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Bestiario tropical, de Alfredo Iriarte

Crónica, Historia

«Bestiario Tropical» es un conjunto de crónicas ciertamente alucinantes en el que la realidad y la fantasía se mezclan para conformar un fresco demencial que muestra, en un tono sostenido de exquisito humor negro, todas las extravagancias y las actitudes tragicómicas y grotescas que fueron el rasgo esencial y el común denominador de quienes, vistos ya con perspectiva histórica, pueden considerarse como los exponentes más significativos de esta fauna delirante y sin precedentes históricos de los dictadores hispanoamericanos.


Bestias, hombres, dioses, de Ferdynand Ossendowski

Crónica, Viajes, Otros

Testimonio de Ferdinand Ossendowski sobre su huida de Siberia en los años 1920-1921, perseguido por los bolcheviques, y el posterior itinerario a través de Mongolia, Tibet y China. En su viaje se encontrará con hombres, con bestias y con dioses, a veces en una misma persona. Tras su publicación, surgieron refutaciones sobre el relato y la revista Journal Litteraire organizó un tribunal singular para dirimir su veracidad. En él, Ossendowski declaró: «Bien pude haber escrito este libro sin haber visitado como hice la Mongolia o el Tíbet; no se trata de un texto científico, ciertamente es literatura, pero esta literatura tiene una base de verdad, de experiencia, de certeza en lo explorado y en las circunstancias vividas; hay en mis páginas misterios no desentrañados y situaciones fantásticas, cierto, pero le pertenecen a la existencia en esos lugares remotos».


Bhagavad-Gita, de Anónimo

Crónica, Espiritualidad

El «Bhagavad-Gita» o «Canto del Bienaventurado» forma parte del libro sexto del «Mahabharata», la grandiosa epopeya épica hindú compuesta entre los siglos VI antes de J. C. y el II después de J. C. El texto, de una enorme riqueza ética y espiritual, recoge los diálogos entre Krishna —séptima encarnación divina de Vishnú— y su compañero y amigo el guerrero del clan de los Pandavas Arjuna, cuando este último revela a Krishna sus dudas y desfallecimientos antes de la batalla contra sus primos del clan Kaurava. La acción desinteresada, el cumplimiento del deber, el desapego, el conocimiento de la naturaleza divina e inmortal de cada ser humano, la necesidad de purificación de la mente, la importancia de tomar conciencia del mundo como algo irreal e ilusorio, son algunas de las enseñanzas que Krishna va desgranando en un diálogo de belleza, sabiduría y sublimidad incomparables. El «Bhagavad-Gita» es una de esas joyas de la literatura espiritual de todas las épocas, que llega al lector en una versión directa del sánscrito, ya clásica por su claridad y precisión.


Biblias 1. La Biblia de las Américas, de Anónimo

Crónica, Espiritualidad

La Biblia es una recopilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados «libros»), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí, los textos que componen la Biblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en las denominadas fuentes «E» (tradición elohísta) y «J» (tradición yahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj, no consintiendo bajo ningún concepto el término Antiguo Testamento y no acepta la validez del llamado Nuevo Testamento, reconociéndose como texto sagrado únicamente al Tanaj. El canon de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por la Iglesia católica, bajo el pontificado de san Dámaso I, en el Sínodo de Roma del año 382, y esta versión es la que Jerónimo de Estridón tradujo al latín. Dicho canon consta de 73 libros: 46 constitutivos del llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) —que han sido impugnados por judíos y protestantes— y 27 del Nuevo Testamento. Fue confirmado en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en los Concilios III de Cartago, en el año 397, y IV de Cartago, en el año 419. Cuando reformadores protestantes lo impugnaron, el canon católico fue nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. Ninguna de estas decisiones fue reconocida ni asumida por muchos protestantes, surgidos a partir del siglo XVI, ni por distintas denominaciones vinculadas al protestantismo surgidas a partir del siglo XIX. El canon de las Biblias cristianas ortodoxas es aún más amplio que el canon de las Biblias católicas romanas, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el Libro III de los Macabeos. En adición a éstos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, asimismo, como apéndices en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia cristiana ortodoxa. El Antiguo Testamento narra principalmente la historia de los hebreos y el Nuevo Testamento la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos. El Nuevo Testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo Testamento de la versión de los Setenta, traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría (Egipto) en el siglo III a. C. La Biblia es para los creyentes la palabra de Dios por ser indudable para éstos su inspiración divina. Es un libro eminentemente espiritual y habla sobre la historia de la humanidad, su creación, su caída en el pecado y su salvación, que expone cómo el Dios creador se ha relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser humano. De igual forma, la Biblia expone los atributos y el carácter de Dios. Para los creyentes cristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. En el siglo XVI los diferentes movimientos de la Reforma Protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado «sola escritura», que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia Católica Romana, además de la Biblia, también son fuente doctrinal la Tradición, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (discípulos de los apóstoles), y las decisiones emanadas de los Concilios. Esta divergencia entre cristianos se intensificó después de 1870, cuando el papa Pío IX promulgó la constitución Pastor Aeternus, del Concilio Vaticano I, que reafirma el Primado Romano y proclama la infalibilidad del papa en asuntos de fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal) cuando habla ex cathedra (18 de julio de 1870) en cuanto único «sucesor de Pedro» y, consecuentemente, «custodio y depositario de las llaves del Reino de los Cielos». Mientras que los cristianos protestantes rechazan esta aseveración y consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partes esta gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos o religiosos, sino como designios divinos plasmados y asentados en la Biblia misma. Para los judíos ortodoxos, por supuesto, el Nuevo Testamento no tiene validez. El judaísmo rabínico considera como fuente de doctrina el Talmud, mientras los caraítas defienden desde el siglo VIII el Tanaj como única fuente de fe.


