Cuando el humilde contable Arnolph Arquíloco reunió en su particular ordenación moral del mundo a todas las personalidades que él consideraba como contundentes modelos éticos (el presidente de la nación, el obispo de los neopresbiterianos primitivos, el jefe de la empresa en la que trabaja…), no podía ni imaginar el cambio radical que un anuncio en la prensa iba a provocar en su mediocre existencia. Y es que si el simple y escueto «Griego busca griega» insertado en la sección «contactos matrimoniales» iba a depararle una estupenda joven, de repente esta nueva relación iba también a abrirle las puertas de un mundo inalcanzable unas horas antes. Sorprendentemente ascendido a director general de las Industrias Petit-Päyssan, y poco después nombrado secretario mundial de la Iglesia neopresbiteriana primitiva, Arquíloco se codeará, a partir de este momento, con todos sus modelos éticos, y pasará, sin saber muy bien cómo, a ser él mismo un pilar de la sociedad.
Guinda es una joven inquieta y rebelde, con la agresividad propia de quien ha tenido que sobrevivir sola desde la adolescencia en un ambiente extremadamente hostil: un barrio marginal de la gran urbe dominado por la delincuencia, la violencia y la droga, espoleado además en los últimos años por el fenómeno de la inmigración. Ella sueña con marcharse a otro lugar para ser otra, pero la realidad es que, del mismo modo que un animal pertenece a su hábitat, la jungla donde ha nacido y crecido constituye la única referencia de su identidad. Se encuentra atrapada, no es más que un producto de ese mismo submundo que tanto aborrece.Sin embargo oculta un secreto: nadie sabe de sus estudios ni de su afición a la lectura. En ella cohabitan dos almas antagónicas y en apariencia irreconciliables: la loba frente a la mujer soñadora y sensible. Esta marcada ambivalencia constituye el rasgo más característico de su personalidad.Un día la casualidad, o la causalidad del destino, hace que su más admirado escritor (menos afortunado de lo que ella cree) se instale provisionalmente en el mismo edificio donde ella reside. Tras un accidentado comienzo, ambos acaban viviendo un apasionado romance. Pero Guinda pronto se verá envuelta sin pretenderlo en una truculenta trama que desembocará en una tragedia que convulsionará el barrio entero. La fatalidad la hundirá en un primer momento en la desesperación. Sin embargo el amor habrá hecho su trabajo y dejará su huella indeleble: abandonará por fin el barrio e iniciará una nueva vida. Nada habrá sido en balde, porque ella ha sido transmutada por la experiencia amorosa. Es el triunfo del amor sobre la muerte.
Hans Fallada, el escritor que con mayor objetividad, pero con mayor crudeza y más intimidad, nos trazó el retrato de la sociedad alemana de la primera post-guerra, obligado a permanecer en Alemania durante la época hitleriana, soslayó en todo momento, en sus últimos escritos, cualquier alusión a la ideología política nazi. Sin embargo, no pudo sustraerse a los imperiosos «diktats» que alcanzaban también el campo de las letras. Fruto de ese «dírigismo» literario es este «Gustavo el férreo», en el que el autor realiza una verdadera filigrana para eludir la apología política. El autor centra la acción de esta novela en el período 1918-1930, durante el cual Alemania —con su cohorte de cuatro millones de parados— luchaba tesoneramente por encontrar de nuevo su personalidad. Y esa agitación histórica nos la proyecta Hans Fallada alrededor de la figura de Gustavo Hackendahl, un cochero de punto berlinés, hijo del pueblo, en torno al cual gravita un mundo de sentimientos y pasiones magistralmente descrito.
