A finales de 1883, el pintor Claude Monet se instala en la aldea francesa de Giverny. Allí vivió durante 43 años, creando a la vez que su obra pictórica esa obra de arte total que fue su jardín: flores, agua, puentes, caminos, árboles... tal como deseaba verlos y pintarlos. Monet fue un enamorado de la naturaleza, con una aguda sensibilidad hacia la luz, los efectos y las vistas que conseguía pintando "à plein air".
Sus cartas, recopiladas y traducidas por primera vez al español, nos permiten asomarnos a la faceta más íntima de un artista que sufrió durante su vida la búsqueda de la perfección, que gozó del amor, de la familia y de la amistad, que vivió con interés los asuntos de su tiempo, que viajó incansablemente buscando el paisaje ideal y que le narró su vida diaria a pintores como Renoir, Cézanne o Pissarro, a escritores como Zola y Mallarmé, a su paternal agente Durand-Ruel, y sobre todo a su esposa Alice.
Consuelo, de dieciséis años, solo piensa en lo incomprendida que es en casa, hasta que un día, en febrero de 1928, en pleno carnaval, tratando de incomodar a su madre, con la que choca demasiado, descubre que su tía Asunción, esa mujer que vive con ellos y a la que hasta entonces apenas ha prestado atención, se puso por primera vez el luto con catorce años y ya jamás lo abandonó. Le parece tan horrible que desde entonces haya vivido prácticamente recluida, sin amistades y sin haber sido jamás cortejada, que considera que es hora de reparar tal injusticia. Decide darle un gran giro a la vida de su tía, empezando por cambiar su vestimenta y, sobre todo, buscando un amor maduro para ella para que viva la ilusión de enamorarse por primera vez.
Pero a la vez que va desarrollando su plan, también sus sentimientos y el secreto más íntimo que guarda van saliendo a flote.
Una historia que pretende homenajear a todas aquellas mujeres que sufrieron las injusticias de su tiempo. Darles voz a las que obligaron a marchitarse, arrebatándoles la belleza de vivir.
La nueva novela del ganador del Premio Clarín 2019. Un libro que cuenta los años en los que Jesús vive en el desierto a la búsqueda de su destino. «¿Debía creerlo? ¿Yo era la Luz del Mundo? ¿Había dejado de ser el huérfano para ser el Hijo? ¿Ese Hijo?». En los primeros años de nuestra era, Galilea es un territorio martirizado por el Imperio romano, enrarecido por la magia y cruzado por las voces de los que se proclaman elegidos y anuncian la llegada del Mesías. En un polvoriento pueblo de pastores, un joven de veinticuatro años sabe que no es hijo del padre de sus hermanos. Su madre no alcanza a responder su pregunta o no puede hacerlo. Atendiendo al llamado de la voz del silencio, Jesús abandona su casa y toma el camino del desierto. Su partida es un viaje de autoconocimiento y de tentaciones, de voces que le hablan y de señales confusas. Conoce pescadores, ladrones, sacerdotes, mujeres y hombres sufrientes, sin encontrar la...
¿Recuerdas los mejores años de tu vida?
Esta es la historia de Santi, Andrés, Toni y Jandro, pero podría ser también la tuya. Los años que fuimos invencibles es un viaje con billete de ida y vuelta a la adolescencia de cualquier lector, un regreso a las horas en la calle, a los primeros amores y las primeras calabazas, a las tardes infinitas de amigos, fútbol, juegos y verano. A un tiempo pasado en el que el único mandato de obligado cumplimiento era descubrir en qué consistía vivir, equivocarse una y mil veces estaba permitido, rozar lo prohibido era una tentación y elegir bien a los compañeros de aventuras, el mejor acierto.