Biblias 2. Biblia Reina-Valera 1960, de Anónimo

Crónica, Espiritualidad

La Biblia es una recopilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados «libros»), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí, los textos que componen la Biblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en las denominadas fuentes «E» (tradición elohísta) y «J» (tradición yahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj, no consintiendo bajo ningún concepto el término Antiguo Testamento y no acepta la validez del llamado Nuevo Testamento, reconociéndose como texto sagrado únicamente al Tanaj. El canon de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por la Iglesia católica, bajo el pontificado de san Dámaso I, en el Sínodo de Roma del año 382, y esta versión es la que Jerónimo de Estridón tradujo al latín. Dicho canon consta de 73 libros: 46 constitutivos del llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) —que han sido impugnados por judíos y protestantes— y 27 del Nuevo Testamento. Fue confirmado en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en los Concilios III de Cartago, en el año 397, y IV de Cartago, en el año 419. Cuando reformadores protestantes lo impugnaron, el canon católico fue nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. Ninguna de estas decisiones fue reconocida ni asumida por muchos protestantes, surgidos a partir del siglo XVI, ni por distintas denominaciones vinculadas al protestantismo surgidas a partir del siglo XIX. El canon de las Biblias cristianas ortodoxas es aún más amplio que el canon de las Biblias católicas romanas, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el Libro III de los Macabeos. En adición a éstos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, asimismo, como apéndices en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia cristiana ortodoxa. El Antiguo Testamento narra principalmente la historia de los hebreos y el Nuevo Testamento la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos. El Nuevo Testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo Testamento de la versión de los Setenta, traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría (Egipto) en el siglo III a. C. La Biblia es para los creyentes la palabra de Dios por ser indudable para éstos su inspiración divina. Es un libro eminentemente espiritual y habla sobre la historia de la humanidad, su creación, su caída en el pecado y su salvación, que expone cómo el Dios creador se ha relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser humano. De igual forma, la Biblia expone los atributos y el carácter de Dios. Para los creyentes cristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. En el siglo XVI los diferentes movimientos de la Reforma Protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado «sola escritura», que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia Católica Romana, además de la Biblia, también son fuente doctrinal la Tradición, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (discípulos de los apóstoles), y las decisiones emanadas de los Concilios. Esta divergencia entre cristianos se intensificó después de 1870, cuando el papa Pío IX promulgó la constitución Pastor Aeternus, del Concilio Vaticano I, que reafirma el Primado Romano y proclama la infalibilidad del papa en asuntos de fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal) cuando habla ex cathedra (18 de julio de 1870) en cuanto único «sucesor de Pedro» y, consecuentemente, «custodio y depositario de las llaves del Reino de los Cielos». Mientras que los cristianos protestantes rechazan esta aseveración y consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partes esta gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos o religiosos, sino como designios divinos plasmados y asentados en la Biblia misma. Para los judíos ortodoxos, por supuesto, el Nuevo Testamento no tiene validez. El judaísmo rabínico considera como fuente de doctrina el Talmud, mientras los caraítas defienden desde el siglo VIII el Tanaj como única fuente de fe.


