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Bolsilibros - Vaquero 111. Nido de chacales, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Aquella noche “El Filón de Oro” estaba atestado hasta la puerta de un público áspero y vocinglero, que atronaba el local y no dejaba entenderse a nadie. 
“El Filón de Oro” era uno de los muchos bares-garitos que habían surgido en Tombstone de la noche a la mañana, al amparo de la explosión, de plata y oro, surgida en aquel hasta muy poco tiempo atrás ignorado lugar del Sudeste de Arizona. 
Construido a toda prisa con gruesos tablones de madera a falta de mejor material, era amplísimo, para poder dar cabida a las constantes oleadas de aventureros que llegaban a diario, atraídos por el brillo del codiciado metal, y había sido dividido en tres partes.


Bolsilibros - Vaquero 115. Oro y muerte, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Lemmy Ritti se hallaba recostado en el quicio de la puerta de la única y no muy suntuosa posada del poblado de Oroville, en el Noroeste de California, sobre el curso del río Sacramento. 
Oroville había sido hasta hacía muy poco tiempo un trozo casi ignorado de tierra en la geografía del Estado, ya que su composición demográfica no excedía de un centenar de vecinos, cuya vida se desarrollaba míseramente; pero un día, en los montes Qunnoy, que se extendían como una larga y estrecha espina de Norte a Sur, alguien había descubierto una veta aurífera y había bastado que se corriese la noticia, para que en muy poco tiempo algunos cientos de buscadores marchasen a aquella parte de California, buscando lo que la cuenca alta del Sacramento aún guardaba celosamente en sus entrañas y no había ofrecido a los codiciosos destripaterrones.


Bolsilibros - Vaquero 136. Con la sonrisa en los labios, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Una chirriante carreta cubierta con gruesas lonas atadas sólidamente, penetraba en la calle principal de Carson City junto con cuatro jinetes que armados hasta los dientes la rodeaban precedidos por otro que iba en vanguardia. 
Atados a la trasera de la carreta, marchaban dos caballos más con unos bultos atravesados en las sillas. Los bultos aparecían cubiertos por trozos grandes de arpillera que impedían ver lo que ocultaban, pero, por la forma, parecían dos estrechos y largos sacos colgando por los flancos de las cabalgaduras.


Bolsilibros - Vaquero 165. Todo o nada, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Jason Bloom detuvo su caballo en el centro de la calzada, mitad movido por la curiosidad, mitad porque no le hubiese sido fácil pasar al lado contrario sin obstáculos, ya que la amplia vía se encontraba obstruida por un compacto grupo de hombres y mujeres que se apiñaban frente a un establecimiento situado hacia la mitad de la calle. 
Desde lo alto del caballo le fue fácil descubrir la clase de establecimiento que era. Se trataba de la farmacia del poblado y el hecho de que ante ella se aglomerase tanto público, parecía indicar que algo grave había sucedido.


Bolsilibros - Vaquero 170. Un tipo duro, de Alf Regaldie

Aventuras, Novela

El veterano Joseph Turner se dirigió a Bing Sterling, al tiempo que señalaba hacia una especie de cantina casi solitaria, situada en el cruce de dos caminos. —Si tenemos un poco de suerte, es posible encontremos allí alguna habitación libre y buena comida. —Y buena bebida —señaló Bing en tono humorístico. —De eso no estés tan seguro. A toda esta gente la debieran colgar por los pies porque en lugar de whisky sirven auténtico matarratas. No obstante, en lo que a bebida se refiere, el pulque mataría a un búfalo y la cerveza, casi lo mismo.


