Edward, que está casado, celebra una cena para Binny, su amante. Consciente de que le ha negado durante mucho tiempo esas pequeñas intimidades que una esposa da por supuestas, quiere ofrecerle a Binny una oportunidad de sentirse más implicada en su vida y de relacionarse con algunos de sus amigos (los más discretos, por supuesto). Pero las cosas no saldrán como Edward había previsto. Unos visitantes inesperados irrumpirán en la cena y harán que la velada tome un rumbo impredecible. La cena de los infieles ganó el premio Whitbread de novela. En sus páginas se puede disfrutar del humor negro característico de Beryl Bainbridge, gran dama de las letras inglesas.
Este libro es una antología que reúne la mayor parte de la obra de ficción de Alfonso Reyes quien imaginaba hermosas e inquietantes historias —situadas en una dimensión que inventó en su juventud— y sabía contarlas de tal manera que producen en el lector un deslumbramiento como el que tan bien expresó Julio Torri: «Tu “Juan Peña” es precioso. ¡Cómo sabes sacar partido de cualquier cosa y hacerla interesante y bella! Estás maduro para las Memorias. Si te resuelves a escribirlas no seas del todo veraz; no prescindas de tu imaginación…».
Mariona Rebull, es el primer título de una pentalogía titulada La ceniza fue árbol, compuesta, además de ésta, por las novelas El viudo Rius, Desiderio, 19 de Julio y Guerra Civil. Los personajes de estas novelas son seres típicos —o mejor prototípicos— de esa sociedad barcelonesa que se tomó en serio el juego del trabajo y levantó de la nada una urbe industrial de primer rango. Sin embargo, no mana de ahí el secreto de lo obra agustiniana, ni de la reconstrucción fiel de una época, el 1900. El manantial de su encanto, de su poesía y a la vez de su descarnado realismo, brotan de una vena subterránea: como en todos los grandes escritores realistas, la narrativa y la descripción excluyen la presencia del autor con su respiración y su ritmo entrecortado, pasando a ser los mismos personajes, los mismos objetos, el mismo sol y la misma naturaleza quienes hablan. Estas célebres novelas de Ignacio Agustí constituyen, además de un serio y penetrante estudio de la idiosincrasia catalana, en sus virtudes y humanas limitaciones, un entronque con la tradición novelística de Galdós o Alarcón. Pero en nuestro autor palpita una preocupación que lo vincula como hombre de su época: es un pulso sensible a la inquietud y a la marea de tipo social, reseñada no como parte interesada o neutral ni, menos aún, con lo fría actitud del historiador, sino con humana vibración que no puede ocultar una raíz cristiana. Mariona Rebull fue publicada en 1943 con gran éxito, y es la crónica social de una época a la vez que una historia de amor con dos partes claramente diferenciadas: el noviazgo entre Joaquín Rius y Mariona y el matrimonio que fracasa y deriva en adulterio femenino, uno de los temas de la novela del siglo XIX, que el autor recupera, poniendo especial énfasis en los tres personajes del triángulo: el marido austero y aburrido, la mujer insatisfecha y soñadora y el amante frívolo y vividor.
El viudo Rius, es el segundo título de una pentalogía titulada La ceniza fue árbol, compuesta, además de ésta, por las novelas Mariona Rebull, Desiderio, 19 de Julio y Guerra Civil. Los personajes de estas novelas son seres típicos —o mejor prototípicos— de esa sociedad barcelonesa que se tomó en serio el juego del trabajo y levantó de la nada una urbe industrial de primer rango. Sin embargo, no mana de ahí el secreto de lo obra agustiniana, ni de la reconstrucción fiel de una época, el 1900. El manantial de su encanto, de su poesía y a la vez de su descarnado realismo, brotan de una vena subterránea: como en todos los grandes escritores realistas, la narrativa y la descripción excluyen la presencia del autor con su respiración y su ritmo entrecortado, pasando a ser los mismos personajes, los mismos objetos, el mismo sol y la misma naturaleza quienes hablan. Estas célebres novelas de Ignacio Agustí constituyen, además de un serio y penetrante estudio de la idiosincrasia catalana, en sus virtudes y humanas limitaciones, un entronque con la tradición novelística de Galdós o Alarcón. Pero en nuestro autor palpita una preocupación que lo vincula como hombre de su época: es un pulso sensible a la inquietud y a la marea de tipo social, reseñada no como parte interesada o neutral ni, menos aún, con lo fría actitud del historiador, sino con humana vibración que no puede ocultar una raíz cristiana. El viudo Rius, publicada en 1944, continúa el relato de la saga, seis años después de la muerte de Mariona, con un Joaquín solitario, plenamente dedicado a sus negocios y a la tutela de su hijo Desiderio. La narración contiene una crónica que abarca desde 1899 hasta 1909 con las primeras crisis organizadas de la empresa textil, las luchas laborales, el triunfo político de la «Solidaritat catalana», acabando poco después de la Semana Trágica de 1909.