Biblias 3. Biblia Reina-Valera Contemporánea, de Anónimo

Crónica, Espiritualidad

La Biblia es una recopilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados «libros»), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí, los textos que componen la Biblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en las denominadas fuentes "E" (tradición elohísta) y "J" (tradición yahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj, no consintiendo bajo ningún concepto el término Antiguo Testamento y no acepta la validez del llamado Nuevo Testamento, reconociéndose como texto sagrado únicamente al Tanaj. El canon de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por la Iglesia católica, bajo el pontificado de san Dámaso I, en el Sínodo de Roma del año 382, y esta versión es la que Jerónimo de Estridón tradujo al latín. Dicho canon consta de 73 libros: 46 constitutivos del llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) —que han sido impugnados por judíos y protestantes— y 27 del Nuevo Testamento. Fue confirmado en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en los Concilios III de Cartago, en el año 397, y IV de Cartago, en el año 419. Cuando reformadores protestantes lo impugnaron, el canon católico fue nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. Ninguna de estas decisiones fue reconocida ni asumida por muchos protestantes, surgidos a partir del siglo XVI, ni por distintas denominaciones vinculadas al protestantismo surgidas a partir del siglo XIX. El canon de las Biblias cristianas ortodoxas es aún más amplio que el canon de las Biblias católicas romanas, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el Libro III de los Macabeos. En adición a estos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, asimismo, como apéndices en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia cristiana ortodoxa. El Antiguo Testamento narra principalmente la historia de los hebreos y el Nuevo Testamento la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos. El Nuevo Testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo Testamento de la versión de los Setenta, traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría (Egipto) en el siglo III a. C. La Biblia es para los creyentes la palabra de Dios por ser indudable para estos su inspiración divina. Es un libro eminentemente espiritual y habla sobre la historia de la humanidad, su creación, su caída en el pecado y su salvación, que expone cómo el Dios creador se ha relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser humano. De igual forma, la Biblia expone los atributos y el carácter de Dios. Para los creyentes cristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. En el siglo XVI los diferentes movimientos de la Reforma Protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado "sola escritura", que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia Católica Romana, además de la Biblia, también son fuente doctrinal la Tradición, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (discípulos de los apóstoles), y las decisiones emanadas de los Concilios. Esta divergencia entre cristianos se intensificó después de 1870, cuando el papa Pío IX promulgó la constitución Pastor Aeternus, del Concilio Vaticano I, que reafirma el Primado Romano y proclama la infalibilidad del papa en asuntos de fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal) cuando habla ex cathedra (18 de julio de 1870) en cuanto único «sucesor de Pedro» y, consecuentemente, «custodio y depositario de las llaves del Reino de los Cielos»—. Mientras que los cristianos protestantes rechazan esta aseveración y consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partes esta gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos o religiosos, sino como designios divinos plasmados y asentados en la Biblia misma. Para los judíos ortodoxos, por supuesto, el Nuevo Testamento no tiene validez. El judaísmo rabínico considera como fuente de doctrina el Talmud, mientras los caraítas defienden desde el siglo VIII el Tanaj como única fuente de fe.


Biblias 4. Nueva Biblia Latinoamericana de hoy, de Anónimo

Espiritualidad, Crónica

La Biblia es una recopilación de textos que en un principioeran documentos separados (llamados «libros»), escritos primero en hebreo,arameo y griego durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formarel Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento.Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí, los textos que componen laBiblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.).Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto deDébora») y en las denominadas fuentes «E» (tradición elohísta) y «J» (tradiciónyahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadasen la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo másantiguo, el de Oseas es también de la misma época. El pueblo judío identifica ala Biblia con el Tanaj, no consintiendo bajo ningún concepto el término AntiguoTestamento y no acepta la validez del llamado Nuevo Testamento, reconociéndose comotexto sagrado únicamente al Tanaj. El canon de la Biblia que conocemos hoy fuesancionado por la Iglesia católica, bajo el pontificado de san Dámaso I, en elSínodo de Roma del año 382, y esta versión es la que Jerónimo de Estridóntradujo al latín. Dicho canon consta de 73 libros: 46 constitutivos del llamadoAntiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos(Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) —quehan sido impugnados por judíos y protestantes— y 27 del Nuevo Testamento. Fueconfirmado en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en losConcilios III de Cartago, en el año 397, y IV de Cartago, en el año 419. Cuandoreformadores protestantes lo impugnaron, el canon católico fue nuevamenteconfirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 deabril de 1546. Ninguna de estas decisiones fue reconocida ni asumida por muchosprotestantes, surgidos a partir del siglo XVI, ni por distintas denominacionesvinculadas al protestantismo surgidas a partir del siglo XIX. El canon de lasBiblias cristianas ortodoxas es aún más amplio que el canon de las Bibliascatólicas romanas, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro IIIde Esdras y el Libro III de los Macabeos. En adición a estos, el Libro IV deEsdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, asimismo, como apéndices enmuchas importantes versiones y ediciones de la Biblia cristiana ortodoxa. ElAntiguo Testamento narra principalmente la historia de los hebreos y el NuevoTestamento la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia delos primeros cristianos. El Nuevo Testamento fue escrito en lengua griegakoiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo Testamento de la versión de losSetenta, traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría(Egipto) en el siglo III a. C. La Biblia es para los creyentes la palabra deDios por ser indudable para estos su inspiración divina. Es un libroeminentemente espiritual y habla sobre la historia de la humanidad, sucreación, su caída en el pecado y su salvación, que expone cómo el Dios creadorse ha relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser humano. De igualforma, la Biblia expone los atributos y el carácter de Dios. Para los creyentescristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. En elsiglo XVI los diferentes movimientos de la Reforma Protestante comenzaron aexperimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos deotros; para menguar este problema se definió el principio llamado «solaescritura», que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuentede doctrina cristiana. Para la Iglesia Católica Romana, además de la Biblia,también son fuente doctrinal la Tradición, las enseñanzas de los Padres de laIglesia (discípulos de los apóstoles), y las decisiones emanadas de losConcilios. Esta divergencia entre cristianos se intensificó después de 1870,cuando el papa Pío IX promulgó la constitución Pastor Aeternus, del ConcilioVaticano I, que reafirma el Primado Romano y proclama la infalibilidad del papaen asuntos de fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal)cuando habla ex cathedra (18 de julio de 1870) en cuanto único «sucesor dePedro» y, consecuentemente, «custodio y depositario de las llaves del Reino delos Cielos». Mientras que los cristianos protestantes rechazan esta aseveracióny consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partesesta gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos oreligiosos, sino como designios divinos plasmados y asentados en la Bibliamisma. Para los judíos ortodoxos, por supuesto, el Nuevo Testamento no tienevalidez. El judaísmo rabínico considera como fuente de doctrina el Talmud,mientras los caraítas defienden desde el siglo VIII el Tanaj como única fuentede fe.


