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Bolsilibros - Bisonte azul 126. Oro y sangre, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Allan Barret, sentado a la puerta de su refugio, en la parte más alta del monte Rainier, el más alto de esa región, sacudía la pipa contra la suela de su bota, mientras contemplaba el panorama, que con el sol semioculto entre las nubes se divisaba.


Bolsilibros - Bisonte azul 128. Lejano Oeste, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

El juez escapó aterrado de lo que pasaba. Y con él, los hombres del sheriff que vigilaban a Alex. Este fue soltado por un vaquero y buscó al que le había defendido con tanto tesón. —Gracias, muchacho —dijo Alex—. Creo que te debo la vida, porque si no convences a los vaqueros de que querían colgarme lo hubieran hecho, ya que el jurado estaba dispuesto a ayudarles —No tiene importancia. Me agrada que haya triunfado la justicia. Y el juez se acordará de esto. —¡Ha escapado!


Bolsilibros - Bisonte azul 129. Manos trágicas, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

El caballo pastó a su antojo y terminó por tumbarse también y dormir algunas horas. Al despertar, después de muchas horas, vio al caballo que estaba tumbado con silla y todo. Se censuró de haberse quedado dormido sin haber librado al animal de esta tortura.


Bolsilibros - Bisonte azul 158. ¡Viva Texas!, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Utilizando todos los sistemas de transporte de la época y a través de desiertos, montañas, ríos, bosques, praderas y valles, caminaba hacia Cheyenne, capital del Estado de Wyoming, lo más heterogéneo que el Oeste americano había amalgamado al influjo de sus yacimientos de minerales preciosos y preciados, que sirviendo de atracción a las legiones de aventureros del Viejo Mundo, constituyó la base sobre la que se cimentaron las poblaciones, fugaces al principio, para constituirse después, al encuentro con los borderers que partieron de los grandes lagos especialmente y de la cuenca del Missouri, en poblados fijos con una riqueza ganadera y agrícola que estabilizó a muchos de estos catadores de aventuras.


Bolsilibros - Bisonte azul 161. Un ovejero en el río, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

En la calle se unieron al forastero y los tres, montando a caballo, se alejaron. 
Galoparon sin descanso en dirección al rancho de los Hathaway, comprobando de vez en cuando si alguien les seguía. Sin apartarse de la orilla del río continuaron galopando, hasta que el sheriff decidió dar un pequeño descanso a las monturas. 
Los animales, que fueron liberados de sus respectivas sillas de montar, se acercaron a la orilla del río y bebieron.


Bolsilibros - Bisonte azul 165. Doce cobardes, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—Sí, Brenda. Sí. Tienes razón en lo que dices, pero yo deseo vivir..., ¿comprendes? ¡Quiero vivir! —No necesitas gritar, Angus; te oigo bien. —Es que quiero que me comprendas. Que te des cuenta que no puedo hacer otra cosa. Voy a vender el periódico. Y lo venderé a los que te imaginas. Me pagan bien, ¿entiendes? Con ese dinero me iré de esta podrida ciudad. Me iré lo más lejos posible. Horas y horas en tren... Nueva York, Canadá... Muy lejos, Brenda.


Bolsilibros - Bisonte azul 169. Magníficos jinetes, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Charles Thinner, coronel jefe de Fort Garland, estaba sumamente preocupado, porque las exigencias de la guerra que continuaba, le tenía con más prisioneros que soldados para guardarles y un malestar intenso se había engendrado por la rudeza de su nuevo mayor Robert Hyannis, que había llegado poco antes con un brazo herido. Era el hombre que más podía odiar a los componentes del ejército confederado.


Bolsilibros - Bisonte azul 170. Terror al pasado, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Varios vaqueros, a la puerta de la vivienda principal del rancho, contemplaban con gran curiosidad y recelo al jinete, desconocido para ellos, que se aproximaba montado sobre un magnífico caballo. 
Los ojos de los vaqueros, amantes de estos animales, estaban más fijos en la montura que en el jinete. 
—Parece un buen ejemplar el caballo que monta ese muchacho —comentó el propietario del rancho. 
—Y por su aspecto no hay duda de que debe ser veloz como el viento.


Bolsilibros - Bisonte azul 173. Entre doctores, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¡Excelencia! Loretta Clinton desea ser recibida... —¿Loretta Clinton? ¿Quién es? —Una ganadera de Albuquerque. La hermana de ese doctor de que tanto hablan estos días. Ha sido bautizado con el nombre del Doctor Asesino. —¡Ah, sí! Me han hablado algunos amigos de ese asunto. No parece claro. Al parecer, ese operado habría muerto de todos modos. Lo que hizo ese doctor fue intentar salvarle... —El hermano del muerto entiende que fue un acto de venganza... y que en vez de operar asesinó a su hermano. —¿Qué dicen los otros doctores? —No lo sé. —Que pase esa muchacha. ¿Es joven?


Bolsilibros - Bisonte azul 176. La soga y el colt, de A. Rolcest

Novela, Aventuras

Cuando terminó de colocar el último tornillo que sujetaba el cojinete, el viejo Slack soltó un prolongado respiro. —¡Ahora, a esperar otro golpe de suerte! ¿No crees, Geila? Había sudado para conseguir que el eje trasero del carromato quedara debidamente asegurado. La joven apenas volvió la cabeza para mirarle. Sentada sobre un peñasco, permanecía absorta, contemplando el paisaje. —¡Primero, los dos zánganos que nos acompañaban, llenan el buche y se alejan, para «explorar»! ¡Vaya par de sinvergüenzas! ¡Luego, se sueltan varios paquetes! ¡Y menos mal…!