Bolsilibros - Vaquero 188. El último tirano, de Alf Regaldie

Aventuras, Novela

Jimmy Hondo, al llegar a lo alto de la “Red Hill”, detuvo su caballo, cesó de tocar su guitarra y dirigió su asombrada mirada en dirección al “Arroyo Amarillo”, que vertía sus aguas a pocas millas del nacimiento del río Grande. —Si la vista no me engaña, ese tipo repulsivo es Ephrain Everett. ¿Qué diablos se le habrá perdido por aquí a esa alimaña? Y el que está con él es esa sabandija de Curt Baker. Siempre se ha dicho que a tal amo, tal criado… Pese a sus palabras, no era la presencia de los dos hombres lo que había llamado la atención de Jimmy. Y contra su normal forma de ser, el joven hizo marchar a su caballo al galope, metiéndolo por terreno blando para amortiguar en lo posible el ruido de la marcha y procurando permanecer oculto a las miradas de los dos hombres que había citado y a las de Vera Ellis, que se hallaba discutiendo con ellos.


Bolsilibros - Vaquero 201. Amenaza latente, de Alf Regaldie

Aventuras, Novela

Dan Crosby vaciaba sin prisas su jarra de buena cerveza, observando al propio tiempo a los cinco hombres que jugaban a los naipes en una mesa cercana. De los cinco hombres le habían llamado particularmente la atención dos de ellos. Uno joven, muy joven, moreno, de ojos claros y rostro aniñado, al cual llamaban Ted o Teddy, indistintamente. El otro era muy recio, dando en grueso, rubio, no mal parecido, aunque sus facciones resultaban un tanto bestiales. En una ocasión en que se levantó, pareció dominar a todos con su estatura que rebasaba los seis pies y medio.


Bolsilibros - Vaquero 267. El clan de los papagos, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

En la indecisa luz del amanecer, dos hombres rifle en mano, con todos sus sentidos alerta y deteniéndose a cada momento para escuchar o aspirar el aire, pues parecían dotados del sentido del olfato para ventear el peligro, registraban con sumo cuidado las estribaciones del monte Surhuarita, en cuyo interior, los indios papago tenían establecido su campamento. 
Uno de los rastreadores se llamaba Lafayette Funk y era uno de los cazadores más experimentados, más duchos y más populares de todo el sudeste de Arizona.


Bolsilibros - Vaqueros indómitos 3. La calavera asesina, de Donald Curtis

Novela, Aventuras

Juan Gallardo Muñoz, nacido en Barcelona en 1929, pasó su niñez en Zamora y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque en la actualidad reside en su ciudad natal. Sus primeros pasos literarios fueron colaboraciones periodísticas —críticas y entrevistas cinematográficas—, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix. Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige, y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros —terror, ciencia-ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste—, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Addison Starr, Curtis Garland (y también, Garland Curtis), Dan Kirby, Don Harris, Donald Curtis, Elliot Turner, Frank Logan, Glenn Forrester, John Garland (a veces, J.; a veces, Johnny), Jason Monroe, Javier De Juan, Jean Galart, Juan Gallardo (a veces, J. Gallardo), Juan Viñas, Kent Davis, Lester Maddox, Mark Savage, Martha Cendy, Terry Asens (para el mercado latinoamericano, y en homenaje a su esposa Teresa Asensio Sánchez), Walt Sheridan.


Bolsilibros - Vaqueros indómitos 11. Cantina de los hombres muertos, de Donald Curtis

Novela, Aventuras

Juan Gallardo Muñoz, nacido en Barcelona en 1929, pasó su niñez en Zamora y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque en la actualidad reside en su ciudad natal. Sus primeros pasos literarios fueron colaboraciones periodísticas —críticas y entrevistas cinematográficas—, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix. Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige, y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros —terror, ciencia-ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste—, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Addison Starr, Curtis Garland (y también, Garland Curtis), Dan Kirby, Don Harris, Donald Curtis, Elliot Turner, Frank Logan, Glenn Forrester, John Garland (a veces, J.; a veces, Johnny), Jason Monroe, Javier De Juan, Jean Galart, Juan Gallardo (a veces, J. Gallardo), Juan Viñas, Kent Davis, Lester Maddox, Mark Savage, Martha Cendy, Terry Asens (para el mercado latinoamericano, y en homenaje a su esposa Teresa Asensio Sánchez), Walt Sheridan.


