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Bolsilibros - Servicio Secreto 1647. Me maté a mí mismo, de Curtis Garland

Intriga, Policial, Novela

Una ambulancia misteriosa penetra en un área restringida. En una celda del corredor de la muerte un preso espera su fatal destino. El preso sólo puede evitar su fatal destino haciendo de donante al agente de la CIA que va en la ambulancia. La suplantación de identidad va más allá de lo que se le puede exigir incluso a un condenado a la pena máxima.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1649. Telaraña entre sombras, de Curtis Garland

Novela, Policial

Tras sufrir un fuerte golpe en la cabeza, atropellado por un automóvil que se da a la fuga, un fotógrafo artístico, Edgar Crabbe, dedicado a retratar a las más bellas modelos, descubre con terror que ha perdido la visión de sus ojos. El único apoyo en su reciente ceguera es Belinda una hermosa modelo por quien siente más que una simple simpatía, y la esperanza de localizar a su socio y compañero Kenneth Paxton, misteriosamente desaparecido. 
A partir de este momento, la vida de Edgar se transformará en una pesadilla, su socio aparece muerto por un disparo de escopeta, el estudio fotográfico y su apartamento destrozados por un brutal registro. Cada vez es más fuerte el presentimiento de que alguien le vigila y le acecha en su ceguera, que una presencia oculta sigue sus pasos. 
El Servicio Secreto británico, tomará cartas en el asunto, ante la certeza de encontrarse ante un asunto de espionaje internacional de primera magnitud. La búsqueda de unas fotos microfilmadas que rebelarían la secreta identidad de un agente traidor infiltrado en Inglaterra.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1650. Nido de espías, de Clifford Hilton

Novela, Intriga, Policial

Lorna era una de aquellas mujeres con las que uno sueña en las noches solitarias de tormenta. Tendría veinticuatro o veinticinco años, era pelirroja de ojos azules, nariz pequeña y algo respingada, labios carnosos y sensuales. Mediría un metro sesenta y cinco y cada centímetro de su piel era una verdadera obra maestra. Sus pechos eran exuberantes, su cintura estrecha y sus caderas ondulantes. Sus piernas estaban perfectamente contorneadas y tenía todos aquellos ingredientes capaces de volver bizco a un ciego. Estaba tumbada sobre la cubierta del yate dejando que el sol broncease su deliciosa piel. Envidié al sol. Cuando me vio subir por el puentecillo del barco, se puso de pie y me quedé sin respiración. Llevaba un diminuto bikini que no le cubría más que lo imprescindible. —Buenos días, señor Haden. Respondí al saludo lo mejor que pude.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1652. Vegetales asesinos, de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

Matar era su oficio. Y era un buen profesional. De los mejores. Frío, eficiente, seguro de sí mismo, lúcido y práctico. Parecía un ejecutivo, elegante y de inmejorable presencia. Un buen traje gris azulado, de impecable corte, maletín plano de aluminio recubierto de piel, gafas de sol con montura metálica, aire impersonal y sonrisa fácil. Justo lo que cualquier empresa espera de un buen empleado; lo que cualquier cliente desea de aquella persona con quien ha de tratar de negocios. Sin embargo, no se dedicaba a seguros de vida ni a vender terrenos o fincas. Tampoco representaba a ninguna firma de automóviles o de joyería. Ni tan siquiera a una entidad bancaria o a una firma de ventas a plazos. Su trabajo era asesinar. El crimen era su profesión.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1654. Pájaros negros, de Clark Carrados

Novela, Policial

Cuando recibió la carta, lo primero que pensó fue que se trataba de la obra de un bromista con un pésimo sentido del humor. Luego, tras un detenido examen de su contenido, se dio cuenta de que no, que no era una broma y que el autor de la misiva la había redactado sin el menor humor, totalmente en serio. 
La carta, pulcramente escrita a máquina, en un papel de excelente calidad, mencionaba una serie de hechos y acciones, con inclusión de fechas, lugares y otros datos, que la convertían en un pequeño relato en el que la imaginación estaba excluida. Todo parecía auténtico y real y todo debía de haber sucedido tal como aseguraba el autor del mensaje.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1656. ¿Quién es mi asesino?, de Clark Carrados