Biblias 5. Biblia Nueva Traducción Viviente, de Anónimo

Crónica, Espiritualidad

La Biblia es una recopilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados «libros»), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí, los textos que componen la Biblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en las denominadas fuentes "E" (tradición elohísta) y "J" (tradición yahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj, no consintiendo bajo ningún concepto el término Antiguo Testamento y no acepta la validez del llamado Nuevo Testamento, reconociéndose como texto sagrado únicamente al Tanaj. El canon de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por la Iglesia católica, bajo el pontificado de san Dámaso I, en el Sínodo de Roma del año 382, y esta versión es la que Jerónimo de Estridón tradujo al latín. Dicho canon consta de 73 libros: 46 constitutivos del llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) ―que han sido impugnados por judíos y protestantes― y 27 del Nuevo Testamento. Fue confirmado en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en los Concilios III de Cartago, en el año 397, y IV de Cartago, en el año 419. Cuando reformadores protestantes lo impugnaron, el canon católico fue nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. Ninguna de estas decisiones fue reconocida ni asumida por muchos protestantes, surgidos a partir del siglo XVI, ni por distintas denominaciones vinculadas al protestantismo surgidas a partir del siglo XIX. El canon de las Biblias cristianas ortodoxas es aún más amplio que el canon de las Biblias católicas romanas, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el Libro III de los Macabeos. En adición a estos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, asimismo, como apéndices en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia cristiana ortodoxa. El Antiguo Testamento narra principalmente la historia de los hebreos y el Nuevo Testamento la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos. El Nuevo Testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo Testamento de la versión de los Setenta, traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría (Egipto) en el siglo III a. C. La Biblia es para los creyentes la palabra de Dios por ser indudable para estos su inspiración divina. Es un libro eminentemente espiritual y habla sobre la historia de la humanidad, su creación, su caída en el pecado y su salvación, que expone cómo el Dios creador se ha relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser humano. De igual forma, la Biblia expone los atributos y el carácter de Dios. Para los creyentes cristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. En el siglo XVI los diferentes movimientos de la Reforma Protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado "sola escritura", que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia Católica Romana, además de la Biblia, también son fuente doctrinal la Tradición, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (discípulos de los apóstoles), y las decisiones emanadas de los Concilios. Esta divergencia entre cristianos se intensificó después de 1870, cuando el papa Pío IX promulgó la constitución Pastor Aeternus, del Concilio Vaticano I, que reafirma el Primado Romano y proclama la infalibilidad del papa en asuntos de fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal) cuando habla ex cathedra (18 de julio de 1870) en cuanto único «sucesor de Pedro» y, consecuentemente, «custodio y depositario de las llaves del Reino de los Cielos»―. Mientras que los cristianos protestantes rechazan esta aseveración y consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partes esta gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos o religiosos, sino como designios divinos plasmados y asentados en la Biblia misma. Para los judíos ortodoxos, por supuesto, el Nuevo Testamento no tiene validez. El judaísmo rabínico considera como fuente de doctrina el Talmud, mientras los caraítas defienden desde el siglo VIII el Tanaj como única fuente de fe.


