eran duros. Se encogió de hombros, tras una pausa que destinó a estudiarla a ella. Y dijo: —Alguien tiene que dirigir. Y siempre existe el que realiza, el que hace posible que lo proyectado tenga forma. Yo soy el cerebro, Eva. Tú, mis manos. Haz que éstas actúen. Confío en ellas, igual que confío en mi propia inteligencia. Esto hay que hacerlo, Eva. ¡No tenemos más remedio!


Bolsilibros - Servicio Secreto 561. Margarita negra, de Clark Carrados

Intriga, Policial, Novela

Todo empezó con un tropezón; un encuentro involuntario, pero de cierta violencia, lo cual provocó la caída del bolso de la dama, al suelo.Normalmente, esto es una cosa que suele ocurrir con alguna frecuencia cuando uno lleva prisa, porque el que camina delante la tiene mayor todavía. Si a ello le añadimos la transitada entrada de unos grandes almacenes en la hora de mayor afluencia de clientela, tendremos que el incidente, bien mirado, carece en absoluto de importancia.Estábamos, pues, en que había tropezado con la dama. Yo no la vi, francamente, y eso que era una mujer que detonaba a mil leguas de distancia. Alta, cimbreante, de una delgadez casi increíble, pero sin la menor huella de huesos en su exterior, poseía unas enormes pupilas verdes que relucían como fuego hecho de esmeraldas, y un cabello de un tono negro, del que un cuervo se habría sentido, y con razón, terriblemente envidioso. Su boca era una pincelada roja en un rostro blanquísimo, pero bajo el cual se adivinaba, no obstante, latía una sangre cálida y ardorosa.


Bolsilibros - Servicio Secreto 565. Hampa brillante, de A. Rolcest

Intriga, Policial, Novela

El inspector de policía americano Fadner llega a Roma de vacaciones junto con su mujer. Allí se encuentra con el agente del FBI Travis Wick y la pintora Gladys Blair. La esposa sospecha que entre los dos hombres hay algo más que amistad y que su marido en realidad ha venido a Roma en misión secreta. Por la noche, las dos parejas acuden a un club nocturno. Allí actúa una bailarina llamada Yona, a la que Travis conoce desde hace tiempo.A la mañana siguiente Fadner y Travis se van en coche sin indicar su destino. La policía italiana encuentra el coche con los dos hombres asesinados a bordo.

Unos días después llega a Roma el periodista americano Jeff Rayner para investigar la muerte de los dos hombres. Jeff era amigo personal de Travis Wick y también conoce a Yona.


Bolsilibros - Servicio Secreto 568. Dólares y balas, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Medio millón de dólares obtenidos de forma criminal. Cinco bandidos queriendo su parte del botín.Augie hace creer a los bandidos que Ofelia, antigua compañera de Augie, fue encargada de repartir el dinero, pero no estaba en su poder. Para así vengarse de su antigua amante. Ofelia contrata al abogado Jerry Braxton para ayudarla a convencer a los bandidos de que nada sabía de ese dinero. ¿Podrá librarse de las amenazas?


Bolsilibros - Servicio Secreto 569. Reportaje para el crimen, de Donald Curtis

Novela, Policial

Un hombre enamorado, un hombre que desafía el poder familiar para acudir a una cita que significa la mayor decisión de su vida..., ha sido muerto por alguien. El robo no se cuenta entre las teorías predilectas de la policía. No era un hombre rico. En su bolsillo se había encontrado su dinero, poco más de trescientos dólares, seguramente toda su pequeña fortuna, reunida para arrostrar la gran aventura junto a su amada. ¿Quién tuvo interés en eliminar a Tony Ganner la víspera de Navidad? ¿Y por qué? Dos preguntas difíciles de responder, Un tortura mental para Janis, su prometida. Una incógnita para la policía. Y para Dan Rogers, el joven periodista que tanto había luchado por esclarecer la ausencia de Ganner primero, y su extraña muerte después. Ella había esperado hasta las ocho en el estribo de un tren. Le había creído un cobarde, imaginó lo que no era. Mientras tanto el hombre a quien había esperado, estaba muerto en un oscuro callejón vencido por la muerte, sobre el volante de su coche, cuando iba a su encuentro. Una tensa historia de intriga, con extrañas muertes aparentemente sin motivación, pero que trascurre en un delirante carrusel de fuertes emociones, que explotan con gran violencia, en el sorprendente final, obligado en toda buena narración de suspense.


Bolsilibros - Servicio Secreto 570. Vendaval en Laos, de A. Rolcest

Novela, Policial

Antes de meterse en la callejuela, todavía se volvió una vez más para embelesarse en aquella inmóvil explosión de cerámica multicolor que se reflejaba en las aguas del Menam. 
El Vat Arun, el «Templo de la Aurora», encaraba al sol sus ochenta metros de mosaicos. Un gigantesco vigía de oro y pedrería, ardiendo en una orgía de colores.


Bolsilibros - Servicio Secreto 572. La chica del calendario, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

La chica del calendario era para mí una obsesión. El calendario estaba situado en la pared frontera a mi mesa de despacho y cuando no tenía que hacer, que solía ser las más de las veces, me pasaba las horas muertas contemplándolo. Por supuesto, tenía mucho que contemplar. Merecía la pena perder, no una hora, sino diez diarias en mirar el calendario. Era muy sencillo y sin estridencias. La chica estaba retratada en una postura indolente, más no excitante en modo alguno, como si el fotógrafo la hubiera sorprendido en un momento de reflexión a solas. Además, estaba vestida de pies a cabeza.


Bolsilibros - Servicio Secreto 573. ¡Ella sabe demasiado!, de Donald Curtis

Intriga, Novela, Policial

—¡Vera, ponme un café bien cargado! Y un sandwich caliente. —Lo siento, Fred. Tendrás que conformarte con un sandwich frío. Es muy tarde. Ya debería de haber cerrado hace más de un cuarto de hora. —Está bien, Vera. Dame lo que tengas. No soy exigente —sonrió el cliente—. Con tal de que el café ruedas servírmelo… —Por ser para ti, lo haré. Pero, otra noche, procura venir antes. —Lo siento, querida. El camión sufrió una avería, en la carretera. Una nadería, pero perdí casi veinticinco minutos con él. Espero que no vuelva a ocurrir. —Yo también. Con esa nevada, es mejor llegar al parador, y tomar el café caliente. Espera un momento…


Bolsilibros - Servicio Secreto 576. Duerme para siempre, de Donald Curtis

Novela, Policial

La pistola se apoyó en su sien. Era automática. Del nueve largo. 
—Vamos, Kirby. Sin hacer aspavientos, ¿eh? 
La pelirroja del seno agresivo, quiso chillar. Todas quieren gritar en casos así. Él la hizo callar, aplastando la mano contra su boca. Se llenó de rouge. Pero ella no gritó. 
—Quieta, muñeca —dijo—. No es para tanto. 
El de la pistola miró alrededor. No le gustaba que la cosa se prolongara. Podía entrar alguien en el reservado del Palladium.