Paulina Hoffmann crece en el infierno del Berlín nazi, pero el horror invade del todo su vida cuando el ejército ruso ocupa la ciudad al final de la guerra. En esos días, su madre toma una decisión que marcará para siempre la historia de Paulina: su huida desesperada al Madrid de la posguerra, su apasionada juventud en España, su inesperado matrimonio y, sobre todo, el gran amor hacia sus hijos y su única nieta, Alicia. Será Alicia la que, muchos años más tarde y tras la muerte de Paulina, decida viajar sola a Berlín para sumergirse en el pasado de la mujer de la que tanto aprendió y comprender el último secreto de su abuela, una auténtica superviviente que logró decidir su propio destino a pesar de los recuerdos y el silencio.
Centrado en el universo perecedero de la mansión Danielstown, El último septiembre es un relato de gran fuerza ambientado en la Guerra de independencia irlandesa. Los incendios y emboscadas se ven desde la distancia de una enorme casa, cuyos habitantes pasan horas felices entre tennis parties y bailes, sin mencionar los coqueteos con soldados ingleses acuartelados en la región. Pero tras los árboles, «invadiendo poco a poco la desierta amplitud de la campiña, el estallido naranja del cielo asciende como un fuego imprevisible», presagio de una tragedia que culminará bajo la luz apacible y opulenta del otoño irlandés.
Ikal tiene 11 años, es hijo de un obrero del ferrocarril y sueña con ser maestro. Admira a Chico, cuenta los trenes que pasan con Tuerto, sueña con Valeria, una campesina, y vive mil aventuras con Quetzal, su perro. Todos son alumnos de don Ernesto, en la escuela vagón Malinalli Tenepatl, durante el curso en que cambiaran sus vidas. En la frontera de ninguna parte, entre campos de frutales y vagones viejos, treinta alumnos descubrirán la vida gracias a la pasión de un maestro que ha unido su suerte con la de estos jóvenes con las cartas marcadas. Una foto en blanco y negro de todos ellos, que duerme en un expediente olvidado de la Secretaría de Educación, se convertirá años después en la peor pesadilla de Hugo Valenzuela, un brillante inspector. El maestro, anciano y casi ciego, debe jubilarse. Pide reemplazo pero algunos políticos creen llegado el momento de dar carpetazo a un modelo educativo pasado de moda e inútil. ¿Inútil? Hugo no está tan convencido y decide estirar del hilo. En un viaje que le llevará a reencontrarse con su pasado, deberá jugarse su futuro, descubriendo que hay huellas que no se pueden borrar. Como las del primer amor o las de un maestro, que a través de la curiosidad y el cariño, nos abre las ventanas al mundo.
Aprendiz de periodista ya en la treintena y amante de la literatura, Leo Gazzarra narra en primera persona el año en que se enamoró… y lo perdió todo. Nacido en el norte de Italia y trasladado a una Roma tan atractiva como inhóspita para todo recién llegado, Leo es incapaz de conservar su trabajo, sus amistades, sus propiedades y sus relaciones. Su vida parece un perpetuo deambular por una Roma calurosa que solo la lluvia de verano apacigua. Su peor enemigo es él mismo: deja pasar oportunidades, bebe hasta la inconsciencia, se siente solo pero no soporta a nadie… Esa actitud se exacerba cuando se enamora de Arianna, una joven frágil, huidiza, misteriosa. Y perderla lo empujará definitivamente al desastre, adonde, de todas maneras, le habrían llevado sus propios pasos. Una novela de iniciación que es una provocación, un puñetazo, y un canto a Roma.
El Santo, Luca, Bobby y el narrador son cuatro adolescentes que viven en un espacio y un tiempo indeterminados, pero que remiten vagamente a una ciudad del norte de Italia y a los años setenta. Pertenecen a la clase media y, sobre todo, son profundamente católicos. La aparición de Andre, una chica que procede de un mundo muy distinto (de clase alta y costumbres liberales), va a actuar como catalizador de una crisis que supondrá el derrumbe de todas sus certezas. Hasta entonces, han sido jóvenes llenos de grandes palabras (amor, deseo, dolor, muerte…) cuyo auténtico significado, en el fondo, desconocen. Ingenuamente, creen ser incapaces de vivir la tragedia, familiarizados como están con el drama doméstico menor. Al igual que en la historia de Emaús relatada en el Evangelio de Lucas, en la que se cuenta cómo Cristo, ya resucitado, se apareció a dos de sus discípulos y éstos no supieron reconocerlo hasta que fue demasiado tarde, los cuatro jóvenes protagonistas se enfrentan a la realidad sin saber ver ni reconocer todos sus matices y contradicciones, aferrados a una fe monolítica y, hasta cierto punto, heroica. Como en «Seda» o «Sin sangre», Baricco vuelve a demostrar su maestría con una novela corta que es, al mismo tiempo, apólogo moral y novela de formación, escrita con ese inconfundible estilo que sugiere y muestra, con palabras y silencios, luces y sombras (como en el célebre cuadro de Caravaggio que representa el mencionado episodio evangélico), la tensión imposible entre la vida y las convicciones juveniles.
