La caravana de autos, cabinas y camiones que constituía el Parque de Diversiones de Ed Ferron entró en Bay Bayou una madrugada brumosa.
Ed Ferron no quería más que hacer buenos negocios y ganar mucho dinero; ya estaba harto de aventuras, de mujeres, de enredos.
Pero poco podía imaginar que el solo hecho de ir a la estación a retirar una carga habría de complicar su vida, justamente con los elementos que temía.
La rubia que bajó del tren era cancionista, aunque tenía una figura de bailarina, pero no era eso lo peor que de ella se sospechaba en esa aldea, llena de habladurías pequeñas, pequeños rencores y ambiciones pequeñas. Cuando la caravana —con una nueva pasajera— partió de Bay Bayou en un mediodía radiante, los cadáveres y un mundo de valores derrumbado habían señalado su paso por el pueblo.
El crimen implicaba a su mejor amiga. A la mujer que acaso llegara a ser algo —mucho— más que eso.
Y por ello Philip Cavanagh, el joven médico y abogado londinense, «tenía» que resolverlo.
El asesinato era como una perfecta obra de arte. Un delicado tapiz en cuya trama se mezclaban varios hilos: el amor, los celos, las drogas, la degeneración…
La ronda de los sospechosos se bailaba en el elegante Club Apolo, cuyos habitués eran mucho peores de lo que parecían ser, pero también mucho mejores de lo que ellos mismos se creían.
Philip Cavanagh logró tirar uno a uno los hilos de esa trama. Y al hacerlo se encontró a sí mismo. Y encontró la dicha que la vida le debía.
Ernestine parecía una muchacha extraña.
Pero era mucho más extraña de lo que parecía. Típica joven estudiante —estudiosa— de trajecito sastre y gruesas gafas durante el día, se convertía por la noche en una vampiresa de vestidos rojos con profundos escotes… y sin gafas.
En una de esas noches, Ernestine tuvo su última cita con la muerte. Y fue entonces que empezó a surgir la increíble verdad de la doble vida que llevaba. El profesor Pennyfeather demoró mucho en desentrañar el fondo y el trasfondo de estos crímenes, pero cuando lo logró arribó a una certeza incontrovertible: Ernestine había llevado una doble vida… y las había perdido a las dos.
El marido de Verónica Hedley había desaparecido. Ni su bella secretaria, ni ninguna de las muchas personas a quienes estaba vinculado sabía dar razón de su paradero.
Verónica esperó vanamente su regreso. Cuando se decidió a llamar a Rupert Bradley para que la ayudara a encontrarle, éste pensó que ya era un poco tarde. Esa sospecha se vio ampliamente confirmada cuando visitó la oficina de Hedley y se encontró allí con un cadáver. Desde ese momento, la vida de Rupert Bradley se convirtió en una loca carrera por llegar antes que la policía a cada uno de los sitios marcados en su agenda. En esta carrera —pronto convertida en cacería— la secretaria de Hedley era unas veces la liebre, y otras el lebrel.
El recordado autor de Los Crímenes del Gato y el Violín nos da una muestra más de su fértil imaginación y su capacidad para intrigarnos.
El caso más reciente de Michael Shayne, el recio detective que nuestros lectores recordarán de Antes de despertar. Esta vez Mike conoce (a él siempre le pasan estas cosas) a una rubia atómica. Lo que no se imaginó fue que la rubia tuviera un marido superceloso. Y que, a los pocos días de conocerse, la rubia apareciera estropeada por unos balazos… y que a él le tocara encontrarla. A partir de entonces, por las soleadas playas de Miami se desarrolla la triple, enconada persecución. La policía detrás de Mike. Y éste detrás del asesino. Sólo cuando tocó a su fin esa carrera enloquecida pudo Mike verter su demorado llanto por una rubia.
Junie Jacques, la tórrida, sensual, Junie; de voz profunda y extrañamente apasionada, confiesa haber apretado el disparador del arma que causó la muerte de George Pringle. Y Pringle se merecía sobradamente estar frente a la mira de esa pistola. Pero en el mundo de las grabadoras de discos de Nueva York corrían rumores inquietantes. Por sobre el ronroneo de las cintas grabadoras y girar ondulante de las placas, voces cotizadas en millones susurraban palabras comprometedoras. Y esas voces aseguraban que Junie Jacques no había matado a Pringle. Que él se lo tenía merecido, sí; que ella había disparado, sí; pero que la deliciosa rubia de negro no era (aún) una asesina. Eso, justamente, es lo que tocaba probar al capitán Wade Paris.
