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Bolsilibros: Selección terror 141. Angustia transferida, de Ben Ramsay

Novela, Terror

—Digo, ¿qué eres? —ahora había ya verdadero miedo en la voz de Tuppence—. ¿Qué estás haciéndome?
—Sólo te hablo y te escucho, Oscar —el tono de Pat era tan suave y dulce como al principio, pero mucho más familiar, posesivo—. No sé por qué, pero únicamente me es permitido estar contigo y me gusta mucho tu compañía. Llevo tanto tiempo sola…
—Pero ¿por qué estás tan sola, Pat?
—A mí no me enterraron, Oscar. Se olvidaron de mí. Todos se fueron y me dejaron aquí. Muerta en esta silla…
Oscar Tuppence creyó no poder resistir más aquel ambiente de loca irrealidad.
—¿Te estás burlando de mí?
—¿Yo? Jamás me burlaría de un amigo como tú. ¡Mira!
La llama de la diminuta vela se acercó a la cara de Pat. Oscar Tuppence notó que el mundo se derrumbaba a sus pies al ver aquella pequeña y blanca calavera en la que brillaban, sonrientes y dulces, unos ojos de mujer.


Bolsilibros: Selección terror 142. ¡Matad, muertos, matad!, de Burton Hare

Novela, Terror

El cuerpo de gran estatura estaba cubierto por un peto de malla y casco con la celada alzada.
La abertura de la celada permitía ver parte del rostro… y éste era el de un cadáver en descomposición y que, por algún extraño sortilegio del diablo, esa descomposición se hubiera detenido a la mitad de su tarea destructora. Uno de los ojos había desaparecido roído ya por la podredumbre y no era más que una enorme oquedad negra y purulenta.
También parte de la cara era un amasijo blando y nauseabundo, lo mismo que la boca, en la que ya no quedaban labios, sino sólo revoltijos de carne amoratada, las encías al descubierto y los dientes amarillentos.
El único ojo del aparecido era casi fosforescente, con un poder de penetración espantoso. Luke sintió que le fallaban las piernas mientras el guerrero se erguía poco a poco, saliendo de su tumba. Sintió todo el fuego del infierno penetrarle en la médula cuando aquel ojo verdoso y diabólico se clavó en él.
Apenas advirtió que otras lápidas estaban cuarteándose, abriéndose, saltando en pedazos, y que otras garras primero, y otros seres después, tan horrendos como el primero, surgían a la vida.


Bolsilibros: Selección terror 143. El cerebro del dragón, de Curtis Garland

Novela, Terror

Pero era inútil. Los nuevos zombis de Oriente, las máquinas asesinas del doctor Fu-Manchú, siguieron, implacables, su marcha, aun con sus rostros y cuerpos agujereados. Cayeron sobre Stuart y Frank. No necesitaban armas. Les bastaba el poder aniquilador de los brazos demoledores, musculosos, de las manos recias, macizas, duras y brutales como zarpas de acero…
Chascó el rostro de Stuart Mac Daniels, al tiempo que un aullido inhumano escapaba de la boca del agente, junto con sus encías y dientes destrozados, con su sangre a torrentes. Los dedos brutales, como masas de metal, aplastaron la nariz y hundieron los ojos del infortunado miembro de la CIA, en un amasijo horripilante, que deformó su rostro y lo convirtió en algo indescriptible, sangrante y desgarrado. Culminó el destrozo con la presión salvaje sobre el cráneo de Stuart, que crujió como un fruto maduro, y se hizo astillas bajo la piel, con un último alarido desgarrador, inhumano casi…
Mientras tanto, otras manos de dakois aferraban a Frank Marlowe… Los resultados no eran muy diferentes. Aquellas garras humanas, casi monstruosas, eran capaces de matar sin ayuda de arma alguna. Eran auténticos instrumentos de muerte. Y lo demostraron rápidamente.
Y Marlowe sintió la muerte, la asfixia, cuando esos dedos destrozaron su cuello, desgarraron su garganta y aplastaron, triturándolos, sus cartílagos y huesos. No sólo eso, el cuerpo, encogido contra la pared del corredor, fue golpeado varias veces. Seca, ferozmente. Golpeado en varios puntos vitales. Sintió reventones internos. La sangre escapó por su boca y nariz. Jadeó, cayendo de espaldas. Sus huesos crujieron bajo presiones irresistibles. Astillados, se limitaron a desgarrar tejidos internos de aquel cuerpo que caía sin vida…


