Palmira Canadell, una muchacha del barrio del Raval, ha sido violada y asesinada por tres individuos. El inspector Méndez, policía de la vieja escuela marginado por los suyos, inicia una investigación no autorizada sobre el crimen, conmovido por la indefensión de la madre y de la hermana gemela de la difunta. Muy pronto aparece el cadáver de uno de los violadores, y los hechos empiezan a sucederse sin darnos respiro, vinculando a toda una serie de personajes —sospechosos habituales, mujeres solidarias, presuntos inocentes— que van conformando la trama de esta brillante novela de uno de los maestros del género negro español, Francisco González Ledesma.
El inspector Ricardo Méndez, hijo de los barrios bajos de Barcelona, cree más en la verdad de las calles que en la de los tribunales. Arrastrando la nostalgia de su antiguo mundo, helo aquí caminando por las miserias de su ciudad, con su mirada capaz de sondear los resortes de los delitos, la cara oculta de los poderosos y la historia enterrada en la casa de una madame. Veintidós destellos de humor y virtuosismo, veintidós joyas esculpidas por el gran maestro de la novela policíaca española.
«Una novela de barrio» es, en esencia, una historia de venganza. Cuando en los años setenta dos ladrones asaltan un banco matan a un niño durante su huida. Años después, uno de los atracadores muere asesinado. Su compañero en el atraco, convencido de que él será el siguiente, intenta adelantarse y matar a quien sospecha debe ser el verdugo: David Miralles, padre del niño. La intervención del inspector Méndez, un policía a punto de jubilarse de métodos poco ortodoxos, será decisiva para resolver el caso. Pero muchas son las historias que se desgranan en Una novela de barrio: la del propio Méndez, un gato callejero que conoce bien la diferencia entre justicia y ley, pero no por ello deja de creer que para algunos hay esperanza. Y cómo no, la historia de Barcelona: una ciudad ajena a la postal turística y cultural, habitada por la nostalgia de unos tiempos en que los barrios eran barrios y no una urbe arruinada por la especulación del suelo. Pero Una novela de barrio es también la historia de un padre, vivo a su pesar, que intenta reconstruir la vida de un hijo muerto; una historia de amor y lealtad, que resuena en la perversa simbiosis entre una vieja madame y una de sus antiguas prostitutas. Una trama sólida, redonda, contada con maestría, donde conviven la sordidez más extrema, la ternura detrás de los gestos, la miseria humana, la generosidad, la tragedia y el humor. Una historia sobrecogedora, como todas las grandes novelas, un clásico del género.«En sus novelas hay crímenes execrables. Hay personajes, que como los héroes que quería Aristóteles, cometen errores casi irreparables. Hay desenlaces más o menos justos, generosidad en medio de mucha mezquindad, y un enorme caudal de piedad en una sociedad en la que esta virtud es casi una entelequia.»
Ledesma es un genio retratando la mente criminal y haciéndonos comprender como nadie las debilidades humanas.
Una niña que vive aislada en una casa que recibe demasiadas visitas, un hombre que acepta el encargo de volver a matar, una novia que dispara a su prometido en plena boda. ¿Tienen algo en común estos crímenes? Tras un inicio trepidante, el famoso policía Méndez sigue el rastro de pistas a través de las calles de Barcelona en busca del alma del asesino, comprobando una vez más lo fina que es la línea que separa la vida y la muerte.
El brutal asesinato de dos chicas en el barrio del Raval pone en alerta al inspector Méndez, a quien no le falla el olfato para tirar del hilo y descubrir que, detrás de tal atrocidad, se oculta una sórdida organización internacional dedicada al tráfico de bellas mujeres eslavas. Peores maneras de morir es una radiografía social de la Barcelona actual, en la que los ideales del pasado se han rendido ante un capitalismo feroz que, ya sin enemigos que lo contengan, ha convertido a los seres humanos en una mera mercancía. La Barcelona de Méndez está desapareciendo y, tal vez, el viejo policía lo haga con ella.
