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Bolsilibros - Bravo Oeste 518. El cráter del sol poniente, de Cliff Bradley

Relato, Aventuras

Aquélla era una alta, solitaria y hermosa tierra. Un verdadero lugar de promisión… Ciertamente, un hombre de arrestos y empuje, que además fuese capaz de soportar la soledad y arreglárselas con poco, podía encontrar allí la paz, la felicidad y, sobre todo, esa incomparable y ya casi olvidada sensación de ser señor de sí mismo y de todo lo circundante, que acerca al hombre a Dios. Sin embargo, ni todos los hombres son capaces de acercarse a Dios ni mucho menos de apreciar los beneficios de la soledad, la paz, la libertad plena, con cuanto acarrea de trabajos y responsabilidades. Para la mayoría, en todos los tiempos, lo que importa es asegurarse la pitanza, aun a costa de degradación y servilismo. De ahí que tengan tanto éxito las ciudades.


Bolsilibros - Bravo Oeste 537. Tirando a lobo, de A. Rolcest

Novela, Aventuras

Sinopsis no encontrada


Bolsilibros - Bravo Oeste 553. El odio cavó su fracaso, de Alf Regaldie

Novela, Aventuras

Alfonso Arizmendi Regaldie (San Cristóbal de la Laguna, Islas Canarias, (España), 1911 - Valencia (España) 2004), más conocido por el seudónimo Alf Regaldie formado con la abreviatura de su nombre y con su segundo apellido, de origen francés, aunque también utilizó el de Carlos de Monterroble. Aunque nació en la localidad canaria de San Cristóbal de la Laguna, durante la mayor parte de su vida residió en Valencia, por lo que se le puede considerar con toda justicia miembro de pleno derecho de la escuela de ciencia-ficción valenciana. Al igual que ocurrió con otros muchos contemporáneos suyos, tuvo la desgracia de verse atrapado en la vorágine de la Guerra Civil española, participando como combatiente en el bando republicano. lo que le acarreó, como es fácil suponer, serias dificultades una vez acabada la contienda, llegando a estar encarcelado por ello durante siete años.


Bolsilibros - Bravo Oeste 561. Quema la tierra, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

A veces, no es agradable volver. 
Para Brody, volver era una necesidad. Y un estímulo. Y una esperanza. La última. 
Volver significaba, acaso, vivir de nuevo. O seguir viviendo, para ser más exactos. A pesar de todo. A pesar de Viveca; a pesar del viejo Garko; a pesar de la granja. 
Y todo por un solo factor. Por un solo elemento: un elemento humano, vital, entrañable: Ringo. 
El pequeño Ringo...


Bolsilibros - Bravo Oeste 572. Plena confianza, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Las dos jóvenes que viajaban en la diligencia también, conocieron por la vieja lo sucedido. Y llegó la noche sin más novedad. Algunos viajeros no se presentaron hasta muy tarde, y otros, la mayoría, se hallaban durmiendo desde las primeras horas. A la mañana siguiente, cuando la diligencia se iba a poner en marcha, se presentó el sheriff para despedir a la mujer del compañero y a Alan, así como a las dos jóvenes. Tom estaba ya sentado en su sitio en el vehículo.


Bolsilibros - Bravo Oeste 587. La ley de los ambiciosos, de Alf Regaldie

Novela, Aventuras

Al detenerse la diligencia, Richard Haynes entreabrió los ojos y miró por la ventanilla. Se habían detenido en Fire's Creek. El motivo era recoger una linda y joven pasajera. Richard, que había vuelto a entornar los ojos, los abrió de nuevo cuando percibió el suave perfume que emanaba de ella. Se sintió deslumbrado.


Bolsilibros - Bravo Oeste 786. El fullero, el pistolero... y el sepulturero, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Los cinco hombres atravesaron como fantasmas el pequeño patio y detuvieron ante la puerta del edificio. Todos ellos iban vestidos de negro para que sus cuerpos se confundieran mejor con las sombras de la noche. Llevaban revólveres también negros. Era necesario estar a dos pasos de distancia para poder distinguirlos. Y cómo a dos pasos de distancia no había nadie… 
Una voz bisbiseó: 
—La llave. 
Uno de los cinco hombres se adelantó. Llevaba en la derecha, en lugar del revólver, una llave falsa que manejó con la mayor habilidad. En un instante, y con sólo un leve chasquido, la puerta ante la que estaban dejó de ser un obstáculo. 
Inmediatamente se oyeron las voces y risas. Se mezclaban las de hombre y las de mujer en una alegre combinación qué, sin embargo, no tenía nada de procaz. Simplemente se estaba celebrando allí una fiesta familiar. Alguien gritaba en aquel momento: 
—¡Brindemos por Jim! 
—¡Por su salud!