Bolsilibros: Selección terror 144. El collar de fuego, de Clark Carrados

Novela, Terror

De repente, se oyó un agudo chillido en la habitación donde estaba el actor.
La puerta se abrió con violencia, Una joven, vestida enteramente de blanco, salió chillando histéricamente.
—¡Los huesos, se le ven los huesos!
La enfermera cayó al suelo sin sentido. Bray, reaccionando, corrió hacia la habitación, mientras Clarence, desconcertado, no sabía si seguirle o atender a la enfermera.
Al llegar a la puerta, Bray se detuvo, aterrado por aquel horrible espectáculo que se ofrecía a su vista.
La piel de Faid se desprendía en largos y hediondos jirones. Caía de la cara, de los brazos, de las piernas…, y los huesos asomaban blanqueando siniestramente.
Unos minutos más tarde, el esqueleto rodó por el suelo con tableteantes sonidos y los huesos se disgregaron al pie del sillón. En el asiento, sin embargo, quedó la calavera, monda por completo, riendo macabramente.
Eran los últimos y malolientes restos de un hombre gallardo y apuesto, pero también enormemente orgulloso y carente en absoluto de modestia y de humanidad.


Bolsilibros: Selección terror 146. Internado de diabólicas, de Curtis Garland

Novela, Terror

En ese instante, Muriel vio el rostro en la ventana, tras los cristales de los cerrados postigos.
El rostro horripilante, monstruoso, parecía flotar allá, en la negra noche, entre agua que caía del alero del edificio. Una mirada satánica se fijó en ella desde aquella siniestra mancha verdosa que era la cara terrorífica que la estaba contemplando desde fuera.
Muriel exhaló esta vez un grito agudo. Y se desplomó en tierra, incapaz de reaccionar de otro modo ante el nuevo horror.


Bolsilibros: Selección terror 147. El horror sin nombre, de Burton Hare

Novela, Terror

Miró distraídamente a George y se quedó helado al ver la atroz expresión de su rostro.
George Brittles tenía los ojos desorbitados y fijos en un lejano rincón de la enorme estancia.
Kernigan se volvió hacia allí con viveza. Al rincón apenas llegaba la claridad de las lámparas, pero no pudo ver nada en absoluto que pudiera ser causa del pánico de su amigo.
—¿Qué pasa George? —murmuró.
—Nada… Disculpadme.
Casi corrió hacia la puerta y desapareció.
Su precipitada salida desató una nueva oleada de comentarios, aunque ninguno pudo comprender qué le había impulsado…
Sólo el pánico, pensó Kernigan: el terror más absoluto.
Pero ¿pánico por qué, de qué?


Bolsilibros: Selección terror 148. Carruaje fúnebre, de Curtis Garland

Novela, Terror

En el silencio que se produjo, sólo dos sonidos fueron audibles: el chirrido de la puerta enmohecida del cementerio y la cuenta imperturbable del notario McLower:
—Uno, dos, tres…
Moore tragó saliva. Contemplaba aquel beso en los labios yertos de Rhodes. Se imaginaba a Selena, odiando a su esposo, sintiendo repugnancia por él y cumpliendo ahora aquel trámite inexcusable.
—Cuatro, cinco… ¡Ya, señora Rhodes! —exclamó, cerrando de golpe su reloj—. ¡La última voluntad del difunto se ha cumplido!
Era cierto. Selena Rhodes se incorporó, tras dejar de besar la boca de su difunto esposo. A Moore le estremeció su aspecto. Sin saber por qué, se adelantó presurosamente hacia ella.
Llegó tarde.
La señora Rhodes cayó pesadamente en tierra, junto al féretro.
Y Moore supo que estaba muerta.