Bolsilibros - Bisonte azul 189. Tejanos en Laramie, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

No quería provocar una bronca mientras estuviera aquel hombre allí. Sabía que era mucho lo que el sheriff le odiaba. El de la placa fijándose en los tres comensales, volvió a encaminarse hacia la puerta y llamó a alguien. Segundos después entró un caballero vestido elegantemente. En compañía del sheriff se encaminaron hacia los comensales.


Bolsilibros - Bisonte azul 218. Lastrados con plomo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—Rompe ese pasquín, sheriff. Tú sabes que es falso lo que dice ahí. Eres un coyote. —¡Cállate, Magda, o no respondo de mí! —gritó el sheriff—. Estate quieta. Deja ese pasquín en su sitio. No podrás quitar todos. —¡Eres un cobarde, sheriff. Y más cobardes todos estos que te lo permiten. ¿Qué te hizo mi hijo? ¿Por qué le persigues con tu odio? —Todos sabemos quién es tu hijo. Pregúntales a todos éstos. ¡He dicho que dejes ese pasquín!


Bolsilibros - Bisonte azul 249. Lucha abierta, de M. L. Estefanía

Relato, Aventuras

Marcial Antonio Lafuente Estefanía (n. 1903 en Toledo, Castilla la Nueva - f. 7 de agosto de 1984 en Madrid) fue un popular escritor español de unas 2.600 novelas del oeste, considerado el máximo representante del género en España.1 Además de publicar como M. L. Estefanía, utilizó seudónimos como Tony Spring, Arizona, Dan Lewis o Dan Luce y para firmar novelas rosas María Luisa Beorlegui y Cecilia de Iraluce. Las novelas publicadas bajo su nombre han sido escritas, o bien por él, o bien por sus hijos, Francisco o Federico, o por su nieto Federico, por lo que hoy es posible encontrar novelas 'inéditas' de Marcial Lafuente Estefanía.


Bolsilibros - Bisonte azul 253. El miedo, moneda de curso, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Los jinetes que el sheriff llevó, fueron incrementados con los dos vaqueros que habían visto al forastero. Pero regresaron al día siguiente sin haber obtenido el menor-resultado. En el pueblo contemplaban a los expedicionarios con cierta ironía y sarcasmo. En el bar de Tillie la Pelirroja, como era conocida, se hablaba del fracaso de la expedición.


Bolsilibros - Bisonte azul 255. Trío de farsantes, de Adam Surray

Novela, Aventuras

Sinopsis no encontrada


Bolsilibros - Bisonte azul 282. Trío de cobardes, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

En la época del oro, la ciudad de Sacramento era lo que se ha dicho por todos los escritores del Oeste e incluso por los historiadores oficiales de aquel país, una ciudad sin ley, llena de vicios y saturada de ambiciones. El hallazgo de los hombres de Sutter había de provocar un tropel tan espantoso que convertiría a los almacenes y fábricas del suizo-alemán en lo que fue Sacramento. La musiquilla de aparatos mecánicos traídos del Este y hasta de Inglaterra; las orquestas coreadas frecuentemente por cientos de voces, en las que tremolaba el alcohol y de vez en cuando el sonido inconfundible de las armas, daban a Sacramento características tan especiales que no había posibilidad de confundirse.


Bolsilibros - Bisonte azul 328. Sheriff acosado, de Alf Regaldie

Novela, Aventuras

Alfonso Arizmendi Regaldie (San Cristóbal de la Laguna, Islas Canarias, (España), 1911 - Valencia (España) 2004), más conocido por el seudónimo Alf Regaldie formado con la abreviatura de su nombre y con su segundo apellido, de origen francés, aunque también utilizó el de Carlos de Monterroble. Aunque nació en la localidad canaria de San Cristóbal de la Laguna, durante la mayor parte de su vida residió en Valencia, por lo que se le puede considerar con toda justicia miembro de pleno derecho de la escuela de ciencia-ficción valenciana. Al igual que ocurrió con otros muchos contemporáneos suyos, tuvo la desgracia de verse atrapado en la vorágine de la Guerra Civil española, participando como combatiente en el bando republicano. lo que le acarreó, como es fácil suponer, serias dificultades una vez acabada la contienda, llegando a estar encarcelado por ello durante siete años.


Bolsilibros - Bisonte azul 350. Ahorcado en Las Vegas, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¿Qué hacemos, sheriff? ¿Esperando la diligencia? —Buenos días, míster Burgess. Me alegro de que haya venido. Hace un momento estuve hablando con el mayor de sus hijos... Joe Grant me ha pedido que visite su rancho. Ike asegura que varias reses de los Grant han entrado en sus terrenos. —Mi hijo Guy es quien se encarga de esas cosas, sheriff. —El, sin embargo, me dijo que hablara con usted... —¿Sabe Guy de lo que se trata? —Sí.


Bolsilibros - Bisonte azul 361. Habilidad con las armas, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

La joven comprendió que la noticia de su parentesco con Wilson Peack debió de recorrer aquella masa, porque a medida que ésta avanzaba por su lado la miraban con respeto. No pudo oír lo que decían, pero sí oyó las risas y vio cómo se volvían, dejando solo al emplumado a pocas yardas más adelante. Al pasar junto a ella, ahora de regreso al pueblo, la saludaron correctos y hasta con afabilidad.


Bolsilibros - Bisonte azul 421. Emisarios de un cobarde, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

El amable sheriff aconsejaba que permanecieran en la pequeña ciudad hasta que las nieves empezaran a ceder y el sol ablandase el piso y permitiera que los pasos quedaran abiertos. Esto era lo más razonable. Y fue lo que se hizo al fin.