Bolsilibros - Vaqueros indómitos 12. El juez sin rostro, de Donald Curtis

Novela, Aventuras

Juan Gallardo Muñoz, nacido en Barcelona en 1929, pasó su niñez en Zamora y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque en la actualidad reside en su ciudad natal. Sus primeros pasos literarios fueron colaboraciones periodísticas —críticas y entrevistas cinematográficas—, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix. Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige, y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros —terror, ciencia-ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste—, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Addison Starr, Curtis Garland (y también, Garland Curtis), Dan Kirby, Don Harris, Donald Curtis, Elliot Turner, Frank Logan, Glenn Forrester, John Garland (a veces, J.; a veces, Johnny), Jason Monroe, Javier De Juan, Jean Galart, Juan Gallardo (a veces, J. Gallardo), Juan Viñas, Kent Davis, Lester Maddox, Mark Savage, Martha Cendy, Terry Asens (para el mercado latinoamericano, y en homenaje a su esposa Teresa Asensio Sánchez), Walt Sheridan.


Bolsilibros - Vaqueros indómitos 28. Espectro que cabalga, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Juan Gallardo Muñoz, nacido en Barcelona en 1929, pasó su niñez en Zamora y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque en la actualidad reside en su ciudad natal. Sus primeros pasos literarios fueron colaboraciones periodísticas —críticas y entrevistas cinematográficas—, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix. Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige, y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros —terror, ciencia-ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste—, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Addison Starr, Curtis Garland (y también, Garland Curtis), Dan Kirby, Don Harris, Donald Curtis, Elliot Turner, Frank Logan, Glenn Forrester, John Garland (a veces, J.; a veces, Johnny), Jason Monroe, Javier De Juan, Jean Galart, Juan Gallardo (a veces, J. Gallardo), Juan Viñas, Kent Davis, Lester Maddox, Mark Savage, Martha Cendy, Terry Asens (para el mercado latinoamericano, y en homenaje a su esposa Teresa Asensio Sánchez), Walt Sheridan.


Bolsilibros - Western Club 7. Tributo a la violencia, de Curtis Garland

Aventuras, Novela

Siempre había sido feo el vuelo de aquellos animales. Sobre todo, para Bill «Rifle» Stuart. Soltó un salivazo amarillo, con tabaco de mascar, y expresó su repugnancia con un gesto torcido, sin desviar las entornadas pupilas del vuelo en círculo, lento y siniestro, de aquellos pajarracos.


Bolsilibros - Whisky 0. Agente Pinkerton, de Alf Manz

Novela, Aventuras

Alf Manz es el pseudónimo del escritor Alfonso Rubio Manzanares


Bolsilibros - Whisky 1. Desperao, de Alf Manz

Aventuras, Novela

Padre: yo soy inocente. Van a ahorcarme dentro de unos cuantos minutos, pero yo no maté a ese hombre. 
El pastor, sentado frente a mí en el otro camastro, me miraba a través de sus espejeantes lentes con la expresión de quien ha oído la misma protesta en cientos de condenados. 
Las brillantes rodilleras de su traje negro rozaban las de mis pantalones de piel, tan estrecha era la celda desde donde me conducirían a las Puertas del Infierno, según decían los otros reclusos. 
—La apelación fracasó. Es hora de que te arrepientas de tus pecados. El Juez de allí arriba nunca se equivoca, hijo mío.


Bolsilibros - Winchester 151. La conjura del rencor, de Black Moran

Aventuras, Novela

WALTER Award y Elías Mickey se habían conocido durante la fiesta que Dick Van Dulle había ofrecido en honor del primero de ellos. 
Había sido el propio ranchero quien los había presentado. 
—Este es mi sobrino Walter, Elías. Y espero que entre todos le hagamos grata su estancia en San Marcial. 
—Es un placer tenerle entre nosotros, señor Award —respondió Elías Mickey, tendiéndole la mano. 
Walter Award se la estrechó con fuerza. 
—Mi tío me ha hablado muy bien de usted...