Bolsilibros: Selección terror 149. Un buen sitio para morir, de Clark Carrados

Novela, Terror

La comitiva abandonó el dormitorio. Dos de los guardias encendieron sendas antorchas, con las que alumbraron el camino. Vivian, altiva y orgullosa, marchaba con paso seguro, sin volver la cabeza atrás ni una sola vez.
Minutos después estaban en uno de los subterráneos del edificio, en el que aguardaban dos hombres, con las cabezas cubiertas por sendos capuchones. Varias antorchas alumbraban tétricamente el siniestro lugar.
En uno de los muros había un hueco de poco más de dos metros de altura, por uno de ancho y otro tanto de profundidad. Encastrada en la pared del hueco veíase una recia anilla.
Uno de los ejecutores le indicó el hueco. La condesa penetró y se puso de espaldas a la pared. Una delgada, aunque sólida cadena, rodeó su esbelto talle varias veces. Luego fue asegurada a la anilla.
Había piedras, argamasa y herramientas. Los verdugos se dispusieron a la tarea.
Los verdugos actuaron rápida y prestamente. Una hora más tarde, la pared del subterráneo había recobrado su aspecto habitual.


Bolsilibros: Selección terror 150. Show de sangre, de Curtis Garland

Novela, Terror

Ninguno de ellos observó que Amos Warren, encogido en el suelo en dramática postura, abría súbitamente sus ojos.
Ojos redondos, relucientes. Ojos vidriosos.
Ojos inyectados en sangre. Ojos enrojecidos. Ojos de terror y de angustia.
Ojos de muerte para alguien…
Se fijaron en Webster, inclinado ya sobre él, pasándole los brazos bajo sus axilas, para cargar más fácil y cuidadosamente con él.
Luego, la mano ensangrentada de Warren fue al cuchillo manchado de escarlata, que yacía junto a él. Cerró sus dedos sucios de sangre en torno a la empuñadura. Su mirada era alucinada, centelleante y desorbitada. La mirada de un loco. Un loco peligroso. Un homicida anormal. Lo que nunca había sido hasta entonces el desdichado Warren.
Alzar el arma y sepultarla en la nuca de Webster fue todo uno. Cosa de décimas de segundo. El alarido de éste se ahogó en un tumulto de sangre, brotando violentamente por su boca crispada. Contempló con ojos de pavor y de asombro inmenso a quien fuera hasta entonces su inofensivo paciente y hasta amigo. Vio una faz convulsa, deformada por algo que podía ser odio. O terror. Terror de sí mismo, de aquella sangre que estaba derramando brutalmente. O terror a algo desconocido, que Webster jamás podría localizar ya, puesto que estaba en la agonía. Una rápida y terrible agonía…


Bolsilibros: Selección terror 151. ¡Satanismo!, de Curtis Garland

Novela, Terror

Y sin embargo, aquel monstruo tenía algo de patético, de tremendamente humano, de desgarradoramente cruel e indigno.
Porque ni siquiera era un monstruo. No podía serlo, en circunstancias normales. Imaginé un rostro dulce, sereno, unos largos y suaves cabellos dorados, unos grandes e ingenuos ojos azules.
Pero todo aquello, ahora, causaba auténtico horror. Porque algo desfiguraba atrozmente la figura de mujer, envuelta en jirones de ropa, semidesnuda, con la boca babeante, los ojos desorbitados, los cabellos empapados y revueltos, las mejillas llenas de purulencias y los carnosos labios rebosando costras y grietas sangrantes. Por sus dientes corría un espeso líquido verdoso que goteaba luego por sus labios y mentón, ensuciando sus ropas y su cuerpo.
Las manos engarfiadas que dirigió hacia mí…
Las manos eran horripilantes. Crispadas, malignas, cubiertas totalmente de arrugas y de llagas, de sangre y deformidades. Su juventud, su posible belleza ingenua y adolescente, constituían ahora un horror de deformidades y de fealdad repugnante.
Además, de su cuerpo, cuando se abatió sobre mí con insólita, terrorífica fuerza, brotaba un olor nauseabundo, una vaharada insoportable, que me hizo sentir enfermo.