Novela, Policial

Frank E. Gulden fue hallado en su despacho privado, muerto, con un balazo en el cráneo. Cuando el mayordomo lo encontró, estaba caído sobre la mesa y todavía con los dedos de la mano derecha la pluma con que escribía en el momento de su muerte. 
Dado que la bala le había entrado por la nuca, la policía descartó inmediatamente la hipótesis del suicidio. Pero, además, la carta que escribía en el momento de morir, fue la base principal para confirmar la teoría del crimen premeditado. 
Gulden era un importante hombre de negocios y su asesinato causó un enorme estruendo. Sobre todo, cuando un periodista avispado consiguió fotografiar la carta que Gulden escribía en aquellos terribles instantes y que jamás podría concluir.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1658. La sargento Brown, culpable de asesinato, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

A lo peor, uno se ha pasado la vida hasta los treinta y tantos años yendo de un lado a otro y conociendo chicas bonitas, pero todo se reduce siempre a la misma monotonía del sexo por el sexo, lo que, sin ser desagradable ni mucho menos, llega a resultar de lo más aburrido. Y entonces se llega a la conclusión de que todas las mujeres son iguales, que siempre ofrecen lo mismo, y que, por tanto y en definitiva, lo mismo da una que otra, puestos a satisfacer ciertas necesidades. Sí, por bonitas que sean, llega el momento en que uno piensa que lo mismo da una que otra. Mas de pronto, un buen día, ¡zas!, uno ve una mujer determinada, y entonces siente como si le acabasen de disparar un cañonazo en pleno estómago, y nota una cosa rara en las piernas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1661. Disparo de ida y vuelta, de Clark Carrados

Novela, Policial, Intriga

Caminaba tranquilamente por la calle, cuando oyó el chirrido de los neumáticos del coche que arrancaba a toda velocidad. Un oscuro instinto le hizo saber que algo iba a ocurrir y saltó lateralmente, a fin de buscar refugio en algún lugar de relativa seguridad. Mientras lo hacía, volvió la cabeza y divisó al coche que se acercaba, acelerando brutalmente. Junto a él, una mujer gritó y tiró de ella casi sin saber lo que se hacía. Un paso más adelante encontró el refugio de un portal y trató de aplastarse contra la pared, notando que algo blando le impedía tocarla. En el mismo instante, empezaron a sonar los disparos. Percy Boles volvió la cabeza y vio la boca del arma que emitía unos pálidos fogonazos. En la acera, a dos pasos de distancia, un hombre empezó a saltar de un modo ridículo. Los saltos concluyeron cuando el individuo se desplomó al suelo. El coche de los agresores huyó a toda velocidad. Por todas partes sonaban gritos y se veían muchos cuerpos de personas tendidas en el suelo.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1662. Buscando a Jennifer, de Adam Surray

Novela, Intriga, Policial

Faltaban menos de quince minutos para la emisión del programa de mayor audiencia de la KSM. El show de Barry Gammon. Ya todo preparado. Estudio, cámaras, decorados, artistas invitados… —¡Señor Gammon! ¡Señor Gammon! Barry Gammon, sentado tras la mesa de su despacho, ordenaba en una carpeta los papeles que marcarían la pauta en aquel nuevo programa. Gammon siempre improvisaba, pero alguno de los personajes a entrevistar no aceptaba aquel juego y solicitaba un cuestionario previo. Luego, en pantalla, eran dominados por el cínico y punzante Barry Gammon. Con gran regocijo de los telespectadores.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1663. Gente de oro, de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