Bolsilibros - Bravo Oeste 1055. Whisky para los difuntos, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Parecía una pesadilla. 
Los jinetes aullaban salvajemente en torno al rancho incendiado, mientras alzaban los rifles y espoleaban sin piedad a los caballos. 
Las llamas, que parecían querer alcanzar el cielo, iluminaban trágicamente la noche. 
Y las siluetas de los once hombres se recortaban sobre aquel fondo de infierno, mientras los gritos los gritos se hacían más agudos, más estridentes y de vez en cuando sonaban disparos al aire para acentuar aquella sensación de pesadilla. 
Dentro del rancho también se oían aullidos, pero éstos eran distintos. 
Mientras los incendiarios, borrachos hasta los tuétanos, gritaban de placer, los que estaban dentro se retorcían de dolor al ser alcanzados por las llamas, y sus gritos estremecían la noche.


Bolsilibros - Bravo Oeste 1073. Las aventuras de una botella de whisky, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

El viejo Burton se asomó temerosamente por la puerta de su habitación del hotel, mirando a un lado y otro del pasillo, mientras calculaba a ojo la distancia que le separaba de la ventana. 
Con un poco de suerte podría deslizarse hasta el tejadillo de la cuadra y desde allí escapar.


Bolsilibros - Bravo Oeste Ediciones B 1. Dólares y sangre, de Gordon Lumas

Aventuras, Novela

Ninguno de los dos jinetes tenía un aspecto muy boyante cuando coronaron la cumbre y tendieron la mirada hacia el llano, y el pueblo desparramado allá abajo, sumergido en la dulce neblina de polvo y sol. —Creí que ya no había ningún lugar habitado entre los montes y la frontera —comentó Nick Casidy, echándose el sombrero hacia la nuca. —Te dije que había un poblacho —replicó el mexicano que le acompañaba—. Cuatro casuchas no más… Pero ha crecido desde la última vez que estuve aquí. —¿Cómo se llama el lugar, Montoya? —Chico Nogales. —Eso será en tu idioma


Bolsilibros - Bronco Oeste (Ed. Zinco) 2. Complot de muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

A la caída de la tarde, el tren procedente del Este con dirección a California, se detenía en la estación o apeadero de Kimball, pequeña localidad de Nebraska y a unas sesenta y tres millas al este de Cheyenne, capital del Territorio de Wyoming. 
En todos los vagones de pasajeros, tan pronto como se detuvo el tren, subieron unos empleados de la Compañía del Ferrocarril, para comunicar a todos que tendrían que hacer noche en la pequeña localidad, debido a que la vía estaba obstruida en un par de millas por el desprendimiento de tierras sucedido aquella mañana a consecuencia de una lluvia torrencial, y que ya estaba subsanando.


Bolsilibros - Bronco Oeste (Ed. Zinco) 13. La muerte va a caballo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Los fuertes resoplidos de la máquina dispersaron al grupo de curiosos que resultó envuelto en el vapor blanquecino. Esto produjo una risa incontenida al maquinista que contemplaba desde su habitáculo el repetido espectáculo. Dos hombres elegantemente vestidos al estilo ciudadano descendieron de uno de los vagones.


Bolsilibros - Bronco Oeste (Ed. Zinco) 16. Venganza viajera, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¿Cuándo piensas partir, Daniel? 
—Mañana mismo. 
—¿Tanta urgencia tiene ese viaje? 
—Según cuenta mi tío en su carta, es fácil que pueda necesitarme. 
Los dos amigos charlaban en la herrería principal de Sprinfield. 
—¿Continúa siendo sheriff en Cheyenne?