Bolsilibros: Selección terror 155. La Cabeza del Diablo, de Clark Carrados

Novela, Terror

Casi de repente, entrevió unas luces delante del automóvil.
Presintió que había llegado a su destino. Instantes después, el coche se detenía ante una portalada, alumbrada por dos grandes faroles, suspendidos de sendos brazos de hierro artísticamente forjado.
La lluvia seguía cayendo a raudales.
De repente, una serie de relámpagos iluminaron la noche con sus lívidos resplandores.
Los relámpagos disiparon la oscuridad. En unas brevísimas fracciones de segundo, Gratbans pudo divisar una forma monstruosa, de proporciones apocalípticas, una especie de gigante de increíbles dimensiones, suspendido sobre el castillo, oscuro, amenazador, como dispuesto a arrojarse en cualquier momento sobre la estructura de piedra, para devorarla en cuatro bocados con sus fauces de Gargantúa.


Bolsilibros: Selección terror 156. La madrugada de los cadáveres, de Curtis Garland

Novela, Terror

Bruscamente, algo emergió del rio. Algo extraño, insólito. Parecía… parecía un ser humano, saliendo de las aguas, pero con una extraña rigidez, como si fuese una estatua de piedra o algo así.
No, no era de piedra. Se movía. Movía sus piernas, sus brazos… Estaba saliendo por completo, andando hacia la orilla, por la parte vadeable ya. El nivel del agua descendía en torno a su estatura. Ya era visible su cintura, sus caderas, sus piernas…
Atónita, la señora Spencer descubrió jirones de ropa sangrante en torno a aquel cuerpo que brotaba del río Tweed. Y mutilaciones en el cuerpo. E incluso en… ¡en el rostro!
Aquel hombre, a la claridad difusa de las estrellas, que iban saliendo ya, allá entre desgarros de nubes plomizas… ¡tenía parte del rostro destrozado! Y sin embargo, se movía pausada pero inflexiblemente, avanzaba con una rigidez extraña, inquietante, hasta pisar la orilla del río, cerca de ella.
Los cabellos de la señora Spencer se erizaron cuando descubrió lo que sucedía en el río. ¡Más remolinos, más sombras, más bultos emergiendo, en movimiento! ¡Y eran… eran también seres humanos, cuerpos rígidos, en movimiento… en movimiento hacia ella!
Lanzó un grito agudo. Un grito cuajado de horror, de angustia. Porque los cuerpos que salían del agua, además de tener sus ropas destrozadas, mostraban manos, brazos o piernas mutilados o rotos, rostros aplastados o deformes, enormes boquetes y heridas en sus cuerpos, hasta el punto de tener casi perforado uno de ellos su vientre.


Bolsilibros: Selección terror 165. El gato y las ratas, de Clark Carrados

Novela, Terror

Lacey quedó en la sala. El silencio había vuelto tras aquel ruido, que le pareció un golpe seco, como de una puerta cerrada con cierta brusquedad.
De pronto, reparó en la caja que había encontrado en el coche robado.
—Sólo faltaría que el tipo también huyese con un montón de pasta —dijo divertidamente, mientras soltaba las presillas de cierre.
Levantó la tapa. Un grito de horror escapó de sus labios.
Espeluznado, contempló la mano de mujer que descansaba sobre el forro de terciopelo rojo. Era una mano blanca, fina, de dedos delicados… Pero Lacey no estaba en aquellos momentos para contemplaciones más o menos estéticas.


Bolsilibros: Selección terror 171. El cementerio viviente, de Burton Hare

Novela, Terror

Desde luego, debía tratarse de un cementerio de la Edad Media. En otros tiempos había sido cercado por una pared de rústicos ladrillos de tierra sin cocer, que ahora estaba caída y arruinada, a grandes trechos.
Caminó por entre las lápidas, tratando de leer los caracteres extraños de sus inscripciones. Se sorprendió de que no hubiera ninguna cruz en todo el recinto mortuorio.
De pronto se detuvo, intrigado por la extraña sensación que culebreaba por su espalda. Miró en torno. No cabía duda de que estaba solo allí. No obstante, tenía la desagradable sensación de que unos ojos ocultos le espiaban; unos ojos malignos que de algún modo podían constituir una amenaza…


