Lauren lleva meses en coma después de haber sufrido un tremendo accidente de circulación. Los médicos la mantienen artificialmente con vida esperando a que un milagro le haga responder, pero el milagro no llega. Por ello, la familia de Lauren pone su apartamento en alquiler y el nuevo inquilino, Arthur, se muda sin más demora. Lo que no se imagina es que se verá obligado a compartirlo con alguien que sólo él puede ver. Y es que en su afán de aferrarse a la vida, Lauren ha conseguido formar parte de la cotidianeidad sin ser vista. Superado el shock de encontrar un fantasma en casa, Arthur convierte a Lauren en el centro de su vida, en su razón de existir. Un amor que no entiende de convencionalismos y que la mayoría no puede comprender.
Arthur, un joven arquitecto californiano, vuelve a Los Ángeles después de pasar una larga temporada en París. Sin embargo, durante todo este tiempo no ha conseguido olvidar a Lauren, el gran amor de su vida que le robó el corazón cuando, a raíz de un accidente, cayó en estado de coma. Gracias a la insistencia y la valentía de Arthur, Lauren siguió viviendo, a pesar de la opinión del doctor y de la madre de desenchufar los aparatos que la mantenían con vida. Éstos, avergonzados, le hicieron jurar que jamás confesaría la verdad a la joven, que no recuerda nada de aquellos meses. Arthur cumple su palabra, desaparece de su vida e intenta olvidarla. Cuando vuelve a Los Ángeles el destino hará que se reencuentren. Volver a verte. Ojala fuera cierto& 2 Si la vida ofreciera a Arthur y Lauren otra oportunidad, ¿sabrían, en esta ocasión, superar todos los obstáculos? Una hermosa novela que demuestra que segundas partes sí pueden ser buenas.
¿Qué pasaría si cuando crees que tu vida es perfecta te la arrebatan? ¿Si cuanto más descubres a tus seres queridos menos les entiendes? ¿Hasta dónde serías capaz de llegar por venganza? Me llamo Jon, pero podría llamarme Abel, Luis o Juan, ¿qué más da? En realidad, no era más que un vulgar mendigo de una gran ciudad, en una bonita calle, de un buen barrio que en invierno dormía en un cajero de un gran banco. A nadie le importaba, hasta que la conocí a ella y todo cambió. <(p> Porque cuando el amor y la venganza se mezclan todo está por escribir. Descubre la historia de Jon y Laura.
Novela finalista de la quinta edición del Premio Titania.
Una historia emotiva e inteligente sobre el amor y la superación. Los personajes, tan entrañables como reales, van creciendo dentro de una trama que engancha al lector desde las primeras páginas. Una historia profunda y emotiva que trata temas actuales de forma poética.
Ella era la hermana pequeña de su mejor amigo, amante del amarillo y que creaba su propio cielo de constelaciones inventadas.
Él era el rebelde de la cazadora de cuero que dibujaba a bolígrafo aquello que le revolvía el pecho.
Juntos, quemaron etapas, construyeron recuerdos y se echaron mucho de menos, incluso cuando la única barrera que tenían que salvar era la distancia entre sus bocas.
Ahora, Julieta y Marco son solo dos extraños destinados a encontrarse en las calles de Salamanca para averiguar si las canciones antiguas nunca mueren y el faro de Trafalgar les espera con un nuevo atardecer.
Pasado. Presente… Un juramento, un reloj de arena con el secreto del tiempo y la esperanza de que «siempre» puede estar escondido entre los acordes de La chica de ayer.
Ésta es la historia de un flechazo. Y del amor de una vida. Y de un corazón hecho pedazos. Ésta es la historia de un montón de ojalás por cumplir. Ésta es la historia del viaje de Lola hacia aquello que no se ve, pero que está ahí. Hacia aquellas cosas que se buscan y se encuentran en el peor momento de la vida. Hacia sus sueños. Ésta es la historia de la sonrisa más bonita del mundo, de una nariz roja, de un tango en la playa, de una habitación convertida en hogar y de una casa perdida bajo la nieve. Ésta es una historia de amor… O quizá no.