El sheik Abdullah El Feisal, del Emirato Árabe de Mullahj, sonrió complacido, mirando con una nueva luz en sus negros ojos cansados el paisaje urbano que podía distinguirse desde la ventana de su habitación en aquel centro médico norteamericano. —Mi respuesta, naturalmente, es «sí» —dijo con lentitud. Su interlocutor sonrió a su vez, inclinando ceremonioso la cabeza. —Me complace que confíe en nosotros —declaró suavemente—. Sabía que iba a tomar una decisión inteligente, señor. —Espero que lo sea —el árabe volvió sus ojos sagaces al otro hombre—. Por supuesto, me ha dado todas las garantías… —Puedo dároslas, os lo aseguro. Vos mismo habéis visto ya un ejemplo concreto, alteza…


Bolsilibros - Servicio Secreto 1665. Un crimen en mi escalera, de Frank Caudett

Novela, Intriga, Policial

Abrí, por ser lo que procede cuando están llamando a la puerta de uno. Sea cobrador o sea el buen samaritano, ¿qué más da? Y abrí la puerta de par en par. Como tiene que ser, ¡qué leches! Y el tipo casi que se me tira encima. ¡Vaya desespero por cobrar!


Bolsilibros - Servicio Secreto 1667. Despedida de sangre, de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

Una luz gris, color de vómito, entraba por la ventana cuando Dan Farrell abrió los ojos. Al instante un cuchillo al rojo barrenó sus sienes. El dolor fue tan agudo que le arrancó un quejido. Intentó adivinar qué hora sería, pero no encontró fuerzas suficientes para echar un vistazo al reloj de pulsera. Había pesadas sombras bajo sus ojos y un apagado brillo mortecino en sus oscuras pupilas. Volvió a quejarse en voz alta y trató de dar la vuelta en la cama. Así descubrió a la mujer tendida a su lado. La sábana se había deslizado al suelo y la contempló en su absoluta desnudez.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1669. Una prójima de cuidado, de Clark Carrados

Intriga, Novela, Policial

La joven caminaba con pasos largos y fáciles, recta la espalda y levantada la barbilla. Era alta, delgada, de silueta perfecta y cabello intensamente negro. Vestía un traje bastante ajustado y la falda llevaba en el lado izquierdo una abertura, que le permitía más facilidad de movimientos en las piernas que habrían dado envidia a una «prima ballerina». Pendiente del hombro llevaba un bolso, suspendido por una correa y en todo momento ofrecía una rara sensación de firmeza y seguridad en sí misma. Los pasos de la joven resonaban rítmicos en el silencio de la noche. Inesperadamente, un hombre surgió de las tinieblas de un callejón cercano y, arrojándose sobre la joven, la empujó hacia la pared. Ella vaciló, sorprendida. Él consiguió arrastrarla hasta el interior del callejón. Entonces, la aplastó de nuevo contra la pared y apoyó la punta de una navaja en su cuello de cisne.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1671. Final de ruta: la tumba (2ª Ed.), de Clark Carrados

Intriga, Policial, Novela

Salía de la tienda con unos paquetes en la mano y, después de sortear a unos cuantos transeúntes se situó en el borde de la acera, esperando la luz verde para los peatones. Los coches, en la calzada, se habían parado a muy pocos pasos de distancia y ya se disponían a arrancar. Entonces fue cuando oyó la voz femenina a su lado. —A ese pobre le quedan muy pocos días de vida, quizá horas tan sólo. Asombrado, Patrick Benn se volvió hacia la mujer que acababa de pronunciar tan fatídico vaticinio. Ella le dirigió una mirada inescrutable. —Sí, a ése me refiero, al tipo del descapotable de color verde claro —añadió ella.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1673. Tiburones de tierra firme, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Salió del tugurio y caminó con paso inseguro a través de las calles relucientes de humedad. El aire fresco de la noche despejó muy pronto las nieblas que el alcohol había puesto en su cerebro. Bick Barnaw respiró profundamente, en cierto modo aliviado porque había de olvidarlo todo con la bebida. El licor, se dijo, no iba a resolver sus problemas. No era emborrachándose como saldría de la situación en que se hallaba sumido. Debía reaccionar adecuadamente, pensó, mientras, casi de modo maquinal, encaminaba sus pasos hacia los muelles cercanos. Los barcos subían y bajaban suavemente, amarrados a los malecones. Las luces de muchos de los buques se reflejaban en las tranquilas aguas de la bahía. Con amargura, Barnaw pensó que ya no volvería a poner los pies sobre la cubierta de ningún barco. Nadie le quería ni de simple marinero.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1677. Luto por una rubia tonta, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Ella lanzó una risita de satisfacción y luego le abrazó y besó apasionadamente. —Este momento tan maravilloso debería ser eterno, ¿no te parece? —dijo con los labios pegados a la oreja del hombre. Milo Dowell asintió. —No debería acabarse nunca, en efecto. Lo malo es que tengo que trabajar, Jessica. Tenemos que trabajar, estaría mejor dicho. Jessica Bartney, rubia, de figura opulenta, suspiró. —¡Qué lástima! Ahora era cuando lo estábamos pasando mejor… Está visto que en la vida no se puede tener todo. Lo dijo Sócrates, ¿no? Dowell ocultó una sonrisa. A veces, Jessica parecía un poco tonta.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1680. Los siete del miedo, de Curtis Garland