Desiderio es el tercer título de una pentalogía titulada La ceniza fue árbol, compuesta, además de ésta, por las novelas Mariona Rebull, El viudo Rius, 19 de Julio y Guerra Civil. Los personajes de estas novelas son seres típicos —o mejor prototípicos— de esa sociedad barcelonesa que se tomó en serio el juego del trabajo y levantó de la nada una urbe industrial de primer rango. Sin embargo, no mana de ahí el secreto de lo obra agustiniana, ni de la reconstrucción fiel de una época, el 1900. El manantial de su encanto, de su poesía y a la vez de su descarnado realismo, brotan de una vena subterránea: como en todos los grandes escritores realistas, la narrativa y la descripción excluyen la presencia del autor con su respiración y su ritmo entrecortado, pasando a ser los mismos personajes, los mismos objetos, el mismo sol y la misma naturaleza quienes hablan. Estas célebres novelas de Ignacio Agustí constituyen, además de un serio y penetrante estudio de la idiosincrasia catalana, en sus virtudes y humanas limitaciones, un entronque con la tradición novelística de Galdós o Alarcón. Pero en nuestro autor palpita una preocupación que lo vincula como hombre de su época: es un pulso sensible a la inquietud y a la marea de tipo social, reseñada no como parte interesada o neutral ni, menos aún, con lo fría actitud del historiador, sino con humana vibración que no puede ocultar una raíz cristiana. Desiderio, publicada en 1957, desarrolla su trama entre 1914 y 1916, coincidiendo con la guerra en Europa y la prosperidad derivada de la neutralidad española en la contienda. En el relato destacan por su fuerza y personalidad las figuras femeninas que cruzan por la vida de Desiderio, sobre todo dos de ellas, la francesa Jeannine y Crista Fernández. Esta última será el eje del famoso episodio de un baile de Carnaval, en el que conseguirá el propósito que tanto lleva persiguiendo.
19 de Julio es el cuarto título de una pentalogía titulada La ceniza fue árbol, compuesta, además de ésta, por las novelas Mariona Rebull, El viudo Rius, Desiderio y Guerra Civil. Los personajes de estas novelas son seres típicos —o mejor prototípicos— de esa sociedad barcelonesa que se tomó en serio el juego del trabajo y levantó de la nada una urbe industrial de primer rango. Sin embargo, no mana de ahí el secreto de lo obra agustiniana, ni de la reconstrucción fiel de una época, el 1900. El manantial de su encanto, de su poesía y a la vez de su descarnado realismo, brotan de una vena subterránea: como en todos los grandes escritores realistas, la narrativa y la descripción excluyen la presencia del autor con su respiración y su ritmo entrecortado, pasando a ser los mismos personajes, los mismos objetos, el mismo sol y la misma naturaleza quienes hablan. Estas célebres novelas de Ignacio Agustí constituyen, además de un serio y penetrante estudio de la idiosincrasia catalana, en sus virtudes y humanas limitaciones, un entronque con la tradición novelística de Galdós o Alarcón. Pero en nuestro autor palpita una preocupación que lo vincula como hombre de su época: es un pulso sensible a la inquietud y a la marea de tipo social, reseñada no como parte interesada o neutral ni, menos aún, con lo fría actitud del historiador, sino con humana vibración que no puede ocultar una raíz cristiana. 19 de Julio, publicada en 1965, nos ofrece el elocuente contraste entre la superficie del mundo barcelonés, disuelto en las tertulias y en los círculos sociales de la burguesía, y la realidad social, más honda, personificada en unos tipos singulares y que calan en la conciencia del lector. Se dibujan con línea precisa los dos polos que se enfrentarían luego en la contienda civil. En medio de estos hechos, destaca la disensión conyugal de Desiderio y Crista, envueltos en la ola de superficialidad de los años, símbolos de un divorcio que no era de coyuntura personal, sino el espectro de una disolución más íntima de la sociedad española.
