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Bolsilibros - U.S. Marshal 231. El tercer «marshal», de Fred Hercey

Novela, Aventuras

Fernando Orviso Herce, escribió con los seudónimos Alex Colins y Fred Hercey


Bolsilibros - U.S. Marshal 245. Trampa para dos ladrones, de Fred Hercey

Novela, Aventuras

Fernando Orviso Herce, escribió con los seudónimos Alex Colins y Fred Hercey


Bolsilibros - U.S. Marshal 260. Escrito en las balas, de Franklin Ingmar

Novela, Aventuras

Francisco José Ínigo Martín que escribió con los seudónimos Frank Hunter, Frank King, Frank Martin o Franklin Ingmar.


Bolsilibros - U.S. Marshal 263. Requiem y plomo, de Frank Hunter

Novela, Aventuras

Francisco José Ínigo Martín que escribió con los seudónimos Frank Hunter, Frank King, Frank Martin o Franklin Ingmar.


Bolsilibros - U.S. Marshal 272. Saldaré mi cuenta, de Franklin Ingmar

Novela, Aventuras

Francisco José Ínigo Martín que escribió con los seudónimos Frank Hunter, Frank King, Frank Martin o Franklin Ingmar.


Bolsilibros - U.S. Marshal 273. Un lugar en el infierno, de Buster Gray

Novela, Aventuras

El primero que había hablado, iba vestido como un cow-boy, pero se cubría la cabeza con un enorme sombrero mejicano. El segundo, era un mocetón, rubio, de rientes ojos azules y el tercero, un hombre de unos treinta años, de facciones enérgicas, correctamente rasuradas. Se trataba de Tom Mac Lean, «marshal» federal y sus dos ayudantes, Billy Morgan y el mejicano Juan Torres.


Bolsilibros - U.S. Marshal 321. Muerto estás mejor, de Chass Dick

Novela, Aventuras

Chass Dick es el pseudónimo del escritor Francisco Faura Peñasco


Bolsilibros - U.S. Marshal 343. Rojas sendas de muerte, de Cass Donovan

Novela, Aventuras

Cass Donovan es uno de los pseudónimos del escritor Enrique Montoro Sagristá


Bolsilibros - U.S. Marshal 371. Raza maldita, de Fred Hercey

Novela, Aventuras

Fernando Orviso Herce, escribió con los seudónimos Alex Colins y Fred Hercey


Bolsilibros - U.S. Marshal 411. Arde el bosque, de Henry Burney

Novela, Aventuras

Seudónimo de Enrique Montoro Sagrista Iram Drey se encontraba dentro de la enorme serrería, comprobando el funcionamiento de las ocho grandes sierras circulares, que iban serrando los grandes troncos, que después pasaban a otras sierras más pequeñas, donde la madera era convertida en traviesas para el ferrocarril. La enorme serrería de los Drey se alzaba en el centro de las Clearwater Mountains, a orillas del Clearwater River y el gran salto de agua era muy importante para el funcionamiento de la serrería.


Bolsilibros - U.S. Marshal 417. Un infierno llamado Nogales, de Black Moran

Aventuras, Novela

DARRY Trawer contempló la senda polvorienta que se extendía ante él. Al otro lado del altozano se levantaba la ciudad de Nogales que debido a su posición fronteriza, a menos de medio centenar de millas del límite suroccidental de Arizona, había tenido un gran desarrollo en los últimos años.


Bolsilibros - U.S. Marshal 449. Un hombre cabalga solo, de Adam Surray

Aventuras, Novela

La canción era muy conocida en todo Texas. La letra, aunque poco edificante, tenía la virtud de enrojecer a un viejo cazador de búfalos. «Vuelve mañana, Johnny» era la melodía más solicitada en los «saloons» de Abilene y Dallas. También era la preferida para los vaqueros de la zona del río Pecos. Las burlas y engaños de la coqueta Kitty hacia su novio Johnny eran en síntesis el tema de la popular Aseguran que su autor fue un buscador de oro que comenzó a delirar berreando el nombre de su amada Kitty. Un día de ardiente sol, su caluriento cerebro compuso la canción. El buscador de oro volvió a la civilización yendo al encuentro de su prometida Kitty. Esta le rechazó por haber servido de inspiración a tan atrevida canción; aunque la verdadera causa fue el ver a su novio sin una mala pepita de oro en los bolsillos. El pobre hombre, en venganza, se dedicó a cantar el «Vuelve mañana, Johnny» por todos los rincones de Texas.


