Menú



Buscar





Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 8. Técnica de un asesinato, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Aunque las noches empezaban a refrescar, el dueño de la casa, Fulton C. Williamsburg, no había ordenado que le encendieran la chimenea. La temperatura era lo suficientemente soportable para poder pasarse sin ninguna clase de calefacción. Los pronósticos del tiempo, sin embargo, anunciaban mal tiempo, pero eso era algo que, en aquellos momentos, no preocupaba en absoluto al señor Williamsburg. Estaba sentado cómodamente en una butaca, repasando unos papeles, con el ceño fruncido. Había cosas que no le agradaban, pero también sabía que era muy poco lo que podía hacer para torcer el rumbo del asunto. Tal vez si no hubiera discutido tan ásperamente con aquel joven de genio demasiado vivo, pensó con cierta amargura, el asunto habría tomado un cariz muy diferente.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 9. La dama errante, de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

Él dijo: —He de irme. Pero no se movió. La mujer le miró de soslayo, los ojos rientes y los labios húmedos y brillantes. —Bueno —sonrió—, ¿qué esperas? Sobre la almohada, su larga cabellera negra como ala de cuervo se extendía igual que una marea de ébano. McGee le devolvió la mirada. Ella sólo tuvo que mover un poco la cabeza y sus labios se unieron a los del hombre como una ventosa. El sintió el estilete ardiente de su lengua. Se entregaron al beso dejando que el placer fluyera igual que una llama, algo instintivo, vivo, que estaba allí y que debía ser gozado hasta el límite del aliento y de la vida. Poco después, y mientras ella jadeaba dulcemente, él repitió: —He de irme. Tengo el turno de la mañana.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 11. Una chica con ganas de jaleo, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

—Es un chico guapísimo —dijo Lotte Braddon. —Para ti, todos son guapos —le contestó su amiga y compañera de trabajo, Tessa Jameson—. No sé qué ves en los hombres… —Eso, que son hombres —rió Lotte—. Pero no tengas miedo; no lo conquistaré. Ya lo has visto: ha pasado por mí lado, como si yo fuese un vulgar insecto. En cambio, a ti, te comía con la mirada. Algo de razón había en las palabras de Lotte respecto de su amiga. Tessa había sido pródigamente dotada por la naturaleza y el uniforme de los grandes almacenes que vestían ambas, contribuía a hacer resaltar de forma generosa las exuberantes curvas de la muchacha. Lotte, en cambio, si bien era alta y espigada, tenía los contornos mucho más suaves. A ella le habría gustado ser, no tanto quizá como Tessa, pero si un poco más curvilínea, cosa que no podía conseguir, por mucho que se esforzase.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 13. Los verdugos no deben amar (2ª Ed.), de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

Un gran coche negro, reluciente, se detuvo ante el edificio principal del aeropuerto de Niza. Las brillantes luces convertían la noche en día, y una multitud de hombres y mujeres entraban y salían apresurados a pesar de la hora tardía. Del gran sedán negro se apearon cuatro hombres. Por unos instantes permanecieron quietos al lado del coche. Tres de ellos eran altos, bien proporcionados, y si uno se fijaba en sus expresiones podía captar la tensión con que escrutaban los alrededores. El cuarto era de baja estatura, más bien rechoncho, y casi desaparecía en medio de sus acompañantes. Uno dijo: —Al parecer todo va bien.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 15. Final de ruta: la tumba (3ª Ed.), de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Salía de la tienda con unos paquetes en la mano y, después de sortear a unos cuantos transeúntes se situó en el borde de la acera, esperando la luz verde para los peatones. Los coches, en la calzada, se habían parado a muy pocos pasos de distancia y ya se disponían a arrancar. Entonces fue cuando oyó la voz femenina a su lado. —A ese pobre le quedan muy pocos días de vida, quizá horas tan sólo. Asombrado, Patrick Benn se volvió hacia la mujer que acababa de pronunciar tan fatídico vaticinio. Ella le dirigió una mirada inescrutable. —Sí, a ése me refiero, al tipo del descapotable de color verde claro —añadió ella.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 17. ¡Bésame, muerte! (4ª Ed.), de Donald Curtis