Pocos años después del final de la Guerra de Secesión, Joseph Ethan Sullivan decide instalarse en un rancho en el oeste de Texas. Allí no le reciben precisamente con los brazos abiertos, pero los espacios abiertos y la soledad no asustan a alguien acostumbrado al ruido y el sufrimiento de la batalla. Ruth Ann McGregor siente curiosidad ante la calma con la que reacciona ese extraño de asombrosos ojos azules ante el desprecio de sus hermanos y, en particular, de Jackson Trelawney, el hijo del mayor hacendado de la zona, encaprichado de ella de un modo enfermizo. Ella quiere ser libre y decidir su propio destino en una época y sociedad donde no está permitido. Él solo quiere vivir en paz al fin.
La historia de amor y de aventuras de dos jóvenes que obligados a separarse mantienen sus deseos del encuentro mientras atraviesan una guerra que los cambia por completo.
Daniela, era de Almería, pero trabajaba en Carolina del Norte como arquitecta desde hacía unos años. No estaba muy contenta con su trabajo porque la tenían como ayudante y el tiempo pasaba y seguía así y ella quería ser arquitecta con todas las consecuencias, ella quería tener su despacho al menos y gestionar sus proyectos. Tenía una hermana en Almería, Fátima, casada y, una sobrina. Su hermana la llamó una tarde por la muerte de su ti abuela Celia. Ninguna de las dos hermanas creía que su tía abuela pudiera tener algo más que la casa, pero Daniela tuvo que viajar Almería en busca de su testamento. Se llevaron las hermanas una gran sorpresa, pero más se llevó Daniela porque recibiría su parte cundo estuviese casada. Pero ella no lo estaba. Brad Hill, era un nombre impresionante, alto guapo y con un conglomerado de empresas en el sector aeronáutico. Cuando la única familia que tenía su abuelo. Cuando murió, le dejo toda la empresa a cambio de que se casara. O la empresa sería dividiría entre las distintas secciones. No podía estar más rabioso y cabreado con su abuelo, después de trabajar tanto en la empresa y reformarla e innovar en ella. Así que contestó a un anuncio una mañana tomando café a una mujer que buscaba marido, pronto con bienes separados, y… eso era lo que el necesitaba. Y llamo. Y se encontró por la tarde con Daniela…Y se casaron. Pero habría condiciones entre ellos… ¿Se enamoraría a Daniela de Brad? ¿Y él de ella, o del vecino de al lado? Un piloto joven y guapo…. Si quieres seguir la historia de Daniela y Brad, estás en el lugar adecuado.
Pasé por delante del espejo y no pude evitar quedarme paralizada mirando el reflejo que este me devolvía. Ahogué un grito en mi interior y comencé a sentirme mareada. Era como si esa escena la hubiera soñado antes, me sonaba todo, hasta la cara del chico que me miraba desde el espejo. Porque la imagen no era mía, de una mujer de treinta años recién cumplidos, con el pelo castaño y los ojos color miel. La imagen era de un chico joven, mucho más joven que yo, quizá tendría veinte años, atractivo, moreno, de ojos verdosos, alto, estilizado y musculado en su justa medida. Todo se volvió borroso de repente y caí inconsciente al suelo. Fantástica saga familiar romántica
Val. Meyrargues, Francia. Los dormitorios de Cris y de Álvaro estaban bastante apartados del nuestro y estaba segura de que mi padre lo había hecho a propósito para que Hans y Álvaro permanecieran lo más lejos posible el uno del otro. Ambos se ignoraban por completo, pero había días que la tensión se podía cortar con un cuchillo. Émile. Digné-les-Bains, Francia. 1901. ¡Qué suerte había tenido, recibir una herencia y que al final fuera más una carga que una bendición! Sin embargo, tenía que reconocer que los perfumes que hacía eran buenos, muy buenos. De hecho era lo más delicioso que había olido nunca. Y esas tierras de lavanda, eran un sueño. Era evidente que si lo vendía, Irina no me lo perdonaría jamás, porque era obvio que todo lo que me rodeaba era su vida, las esencias, la lavanda, lo eran todo para ella; y que no me perdonara, por alguna razón que no lograba entender, no podría soportarlo. Antonie. Libejovice, Checoslovaquia, 1955. Ese día comencé a disfrutar de mi vida por primera vez desde que tenía uso de razón. Mi vida había sido siempre tan aburrida, cuidando de mi madre, estudiando (mi padre insistía en que estudiara de todo, incluso matemáticas), leyendo libros y cocinando. Ahora por fin tenía una razón para levantarme ilusionada cada día, incluso cada noche. La abuela de Val. Ahora ya sabía lo asombrosa que era mi nueva nieta; aun siendo hija de un solo gato, tenía una habilidad de la que jamás había oído hablar, era una Désireuse. Por ello, no entendía la petición tan extraña que nos había hecho Eugène, no quería que ninguna de las dos, madre e hija, supieran la verdad sobre nosotros. Estaba de acuerdo con que Carla viviera en la ignorancia (ella no era una de nosotros), pero para mí no tenía ningún sentido que quisiera mantener al margen a su propia hija.