Génie la loca , que fue toda una sensación literaria en Francia a finales de los años setenta, es una novela poderosa, bellísima, y un canto muy singular al amor de una hija, de una niña, por su silenciosa madre. Gracias a la contención de su escritura y la crudeza de su argumento, este libro ha sido considerado como una de las cumbres de la literatura francesa posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Rodeada de viñedos, granjas y oscuras cocinas, Marie espera a su madre. Cuando no la espera, corre detrás de ella por caminos polvorientos y campos de labor. A su madre la llaman Génie la loca, y es la «oveja negra» de una buena familia; una madre convertida, para su desgracia, en mujer «para todo», poco más que una trabajadora agrícola que lucha contra el mundo en medio de un silencio propio y, en apariencia, indestructible. Génie es una figura misteriosa e inaccesible a la que Marie, su hija, sigue incansablemente, soñando con hacerla sonreír algún día.
Ésta es la historia de un crimen público que nadie condena, pero cuyas víctimas (femeninas, por supuesto) soportan la carga de la vida en un mundo durísimo. A pesar de algunas miserias, nada puede compararse al amor que une a estas dos mujeres. A pesar de la vida, a pesar de la tragedia.
Desde que Hailey empezó a trabajar en Templelate muchas cosas han sucedido. ¿Qué paso en sus primeros veintiún días? ¿Qué ocurrió con Adams? Tres semanas en las que Hailey pudo conocer mucho mejor a Nick, tener algún que otro encuentro con Eric y en las que tuvo que adaptarse a su nuevo trabajo. Todo ello contado de una manera muy especial porque ¿quién no ha escrito alguna vez un diario?
Un viaje. Dos triángulos. Tres voces. Una vuelta de tuerca matriarcal a la road movie: padre e hijo salen a la carretera juntos, por primera y quizás última vez; mientras la madre toma la palabra y emprende por sí misma una segunda exploración, incluso más arriesgada. Lito acaba de cumplir diez años y sueña con camiones. Mario está enfermo y tiene deudas con su memoria. Antes de que sea tarde, ambos inician un decisivo viaje en el que compartirán mucho más que tiempo y espacio. Acosada por la idea de la pérdida, Elena se sumerge en una catártica aventura capaz de desafiar sus límites morales. Adicta a la lectura, no dejará de toparse con su propia vida en los libros, o viceversa.
Halma es una novela publicada en el otoño de 1895, dentro del ciclo espiritualista de las Novelas españolas contemporáneas. Había sido concluida en su casa santanderina de San Quintín, en octubre de ese mismo año. Recuperando el personaje de Nazarín lo confronta y alía con Catalina de Halma, otro más en la galería de personajes-héroes movidos por un puro y elemental ideal cristiano, junto a la Benina de Misericordia y a Ángel Guerra (tras su conversión).Galdós prescindió en esta novela de los escenarios suburbiales de la capital de España que sirven de fondo a Nazarín y Misericordia. El marco de la acción, sencillo y muy teatral, es el caserón familiar de Pedralba, lugar ficticio de la geografía literaria del novelista, escondido, como Orbajosa, en las entrañas de la España profunda. También son escasos los personajes que sostienen la trama: la aristócrata Catalina, viuda de un diplomático alemán tras un breve matrimonio; Urrea, primo de Catalina; Nazarín y Beatriz (que casi en un traslado literario-espacial llegan desde la novela de Nazarín); el sacerdote Manuel Flórez, al servicio del Marqués de Feramor y digno representante del dogma y el tradicionalismo católicos.