En Munich, el comisario de Asuntos Políticos, Müller, está a punto de detener al cabecilla nacionalsocialista, un tal Hitler, por un fallido intento de golpe de estado protagonizado por su partido. Se espera que este duro revés a la cúpula nazi consiga de una vez por todas desmembrar al partido, que aún es muy débil y no pasa del 15.000 afiliados. Pero el mismo día del golpe fallido, los nazis han robado una gran cantidad de dinero durante el atraco al Banco de Alemania, y se teme que este dinero pueda servir para financiar sus actividades y revitalizar el partido. Con Hitler en prisión, ya sólo resta encontrar el dinero y esperar que la amenaza nazi se disuelva sola. Sin embargo, Müller tiene otros asuntos que exigen su atención: el fiscal de lo penal y el secretario del alcalde han aparecido asesinados en la casa de este último.
Tras el fracaso de su intento de golpe de Estado de 1923, Hitler es detenido y encarcelado. El partido nazi, sin su carismático líder, elige una nueva dirección, mucho más cercana a las ideas democráticas, lo que, unido a la bancarrota de sus cuentas, deja el partido al borde de la extinción o la ruptura. Es entonces cuando, en plena recuperación económica tras la catástrofe de la primera guerra mundial, el tráfico de drogas pasa a estar prohibido por vez primera. Y en la prohibición ven muchos, y de muy distintos signos, la ocasión de enriquecerse rápidamente. El comisario Müller tratará de impedirlo, a sabiendas de que nada puede detener la codicia. Es la época de la ley seca en Estados Unidos y el imperio de la mafia. Es la época de Mussolini en Italia. La época a la que, sin razón alguna, llamaron «felices años veinte».
Ahora los mata con un punzón, a fin de apurar su última mirada, pero Lothar no es un asesino. El miedo le impide conciliar el sueño: teme que si pierde la consciencia nunca volverá a despertar, y por ello intenta familiarizarse con la muerte, para perderle el miedo y así dormir al fin. Elige sus víctimas entre gente que no pueda guardarle rencor por quitarle la vida; gente sin importancia; gente triste o amargada. Es un buen año para encontrar gente triste: en 1923, Alemania pasa por la mayor crisis económica que jamás ha conocido un país europeo. Ese año, un millón de personas morirán de hambre y frío, y marcará el origen del ascenso del nazismo. El comisario Müller tendrá que enfrentarse a la vez a los intentos golpistas de los nazis, los saqueos de los hambrientos y los crímenes del punzón, que tanto empiezan a interesar a la prensa.
Estoy en todos lados y en ninguno a la vez. Puedo veros, sentiros, apreciar el miedo que emana por vuestros poros, al daros cuenta de que voy a por vosotros. El aroma que produce vuestro miedo, inunda mis sentidos y me embriaga. Voy por el siguiente. Este juego, tan solo acaba de comenzar. La tranquilidad noruega, se verá interrumpida por el hallazgo del cuerpo sin vida de un reconocido juez, motivo por el cual, el comisario Ole Lie, es obligado a regresar al trabajo, tras unas largas y merecidas vacaciones. Al llegar a la escena del crimen, descubrirá que aquella investigación no la llevará en solitario. Junto a Tanja Iversen y luchando por acallar sus fantasmas, deberá hallar las pistas, aparentemente inexistentes, que le permitan dar con el asesino, mientras nuevos cadáveres hacen su aparición, desconcertándolos. ¿Qué conexión existe entre un juez, un exmilitar, un abogado y su administrador contable? Y, sobre todo, ¿qué busca mostrar el asesino con aquellas muertes y jugando con su mente?
Ole Lie se encuentra en las apacibles tierras argentinas en un retiro voluntario. No obstante, su ansiado descanso se verá interrumpido por la llamada de Bjørn, su alterado primo, que lo dejará en alerta. En busca de una respuesta a los interrogantes surgidos tras la comunicación, decide ponerse en contacto con su antigua compañera, Tanja Iversen, quien le confirmará el hallazgo de una serie de cadáveres que mantienen en vilo a la policía. A pesar de que una parte de su ser procure dejar todo aquello en manos de la Comisaría General de Oslo, su instinto y sus lazos sanguíneos lo obligarán a regresar. Sin embargo, en Noruega le espera más de una sorpresa.
El comisario Rebaudengo es un hombre tranquilo, piamontés, que ejerce en Alassio, en la Liguria, y aunque vive bien, en un agradable apartamento con vistas al mar en la población cercana de Albenga, echa de menos la vida cotidiana de su región natal, sobre todo su sólida cocina proteínica. Un día, recibe la llamada telefónica de la señora Fabiola Ferretti: su marido ha desaparecido sin dejar ningún rastro. El comisario emprende una paciente investigación salpicada de intuiciones que conseguirá resolver con la ayuda de la doctora forense Ardelia Spinola.