Biblias 6. Biblia Traducción al Lenguaje Actual Protestante, de Anónimo

Crónica, Espiritualidad

La Biblia es una recopilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados «libros»), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí, los textos que componen la Biblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en las denominadas fuentes "E" (tradición elohísta) y "J" (tradición yahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj, no consintiendo bajo ningún concepto el término Antiguo Testamento y no acepta la validez del llamado Nuevo Testamento, reconociéndose como texto sagrado únicamente al Tanaj. El canon de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por la Iglesia católica, bajo el pontificado de san Dámaso I, en el Sínodo de Roma del año 382, y esta versión es la que Jerónimo de Estridón tradujo al latín. Dicho canon consta de 73 libros: 46 constitutivos del llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) ―que han sido impugnados por judíos y protestantes― y 27 del Nuevo Testamento. Fue confirmado en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en los Concilios III de Cartago, en el año 397, y IV de Cartago, en el año 419. Cuando reformadores protestantes lo impugnaron, el canon católico fue nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. Ninguna de estas decisiones fue reconocida ni asumida por muchos protestantes, surgidos a partir del siglo XVI, ni por distintas denominaciones vinculadas al protestantismo surgidas a partir del siglo XIX. El canon de las Biblias cristianas ortodoxas es aún más amplio que el canon de las Biblias católicas romanas, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el Libro III de los Macabeos. En adición a estos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, asimismo, como apéndices en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia cristiana ortodoxa. El Antiguo Testamento narra principalmente la historia de los hebreos y el Nuevo Testamento la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos. El Nuevo Testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo Testamento de la versión de los Setenta, traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría (Egipto) en el siglo III a. C. La Biblia es para los creyentes la palabra de Dios por ser indudable para estos su inspiración divina. Es un libro eminentemente espiritual y habla sobre la historia de la humanidad, su creación, su caída en el pecado y su salvación, que expone cómo el Dios creador se ha relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser humano. De igual forma, la Biblia expone los atributos y el carácter de Dios. Para los creyentes cristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. En el siglo XVI los diferentes movimientos de la Reforma Protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado "sola escritura", que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia Católica Romana, además de la Biblia, también son fuente doctrinal la Tradición, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (discípulos de los apóstoles), y las decisiones emanadas de los Concilios. Esta divergencia entre cristianos se intensificó después de 1870, cuando el papa Pío IX promulgó la constitución Pastor Aeternus, del Concilio Vaticano I, que reafirma el Primado Romano y proclama la infalibilidad del papa en asuntos de fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal) cuando habla ex cathedra (18 de julio de 1870) en cuanto único «sucesor de Pedro» y, consecuentemente, «custodio y depositario de las llaves del Reino de los Cielos»―. Mientras que los cristianos protestantes rechazan esta aseveración y consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partes esta gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos o religiosos, sino como designios divinos plasmados y asentados en la Biblia misma. Para los judíos ortodoxos, por supuesto, el Nuevo Testamento no tiene validez. El judaísmo rabínico considera como fuente de doctrina el Talmud, mientras los caraítas defienden desde el siglo VIII el Tanaj como única fuente de fe.


Biblioteca Básica Gredos 50. La guerra de las Galias, de Cayo Julio César

Crónica, Historia

Con el nombre de «Comentarios a la guerra de las Galias» se conocen los siete libros que Julio César (100-44 a. C.) dedicó a relatar las campañas desarrolladas durante siete años (del 58 al 52) en las Galias, junto con las incursiones en Britania y en el territorio de los germanos: a cada año le corresponde un libro. Con La guerra de las Galias, Julio César pretendía extender la aureola de su fama narrando de una forma aparentemente aséptica la importancia y la dificultad de sus hazañas. Incluso los elogios y reconocimientos a sus lugartenientes eran un medio más de sumarlos a su causa y conservar su colaboración. Pero la verdadera finalidad de la obra es siempre ensalzar y magnificar unos logros bélicos que le permitieran rivalizar con Pompeyo. Se suceden en el relato, tras una descripción geográfica de la Galia, la persecución de los helvecios, la invasión de los germanos y su derrota ante César en la gran batalla del nordeste de Vesantio, la victoria sobre los nervios a orillas del río Sabis, la de las flotas romanas sobre los vénetos, el cruce del Rin, la primera expedición contra Britania (frustrada) y la segunda, hasta más allá del Támesis, el sometimiento de los sublevados eburones de Ambriorix, el levantamiento galo en Cenabum (Orleans) bajo la dirección de Vercingétorix, jefe de los avernos, y su derrota a raíz de las hábiles tácticas de César (que ha regresado de la península Itálica, a la que ha marchado para hacer frente a graves disturbios políticos) y el dominio final sobre la provincia de la Galia Transalpina. De estos comentarios no sólo interesan los alardes bélicos: la narración está punteada de numerosas descripciones geográficas (Galia, Britania…) y de costumbres de diversos pueblos (galos, germanos…), que aportan una gran amenidad a la lectura. El estilo, sobrio, casi marcial, claro y sin ornato, es el que corresponde a un soldado.


Biblioteca Científica Salvat 18. A través de la ventana, de Jane Goodall

Crónica, Divulgación, Ciencias naturales, Comunicación, Memorias

Este libro es de lectura obligada para todos aquellos que se interesan por el comportamiento de los primates o por el de nuestra propia especie. Pero A través de la ventana es también una vívida narración de la vida cotidiana de los chimpancés, de su estructura social, sus odios y sus amores, ejemplificada en ocasiones en individuos que Goodall ha estudiado a lo largo de varios años.


Biblioteca Científica Salvat 69. Los sonámbulos, de Arthur Koestler

Crónica, Memorias, Ensayo, Ciencias naturales, Divulgación

En este libro ya clásico, Koestler reconstruye los primeros pasos visionarios hacia nuevos modelos del Universo. Describe los logros científicos y las vidas de los cosmólogos, desde los babilonios hasta Newton, y analiza con gran profundidad los trabajos de Copérnico, Tycho Brahe, Kepler y Galileo.