Novela, Intriga, Policial

Tenía las manos rígidas, agarrotadas, colgando por los lados del lecho, como si hubiera querido asirse a las dos pequeñas alfombras. Shelby entró en la habitación lentamente, en un estupor silencioso y aturdido, hasta inclinarse y rozar con sus dedos las manos del infeliz. Estaban aún calientes, sin el «rigor mortis» de un cuerpo que lleve varias horas carente de vida. Se irguió, pensativo, volviéndose hacia la ventana entreabierta del dormitorio. Entonces la vio a ella. Era la rubia del cuadro de los velos, y si llevaba algo encima de la parte del cuerpo que se veía sobre el alféizar de la ventana, no era mucho más espeso que el velo del cuadro.Estaba allí, mirándole con ojos de profundo terror, como si colgara del vacío, junto a la fachada del edificio, asomándose entre las cortinillas aguadas por el frío aire matinal.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 19. Degradación en el paraíso (2ª Ed.), de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

Llegaban en bandadas procedentes de todo el país. Aviones enteros habían sido fletados por el protagonista del acontecimiento, y eran recogidos en el aeropuerto por caravanas de brillantes Rolls Royce pintados de blanco expresamente para la ocasión. Los más famosos columnistas de sociedad, los más sonoros nombres de la chismografía profesional que hacían latir los corazones solitarios de las solteronas, las frustradas o las frígidas de medio mundo desfilaban a bordo de los blancos coches hasta sus plazas reservadas en los más caros hoteles de Las Vegas. Bill Trumbo llegó a bordo de su propio Mustang cubierto de polvo y nadie salió a recibirle a la entrada de la ciudad. Y sin embargo, en cierta forma, él también estaba allí invitado por el magnate organizador de la «boda del siglo».


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 20. Una prójima de cuidado (2ª Ed.), de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

La joven caminaba con pasos largos y fáciles, recta la espalda y levantada la barbilla. Era alta, delgada, de silueta perfecta y cabello intensamente negro. Vestía un traje bastante ajustado y la falda llevaba en el lado izquierdo una abertura, que le permitía más facilidad de movimientos en las piernas que habrían dado envidia a una «prima ballerina». Pendiente del hombro llevaba un bolso, suspendido por una correa y en todo momento ofrecía una rara sensación de firmeza y seguridad en sí misma. Los pasos de la joven resonaban rítmicos en el silencio de la noche. Inesperadamente, un hombre surgió de las tinieblas de un callejón cercano y, arrojándose sobre la joven, la empujó hacia la pared. Ella vaciló, sorprendida. Él consiguió arrastrarla hasta el interior del callejón. Entonces, la aplastó de nuevo contra la pared y apoyó la punta de una navaja en su cuello de cisne.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 22. Viento demencial, de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

Abdullah Hakim nunca había sido un fanático. Era un hombre, por el contrario, totalmente equilibrado, sensato y nada extremista. Cierto que trabajaba en pro del reconocimiento palestino por el Gobierno de Israel, porque ésa era no solamente su obligación como político árabe, sino también su propia y personal convicción como miembro de una raza que él consideraba sojuzgada y oprimida. Pero sus medios combativos jamás habían pasado de demandas ante las Naciones Unidas, requerimientos legales y procedimientos jurídicos ante Tel-Aviv, buscando una entente cordial en los territorios ocupados y una posible paz futura en la zona más conflictiva del mundo.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 23. Dulce sabor de sangre (2ª Ed.), de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