Bolsilibros: Selección terror 197. Cita con los espíritus, de Burton Hare

Novela, Terror

Alguien emitió una suerte de quejido al oírlo. Luego, el médium sufrió una tremenda sacudida, como un violento espasmo, y quedó rígido, los labios entreabiertos y los ojos cerrados, tenso como una tabla.
Patricia le miró por entre sus párpados entornados. Le vio pálido, ceniciento. También la mano de Nat que sujetaba la suya se había puesto tensa y rígida mientras el temblor de la que tenía en su izquierda se agudizaba.
Entonces vio algo más. Algo que le hizo olvidar instantáneamente esas percepciones físicas.
Veía el enorme candelabro del rincón cómo se alzaba lento y seguro.
Parpadeó. No podía ser cierto y estuvo a punto de lanzar un grito.
El pesado candelabro estaba ya a varias pulgadas del suelo, elevándose majestuoso como sostenido por poderosas y grandes manos invisibles. La llama del cirio osciló mientras el candelabro subía más y más… Luego, la llama se apagó y el candelabro quedó quieto casi un metro por encima del suelo.


Bolsilibros: Servicio Secreto 1361. ¡Primer premio: muerte!, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Temblando de miedo, pero decidida a llegar hasta el fin, Moira Hool se detuvo a unos cincuenta metros de la casa sumida en la oscuridad. Sí, aquélla era la casa que se indicaba en las instrucciones recibidas días antes.
Con la mano izquierda, apretó la carta que la había llevado hasta aquellos parajes. Moira se la sabía de memoria.
«Usted tiene una cuenta que saldar con el todopoderoso Tomlinson W. Ackers —⁠decía la misiva⁠—. Si realmente desea vengarse de ese miserable, acuda a la dirección señalada en el plano adjunto, el día 22 a las once en punto de la noche. Se le recomienda el máximo de discreción».


Bolívar el insondable, de Álvaro Pineda Botero

Histórico, Novela

Novelista, crítico, investigador y catedrático, sus textos han aparecido en publicaciones nacionales y extranjeras. Algunos han sido traducidos al inglés, alemán y búlgaro. Otras novelas son Gallinazos en la baranda (1986), Trasplante a Nueva York (1983) y Cárcel por amor (1994). Estas dos últimas fueron publicadas nuevamente en un volumen bajo el título de Díptico de Nueva York (2002). Su última novela: El esposado, memorial de la Inquisición fue publicada por Común Presencia Editores en 2011. Entre sus libros de teoría y crítica están: Teoría de la novela (1987), Del Mito a la Postmodernidad (1990), El Reto de la Crítica (1995), La fábula y el desastre (1999), Juicios de residencia (2001) y La esfera inconclusa, novela colombiana en el ámbito global (2006). La Revista Credencial seleccionó Bolívar, el Insondable como una de las novelas más destacadas y representativas de la producción nacional en el siglo XX (edición 203, noviembre 2006). El profesor Seymour Menton de la Universidad de California, autor de La nueva novela histórica de la América Latina y Planetas y satélites, la novela colombiana, le dedica un extenso y elogioso capítulo titulado “El Insondable, la vida en los tiempos del Libertador”, incluido en la segunda edición de Planetas y satélites (2007). Cuatro voces narrativas establecen un diálogo polifónico: el propio Bolívar en su lecho de muerte, conversando consigo mismo, para encontrarle sentido a su vida y a su obra. José Carreño, en el año de 1826, cuando sirvió de informante ante el Foreign Office Inglés, donde se discutía la conveniencia de apoyar económica y militarmente a Bolívar. María Teresa Rodríguez del Toro con su diario íntimo, y el autor que da cuenta de las vicisitudes de la investigación histórica y la empresa literaria. El mapa de los desplazamientos y los encuentros incluye en América a Caracas, Cartagena, La Habana, Bogotá, Quito, Lima, el mar Caribe, los llanos, las montañas y la selva. Y, en Europa, Madrid, Londres, París, Viena, Milán, Venecia, Florencia, Roma, Nápoles, las bellas campiñas francesas e italianas, las orillas del Rhin, glaciares en los Alpes. El tamaño de su ambición incomprendida es apenas comparable con la dimensión de sus recorridos. Nómada y expatriado, Bolívar vivió y murió para ofrecernos un hogar que aún no logramos consolidar.