Érase una vez un hombre que quería convencer a su hijo de las ventajas de estudiar en la Universidad de Harvard. Y le contó una especie de fábula; la historia de su paso por el campus; en realidad, lo que le sucedió un caluroso verano, allá en los años setenta, mientras se preparaba para los exámenes finales del curso de doctorado. Cierto día se le ocurrió entrar en un cafetín de ambiente afrofrancés y allí se topó con un personaje realmente singular, un tunecino extravagante, vestido como el Che Guevara, que estaba esperando que le concedieran el permiso de residencia, trabajaba de taxista, despotricaba contra todo y se acostaba con todas las mujeres que se le ponían a tiro. «Harvard Square» cuenta la historia de una amistad entrañable, desgarradora, divertida y conmovedora entre dos hombres contrapuestos: un judío y un árabe, un erudito y un pícaro, un tímido y un tipo más listo que el hambre, un hombre con porvenir y un hombre sin nada más que «mi taxi, mi nabo y mi dignidad». Los dos tienen el mismo pasado, se identifican y se oponen, y su relación obliga al protagonista a replantearse continuamente quién es quién y sobre todo quién y qué es él. Pero es también una historia al modo de Proust sobre el paso implacable del tiempo, sobre la recuperación de la identidad y sobre la nostalgia de un pasado que nos ha construido mientras huíamos de él. La novela se cierra con un bellísimo mosaico de fantasías y recuerdos que evocan la juventud perdida, el barco de Bizancio, del célebre poema de Yeats, que ya no puede abordarse. Escrita con una gran sensibilidad, con un estilo lleno de sutilezas y una notable capacidad para la introspección, «Harvard Square» es la tercera novela de André Aciman y sin duda se encontrará en ella mucho de autobiográfico.
Este relato-testimonio es una obra innovadora que la crítica ha saludado como una aportación fundamental no sólo a nuestra memoria colectiva, sino también a las nuevas maneras de narrar. Los trabajos y los días, las pasiones y los sueños de una mujer humilde que recorre los grandes sobresaltos de nuestra historia contemporánea. Hasta no verte Jesús mío es a la vez historia y relato, documento y creación. El de Jesusa es uno de los grandes personajes literarios de nuestro tiempo.
Rina, Julia, Miriam, Sofía, Susy, Diana, Beatriz, Mary y Lili: nueve mujeres, nueve formas de entender el mundo. Las historias encadenadas que componen esta novela peinan a contrapelo la literatura hecha para mujeres a fi n de posicionarse como literatura hecha por mujeres. Por mujeres que en su día a día tiñen lo cotidiano con los tonos del amor, del desamor, de la pérdida, de la amistad, de la soledad, de la monotonía que se impone como marco salpicado con destellos de gracia. Y es que Margarita García Robayo hace de su escritura un instrumento capaz de rastrear en los detalles mínimos aquello que sostiene el andamiaje de un universo entero.
«Una cálida tarde de septiembre de las postrimerías del siglo XIX, una muchacha atravesaba los límites de Hampshire camino a Heatherley. Llevaba un vestido de lana marrón y un gorro de piel de castor adornado con dos pequeñas plumas de avestruz. Lo último en ropa para el campo.» Esa muchacha es Flora Thompson, Laura en la ficción, y el pueblo al que se dirige, Grayshott, donde Flora se estableció en 1898 como encargada de la oficina de correos. Allí la esperan los siniestros Hertford, sus patronos; clientes tan distinguidos como Arthur Conan Doyle o Georges Bernard Shaw, asiduos usuarios del telégrafo local; o la coqueta boutique de madame Lillywhite («sombrerería, sastrería y préstamo de libros»), donde Laura de vez en cuando puede permitirse adquirir nuevas lecturas. En plena era de la humilde bicicleta, de las primeras fotografías Kodak y de las escandalosas suffragettes, Heatherley es un nuevo capítulo en la vida de la serena e independiente Laura, una ratoncita de campo —como la llaman sus modernos amigos fin de siècle— cuyo hábitat natural siempre fueron los bosques y la naturaleza silvestre que conocimos por primera vez en su maravillosa Trilogía de Candleford.
Rafael Montoya «Catalán» es el líder de la organización criminal más importante del Campo de Gibraltar --de toda España, en realidad--. La guerra que le ha declarado a su clan el comisario Fernando González le está obligando a retroceder terreno en un escenario en el que, poco a poco, va perdiendo el respaldo que le daba el pueblo de La Línea de la Concepción.