Bolsilibros - Bronco Oeste (Ed. Zinco) 17. Frontera fatídica, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—Nos estamos moviendo sobre un barril de pólvora, Zalman. La vigilancia es cada vez más estrecha en la frontera fatídica, como se llama a esta zona. Nuestro enlace al otro lado del río no se ha presentado... Como haya caído en manos de las autoridades de su país ya puedes ir haciéndote la idea que no volveremos a verle. 
—Resultas desesperante, Bernard. Si Albert fuera de tu misma condición... 
—Piensa exactamente igual que yo. ¡Despierta de una vez, Zalman! En las condiciones actuales no podemos continuar «trabajando» en la frontera. Desde Brownsville hasta la desembocadura del Pecos lo controlan, palmo a palmo, los hombres de Remsen. Son demasiadas millas, Zalman. Pretender enfrentarse a una organización como esa...


Bolsilibros - Bronco Oeste (Ed. Zinco) 47. Árboles siniestros, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—Seguimos manteniendo contacto con ese pequeño pueblo de California... ¿Quién es el que escribe al patrón? 
—Jerry Collins. 
—¡Caramba! ¿Te recomienda él? 
—Esta carta ha sido escrita por su puño y letra. 
—Ven conmigo. Te presentaré a algunos de mis compañeros. Estamos en aquella mesa del rincón. 
Mostróse mucho más amable el capataz.


Bolsilibros - Bronco Oeste (Ed. Zinco) 51. Llevan plomo en la sangre, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—Acorralan como fieras a sus víctimas. Esa no es forma de aplicar la ley por más que intenten enmascarar... 
—Cuidado, Bill. Los hombres que acaban de entrar vienen dispuestos a vengar la muerte de Eaton y cuentan con el apoyo del sheriff. Cualquiera de ellos lleva una elevada dosis de plomo en la sangre. 
—Es curioso. ¿Y esto es lo que llaman el mundo civilizado? Ahora que conozco sus costumbres envidio cada día más a los indios y justifico sus acciones, sin que por ello deje de reconocer que existen algunos grupos de exaltados... 
—Hemos hablado suficiente de todo eso, Bill, pero el que nosotros justifiquemos el comportamiento de esas familias sirve de muy poco, por no decir de nada. Hemos podido comprobarlo durante el juicio. Los tres jóvenes indios condenados a muerte continúan adornando con sus cuerpos los árboles de la plaza...


Bolsilibros - Bronco Oeste (Ed. Zinco) 52. Látigo vengador, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Con un látigo en cada mano, castigó cruelmente a los dos vaqueros, que se cubrían el rostro entre gritos de dolor y de auxilio. Siguió castigándoles después de estar caídos en el suelo. Al fin, soltó los látigos en el suelo, se inclinó hacia los caídos y les arrastró hasta la puerta de la calle. Volvió a por los látigos y sin que nadie interviniera, les colgó con los mismos látigos en la galería de la taberna.


Bolsilibros - Bufalo (Ed. B) 181. ¡Al fin castigados!, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Sussan era la dueña del saloon El Edén, que era sin duda el mejor local de la ciudad y desde luego del condado. Se puso a ayudar al barman, cosa que hacia llegada la hora en que la afluencia de clientes aumentaba de manera notoria. Todos los que entraban cuando ella se hallaba en el mostrador bromeaban con ella.


Bolsilibros - Bufalo (Ed. B) 1012. Por un caballo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

El conserje se encogió de hombros y el elegante salió del hotel. Y marchó a uno de los locales más elegantes. No eran muchos los que había en Helena que era una población poco populosa. Los clientes, para esos locales, se basaban en los ganaderos de las proximidades y sus vaqueros, así como los mineros que acudían de lejos para resolver asuntos en las dependencias oficiales.


Bolsilibros - Búfalo 18. Traidor hasta la muerte, de Fidel Prado

Novela, Aventuras

Era la fecha de mediados del pasado siglo, aquella fecha luctuosa para los mejicanos y para los hispano-californianos establecidos en la Alta California desde San Diego para arriba. La derrota de Méjico por el Tío Sam, que finalizó con el humillante tratado de Guadalupe Hidalgo, había puesto en manos de los americanos cientos de millas de terreno feraz y valiosísimo, en los que estaban incluidos Nuevo Méjico, Texas y más de la mitad de California. A muchos de los habitantes del sur de este último Estado les había sorprendido el tratado de paz y el cambio de nacionalidad, poco menos que en un sopor dulce y lánguido del que iban a despertar muy agriamente.