La llamada telefónica de una niña trastornará por completo la vida de Eduardo Muñoz, el gran artista maldito de la pintura española. Famoso por su temperamento irascible y por haber llevado una vida de excesos, no sabrá cómo encajar el importantísimo premio que le acaban de conceder. A partir de ese momento, su propia imagen de pintor rebelde y esquivo se desmorona. El reconocimiento institucional le provoca una profunda crisis de identidad que lo empujará a realizar una áspera revisión de su pasado, marcado sobre todo por su adicción a la heroína. Después de toda una vida engañándose sobre quién es y sobre su origen, Eduardo Muñoz repasa con una mirada nueva sus oscuros años como adicto, la muerte de todos sus amigos por la droga, su desintoxicación y su definitivo triunfo como pintor. La aceptación de su verdadera identidad le permitirá, al fin, emprender un proyecto repetidamente postergado a lo largo de su carrera: su autorretrato. Los años radicales también puede leerse como la crónica del Madrid de una época, los años setenta y ochenta del siglo pasado, y muestra el lado más salvaje de lo que se denominó la Movida.
La derrota de Francia en junio de 1940 produjo consternación entre la clase política y la opinión pública de Occidente. La Wehrmacht victoriosa desfilando por los Campos Elíseos, Hitler posando frente a la Torre Eiffel a la manera de un conquistador que llega para cobrarse el botín, la svástica ondeando en los edificios públicos de París, soldados alemanes disfrutando del sol veraniego en los cafés del Barrio Latino? estas y otras imágenes convencieron a muchos de que la hora de las democracias había llegado a su fin y que Occidente vivía los albores de un "orden nuevo".
Los ensayos que componen este volumen abordan desde perspectivas diferentes la más profunda crisis de la nación francesa. Momento culminante de la "guerra franco-francesa", los años 30 y 40 crearon, por vez primera y única, las condiciones de realización del proyecto largamente acariciado por las corrientes políticas enemigas de los ideales de 1789: la refundación de la nación sobre bases autoritarias, jerárquicas y xenófobas.
¿Qué queda de una persona cuando escribe «mi cabeza es mi enemiga»?
Un autorretrato roto, un cuaderno del sufrimiento psíquico o el recuento de la vida de un ex: ex adicto al trabajo, ex pareja y ex miembro del Club de los Mentalmente Sanos. Los brotes negros, que podría titularse asimismo Los buenos lagrimales, describe sin ambages los síntomas e intensidades de un trastorno de ansiedad prolongado, y su oscura floración: las fases de desesperanza, los episodios de ira, las ideaciones suicidas.
Algo más o algo menos que un individuo, lo que en sus líneas se dibuja es un sujeto experimental –«veamos si esta otra píldora hace efecto»– cuyos biorritmos, alterados hasta el colapso, somatizan la velocidad exaltada de la producción, la profesión y el capital.
La magia como prolongación de la política
Santería, brujería, actos en el propio palacio de Miraflores en Caracas. El periodista David Placer, desvela en su libro Los brujos de Chávez cómo el régimen chavista utilizó la superstición, que pervivía en el pueblo venezolano, para aumentar y retener su poder en Venezuela.
Chávez se dejó aconsejar por el régimen castrista y la santería se instaló en todas las estructuras del estado de Venezuela. Este libro es fruto de una investigación, de entrevistas a más de 60 personas que han conocido esas prácticas, y que, según Placer, “no se producían hace unos 17 años”. Es decir, aunque existía un poso, “porque la superstición está presente en muchas zonas, y principalmente en la región de los Llanos, de donde procede la familia de Chávez”, el chavismo se dejó influir por el régimen cubano, “que llegó a tener mucha información, con servicios secretos infiltrados, porque a los santeros se les explica todo”.
El autor, a partir de intervenciones públicas de Chávez, intercala la propia voz del que fuera presidente de Venezuela, con sus propias reflexiones sobre sus experiencias con esa magia. Se trata de una reconstrucción, como si fueran monólogos aprovechando discursos reales del presidente.
Placer aporta un relato sobre el país, sobre cómo el chavismo se convirtió en un movimiento político que buscó en los espíritus la forma de acumular y retener más poder. Placer incide en el libro en una idea central: cómo la santería cubana se convirtió en la religión oficial del chavismo.
Los bucaneros de las Indias Occidentales en el siglo XVII fue una obra que recibió la bendición del propio Gosse, que la calificó como "eruditísimo e interesantísimo" trabajo. Haring fue un afamado historiador inglés que se especializó en el periodo colonial de Iberoamérica.