Todo empezó esa noche, cuando dos asesinos llevaron la tragedia al hogar de Peter Cormoran. O quizá empezó antes, cuando un forastero le pidió a Peter que le guardase el auto en el garaje de la cantina. Y a partir de ese instante nadie pudo controlar la catástrofe. Seres depravados, cuyo existencia Peter no sospechaba, arrasaron con los últimos restos de su felicidad. Entonces Peter Cormoran se fijó una meta. La venganza. No bastaba con llorar a los muertos; había que enviar a la tumba a los culpables de la masacre. Pero comprobó que los asesinos no eran los únicos que lo tenían marcado en la lista de sus víctimas. La policía también ambicionaba su pellejo. Quizá Peter se habría dado por vencido. De todos modos todo lo que él amaba había naufragado. Fue entonces cuando apareció otra mujer…
Muchas cosas le ocurren a Tim Rourke en aquel pequeño país sudamericano. Un revolucionario; una deslumbrante belleza que dice que vio a la policía del dictador asesinar a un dirigente opositor; dos hombres que hieren a Rourke para que lo confundan con la víctima de un ataque, y finalmente, Carla Adams, la hermosa norteamericana perseguida. ¿Qué podía hacer Rourke? Hacer pasar a Carla Adams la frontera y telegrafiar a Mike Shayne para que lo fuera a ver en el aeropuerto de Miami. Pero cuando Shayne llega, al aterrizar el avión no hay huellas de Tim Rourke ni de la muchacha. Este nuevo caso de Michael Shayne es otra de las apasionantes novelas que millones de lectores han aprendido a esperar de la máquina de escribir de Brett Halliday.
Esta es la historia de 200 000 dólares que podían convertir en realidad los sueños más atrevidos. Primero fue el crimen. Vagabundos de arrabal ante su primer gran «trabajo», ante aquella oportunidad deslumbradora que no volverían a encontrar. Podrían haber echo el «trabajo» con un arma. Pero, por divertirse, usaron un ácido. Luego aparecieron la bella muchacha del night club , el honesto policía que no lograba hacer feliz a su mujer, y el atleta que nunca había tenido una oportunidad en su vida. Los tres tenían dos cosas en común: sabían dónde estaba el dinero robado, y no vacilarían en matar para apoderarse de él.
De la adaptación, introducción, apéndice y notas: Lourdes Íñiguez,
Un volumen con seis de los más célebres casos del detective por antonomasia. Sherlock Holmes nos cautiva esta vez con sus mejores aventuras. Si en Estudio en escarlata, Arthur Conan Doyle nos lo daba a conocer, en este volumen, a través de las seis obras que hemos seleccionado, hacemos un recorrido por treinta años de servicios en defensa de la ley y el orden, como asesor de una policía a la que supera en talento y en sagacidad.
Ningún crimen queda sin resolver si él se encarga de investigarlo para desenredar sus misterios. Y a la vez conocemos a los personajes que van marcando su vida: su inseparable amigo el doctor Watson, su hermano Mycroft, su amor ideal Irene Adler y su acérrimo enemigo el profesor Moriarty, con el que mantendrá una mortal pelea al borde de una impresionante cascada en Suiza. ¿Saldrá vivo de ella?
Te animamos a abrir este libro, que te aseguramos atraerá tu interés hasta su última página.
El tráfico de cocaína mueve miles de millones de dólares cada año. Su consumo causa un número incalculable de muertes y su dominio crece a un ritmo imparable. Un día el presidente de Estados Unidos decide invertir todos sus esfuerzos en acabar con este negocio y le encarga esta tarea, aparentemente imposible, a Paul Deveraux, un ex agente de la CIA inteligente, dedicado y tan audaz como despiadado. Si alguien en el mundo puede hacer este trabajo, es él. Deveraux acepta el reto de desarticular los cárteles de la droga, pero impone algunas condiciones: tendrá a su disposición todo el dinero, los agentes y los recursos que considere necesarios. Y la misión no finalizará hasta que haya alcanzado su objetivo. No hay límites ni reglas y nadie hará preguntas después. La guerra ha estallado y han desaparecido las normas del combate. Desde las pistas de aterrizaje de la selva amazónica hasta los barrios bajos de Bogotá, pasando por las espaciosas oficinas gubernamentales de Washington, Paul Deveraux, alias Cobra, descubre la escalofriante realidad del imperio más poderoso: el de la droga. Frederick Forsyth es, sin duda alguna, el gran maestro del thriller.