Biblioteca Clásica Gredos 3. Historia - Libros I-II, de Heródoto de Halicarnaso

Crónica, Historia

Heródoto, a quien Cicerón llamó padre de la historia, obró la transición, decisiva para la humanidad, de una concepción mítica a otra racionalista e ilustrada en lo que a interpretación de las acciones de los hombres se refiere. Para narrar las Guerras Médicas que enfrentaron a griegos y persas en el siglo V a. C., relatando desde el pasado lejano al próximo y abarcando todo el mundo conocido en su época (tal es el contenido de su Historia), no se inspiró en los heroicos modelos épicos de Homero, ni en los relatos idealizadores con los que en su tiempo se embellecía la vida de personajes poderosos (genealogías) y la fundación de ciudades (relatos fundacionales), y fue mucho más allá que los logógrafos (sus precursores inmediatos en la narración de hechos históricos) y los géneros geográficos de los periplos y las descripciones de la tierra. Su empeño consistió en preservar del olvido las gestas humanas, y en determinar la responsabilidad moral (a menudo la causa de los males). Con él la época mítica deja de considerarse historia y se convierte en prehistoria de los griegos. Y a partir de él será el ser humano, individual o colectivamente, con sus grandezas y miserias, el centro de ese nuevo género literario que conocemos como historiografía.
En el «Proemio», Heródoto declara su intención de salvar del olvido las hazañas de las generaciones que le precedieron, de investigar las causas de las Guerras Médicas centrándose en lo humano y en lo admirable realizado tanto por bárbaros como por griegos. En el libro primero se narra el pasado remoto de los persas: Creso, primer agresor en época histórica contra los griegos de Asia, y su derrota frente a Ciro, fundador del imperio persa. Este primer libro describe el crecimiento del imperio, y se centra fundamentalmente, además de en los persas, en lidios, babilonios y el pueblo nómada de los maságetas, todos ellos víctimas del irreprimible afán expansionista. El libro segundo trata del siguiente pueblo agredido por los persas: Egipto, del que describe geografía y etnografía e historia desde los tiempos más remotos hasta el faraón Amasis.


Biblioteca Clásica Gredos 21. Historia - Libros III-IV, de Heródoto de Halicarnaso

Crónica, Historia

Heródoto constituye el último eslabón de una larga serie de precedentes que, como mínimo, se remontan a un siglo atrás. Si durante largo tiempo, para los griegos su historia primitiva residió en los relatos legendarios, con el paso de la monarquía y la aristocracia a una mayor participación ciudadana, y la aparición de la conciencia de la razón individual, hubo una crítica a la tradición heredada que condujo a un proceso de desmitologización. En la región de Jonia, la de Heródoto, se produjo por añadidura un proceso de indagación cultural e histórica a raíz de la segunda colonización (poco después del fin del mundo micénico, desde la Grecia continental a Anatolia) y la tercera (entre los siglos VIII y VI a.C.). La genialidad de Heródoto consistió en aunar una larga tradición que le precedía –relatos genealógicos, narraciones fundacionales, noticias de periplos, especulaciones geográficas y relatos etnográficos– para, en el favorable caldo de cultivo de su época, poner al ser humano en el centro de reflexión del nuevo género de la historiografía y explicar sus acciones ya no según esquemas míticos, sino con arreglo a relaciones de causalidad. El libro tercero de la Historia se ocupa de la triunfal campaña de Cambises en Egipto, con cuya dominación los persas pasan a ser dueños de toda el Asia conocida por los griegos, y, ya en plena África, contra Etiopía y el oasis de Sivah. Heródoto subraya la causa remota de las Guerras Médicas: el propósito persa de hacerse con un imperio universal y sus ansias de conquista que les llevarán al fatal enfrentamiento con los griegos. Se pone de manifiesto el carácter perverso de Cambises, que en Egipto arrasa con lo sagrado y lo profano. El resto del libro narra la conquista persa de la isla de Samos, la muerte accidental de Cambises, la entronización de su sucesor Darío y las primeras medidas organizadoras y represivas del nuevo monarca. En el libro cuarto prosigue el expansionismo persa: Darío ya expresa su deseo de atacar a Grecia, pero antes sojuzga a escitas y libios. En la descripción de ambas campañas Heródoto aplica una técnica ternaria, recurrente en todo el libro y ya en los libros segundo y tercero en el caso de Egipto, con arreglo a la cual se indican en primer lugar las causas de la campaña, se exponen después la etnografía y la geografía del país y se concluye con el desarrollo de las operaciones militares.


Biblioteca Clásica Gredos 23. Discursos I, de Isócrates

Crónica, Comunicación

Isócrates vivió casi cien años (436-338 a. C.); era niño cuando empezó la Guerra del Peloponeso, durante el gobierno de Pericles, y asistió a la derrota de los atenienses en Queronea ante Filipo de Macedonia. Tal vez fue discípulo de Gorgias y conoció a Sócrates, escuchó a algunos de los grandes sofistas y los fogosos discursos de Demóstenes contra Filipo; a su muerte Atenas había perdido la hegemonía política y se hallaba bajo el caudillaje militar del monarca de Macedonia. No participó directamente en política. Al parecer, carecía de las condiciones físicas y psicológicas necesarias para ser un buen orador popular. Pero estudió la situación política de la Atenas del siglo IV y desarrolló en sus escritos ideas para solucionar las constantes y varias crisis de la ciudad, que concebía como capital de la civilización helénica. Su pensamiento presenta como rasgos principales el panhelenismo, la voluntad de paz entre los griegos, la concepción de la educación como lazo de concordia entre los pueblos. Fue un demócrata moderado que terminó elogiando la monarquía e imaginando el gobierno de un príncipe ilustrado como el mejor remedio contra la demagogia y la anarquía. Fue un ideólogo humanista, partidario de la moderación y la estabilidad, y un gran teórico de la paideia helénica (enfrentado tanto a los sofistas como a Platón, cuyo idealismo le resulta por completo ajeno). Fue un retórico amable y un ideólogo discreto, de notable influencia en Grecia, en Roma y en el humanismo renacentista.