Val. Desde que habíamos llegado de Estados Unidos, mi abuela hacía como si Hans no existiera. Al principio me había sentido apenada, pero había llegado un punto en el que estaba tan enfadada con ella que me daba exactamente igual lo que pensara. Y sin embargo, aquel día me había hecho llamar. ¿Qué querría? Émile e Irina. Francia 1903 —Los hombres con suerte no llegan medio muertos a su casa en mitad de la noche. ¿Quién te ha hecho esto? —En realidad todavía no lo entiendo, te lo contaré cuando estemos de camino. —¿A dónde vamos? —A Digné. La sonrisa deslumbrante llena de felicidad que le dedicó su mujer le hizo darse cuenta de que debían haberse ido a Digné mucho antes. Irina no podría ser del todo feliz lejos de sus campos de lavanda, de sus montañas, de sus recuerdos, y él la había apartado de todo aquello. Carla. —Carla… —susurró Eugène cuando ya estaba terminando mi segunda copa del vino—. ¿Puedes por favor hablar conmigo? No soporto este silencio. Clavé la mirada en esos profundos ojos azules, esos ojos que me volvían loca y que siempre me miraban con ternura y me di cuenta de que debía ser horrible para Eugène no poder interpretarme. Su vida debía ser un constante ir y venir de pensamientos, una locura de sonidos y una ausencia de silencio. Quizá por esa razón se había enamorado de mí, conmigo podía sentir paz y disfrutar del silencio de mi mente por primera vez en su vida, aunque sabía que en ese preciso momento no necesitaba mi silencio, sino que le explicara de una vez por todas el porqué de mi enfado. Me pasaban tantas cosas al mismo tiempo que no sabía cuál me molestaba más por orden de gravedad. Eugène. Francia 1925. Le sonreí y recordé algo que me había dicho mi padre en una ocasión. «—Hijo, cuando tengas delante a la mujer con la que quieres compartir el resto de tu vida, es posible que al principio quieras engañarte a ti mismo y no reconocer los sentimientos que te produce, pero hay algo que ayuda mucho si tienes la menor duda; la distancia; bueno, y algo más…, algo incluso mucho más clarificador, verla junto a otro hombre que la desea tanto como tú. Espero que no necesites probar ninguna de esas dos cosas, pero si no tienes más remedio, no te recomiendo que estés demasiado tiempo lejos de ella, te la puede quitar otro y no sabes lo horrible que es eso». Decididamente no quería probar ninguna de esas dos opciones, ni la de separarme de ella ni la de que la deseara otro hombre, pero mucho me temía que tendría que enfrentarme a la segunda, y de hecho bastante rápido. Claude la deseaba tanto como yo, y no podía olvidar que él era un encantador de mujeres.