Novela, Policial

—Estamos a mitad del mes de mayo. Y sólo nos dan de plazo doce días. 
—Eso significa que antes de fin de mes puede suceder. 
—Tonterías. Esas cosas no pueden ocurrimos a nosotros. Es un vulgar chantaje, nada más. 
—Yo no estaría tan confiado. El que envió este mensaje estaba muy bien enterado de nuestro punto de reunión. Y eso no es nada fácil ni está al alcance de todo el mundo. 
—Quizás. Pero sigo pensando que pretenden meternos el miedo en el cuerpo y obligamos a pagar. ¡Pagar nada menos que siete mil millones de dólares! Mil millones cada uno de nosotros. Eso es una pura locura.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1683. Tráfico de sangre y fuego, de Burton Hare

Novela, Policial

Como una distinción especial, el guardián le acompañó hasta la puerta. Antes de abrirla dijo: 
—Se portó usted bien, Jordán. Espero que jamás vuelva por aquí. 
Los ojos helados de Max Jordán relampaguearon un instante. 
—Tal vez vuelva —murmuró—. Y no a causa de la nostalgia. La cárcel es siempre un mal recuerdo. 
—Sí —dijo el guardián—. Pero es mejor no volver nunca. 
Jordán se encogió de hombros. Cambió el bulto a la izquierda y estrechó la mano del guardián.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1686. El asesino recibe a las ocho, de Clark Carrados

Novela, Policial

La piscina era de un club muy elegante y selecto, pertenecer al cual era signo indudable de distinción. La joven rubia se sentía poco menos que en el cielo, ya que su acompañante la había invitado a pasar allí una estupenda velada, disfrutando del sol y de la frescura del agua de la piscina, constantemente renovada mediante el aporte de una cascada artificial, situada en uno de los extremos y que prestaba al lugar un cierto encanto de ambiente natural, acentuado por los árboles, principalmente palmeras, con los que se adornaba el extenso trozo de jardín situado en aquel lugar del recinto. La rubia sabía lo que se requeriría más tarde de ella. A mediodía, almorzarían en el elegante comedor del club. Luego, él la invitaría a tomar una copa a su casa y…


Bolsilibros - Servicio Secreto 1688. El veneno del escorpión, de Curtis Garland

Novela, Policial

Para cualquier ser humano normal, aquélla hubiera sido una noche realmente de terror. 
Pero Rufus Kinlay era cualquier cosa menos un ser normal, tanto en apariencia física como en todos los demás órdenes personales. Tal vez por ello, la noche le importaba un bledo, y la tormenta otro tanto. Es más, ni siquiera pestañeó cuando allá en el negro cielo se desgarraron brutalmente las nubes con el destello cegador de un relámpago, y un bramido de mil diablos conmovió la tierra toda, como en una mala película de horror podrían imitar los técnicos en efectos especiales.