Deberá moverse con rapidez e inteligencia antes de que salga en libertad Miguel Montoya; su problemático hermano pequeño. Los coches de lujo, las narcolanchas, los restaurantes, las drogas, las mujeres, la alargada sombra de Camarón y Paco de Lucía, la omnipresencia del peñón; todo puede acabar sepultado bajo la arena que los vientos traen de las playas donde se descarga la más rentable de las mercancías.
Esta novela esconde una carta de amor encubierta a una comarca de contrastes al sur del país donde conviven las urbanizaciones residenciales más exclusivas con los barrios marginales donde se toman las decisiones logísticas del 70% del hachís que entra en Europa. Vuelcos, ajustes de cuentas, corrupción política y una historia de amor que podrá desestabilizar las relaciones entre los distintos clanes de la droga se fundirán en el estrecho de Gibraltar como se unen el Atlántico y el Mediterráneo en este lugar único.
Han pasado cuatro años desde que la organización de Catalán fuera disuelta por las Autoridades. Pero el tráfico de drogas no se detiene nunca. Y todo vacío en el trono del reino del narco desembocará irremediablemente en una lucha encarnizada por el poder. Como las algas asesinas, los clanes criminales extranjeros han invadido la arena de las playas. De entre todas las organizaciones, destaca la de Omar el Santo, quien aspira a ocupar el trono que Catalán dejara vacío.
La policía y la guardia civil piensan que la situación es insostenible, y que el menor incidente puede hacer explotar una cruenta guerra en las calles. El secuestro del hijo de la Muda, la jefa del clan que gobernaba el Estrecho de Gibraltar en los años noventa, puede ser la cerilla que prenda fuego a la guerra que está por estallar.
Por su parte, Darío del Valle se ha convertido en el chico de los recados para las mafias del Estrecho. Contrario a sus deseos, como enlace de todas las bandas, se verá obligado a tomar partido en una guerra que le es indiferente.
En un ambiente de desconfianza tan hostil, todo está a la venta: la información, las influencias, la lealtad. Incluso el amor. Todo el mundo sabe que los clanes implicados harán lo necesario para sobrevivir en la asfixiante guerra, cuyos damnificados serán los de siempre: los de abajo.
Hemos perdido el sol comienza con la separación, en la primera estación alemana, de un joven matrimonio de emigrantes españoles. Por un error burocrático, el marido es destinado a Hamburgo, y la mujer a Munich. Se bifurca la acción desde este momento. Exactamente, es como un río que se partiera en dos al penetrar en una región montañosa. Cada brazo sigue un curso, recogiendo afluentes en el camino y deteniéndose en meandros peligrosos, hasta que ambos vuelven a fundirse en el momento de perderse en el mar.
En noviembre Rita siempre se maldice a sí misma: un año más, y ya van unos cuantos, ha sido incapaz de decir que no a la cena de Navidad. Otra vez tendrá que organizarla.
Mientras la mayoría de la gente se marca propósitos de año nuevo ambiciosos, con objetivos que cambiarán sus vidas para siempre, Rita tiene que conformarse con decir que no a la siguiente cena de Navidad. Pero cada año fracasa, y lo que empezó hace tiempo siendo una excepción se ha convertido en una costumbre, y la costumbre en una tradición inamovible.
Cada Navidad la familia de Rita se encuentra en la casa del valle, el último refugio familiar, donde se reúnen todos: el cuñado, la hermana, los niños y Palmira, que durante muchos años trabajó con la familia y que ahora es, un poco, la voz de los padres muertos, de la voluntad olvidada.
Cuando Amy Stewart se topó con un artículo de 1914 que contaba cómo el coche del propietario de una fábrica había embestido la calesa en la que viajaban las hermanas Constance, Norma y Fleurette Kopp, y la manera en que la disputa por los daños causados había derivado en una escalada de amenazas y disparos, que terminaría con Constance convertida en ayudante del sheriff , este captó de inmediato su interés.