Ignacio Agustí cierra con Guerra Civil la serie de novelas que empezó con Mariona Rebull y que constituyen la saga La ceniza fue árbol. Esta novela es la conclusión de un período de la historia de Barcelona y de la vida del fabricante Joaquín Rius. Tiene, por lo tanto, una contextura, epilogal, conclusiva; es como el término de un prolongado vuelo a través del tiempo. A medida que se acerca a su desenlace, la novela planea sobre una extensión de sucesos; la historia se acerca a su final con el aplomo y la pausa que reclamaban los grandes acontecimientos transcurridos. Todas las figuras en ella conocidas asisten a la irremisible conclusión de su andadura; todas cruzan la terrible ocasión de la guerra civil, se anegan como náufragos que bracean para sobrevivir. De entre todos estos personajes destaca el más joven de los Rius, Carlos, que en compañía de Miguel Llobet puede decirse que protagoniza esta novela. A él incumbe la misión de reivindicar la vieja empresa familiar una vez que se ha despojado de las prendas militares. Y es él quien enlaza con la sangre de los Llobet, para hacer de las dos una sola estirpe. Pero quien, presente o no, sigue dominando y presidiendo la acción de la novela es el viejo y admirable Joaquín Rius, el viejo tronco de la raza, capaz de conmover al lector con los rasgos antiguos y de conducirle hasta el fin con la apostura misma de sus años mozos. Las figuras y los dramas que concurren alrededor de la acción principal —las peripecias de Blanca y Máximo hasta su trágico y terrible final, las de Evelina Torra y Rita Arquer, la de Pepa Cortina, la de Matías Palá y la del político Borredá, la de Josefina y los suyos, la de Crista y hasta la del propio Desiderio, emigrado en París— sirven de contrapunto a la gigantesca creación humana y social que es Joaquín Rius, que con este libro emprende definitivamente su vida perdurable.
«Tiempo atrás fui una niña, pero ya no». Así empieza la nueva y sorprendente novela de Edna O'Brien, quien con más de ochenta años ha encontrado la fuerza y la valentía para viajar a Nigeria y entrevistar a varias de las niñas que fueron víctimas de Boko Haram. Su estremecedor testimonio ha inspirado esta novela al tiempo desgarradora y luminosa: la historia de Maryam, que es secuestrada junto con sus compañeras del colegio, encarcelada, violada y obligada a casarse con un desconocido; que debe huir con su bebé y su amiga hasta llegar finalmente a reencontrarse con su madre en la aldea, donde la esperan nuevas desventuras aún más sinuosas. O'Brien nos lleva sin aliento por cada página: ansiamos, sufrimos y nos conmovemos con su heroína, y la prosa es deslumbrante e hipnótica como esa luna que mira Maryam desde su celda, símbolo de la esperanza y la redención a pesar de todo. Pues esta es una historia de superación, de amor, amistad y solidaridad, en la que de un modo u otro podemos ver reflejadas nuestras propias luchas.
Una joven camarera cumple veinte años. Pero no pasa ese día rodeada de amigos o celebrando su cumpleaños en familia: ella tiene que trabajar. Su jefe, el gerente del restaurante, le pide, además, que lleve la cena al dueño del local. Es algo nuevo. Y nunca ha visto al propietario. Con ese misterioso encargo se inicia este delicioso relato que transcurre como en un sueño. Soberbiamente ilustrado por la artista alemana Kat Menschik, el volumen se cierra con un posfacio de Haruki Murakami, titulado «Mi cumpleaños», en el que repasa los hitos de su generación, la que creció con el rock’and roll y la rebeldía del 68, y explica qué significa para él cumplir años.
Hay momentos donde sentimos que nos hace falta ser perfectos para conseguir lo que queremos, y aquí es donde aparece Alex con su apariencia desaliñada recompensada por inteligencia. La chica de mis sueños muestra comedia, drama, así como romanticismo con el señor Moss; un adonis con mucho dinero y actitud, su apariencia como éxito se muestra irresistible para cualquier mujer. Un mundo donde el agua y aceite se juntan para trabajar, con muchas sorpresas a lo largo de la historia.