¿Alguien puede definir la ubicación del destino? Tal vez esté un paso adelante, o galope a nuestro lado, o vaya tras nosotros tratando de alcanzarnos. ¿Alcanzamos nuestro destino o él a nosotros? Lo más probable es que se halle en nuestro interior, en uno de esos rincones que ignoramos que existan, y lo vamos forjando en cada tropezón que damos. ¿Cuál es la formula para modificarlo? Probablemente no la haya, y la única manera de conocer el desenlace, sea viviendo. Esta narración contempla, o así lo pretende, el problema al que se enfrenta todo hombre de mediana edad, en ese momento de la vida en que hace balance, y no está muy seguro si el resultado es positivo o negativo. En la mayoría de los casos, la única solución; imposible, por supuesto; es regresar el tiempo e intentar enmendar los errores cometidos. Tristemente, no pasa de ser un sueño. Nuestro protagonista es un ser típico, descontento con lo logrado, e indeciso sobre lo que desea obtener. No se trata de sexo, pues eso quizá fue primordial diez años atrás, pero secundario en la actualidad. Ni tampoco es la compañía solitaria; esa simbiosis de intereses comunes que acostumbramos cuando el amor fenece asesinado por el tedio; que está plagada de silencios, mucho más sonoros que las charlas sin sentido, que no son conversaciones pues no escuchamos, simplemente porque no nos interesa. Él se halla en un momento en que su vida se derrumba, y no sabe cómo proceder. Necesita darle rumbo a su existencia, pero no encuentra la razón para encaminarse en una dirección u otra. Le hace falta una voz, ya sea exterior o interior, un empujón, o alguien que le diga que nos e equivocará. Pero eso no lo conseguirá, puesto que está solo, y a lo más que llega es a lograr echarle la culpa a alguien. La luna simboliza, en su caso, el culpable de lo que ocurra, la cabeza de turco xxx, la que le motiva e incita. Por supuesto que la luna no es responsable de nada, y menos si hay un error en el signo en que nació. Pero xxx necesita un guía, y elije la luna como pudo hacerlo con el horóscopo del día, unas cartas o caracoles. No es una novela preñada de sicología, y únicamente pretende escribir sobre el cambio de destino, o la elección correcta de éste, ya que jamás sabremos lo que nos depararía si hubiésemos escogido otro camino. La narración únicamente pretende versar sobre el punto de quiebra, y el empujón que necesitamos para dar un paso en otro sentido del que teníamos trazado de antemano. Javier tiene esposa y amante, constituyendo la terna perfecta antes de los cincuenta, que se convierte en suplicio doble al llegar a la mitad del camino. Busca, sin saberlo, el enigma, la intriga que pueda dar sentido a su vida los próximos veinte años. Embrujado por la luna, que simboliza el misterio, y lo inalcanzable, Javier persigue un ideal que él mismo se ha creado, pero que debe materializarse en alguien.
Lessing planificó «Emilia Galotti» con diez años de antelación. El drama encarna un tema de la literatura romana tardía: la virginidad. Aunque el amor es un tema central de la tragedia, sobre todo se ha de considerar una obra con carga política, pues frente al estilo de la nobleza se defiende la moral burguesa ilustrada, entonces en auge. El joven Príncipe de Guastalla, desbordado por responsabilidades de gobierno, está, desde su primer encuentro con la burguesa Emilia Galotti poseído por el deseo. Por ello da libertad de acción al Marqués Marinelli, su intrigante ayuda de cámara, para impedir la inminente boda de Emilia con el Conde Appiani. La construcción de la tragedia es magistral. Lleva el drama alemán a un punto culmen que no había tenido antes. Lo más brillante es el diálogo enérgico, compacto, ingenioso. Resulta ser un modelo para todos tanto del momento, como posteriormente. «Emilia Galotti» es un drama ilustrado que recoge la poética de Johann Christoph Gottsched pero contradice los modelos franceses vigentes en el teatro del momento así como las pautas de las tablas alemanas de la época.
Duchess Day Radley es una joven de trece años que se autoproclama «proscrita». Las normas son para otra gente. Ella es la fiera protectora de su hermano de cinco años, Robin, y la figura adulta para Star, su madre soltera, incapaz de cuidar de sí misma y mucho menos de sus dos hijos. Walk es ahora el jefe de policía local, pero sigue intentando sanar la vieja herida de haber sido el testigo que tres décadas atrás mandó a prisión a su mejor amigo, Vincent King, que se dispone a salir de la cárcel. Y Duchess y Walk deben afrontar el problema que supondrá su vuelta.