Bomarzo, de Manuel Mujica Láinez

Novela, Histórico

«Bomarzo», obra cumbre de Manuel Mujica Lainez, es la recuperación literaria de la vida del genial duque de Orsini, un visionario del Renacimiento italiano, reelaboración apasionada, mágica y poética de todo un mundo de príncipes, cardenales, condottieri, bufones, artistas, cortesanos y escritores. «Bomarzo» es la obra más ambiciosa y acabada de uno de los máximos exponentes de la narrativa hispánica contemporánea.Con una magnífica prosa barroca teñida de ironía y de nostalgia, que se presta tanto a las descripciones plásticas como a las reflexiones intimistas, Mujica Lainez construye un memorable mural manierista que trasciende el marco de la novela histórica para convertirse en crónica lúcida de una civilización.Su lengua pura y refinada, impregnada de cierto perfume arcaizante, traza flamantes descripciones y finos análisis psicológicos. El autor obtuvo varios premios por esta obra literaria, entre ellos el Premio Nacional de Literatura en 1963 y La Legión de Honor del Gobierno de Francia en 1982. Además, compartió con Ginastera el Premio Pulitzer que se le confirió a la ópera del mismo nombre.


Bomberos 1. Volver a amar, de M. P. Delgado

Romántico, Novela

Sinopsis: ¿Qué pasa cuando toda tu vida gira en torno a una ruleta rusa? ¿Cuándo tu vida siempre está al borde de entre la vida y la muerte? Esa era la vida de Josh Morning, un bombero que había dedicado su vida al servicio de su comunidad, era el legado de su padre Derby Morning estandarte de la misma brigada 34 al que pertenecía su hijo y del que ahora era jefe de brigada del mismo. Sin embargo todo en una noche cambió, la carrera por la que vive le juega una mala partida cuando una llamada de emergencia a su escuadrón lo envía directamente a su casa, para el bombero sería un día que jamás olvidaría; y por si fuera poco lo marcaría de una manera que nunca imaginó. Ahora que su vida se ha volteado de cabeza no sabe cómo enfrentarse de nueva cuenta a ella hasta que por aras del destino conoce a Oliver Heart un joven que trabaja prestando servicios de consejero para quien necesite ser escuchado, lo que nunca se imaginó Josh, fue que ese chico era el mismo que alguna vez había salvado hacía ya tiempo; ahora que Oliver había conocido la desdicha de su héroe personal se ha prometido ayudarlo y si es preciso salvarlo como una vez Josh hizo con él.


Bombón, qué bellas pecas, de Beatriz Luna

Erótico, Novela, Romántico

Aurora Espósito, es una actriz novata que reside en Barcelona - España, que tras vivir un terrible episodio dentro de su tormentosa relación y ser testigo de un abuso, decide huir a Chile junto a la víctima; lugar donde vive su único hermano y familia. Una vez instaladas allá, comienzan a adaptarse y conocer personas, en ese momento Aurora decide cambiar el chip y vivir la vida a concho y sin inhibiciones. Tras disfrutar del sexo sin amor, se da cuenta que ningún hombre la hace sentir plena y esto comienza a aburrirle, pero todo cambia cuando un guapo diseñador de ojos azules le sonríe en una cafetería. Ambos quedan encantados con el otro, y aunque al principio sus fantasmas les impiden estar juntos, el destino se encarga de que se encuentren en todas partes, a tal punto que Aurora termina trabajando para Ulises Vega, el guapo diseñador de ojos azules. Luego de resistirse un poco más, los dos terminan cayendo en la tentación y se enfrascan en una bonita y excitante relación, donde los juegos con fustas y los orgasmos los vuelven insaciables. Tras estar en la cúspide de la felicidad y el placer, el pasado de Aurora vuelve para atormentarlos, involucrando a más de uno en el camino. Y tú ¿Qué esperas para leerlo?