«La chiquilla» presenta, con estudiado dibujo y puntuales observaciones, una de las más características realidades de la vida de la ciudad de México: la «casa de vecindad», la casona de anticuado estilo y enorme patio, que aloja en sus numerosas viviendas a familias a quienes la pobreza o la desgracia reúne ahí en su tránsito, unas, las esforzadas y dignas, hacia las capas superiores de la clase media, y otras, las inadaptadas o incapaces, hacia la miseria o hacia el vicio. En ese pequeño mundo, desde el que la ciudad aparece como algo lejano y misterioso, vive la familia cuya vida pinta el novelista: la viuda que, incapaz de gobernar su casa, se da a misas y reuniones devotas; el hijo, irresponsable y vicioso, que ni estudia ni trabaja; la hija mayor, que sacrifica su salud cosiendo para mantener a su familia; la hija menor, «la chiquilla», víctima de las complacencias de su madre y del mal ejemplo de sus amigas, que no queriendo deshonrarse en el trabajo acaba deshonrándose en el vicio, y la criada fiel, generosa y regañona, que detiene por un momento la mano del destino que se cierne sobre la cabeza de todos.
En «La ciudad de Dios», E. L. Doctorow entrelaza recuerdos, acontecimientos históricos y reflexiones, todo ello proyectado sobre una idea central: la realidad contemporánea de Dios. El eje del relato es la desaparición de la gigantesca cruz de latón que pendía sobre el altar de St. Timothy’s, una iglesia episcopal de Manhattan, que reaparece a los pocos días en el tejado de una sinagoga en el otro extremo de la isla.
Una historia de desamor impresionante, conmovedora y dura. De manera sorprendente, la Guatemala más profunda surge allí, en medio de la gran metrópolis, como una reflexión de lo que significa ser contemporáneo.Nueva York es benevolente. Basta entregarse. Abandonarse sin resistencia a su corriente de movimiento perpetuo. Dejarse complacer por su oferta desaforada. En medio de su fulgor intenso, dejo de parecerme a mí mismo y eso... es el mejor amuleto contra la muerte. Nueva York, como toda mega ciudad, propicia y facilita. Es la gran meretriz que abre los apetitos. Un apartamento sin fronteras y una minúscula librería en East Village son los escenarios que proponen a Felipe dos caminos de descubrimiento: hacia una mujer insondable y hacia la historia de un indígena ixil cuya diferencia cultural lo desafía. En el laberinto de hallazgos, en los recovecos del deseo, él encontrará su propia salvación... y una razón para volver a Guatemala. Narrada con pericia, Carol Zardetto nos propone una compleja novela con un toque cosmopolita y multicultural.
Cuatro historias sobre una misma mujer. Un sólido debut literario. «El talento literario es un don natural de esta autora, que ha escrito un primer libro tan clásico como feroz y admirablemente trasgresor.» Estas palabras de Enrique Vila-Matas forman parte de las excelentes críticas que ha recibido esta primera novela. La historia de cuatro momentos en la vida de una mujer: la niña que ejerce un férreo control sobre su familia; la adolescente que juega a hacer llamadas de contenido erótico-pornográfico; la muchacha que se recupera de una violación; y, la joven que mantiene una relación en la que «cruza» los espacios urbanos que la excitan y la inquietan.
Leopoldo Casperano, escritor de reconocido prestigio, decide alojarse durante un tiempo en el Complejo Residencial Diocesano, al lado mismo del Palacio Episcopal (un lugar conocido popularmente con el nombre de «la Ciudad Negra»), para documentarse sobre un monje-científico que vivió, en aquel mismo lugar, en un antiguo monasterio durante la Edad Media. Cuando tras una larga estancia, ve que sus investigaciones le conducen a una vía muerta, decide abandonar el Complejo. Está a punto de hacerlo, pero la amistad que, durante ese tiempo, ha surgido entre él y una joven monja (asistente personal de Monseñor), le hará cambiar su decisión inicial y permanecer en el lugar durante algún tiempo más.