En la boca del lobo es una novela sobre la guerra y la mafia, la inocencia y la corrupción, y la historia como acumulación de lo irremediable. Ambientada principalmente en Sicilia durante la Segunda Guerra Mundial, relata el intento de reconstrucción de un país después de una violenta contienda a través de la mirada de varios personajes. Will Walker, oficial inglés de Seguridad sobre el Terreno, lleva a cabo una tentativa de dominio del gran juego de la inteligencia y la intervención militares. Ray Marfione, soldado de infantería italoamericano, experimenta el devastador trauma psicológico de la batalla hasta que poco a poco, desde su escondite y con la ayuda de una princesa siciliana, emprende el largo camino de retorno a la vida. Cirò Albanese es un mafioso que ha disfrutado de un prolongado y fructífero exilio en Nueva York durante los años del fascismo italiano. Regresa para recuperar su vida anterior, incluida la esposa que desde hace mucho lo da por muerto. Junto a algunos amigos liberados de prisión y con la ayuda inconsciente de los aliados, trabaja por el restablecimiento del control de la mafia en Sicilia. Escrita en capítulos cortos de una intensidad lírica extraordinaria, En la boca del lobo confronta los pequeños detalles brillantes de la experiencia individual con unas fuerzas históricas de contundente enormidad. Es testigo de los esfuerzos de los personajes por encontrar algún significado en todo ello, por contarse a sí mismos historias que tengan sentido. Los numerosos relatos se entrelazan y se separan a lo largo de una novela que registra, con toda la brutalidad posible, los acontecimientos de dichas vidas sin juzgar su significado o su valor.
El primer volumen que abre este gran ciclo novelístico, ya contiene la esencia y los grandes temas que se irán desarrollando con insólita maestría a lo largo de la rica y laberíntica narrativa proustiana: desde su lúcido examen del paso del tiempo y de los resortes de la memoria que llevan al individuo a evocar el pasado y reconstruirlo, hasta su particular concepción del amor como algo pasional pero también tormentoso; sin olvidar el exuberante retrato social del mundo de la aristocracia y la alta burguesía francesa que Proust conoció, o las agudas reflexiones sobre el arte como uno de los grandes logros del ser humano.
El elegante París y la tranquila localidad balnearia de Balbec son los dos grandes escenarios en los que se mueve «A la sombra de las muchachas en flor», relato centrado en la iniciación del narrador en asuntos amorosos y pasionales, así como en la vívida descripción de sus primeros contactos con el arte y el acto creativo. Por los senderos de la memoria desfilan recuerdos, espacios, impresiones y un elenco de personajes inolvidables en el que la presencia femenina cobra una especial relevancia.
En este tercer volumen de su ambiciosa y genial «En busca del tiempo perdido», el autor francés dibuja con detalle y de un modo casi palpable el brillante universo de la nobleza que tan bien conocía. Un universo que, a pesar de su opulencia y elegancia, se empezaba a resquebrajar, víctima de las circunstancias históricas y de ese inexorable paso del tiempo que tanto preocupa al sensible narrador de la novela. El tránsito por «El mundo de Guermantes» traslada al lector a los ambientes en los que se movía la aristocracia francesa, en un principio contrapuesta a la clase burguesa, pero con la que acabará estableciendo una relación de complementariedad ante su progresivo e imparable declive.
Además de revolucionar la narrativa con un estilo sin parangón en la historia de la literatura, Marcel Proust fue el primer autor moderno que exploró abiertamente en su obra el tema de la homosexualidad. Y fue en «Sodoma y Gomorra», el cuarto volumen de su magistral «En busca del tiempo perdido», donde ahondó con mayor intensidad en el amor homosexual, tanto masculino como femenino. A través de las relaciones sentimentales del barón de Charlus, por un lado, y de la memorable Albertine, por otro, Proust no solo se adentra en las pasiones humanas vinculadas tanto al deseo como a la frustración, sino que también se convierte en un personalísimo cronista de la decadencia de todo un estrato social en la transición de Francia hacia la modernidad del nuevo siglo.
El amor y las obsesiones de las que irremediablemente va acompañado son el eje vertebrador de La prisionera, el quinto volumen de En busca del tiempo perdido, la colosal obra con la que Marcel Proust se erigió como uno de los mejores escritores de la historia de la literatura. A partir de la reclusión de Albertine, la amante del narrador protagonista, Proust analiza con su particular y penetrante mirada las relaciones amorosas y los sentimientos encontrados que acaban provocando en los amantes, como deseo y sensualidad, pero también celos y frustración.