Especulación, paraísos fiscales, venganzas, dinero negro, lujo y asesinatos… Bienvenidos al lucrativo mundo de la corrupción a gran escala… Humberto Alejandro Espinosa de Mendoza Spencer-Wallis es un acaudalado aristócrata madrileño, soltero por convicción y bon-vivant de profesión, que un día recibe una extraña visita que dará un vuelco a su vida. Muy a su pesar ha sido elegido (chantajeado) por una importante agencia gubernamental para localizar y desmantelar a poderosos grupos financieros que se dedican al lavado de dinero. Utilizando sus excelentes relaciones sociales y con la ayuda de una multimillonaria ecuatoriana, Humberto se infiltrará en un oscuro mundo de corrupción, violencia, fortunas increíbles y dinero sucio tras el que se esconden las causas de una crisis tan global como demoledora… «El escritor Alberto Vázquez-Figueroa es un auténtico fenómeno literario.». El País.
Clare Cosi es la encargada de la histórica cafetería Village Blend de Nueva York. Vive feliz junto a su gata Cafelito en un apartamento justo encima de la cafetería. Pero todo da un giro inesperado cuando descubre en la trastienda el cuerpo de la subencargada del negocio rodeado de posos de café. Al no encontrar indicios de violencia, la policía concluye que se trata de un accidente, pero Clare no opina igual. Ella piensa que algo se cuece. Si quiere llegar al fondo del asunto deberá investigar por su cuenta y rápido… antes de que alguien más corra la misma suerte. Porque un buen crimen, como el buen café, siempre debe estar a punto.
J G Reeder es un hombrecillo de apariencia débil, con cabello rojo y ojos débiles. Sin embargo, su mente extraordinaria es muy aguda. Aquí hay tres episodios emocionantes sacados de su libro de casos: «Los dos ases», sobre un hombre que juega fuerte y vive con miedo; «Kennedy, el convicto», que revela la máscara impecable despojada de un demonio, y finalmente «El caso de Joe Attymar», un misterio con mucha intriga que involucra un asesinato en el Támesis de Londres.
El Arquero Verde, ahorcado en 1487, parece haber regresado al castillo de Garre y The Daily Globe encarga a Spike Holland que investigue la noticia. El dueño del castillo, Abe Bellamy, uno de los peores villanos del mundo (en más de un sentido), no quiere que se averigüe nada sobre el asunto. Mientras tanto, Scotland Yard encarga del caso a James Lamotte Featherstone.
Estaban todos en el ajo. Dick Allenby, inventor y presunto heredero. Jerry Dornford, hombre mundano y derrochador. Mike Hennessey, empresario de teatro. Mary Lane, actriz de reparto. Leo Moran, banquero y especulador. Washington Wirth, de fortuna dudosa y organizador de fiestas por todo lo alto. El viejo Hervey Lyne, usurero de las clases altas y el paciente Binny, el sirviente que empujaba su silla de ruedas y le escribía las cartas. ¡Y el pobre Horace Tom Tickler! Un ratero que también estaba en el ajo pero no se había enterado. Al dejar una gala en el Litigation Club, Jerry Dornford y el detective de Scotland Yard Surefoot Smith están discutiendo sobre armas mientras esperan un taxi. El que está estacionado frente a ellos no tiene chofer, pero guarda un misterioso cadáver.
Larry Graeme deja el hotel donde festejaba a solas su último golpe cuando lo interceptan cuatro agentes de Scotland Yard. No vale la pena resistirse ni inventar coartadas: alguien lo ha delatado. Pero, ¿quién? Le toca un juez blando y lo condenan a solo tres años en la temible prisión de Dartmoor. Cuando sale en libertad, Graeme tiene un solo objetivo: descubrir y dar muerte al Delator. Pero Scotland Yard también va detrás del pájaro que, aunque les ha rendido servicios durante años, es ahora dueño de un imperio criminal. Para complicar más las cosas, los dos periódicos de más ventas de Londres también están detrás de la pista y de una noticia sensacional.
El arroyo que corre entre el canal y el río pasa por debajo de Lady’s Stairs, una caótica casa de madera habitada por Li Yoseph. La policía sabe que Yoseph es un contrabandista. Sus vecinos, en cambio, creen que es rico y excéntrico. Pero de lo que no necesitan pruebas es de que Li Yoseph está rematadamente loco. Ann Perryman tenía un hermano llamado Ronnie, que ha muerto asesinado. En busca de pistas llega a Lady´s Stairs en mala compañía. Mark McGill y el histérico Tisel están dispuestos a ayudarla. La teoría de McGill es que el inspector Bradley, de Scotland Yard, es responsable de la muerte de Ronnie. Y Li Yoseph lo confirma. Pero entonces Yoseph desaparece sin dejar rastro.