Helena. Meyrargues, Francia. Abril 1943. —Oh, te conozco Helena, te conozco mucho. Y te he echado de menos, tanto que no puedo evitar hacer esto… —Sostuvo mi rostro entre sus grandes manos y después me besó. Había algo familiar en su sabor, en su boca, en cómo su lengua buscaba en todos los rincones de la mía, en cómo sus brazos agarraban con fuerza mi cintura. ¿Quién era ese hombre que me besaba y me tocaba como si efectivamente me conociera? A pesar de que me encantaba estar entre sus brazos, me aparté de él con cierta brusquedad. Casi no podía hablar de lo rápido que me latía el corazón. —¿Quién eres? —¿Me reconoces, Helena? —No, no lo sé, hay algo en ti…, algo familiar. —Soy tu marido…, bueno, lo seré. Dom. Presente. ¡Menudo fastidio! No podría irme hasta haber solucionado aquel pequeño inconveniente. Me alejé de la mesa con el móvil en la mano y marqué aquel número que me sabía tan bien. Me alegré cuando el que contestó fue mi abuelo, era más comprensivo que mi abuela, sin embargo no estaba preparado para lo que me dijo después de explicarle la situación. Colgué el móvil todavía algo confuso y sintiéndome el hombre más idiota de la tierra ¿Ahora tendría que hacer de canguro de dos niñatas? ¡Lo que faltaba! Val. Presente. De repente lo sentí, como un golpe en el estómago, Hans había desaparecido, y no por voluntad propia. Lo sabía, aunque ignoraba por qué estaba tan segura. «Por favor, que no le pase nada, por favor». Sin darme cuenta de lo que hacía, estaba de nuevo en la Piazza del Duomo, buscándolo entre el gentío, pero ninguno era Hans. Además, él no estaba allí, podía sentirlo. Miré el reloj, ya habían pasado casi dos horas desde que había leído la nota. Roberto. Meyrargues. Mayo 1943. Mientras los tres se enzarzaban en una discusión sobre lo que podría haber sucedido, mi mente comenzó a atar cabos: su fuerza, su mirada, esa violencia. Solo necesitaba comprobar algo para poder estar completamente seguro de que no me equivocaba. Los tres se callaron cuando, sin decir nada, me acerqué a Helena y le subí la manga de la camisa. Sentí un sudor frío, la marca que esperaba no ver en su cuerpo estaba allí.
La misión de Shayla Morrison era llevar al travieso Nicky a su tío, pero al ver al atractivo Turner MacLeod, Shayla decidió quedarse unos días. Después de todo, ¿qué sabía un vaquero duro y fuerte de niños pequeños? Pero, ¿sabría una mujer sensata como Shayla convivir con aquel misterioso hombre? Shayla debería haberse vuelto a casa. Pero el sonido de la risa infantil y el brillo en los ojos del vaquero le hicieron abandonarse al romanticismo, y soñar con que quizá pudiera convertir a aquel solterón empedernido en su marido.
«Ojos de papel volando» es un libro de amor en todos los sentidos de la palabra: desde el amor desamor de la pareja hasta el amor por la humanidad respiran por los relatos que lo componen en textos ceñidos, estupendamente tramados. La prosa fluye, enriquecida y enriquecedora, salida de pluma magistral, de vivencia y dolor y alegría y tristeza, visceral y encantadora. El nuevo lector quedará sorprendido gratamente; aquél que se ha asomado a través de sus obras anteriores al mundo de María Luisa Mendoza gozará con estas páginas el placer del reencuentro con una gran autora, con una amiga a la que se estima y respeta por su obra, su inventiva, su entrega sin límites a la gran pasión de la literatura. Todo, en este libro, está donde debe estar; nada sobra, no hay concesión a lo gratuito, lo engañoso, lo falso; hay, ni más ni menos, un libro que reafirma y confirma el alto lugar de su autora en las letras contemporáneas.
Ella; fue criada para perdonar a quien le hiciera daño. Él; fue educado para creer que todos sus deseos deben ser cumplidos. Una casualidad une la sed por saciar bajos instintos, con la necesidad de apagar la ira. La justicia llega tarde, pero cuando entra por la puerta sale con las manos teñidas de carmín.