Novela breve, narra la historia de un oficio en extinción: el de telegrafista, y establece el escenario que la memoria inventa y reconstruye desde el juicio implacable de los hijos. Las mismas experiencias, nunca comentadas porque las vivieron juntos, resultan a la vuelta de los años diversas para cada hermano: cada uno ha inventado a su padre a partir de unos cuantos detalles y gestos.
Además del célebre relato que da título al volumen, aparecido por primera vez en 1913 en el anuario Arkadia y publicado como libro independiente en 1916, LA CONDENA recoge la gran mayoría de los libros y cuentos publicados por Franz Kafka en vida: Contemplación (1913), Un médico rural (1919) y En la colonia penitenciaria (1919). Completan el volumen Conversación con el ebrio y Conversación con el suplicante , fragmentos publicados en la revista Hyperion en 1909, los dos últimos relatos de Kafka Una mujercita y Josefina la cantora , el capítulo inicial de una novela nunca terminada ( Ricardo y Samuel ) escrita en colaboración con Max Brod, y tres breves notas críticas.
Esta novela está basada en la revolución que tuvo lugar en 1927, en Shangai, del Partido Comunista chino y su aliado, el Kuomintang, contra «Los Señores de la Guerra», como se llamaba a los autócratas militares que gobernaban esa China descuartizada, en la que las potencias occidentales habían obtenido, por la fuerza o la corrupción, enclaves coloniales. La novela supone una honda reflexión sobre el destino del hombre, el sentido de la vida, los sueños, el amor, el despotismo y la lucha de clases, la insurrección o el sentido político de la violencia. Todo ello inserto en el relato o extraído de la mente de los personajes en una excelente aplicación de la omnisciencia narrativa.
De marcado carácter autobiográfico y primera novela que escribió el gran escritor francés y maestro del naturalismo Émile Zola, «La confesión de Claude» narra bajo forma diarística la siguiente historia: llegado a París de provincias, el joven Claude anota en un diario sus impresiones y sentimientos, una vida muy distinta a la que había imaginado en los paseos con sus amigos en la Provenza de su infancia. A ellos les escribe para dar cuenta de su desamparo ante el frío, el hambre y la falta de alguien con quien compartir su existencia miserable. Una noche, Claude conoce a Laurence, muchacha salida del arroyo que vive la bohemia parisina. Al poco, decide darle cobijo y, en su fuero interno, se propone amarla y redimirla. Sin embargo, la presencia de una vieja alcahueta y de Jacques, amigo y vecino de Claude, podría complicar las cosas… Novela aún romántica por su forma y estilo, «La confesión de Claude» es un certero estudio sobre los celos, el pecado, la redención y el amor imposible. Su publicación levantó un gran revuelo en Francia, si bien la censura, tras minuciosas pesquisas, decidió al final no prohibirla, con lo que fue el primer paso de Zola en el campo de la novela y toda una declaración de intenciones de una nueva ética y estética que quería describir la realidad tal como era y no tal como la había idealizado el romanticismo: el naturalismo. «Dudé largamente antes de entregar al público las siguientes páginas. Dudaba de mi derecho a mostrar un cuerpo y un corazón en completa desnudez y me interrogaba sobre si me sería permitido divulgar el secreto de una confesión»…
Carlos Maceda pide dinero a sus dos mejores amigos para sufragar la crisis de su pequeña empresa de electrónica. Ellos aceptan dejárselo y, a partir de ese momento, las decisiones de sus vidas quedan a la intemperie.
“La conquista del aire” es quizá la más contundente muestra de novela realista escrita en nuestro país en esta década. Apartada voluntariamente de la tan manida “Generación Kronen”, Gopegui es capaz de crear una corriente de novela urbana y contemporánea donde los encuentros con el alcohol, el sexo descarnado y los cigarros de marihuana son sólo un ingrediente de la historia y no su última razón de ser ni el pilar que sostiene la trama.
En “La conquista del aire” hay fracasos, hay despedidas y desencuentros, hay pérdidas dolorosas y comportamientos mezquinos disfrazados bajo intentos de generosidad. Pero no existe el cinismo en estado puro ni el pretendido hartazgo existencial que parece definir por propia voluntad la nueva narrativa española.
La novela de Belén Gopegui se arma en torno a personas de carne y hueso y a historias reales que salen bien o no. Y, a pesar del fracaso y de la conciencia de la soledad al fin asumida, esas personas saben que tienen la obligación de buscar la felicidad.