Con el hallazgo del acicalado y bellísimo cadáver de Sofía Esteiro y un «atentado aéreo»' contra la hija del delegado del Gobierno de Galicia arranca esta novela en la que el comisario Andrés Salorio, que se las pintaba muy felices en sus últimos años antes de jubilarse, tendrá que enfrentarse tanto a un enigmático caso de homicidio como a las trapacerías de su familia más cercana y de sus colaboradores. Por no hablar siquiera de sus conflictos con los poderes establecidos, que pueden desembocar en un violento choque con el delegado del Gobierno y en un tremendo topetazo con la Iglesia. En una obra que retrata de un modo exquisito y muy eficaz las relaciones que se establecen en una pequeña cudad, Alfredo Conde construye una ingeniosa y divertidísima novela, llena de las más desconcertantes pistas falsas y en la que, por los caminos más insospechados, conduce al lector hasta el mismísimo sepulcro del apóstol Santiago, donde le aguardan nuevas sorpresas.
Una mañana de junio aparece en la plaza de A. Quintana el cadáver desnudo de una joven. Según el relato de una mujer, el cuerpo había caído de lo alto. El extraño caso cae en manos del escéptico comisario Salorio, quien se verá obligado a investigar incluso a un sector muy importante de la Iglesia tras la desaparición del Codex Calistino, la joya del patrimonio artístico de la catedral. En una novela que retrata de forma exquisita y a la vez divertida la vida en Santiago de Compostela, Alfredo Conde construye una obra caracterizada por el humor y el sarcasmo, llena de pistas falsas, propia del mejor género negro.
Bruno Barone ha cerrado la puerta de la adolescencia con éxito, dejando su pasado empaquetado y sellado en su pueblo natal con la esperanza de mantener a los fantasmas de aquella época a raya. Se adentra en la edad adulta sin cicatrices visibles. Ahora es agente de policía, tiene un futuro y un propósito en la vida. Pero, en los rincones más oscuros de su conciencia sabe que tan solo es un yonqui más, uno con un poco más de suerte, uno que ha salido del abismo y que se diferencia muy poco de los otros zombies, esos que deambulan por la gran urbe cargados de miseria. No logra entender por qué él no se ha convertido en uno de ellos y se siente en deuda con su ángel de la guarda. Hasta que el destino decide cobrarse la factura pendiente: un amigo de la juventud, Toni Rosso, desaparece sin dejar rastro. Otro drogadicto que no le importa a nadie salvo a su familia. El agente Barone, amigo de Rosso, está obligado a iniciar una investigación para saldar una vieja cuenta. Bruno y otro novato de la comisaría de Vía Farini, el joven Giacomo Tempesti, se verán involucrados en la resolución de un caso trivial que, día a día, se vuelve más sórdido y turbio.
En la ciudad de Maardam, una localidad gris y húmeda situada en algún lugar del norte de Europa, el arisco y malhumorado inspector Van Veeteren dirige un equipo de policías con los que las cosas no siempre son fáciles. No parece, sin embargo, que el caso que se les presenta ahora sea demasiado complicado: Eva Ringmar ha aparecido asesinada en la bañera de su casa y su esposo, el profesor de instituto Janek Mattias Mitter, al haber estado bebiendo la noche anterior, es incapaz de recordar si ha cometido o no el crimen. Pero lo que en principio preveían como una investigación rutinaria, dará un giro inesperado y se convertirá en un problema mucho más complejo de lo que imaginaban. El intuitivo Van Veeteren deberá dejar a un lado sus problemas personales e investigar el pasado del matrimonio para resolver el misterio que les rodea. La tosca red es la primera de una serie de novelas que Nesser ha escrito con el inspector Van Veeteren como protagonista, y que ha cautivado a incontables lectores escandinavos.
Una mujer sin nombre se inclina sobre una lápida. Sola en el entierro de su madre. Sola en el momento en que decide que se pondrá en marcha y cumplirá el último deseo de su madre. Su vida debe cambiar. Nuevo aspecto y nuevo nombre. Nueva ciudad y una misión: matar a cuatro hombres que nunca deberían haberse cruzado en la vida de su madre ni en la suya.