La absoluta falta de información sobre sus protagonistas se convirtió en un incentivo más para que la autora, tras bucear en un intrincado universo de certificados de nacimiento, testamentos y escrituras, percibiera enseguida que las lagunas de esa fascinante historia pedían a gritos escribir una novela. Y así lo hizo.
«Constance Kopp, la enérgica heroína de Una chica con pistola, está hecha de la misma pasta que los grandes personajes de las novelas policiacas. Una mujer formidable, tan capaz de empuñar sin miramientos el revólver para atrapar a un criminal, como de soltar un exaltado alegato en favor de la condición de las mujeres».
Washington Post
El hermano mayor, conductor de VTC, pasa once horas al día encerrado en su «carlinga», conectado siempre a la radio y pensando sobre su vida y sobre todo lo que le aguarda más allá del parabrisas.El hermano pequeño se marchó a Siria meses atrás, movido por su idealismo: lo contrató como enfermero una organización humanitaria musulmana, pero no han vuelto a saber de él. Y su silencio atormenta a su padre y a su hermano, aferrados a una pregunta sin respuesta: ¿por qué se marchó?Una noche, alguien llama al interfono: el hermano pequeño está de vuelta.
Heroínas de Federica Montseny, en el que se aúnan la faceta política (en su vertiente anarquista) y la feminista, publicada sin fecha en La Novela Libre, traza la historia de María Luisa Montoya, una joven maestra racionalista que, ante los acontecimientos revolucionarios de Asturias en 1934, se transforma en cabecilla de un grupo de milicianos guerrilleros. Junto con el didactismo político-social característico de la literatura de ideología anarquista, Montseny crea un icono de la mujer revolucionaria que rompe radicalmente con el discurso decimonónico de la domesticidad, aún dominante entonces en España a pesar de los nuevos horizontes de modernidad que, si bien tímidamente, se habían ido abriendo para las mujeres, especialmente desde el fin de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, se pone de manifiesto la dificultad de articular representaciones de la mujer genuinamente rupturistas en la esfera política, de modo que la subversión de modelos femeninos tradicionales convive con la pervivencia de una caracterización de su protagonista que perpetúa estos mismos modelos.
“¿Era Natalia objetivamente tan hermosa como su madre suponía? ¿Cómo era, en realidad, su hija?, se preguntaba Esmé” Guido y Esmé son un matrimonio joven y tal vez idealista cuando una dictadura atroz se instala en la Argentina y empieza a diezmar a otros tan jóvenes como ellos. Aunque no son militantes, con la muerte de la hermana de Esmé como detonante, deciden partir al exilio. Los espera un París que para ellos está lejos de ser una fiesta: como tantos otros latinoamericanos, ahora son sudacas. A fuerza de pequeños negocios, siempre en el límite de la legalidad, consiguen sobrevivir. Unos años después, la pareja regresa al país y comienza la búsqueda de un embarazo que no resulta fácil. Cuando finalmente logra concebir y parir a Natalia, Esmé siente que no hay en el mundo otra más bella, más inteligente, más maravillosa. Pero pronto aparecen algunas señales en el carácter de su hija que resultan confusas al principio, para volverse luego aterradoras. Ana María Shua alterna la historia inquietante de una madre y su hija con el diario de construcción de esa historia. En ambos, realidad y ficción resultan dos caras de la misma prodigiosa moneda. Hija es, sin lugar a dudas, una de las mejores novelas de una de las mejores escritoras argentinas contemporáneas.
Pasiones en la India. Virmati tenía su destino decidido por su familia, pero se enamora de un deslumbrante profesor de literatura y filosofía recién llegado de Oxford y se rebela contra las tradiciones con la fuerza que le da la pasión. La India, entretanto, sigue con atención los acontecimientos en Europa y se prepara para su propia revolución, tras la que se verá dividida en dos naciones independientes. Novela generacional, de tintes autobiográficos. Las relaciones entre las mujeres de una misma familia tienen muchos puntos en común en cualquier parte del mundo.