La prisionera es una perfecta muestra del arte proustiano centrada en el tragicómico sufrimiento al que los amados se someten, que también contiene hermosas estampas de la vida parisina preñadas de aliento poético y penetrantes reflexiones sobre el arte y la vida, y sobre el influjo que el tiempo ejerce en la percepción de las realidades humanas.
Después de los acontecimientos explicados en «La prisionera», el anterior volumen de «En busca del tiempo perdido», el narrador tiene que afrontar el hecho irreversible de que Albertine ha desaparecido para siempre. Tan solo la capacidad transformadora del paso del tiempo puede atenuar la intensidad de los sentimientos que se experimentan ante la amante perdida. «La fugitiva» surge como reverso y respuesta a la historia relatada en «La prisionera». Valiéndose del poder de los caprichosos mecanismos de la memoria para la evocación de los recuerdos, Marcel Proust profundiza con mano maestra en las consecuencias de las pasiones amorosas, el dolor y también el olvido, y adelanta los temas fundamentales con los que cerrará su majestuosa y revolucionaria obra.
El implacable paso de los años transforma a las personas hasta el punto de convertirse en espectros de lo que una vez fueron. El narrador de «El tiempo recobrado» observa a través de su particular prisma a la gente que le ha rodeado a lo largo de toda su vida y se aproxima al momento en el que, gracias a sus recuerdos, alcance una revelación artística y vital. Es el séptimo y último volumen de «En busca del tiempo perdido» supone la culminación de la magna obra de Marcel Proust, una poética reflexión personal sobre el paso del tiempo y la memoria, y un hermoso intento de búsqueda de la verdad. En narración final se termina de cruzar el puente que el autor tendió del pasado hacia el presente y se ofrecen algunas de las claves que contribuyen a cerrar el ciclo narrativo más sobresaliente del último siglo.
Siete relatos en el más puro estilo Wharton: una mirada profunda, certera y, por qué no decirlo, dramática, del alma femenina. La escritura es, como siempre, elegante, pero lo que de ella extraemos son las almas de mujeres en toda su crudeza, en su infelicidad, muy en su papel desvaído, secundario, de soporte, siempre a dos pasos por detrás del marido. En estos siete relatos es el matrimonio, la relación matrimonial, el eje sobre el que gira cada historia. Curiosamente, en ningún caso hay hijos de por medio, quizás para que el análisis de la relación de pareja sea más limpio, sin las interferencias añadidas que los hijos suelen producir. La propia existencia de la escritora probablemente le dio mucho tema para sus relatos. Su anodino e infeliz matrimonio y su posterior divorcio le permiten analizar su interior y poner sobre el papel sus vivencias. Los relatos están ordenados y presentados cronológicamente y seguidos por un Postfacio de Laura Gimeno.
Pocos relatos resumen con tanta perfección el mundo aventurero y salvaje de Jack London como «Encender una hoguera». Escrito originalmente en 1902 para una revista dirigida al público juvenil, su autor lo pulió y modificó hasta ofrecer su versión definitiva en 1910. Esta historia de un hombre y un perro que avanzan al atardecer por un bosque nevado, a sesenta grados bajo cero, guarda muchos paralelismos con «Colmillo Blanco» y «La llamada de la selva», las dos novelas más populares de London, en las que también hay paisajes invernales, fidelidad del perro hacia el hombre, soledad y muerte. Pero aquí, además, incorpora un matiz inquietante que en ocasiones se acerca al terror.
Edith Södergran pasó casi toda su vida, a comienzos del siglo XX, en un pueblecito llamado Raivola —residencia de verano de la intelligentsia de San Petersburgo—, situado en la frontera con Finlandia. Su obra, pese a ser una de las más importantes de la literatura nórdica de todos los tiempos, es poco conocida en castellano. La presente edición de su poesía completa recoge la labor de una mujer enérgica y serena, ensalzada como una de las figuras fundamentales de la poesía en lengua sueca.Como señala Elena Medel en el prólogo de esta edición: «A Edith Södergran le preocupan la búsqueda de la felicidad y el logro de la belleza, el tono agridulce de los gestos […]. La poética de Södergran se teje a campo abierto: sin dogmas, brindándonos impulsos para reflexionar, priorizando la impresión frente a la certeza».
Siempre me ha gustado está frase; “el cambió es lo único seguro, y si lo resiste, resistirás la vida“. En está historia encontraran muchas sorpresas de nuestros personajes principales, sabrán que lo más imporante en está vida es Dios y que nuestra vida estará llena de cambios. No importa cuantos momentos difíciles tengas en tú vida si estás con Dios, porqué sabrás que el te ayudará. Este libro más que una historia es un testimonio de vida.l