Bolsilibros - U.S. Marshal 489. Bajo la piel de la noche, de Gerard Woren

Novela, Aventuras

Gerard Woren seudónimo del escritor Gerardo Moreno Espinosa


Bolsilibros - Vaquero 41. Un chantaje peligroso, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Babe Thorpe se presentó en Sponako como contratista de obras para ofrecer sus servicios a la Empresa que construía la importante presa sobre el Grand Coulee, obra que debía proporcionar beneficios a toda la región. Pero alguien no parecía dispuesto a permitir que las obras de la presa llegaran a feliz término. El desconocido personaje, utilizando el anónimo, exigió fuertes cantidades en metálico para permitir que los trabajos se desarrollaran normalmente, con volar todo lo construido hasta entonces. El Consejo de Ad ministraaón de la Compañía encargada de los trabajos, se negó a entregar el dinero y la réplica inmediata fueron una serie de sabotajes. hábilmente preparados, que causaron importantes bajas en los obreros, mermando, a la vez. la reserva de materiales de que se disponía. Por eso estaba allí Sabe Thorpe. el falso contratista de obras, agente federal en realidad. cuya presencia había solicitado con carácter particular el director de la Empresa.


Bolsilibros - Vaquero 45. La última baza, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Doc Fleming, el sheriff de aquel pequeño poblado llamado Federal, a escasas millas de la divisoria de Colorado, en el Estado de Kansas, tomaba el fresco en mangas de camisa sentado bajo el rameado porche de su bonita casa, en la que tenía instaladas las oficinas de su cargo. 
Doc era un hombre cincuentón, de pelo canoso y rebelde, de barba también algo canosa, pero muy tupida sobre la dura piel de su rostro bronceado; era un hombre de anchos hombros, recia humanidad, con poca grasa, aunque sí con bastante peso y como nota característica de su persona y aún de su recia personalidad, mostraba dos detalles sobresalientes: unos ojos negros, brillantes, con reflejos metálicos, y una cicatriz en la mejilla derecha, cicatriz que según había explicado muchas veces se la había marcado el cuchillo de un mejicano en una fiera pelea que tuvo con él en las minas de Picacho, cuando muchos años atrás, trabajó en ellas.


Bolsilibros - Vaquero 54. Una jugada peligrosa, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

—¿Cuánto has perdido, Chas? 
—Lo suficiente para pegarme un tiro. 
—No digas tonterías. Si cada vez que yo o éste nos hemos quedado sin un centavo hubiésemos apelado al revólver, ni con las vidas de un gato hubiésemos tenido suficiente. 
—Cada uno tiene un modo de ver las cosas. 
—Las cosas hay que verlas a la luz de la realidad y no de una manera absurda como tú has querido verlas, Chas. Creo que va siendo hora de que te dejes de fantasías. Boyce sigue necesitando hombres y tú… podrías ganar un buen sueldo a su lado. 
—¿Como vosotros?


Bolsilibros - Vaquero 75. Un premio para un valiente, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El día acababa de romper, indeciso, opaco, sombrío, con un cielo plomizo que se oponía tenaz a que la luz de la mañana se esparciera por el valle, en tanto la densa y devastadora cortina de agua que había caído durante toda la noche, producto de una de las escasas tormentas que se desarrollaban en aquella parte del sudeste de Texas, seguía descendiendo implacable, como si todo el agua que estaba destinada al Estado durante el año la hubiesen enviado desde las nubes aquella noche, para desolación y desesperación de muchos habitantes de la comarca.


Bolsilibros - Vaquero 76. Un revólver para ti, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Solly North era demasiado impulsivo. Allyson Craig se lo había dicho muchas veces. Y también el veterano Thomas Graven, su compañero de trabajo. Y tantos otros, fueran del Little Southwest Railway o ajenos a la empresa ferroviaria. Incluso se lo estaba diciendo ahora aquel mejicano de grandes mostachos, amplio sombrero ribeteado con blancos arabescos en torno a la enorme ala, y sonrisa suave, como la de una cobra, si sonriesen las cobras.


Bolsilibros - Vaquero 102. Ha vuelto un pistolero, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Aquella mañana hubo mucho movimiento en el Banco rural de Medicine Lodge, poblado del Sur de Kansas junto al rio del mismo nombre y a muy pocas millas de la divisoria con Oklahoma. 
Aquel día, era considerado como festivo en el poblado por tradición. Todos los años, desde 1857, se celebraba una gran cabalgata muy pintoresca, en la que figuraban indios de cinco tribus, los cuales, serios y rígidos, acompañados de sus magos y “graciosos” de las tribus, acudían a conmemorar en unión de los hombres blancos, la firma del célebre tratado de paz que el Gobierno de los Estados Unidos firmó con dichas tribus y que había sido respetado lealmente por unos y otros, contribuyendo así no solo a que reinase la paz y el orden entre ambos bandos, sino a que se estableciese una mayor camaradería entre los dos elementos antiguamente antagónicos.


Bolsilibros - Vaquero 106. Pasarse de listo, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

En el interior del vagón hacía un calor asfixiante; un calor producto de una atmósfera harto reseca, que había agudizado su presión con el presagio de una fuerte tormenta que podía ser de agua o de viento, pero que envolvía toda aquella parte del sudoeste de Colorado, desde Durango hasta quizá la misma divisoria de Utah. Violentas ráfagas de aire soplaban mugientes a espaldas del tren, quebrándose en el furgón de cola y golpeando en él fieramente con las enormes oleadas de polvo y tierra que el huracán levantaba al rastrear el reseco piso y lamerle con su potente ímpetu, como si fuese una colosal lima que todo lo fuese devastando a su paso.