Biblioteca Clásica Gredos 29. Discursos II, de Isócrates

Crónica, Comunicación

Isócrates vivió casi cien años (436-338 a. C.); era niño cuando empezó la Guerra del Peloponeso, durante el gobierno de Pericles, y asistió a la derrota de los atenienses en Queronea ante Filipo de Macedonia. Tal vez fue discípulo de Gorgias y conoció a Sócrates, escuchó a algunos de los grandes sofistas y los fogosos discursos de Demóstenes contra Filipo; a su muerte Atenas había perdido la hegemonía política y se hallaba bajo el caudillaje militar del monarca de Macedonia. No participó directamente en política. Al parecer, carecía de las condiciones físicas y psicológicas necesarias para ser un buen orador popular. Pero estudió la situación política de la Atenas del siglo IV y desarrolló en sus escritos ideas para solucionar las constantes y varias crisis de la ciudad, que concebía como capital de la civilización helénica. Su pensamiento presenta como rasgos principales el panhelenismo, la voluntad de paz entre los griegos, la concepción de la educación como lazo de concordia entre los pueblos. Fue un demócrata moderado que terminó elogiando la monarquía e imaginando el gobierno de un príncipe ilustrado como el mejor remedio contra la demagogia y la anarquía. Fue un ideólogo humanista, partidario de la moderación y la estabilidad, y un gran teórico de la paideia helénica (enfrentado tanto a los sofistas como a Platón, cuyo idealismo le resulta por completo ajeno). Fue un retórico amable y un ideólogo discreto, de notable influencia en Grecia, en Roma y en el humanismo renacentista.


Biblioteca Clásica Gredos 39. Historia - Libros V-VI, de Heródoto de Halicarnaso

Crónica, Historia

La Historia de Heródoto constituye el mejor ejemplo en la prosa griega de composición literaria abierta, esto es, no avanza linealmente, sino que intercala todo tipo de digresiones en el argumento central (en este punto se asemeja a la Ilíada). Tal abundancia de material heterogéneo no se precipita en un caos misceláneo, sino que está entretejida con el pulso firme de quien domina ya el arte de narrar los hechos efectivos de los hombres, que según las noticias que poseemos tenía un siglo de antigüedad. Por añadidura, lo hace desde una perspectiva racionalista e inquisitiva que constituye una innovación fundamental en el desarrollo del espíritu humano. Aparte de su enorme importancia intrínseca, la Historia es la primera obra en prosa que se nos ha conservado. A partir del libro V de la Historia el avance persa se cierne sobre la Hélade, y la historia de Grecia pasa a primer plano. En el quinto se narran las operaciones persas contra Tracia y Macedonia y la sublevación de Jonia, y se retoman las historias de Esparta y de Atenas desde el momento en que se abandonaron en el libro primero. El sexto, que prosigue sin solución de continuidad el contenido del quinto, refiere –tras el ataque jonio a Sardes y la extensión de la revuelta al Helesponto, Caria y Chipre, con la posterior represión de los persas– la Primera Guerra Médica, con dramáticos episodios como la batalla de Maratón –desembarco y derrota persas– y la contraofensiva griega en las Cícladas.


Biblioteca Clásica Gredos 80. Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio, de Herodiano

Crónica, Historia

Como Tucídides, Herodiano (siglo III d. C.) escribe historia contemporánea, y trata de mantenerse como un testigo fiel y desapasionado de su tiempo. Muy poco sabemos de él, apenas lo que se deduce de su texto: escribe en griego y para un público griego, lo que indica su procedencia de la parte oriental del Imperio (tal vez de Siria, Egipto o Grecia), y es experto en retórica y técnica historiográfica.
Junto con Dión Casio (cuya obra también se ha publicado en Biblioteca Clásica Gredos) es el único historiador de su siglo del que nos han llegado más que fragmentos.
Herodiano historia los emperadores romanos de un período de cincuenta y ocho años, los que median entre la muerte de Marco Aurelio (180) y la subida al trono de Gordiano III (238). Se trata de una época agitada, de tremendas luchas por el poder, con terribles tramos de anarquía y personajes extravagantes en el trono de Roma (en especial el sirio Elagábalo, adorador del dios solar fenicio).
Comienza con el reinado del alocado Cómodo, que contrasta con su magnánimo padre, y concluye en un año en que fueron proclamados seis emperadores fugaces.
Se trata, en suma, de una época convulsa, narrada con muy buen estilo según la tradición historiográfica griega.