Bolsilibros - Winchester 176. 3 hombres sin piedad, de Henry Keystone

Novela, Aventuras

Seudónimo de Enrique Montoro Sagrista HAY muchas formas de morir, aunque todas resulten desagradables para el que muere. Unas heroicas, otras patéticas, desgraciadas e incluso desgarradoras, pero él, un hombre llamado Murray Lerkins, campesino, iba a morir estúpidamente. Estos eran los pensamientos de Murray mientras contemplaba el trágico nudo que oscilaba lentamente ante sus ojos. Derecha izquierda..., derecha..., izquierda..., derecha..., izquierda...


Bolsilibros - Wéstern 6. Escorpión negro, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Destacaba mucho sobre el árido paraje reseco, agrietado por la ausencia de lluvias, con la tierra cuarteada y áspera. Sólo él y los matojos grisáceos que emergían entre las rocas peladas y los escasos cactos, ponían una nota de diferente color en el amarillento rojizo de la extensión sin fin, bordeada en la distancia por unas lomas arenosas y monótonas. Vestía enteramente de gris. Un gris plomizo, oscuro, que se extendía desde su sombrero de copa plana hasta sus botas polvorientas. El caballo era marrón y blanco, arrogante y ágil, pese al fuerte calor que caía implacable sobre ellos. Los ojos del jinete, bajo el ala abarquillada del sombrero gris, se entornaban entre una inextricable red de arrugas en el rostro curtido. La fuerza del sol era excesiva para soportarlo con los ojos muy abiertos. El color de aquellas pupilas era tan gris como el de sus ropas.


Bolsilibros - ¡KIAI! 3. Lady Serpiente, de Clark Carrados

Aventuras, Policial, Novela

Los ojos de la mujer eran ligeramente oblicuos. A Baxter le pareció vagamente conocida, aunque, en aquel momento, no lograba establecer el dato que le permitiese recordar la identidad de la hermosa. Ella era portadora de un gran bolso, cubierto exteriormente de numerosas escamas metálicas, mayores que lentejuelas comunes y mayores, también, que las escamas de su espectacular vestido. Había otro espectador de excepción: Brookson Mulliner, el millonario caprichoso, como se le denominaba, debido a su afición por coleccionar objetos de valor, siempre que fuesen de la mayor rareza posible. Baxter sabía que Mulliner no descendía a tener en su casa objetos tan «vulgares» como un Goya o un Picasso. Pero sí daría algo muy importante por poseer el diamante cúbico de Cynthia van Korn. De repente, se oyó una fuerte voz en la entrada de la sala: —¡Han robado el collar azul!


Bolsilibros - ¡KIAI! 6. El caballero y el dragón, de Clark Carrados

Aventuras, Novela

Luis García Lecha (Haro, La Rioja, 11 de junio de 1919 - Barcelona, 14 de mayo de 2005), fue un novelista y guionista de cómic español. Funcionario en excedencia, fue uno de los más fecundos escritores de literatura popular o de kiosco española (bolsilibros). Compuso dos mil tres novelas largas de gran variedad de géneros, casi seiscientas de ellas de ciencia ficción, para editoriales especializadas en este tipo de literatura, fundamentalmente de Barcelona, donde estuvo viviendo, como Toray, Bruguera, Ediciones B, Editorial Andina y Ediciones Ceres. Cultivó también el western, el género bélico, el policíaco y el de terror y usó los seudónimos de Clark Carrados, Louis G. Milk, Glenn Parrish, Casey Mendoza, Konrat von Kasella y Elmer Evans. Su carrera se inició a mediados de los años cincuenta, en plena época de esplendor de la literatura popular. Como funcionario de prisiones, durante algún tiempo compaginó su trabajo con la creación literaria, hasta que en 1962, y en vista del gran éxito cosechado entre los lectores, solicitó y obtuvo la excedencia para dedicarse por completo a la escritura. Aunque publicó en varias editoriales, fue durante largos años el autor estrella de la barcelonesa Editorial Toray, para la que escribió novelas de guerra y, sobre todo, de ciencia ficción.