McBain miró en torno con una mueca. —Señor Havilland… El anciano se volvió hacia él, apartándose de la mesa. —¿Sí, teniente? —Usted dice que el intruso estaba en las escaleras cuando lo descubrió. ¿Subía o bajaba? —Supongo que se disponía a subir, sólo que hizo ruido y yo le oí desde aquí y salí. El vestíbulo apenas tenía luz, pero pude verle bien… era un hombre alto, de cara aplanada, si entiende lo que quiero decir… —Aplanada —repitió McBain, desconcertado. A un lado, Steve Gray tomaba notas en un arrugado cuaderno.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 24. Disparo de ida y vuelta (2ª Ed.), de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Caminaba tranquilamente por la calle, cuando oyó el chirrido de los neumáticos del coche que arrancaba a toda velocidad. Un oscuro instinto le hizo saber que algo iba a ocurrir y saltó lateralmente, a fin de buscar refugio en algún lugar de relativa seguridad. Mientras lo hacía, volvió la cabeza y divisó al coche que se acercaba, acelerando brutalmente. Junto a él, una mujer gritó y tiró de ella casi sin saber lo que se hacía. Un paso más adelante encontró el refugio de un portal y trató de aplastarse contra la pared, notando que algo blando le impedía tocarla. En el mismo instante, empezaron a sonar los disparos. Percy Boles volvió la cabeza y vio la boca del arma que emitía unos pálidos fogonazos. En la acera, a dos pasos de distancia, un hombre empezó a saltar de un modo ridículo. Los saltos concluyeron cuando el individuo se desplomó al suelo. El coche de los agresores huyó a toda velocidad. Por todas partes sonaban gritos y se veían muchos cuerpos de personas tendidas en el suelo.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 26. Tú la mataste (3ª Ed.), de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

—¡Mientes, Cameron! —Vamos, confiesa de una vez… —Dinos cómo le retorciste el cuello hasta rompérselo. Sólo con que nos cuentes esto habremos terminado. —¡Váyanse al diablo! —dije con voz ronca. Pero ellos eran muchos. Otra voz intervino en el concierto: —Entraste en el apartamento de esa dama usando una llave falsa. ¿No es cierto? —Sí. —Y ella te sorprendió y…


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 27. Me maté a mí mismo (2ª Ed.), de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

Una ambulancia misteriosa penetra en un área restringida. En una celda del corredor de la muerte un preso espera su fatal destino. El preso sólo puede evitar su fatal destino haciendo de donante al agente de la CIA que va en la ambulancia. La suplantación de identidad va más allá de lo que se le puede exigir incluso a un condenado a la pena máxima.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 28. Lou Bell, pájaro de cuenta, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Estaba sentado cómodamente junto al fuego, con un buen libro en las manos y una copa de coñac en la mesita contigua cuando, de pronto, sonó el teléfono. La mano libre alzó el aparato. —Lou Bell —dijo. —Soy Salomón. Toma nota, Lou. Bell dejó el libro a un lado, buscó una agenda y un lápiz y se preparó para escribir. —Adelante, Salomón.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 30. Reloj mortal (2ª Ed.), de Curtis Garland

Novela, Policial, Intriga

Si, era una bonita oficina para mi trabajo. Y un bonito letrero en el cristal. Imaginé que ni el gran Philip Marlowe, Sam Spade o Donald Lam y Bertha Cool habrían tenido más hermoso despacho que el mío, caso de haber existido realmente alguno de ellos, fuera de las páginas de un libro. Ahora, sólo faltaba un pequeño detalle para completar el cuadro: los clientes.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 31. La que no existía (2ª Ed.), de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

Sabía que nunca volvería a ver todo el lujo que tenía alrededor. Quizá por eso paseó la mirada en torno con una suerte de melancólica nostalgia. Suspiró, mientras cerraba la maleta en la que había amontonado apresuradamente lo más imprescindible para una mujer elegante y de buen gusto. Ya podía marcharse. Llevó la maleta al pequeño hall, donde ya esperaba un neceser de viaje. Volvió atrás para apagar las luces del dormitorio.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 33. El tigre y yo (2ª Ed.), de Clark Carrados