El comisario Salvatore Vivacqua, Totò para los más íntimos, es el jefe de la Brigada de Investigación de la policía de Turín. Siciliano de origen, ama Turín aunque le cuesta lidiar con su impenitente lluvia. No obstante, pronto tendrá razones más serias para preocuparse: Pierluigi Paternostro, un artista de renombre, propietario de una majestuosa finca en el campo y sin enemigos aparentes, ha sido ferozmente asesinado. ¿Quién podía odiarlo de esa manera? Las víctimas comienzan a sucederse, todas ellas con signos de haber sido torturadas, y la presión de los medios y de los superiores crece: Vivacqua tiene tres días para encontrar al asesino. En su cometido contará con la ayuda de su equipo: Sergio Santandrea, conocido como Jirafón, tranquilo y analítico; el atlético Migliorino, especialista en el trabajo de campo, y un invitado especial, el doctor Silvano Meucci, un funcionario fanático de Napoleón que será clave para entender los movimientos del misterioso asesino. Mientras tanto, otro pequeño drama doméstico le reclama: Tommy, el amado perro de la familia, ha desaparecido.
Las sucesivas apariciones de cadáveres de jóvenes, en residencias de estudiantes de Londres y Gotemburgo, reúnen en la investigación a dos policías atípicos: el sueco Erik Winter, que viste Armani y camisas compradas en Jermyn Street, y adora a John Coltrane, el fútbol y los puros, y su colega londinense Steve McDonald, rockero con coleta y gafas oscuras que no se separa de su cazadora de cuero. ¿Qué lleva a alguien a practicar la tortura dejando en el suelo los rastros de lo que parece un baile macabro sobre la sangre de las víctimas? ¿Es posible que tales escenas estén siendo filmadas para nutrir de películas «snuff» el insaciable mercado pornográfico? «Bailar con un ángel», novela negra de intriga psicológica y llena de suspense, aborda el tema de la degradación de las grandes urbes y su influencia sobre el desasosiego y la alienación, sobre la violencia y el crimen. Con esta primera novela de la serie del comisario Winter, Åke Edwardson recibió el premio de la Academia Sueca de Novela Negra y logró en su país un éxito inmediato, corroborado luego por los siguientes títulos.
El cántico desgarrador de una mujer torturada es uno de los episodios más conocidos de la historia de Angola. Esa mujer era comandante del batallón femenino del MPLA y fue arrestada, torturada y finalmente asesinada a raíz de los terribles acontecimientos que siguieron al golpe de Estado de mayo de 1977. Cuentan que mientras la torturaban no dejó de cantar un solo instante. António Lobo Antunes se inspira en este sobrecogedor suceso para contar la historia de Cristina, ingresada en una clínica psiquiátrica de Lisboa en la actualidad. En su tormentoso y desbocado torrente de recuerdos, diálogos y episodios traumáticos, Cristina rememora su temprana infancia en África, al tiempo que en el interior de su cabeza se entretejen las voces de su madre, una emigrante portuguesa blanca que ejerció de corista en Angola, y de su padre, ex sacerdote de raza negra y uno de los torturadores de la tristemente llamada «Comisión de las Lágrimas».
Tim Rackley, un agente federal norteamericano, ve que su vida queda destrozada cuando asesinan a su hija, la policía cuenta con numerosas pruebas contra el asesino, un hombre con problemas mentales y antecedentes penales llamado Kindell. Sin embargo, éste acaba librándose de la condena por un tecnicismo legal y queda en libertad. Además del shock que supone para el ver en la calle al asesino de su hija, Rackley está convencido de que Kindell no actuó en solitario. En su desespero por encauzar su dolor, acaba por entrar en la Comisión. Se trata de una sociedad secreta conformada por un grupo de personas que han sufrido tragedias similares a la suya: todos perdieron a seres queridos a manos de asesinos que después quedaron en libertad por lagunas legales. La Comisión —dirigida por un psicólogo y compuesta por cinco miembros más, entre los que figuran un expolicía y un genio de las telecomunicaciones— revisa casos similares a los suyos y, si así lo consideran sus miembros, se erige en verdugo. Movido por la rabia, Rackley participará en algunas de estas misiones, aunque pronto se dará cuenta de la irracionalidad de las mismas, sin embargo, su intención de abandonar la Comisión no será bien recibida por ésta.