Biblioteca Clásica Gredos 82. Historia Libro VII, de Heródoto de Halicarnaso

Crónica, Historia

Los abundantes viajes de Heródoto por el ámbito mediterráneo y más allá le permitieron no sólo conocer multitud de escenarios relacionados con su Historia, sino conocer culturas y concepciones del mundo diversas. Heródoto nació en Halicarnaso de Caria, en la costa sudoccidental de Asia Menor, poco antes de la campaña del persa Jerjes contra Grecia (480-479 a. C.). Como otras ciudades de la zona, Halicarnaso se hallaba bajo una tiranía apoyada por Persia; su familia conspiró contra el tirano Lígdamis, cuyo triunfo final determinó el exilio de Heródoto a la isla de Samos. Aquí entró en estrecho contacto con el espíritu jonio y amplió el bagaje cultural adquirido en su patria. Después, aprovechando una época de distensión entre griegos y persas, viajó a los principales lugares de la Tierra conocida en sus días, donde recopiló toda suerte de informaciones (en la historiografía griega el procedimiento básico era la observación personal y las fuentes orales, a diferencia de la moderna, más libresca): Egipto —ciudades del Delta del Nilo, Heliópolis, las pirámides, Menfis, El Fayu, Tebas y Elefantina—, Fenicia, tal vez Mesopotamia, Escitia (actual Ucrania), la Magna Grecia y Sicilia. No pudo, en cambio, visitar el Mediterráneo occidental, dominado por una Cartago que rechazaba a los griegos. Además, recorrió la mayoría de las islas y regiones de la cuenca Egea, de Asia Menor y de la Grecia continental, y sin duda residió un tiempo en Atenas. Obtuvo la ciudadanía de Turios, donde se consagró a la redacción de su obra, que no quedaría terminada hasta los primeros años de la Guerra del Peloponeso. Se ignora la fecha (c. 430 a. C.) y el lugar de su muerte, sumida en la bruma que él disipó de la historia. A partir del libro VII se aborda el último y más crucial enfrentamiento entre griegos y persas: la Segunda Guerra Médica. Tras la muerte de Darío cuando se disponía a organizar una nueva campaña contra Grecia, Jerjes, el nuevo monarca, decide entrar en guerra y lanza una formidable expedición desde las diversas zonas del imperio. El ejército cruza el Helesponto por unos puentes hechos ex profeso y avanza hacia el norte de Grecia, con innumerables efectivos terrestres y navales. Heródoto describe los preparativos de la resistencia griega, la progresión naval y terrestre de los persas hasta el sur de Tesalia y el enfrentamiento en las Termópilas (por tierra) y en Artemisio (por mar).


Biblioteca Clásica Gredos 106. Discursos I, de Elio Aristides

Crónica, Otros

Nacido en la Misia oriental en 117, Elio Aristides vivió largamente en la costa jonia, en Esmirna, Pérgamo y Éfeso, viajó a Roma, y gozó de una extensa fama como sofista y retórico hasta su muerte en 180 d. C. Su primera biografía la encontramos en las «Vidas de los sofistas» de Filóstrato. Es, sin duda, una de las figuras más destacadas de esa época que algunos han caracterizado como un primer Renacimiento del mundo clásico griego. Bajo la dinastía de los Antoninos el mundo cultural griego recobra una singular efervescencia. La retórica, el aticismo, la mímesis de los modelos clásicos, expresan ese renacer de los antiguos ideales, bajo renovadas formas. Es una época de grandes prosistas, que copian los modelos clásicos y comentan a los autores del período áureo de Atenas, desdeñando los logros menos puros de la época helenística inmediata. Como Dión de Prusa, Elio Aristides ha dejado una extensa obra que revela su talento retórico y sus inquietudes intelectuales y espirituales. Fue un gran escritor muy de su tiempo, y también una personalidad muy representativa por su religiosidad, muy de su siglo también. Devoto de Asclepio, leal al Imperio de Roma, celoso proclamador de la grandeza espiritual y cultural de Atenas, Aristides es, como Alcifrón, Luciano, Dión, Filóstrato, y algunos más, como el famoso Galeno, médico y filósofo, un testigo excepcional de ese Renacimiento. En estos cinco volúmenes se recoge todo lo que nos ha quedado de la pluma de Aristides: el primer volumen incluye el «Panatenaico» y «Contra Platón: en defensa de la retórica»; el segundo, «A Platón: en defensa de los cuatro» y el «Tercer discurso platónico: A Capitón»; el tercer tomo está integrado por las doce declamaciones; el cuarto incluye los «Discursos XVII al XXXV», entre los que se encuentran los discursos de Esmirna y su discurso «A Roma»; el quinto y último volumen contiene el «Discurso Egipcio, los Himnos, los Discursos Sagrados y el Panegírico al acueducto de Pérgamo», con el que se cierne la serie. En total, cincuenta y tres discursos, vertidos por primera vez al español por cinco especialistas que han intentado reflejar fielmente en sus traducciones la habilidad retórica y la ideología cultural de Elio Aristides.