Unos ojos que pueden hacer olvidar el fondo negro del pasado. Unos ojos que pueden hacer que el presente se vuelva claro, al alcance de la mano, intenso. Unos ojos que pueden hacer que el futuro brille diáfano si se los conquista, si la promesa de deseo y complicidad que tienen se cumple. Máximo Uriarte, un hombre condenado por su actividad que los hombres de la Buenos Aires de fines del siglo XIX frecuentan por lo bajo, en silencio, se ha visto perdido en los ojos grises de Béatrice Salcedo, una muchacha llegada hace poco de Francia; una muchacha que escapa de su pasado para encontrar a Nicanor Salcedo, el padre que le fue negado toda la vida. Cuando Béatrice conoce a Máximo, queda encantada por él, seducida, ilusionada; se siente correspondida y, por primera vez en mucho tiempo, descubre que las pesadillas de su pasado francés comienzan a evaporarse. Sin embargo, algo más que la condena social por la profesión de él se cierne sobre ellos: una trágica muerte, ocurrida muchos años antes, liga en el rencor a Máximo Uriarte y a Nicanor Salcedo. El vínculo, entonces, entre Béatrice y Máximo se vuelve doblemente clandestino. Entre Buenos Aires y París, entre las intensas candilejas de la ópera y los tenues faroles de los cabarets transcurre esta historia capaz de atravesar las luces y las sombras de una sociedad en formación. Completan ese retrato personajes como el doctor Justo Heredia que investiga y aporta al fascinante crecimiento del psicoanálisis, su asistente Clarisa Carreras, por quien se siente capaz de todo, y los inolvidables pobladores de la colonia La Promesa.
Diego Vergara se marchó a Londres convencido de que su encanto, su estupenda formación académica y su prima, dueña de un famoso restaurante de lujo, le facilitarían un rápido y sencillo ascenso al éxito, al triunfo profesional que le permitiría cumplir sus sueños: un local en Ibiza, dinero y pocos compromisos. Sin embargo, el destino es caprichoso y más vale no hacer planes, ni pensar que lo tienes todo bajo control porque, cuando menos te lo esperas, la vida da un vuelco y todo cambia. Ojos verdes nos llevará de la mano de Diego Vergara a disfrutar de su divertida, original e intensa aventura entre Londres y Dublín y a descubrir a la impactante Grace McGuinness, una misteriosa irlandesa de ojos verdes que con su ímpetu y personalidad será capaz de saltar todos los obstáculos y problemas que se le pongan por delante
Dos hombres, una chica, uno americano y otro australiano, un bombero y un profesor. En común, el surf, y amar a Nora, la almeriense que se fue a Sídney de intercambio. Liam era abierto, mujeriego, gracioso y amaba en secreto a Nora. Nat, americano, tenía un secreto en la gran manzana. Liam, su vecino, solo tenía mujeres. Nora se fue de intercambio a la universidad a hacer un postgrado y un máster. Nat, era el profesor que le daba Literatura, y que salió con ella año y medio, pero el segundo semestre del segundo año, no vino por Australia. Y ella fue en su busca al acabar, peor lo que se encontró, no era lo que esperaba… ¿Y ahora?
Tranquilidad, monotonía, soledad… Demasiados adjetivos simples con los que Olaya se ve forzada a vivir en su día a día… Después de un pasado duro y tormentoso, Eduardo, el desconocido primo de su mejor amiga, aparece en su vida de la nada, calándose demasiado hondo en ella y haciéndole borrar el dolor del pasado. Pero Olaya no sabe que para él, ella también ha sido un soplo de aire fresco, llegando a hacerle olvidar los problemas que carga a sus espaldas, en su rutina diaria. Entre ellos nace una relación tan fuerte que pronto se convierte adictiva... Cuando Olaya descubre el gran secreto que alberga Eduardo, su corazón se rompe en mil pedazos por no haber confiado en ella, sin saber, si algún día podrá ser restaurado. ¿Será capaz Olaya de seguir adelante después de este descubrimiento?
Thomas Sanders y Virginia Wallace quedaron unidos en el pasado por una apuesta, pero cada uno siguió su camino imaginando que lo sucedido no alteraría sus vidas. Sin embargo, cinco años después se reencuentran en un remoto pueblo cerca de Texas. Durante este tiempo, Thomas ha intentado rehacerse de las secuelas que le produjo su ruptura matrimonial que lo llevó a la destrucción. Virginia, por su parte, observa cómo su mundo laboral se trunca y es apartada, sin poder remediarlo, a un lugar cuya existencia desconoce y donde se reencontrará con el hombre que la dejó marcada para siempre. Con el paso de los días, las vivencias entre ellos se hacen más intensas, fuertes e íntimas. Todo el mundo cree que están hechos el uno para el otro salvo Virginia… ¿Podemos culpar al destino de todo lo que nos sucede en la vida o somos nosotros quienes actuamos inconscientemente hacia ese futuro que buscamos?