Intriga, Policial, Novela

La vio en la playa y estaba vestida, pero completamente inmóvil, lo que en un principio le hizo suponer que estaba contemplando un cadáver. Al aproximarse vio los movimientos regulares de ascenso y descenso de su pecho. Respiraba, luego estaba con vida. Pero tenía los ojos cerrados y los brazos a lo largo del costado. A Mel Griffith le pareció una incongruencia que una mujer joven y bonita, como podía apreciarse a la primera ojeada, estuviera en la playa, en un día de tanto calor, no sólo vestida por completo, incluidas medias y zapatos, sino que el color de su indumentaria fuese el negro. «Luto riguroso», pensó. Pero cada cual, en este mundo, podía hacer lo que quisiera, sin dañar a los demás, se dijo. De modo que, comprendiendo que podía molestar a la hermosa desconocida, dio media vuelta y se dispuso a retirarse. Llevaba una toalla en la mano y una bolsita en la otra, con el tabaco y las cerillas. Tomaría el sol un rato, se daría luego un baño y…


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 37. El hombre del monóculo negro, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

La chica se sentía cada vez más nerviosa. Había visto al individuo un par de veces durante el día y tenía la seguridad de que la perseguía. El aspecto del sujeto no le agradaba en absoluto. Era un tipo altísimo, de más de metro noventa, ancho de hombros, indudablemente muy robusto y con los músculos bien cultivados. Seguramente, sabría toda clase de trucos para derrotar a una persona en una lucha cuerpo a cuerpo. Sin contar con su más que innegable afición a las armas de fuego. Y, sin embargo, se dijo Sybil Glendale, habría podido parecer tan simpático… Pero aquel maldito monóculo negro lo echaba todo a perder y le daba un aspecto terriblemente siniestro, que ni siquiera la sonrisa que había esbozado al cruzarse con ella lograba disipar.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 40. Cómo gastar un millón de dólares (2ª Ed.), de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Tenía el pelo revuelto, un poco largo, la barba de una semana y sus ropas, cazadora, camiseta oscura cerrada, pantalones vaqueros y zapatillas de deporte, no estaban precisamente en sus mejores momentos. Aunque era alto y bien proporcionado, Chester Quarry, más conocido entre sus amigos por el sobrenombre de Pop, ofrecía en aquellos instantes la viva estampa de un mendigo. A Quarry le tenía sin cuidado su aspecto personal. Estaba parado en la acera, junto al semáforo, esperando a que hubiese luz para peatones. Entonces fue cuando vio la billetera caída en el suelo, a poca distancia de un recipiente público para papeles y otros objetos desechables. Le picó la curiosidad. Había muy poca gente en aquel lugar y se inclinó sin aparente esfuerzo. La billetera, apreció de inmediato, era de muy buena piel y parecía poco menos que recién estrenada.


Bolsilibros - Punto rojo (Ed. B) 42. Damas, whisky y sangre (2ª Ed.), de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

Llamadme Johnny. No, no es que pretenda plagiar a Melville y escribir otro Moby Dick. Líbreme Dios de semejante cosa. Ni siquiera me llamo Ismael. Supongo que tampoco el personaje de la epopeya ballenera se llamaría así, después de todo. Mi nombre es John D. Vincent. Pero prefiero que los amigos me llamen simplemente Johnny. Las chicas ya lo hacen. También me llaman cosas más dulces, como «encanto», «cielito» o «macho adorable», pero no las hago demasiado caso porque lo hacen en momentos en que no piensan demasiado en otra cosa que en su propio placer. Tengo una pequeña y sórdida oficina en un bulevar de Hollywood y me ocupo habitualmente de asuntos de poca monta, tales como perseguir maridos o esposas infieles, cobrar recibos atrasados con alguna que otra amenaza, y aportar informes personales a algunas financieras y entidades de crédito.