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Bolsilibros - California 59. La cañada de los buitres, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¡Eva!... ¿Quieres dejar esas armas en su sitio? —No te preocupes... Es ahora cuando están en su sitio... —No quiero que haya más desgracias en la familia... —Lo que tienes que hacer es callar.


Bolsilibros - California 60. El baile de la cuerda, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

—¡Cleopatra! 
—¿Qué sucede? 
—Dos jinetes han entrado en el «paso». Caminan hacia acá. Les he tenido dentro del punto de mira varias veces. Supongo que si vienen en busca de trabajo, no se quedarán. 
—¿Quieres repetir eso? Parece que no he oído bien —dijo la muchacha. 
—Tienes que comprender que…


Bolsilibros - California 71. Matando por un hombre, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—No comprendo a este hombre... ¡No puedo comprenderle! Los mejores abogados de la Unión han querido hacerse cargo de su defensa y les ha rechazado. Me han dicho que ha elegido uno... —Pero uno joven, sin experiencia. Completamente desconocido... —Pues su situación no es nada airosa...


Bolsilibros - California 81. Denver: oro y plomo, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

En Norteamérica, la nación fabulosa y extraordinaria, donde todo lo que resulta exótico y trivial en la vieja Europa, anquilosada en su rancia civilización, es allí normal y corriente, han surgido de golpe y de la nada, ciudades que nadie sospechó que pudiesen florecer con tal pujanza. En cambio, grandes conglomerados que prometieron llegar a ser populosos centros urbanos, murieron aplastados en flor por los caprichos de la suerte, o por la veleidad de los que los levantaron con esfuerzo para después hundirlos indiferentes, como el que por capricho destroza un valioso juguete que ya no le divierte, ansiando otro nuevo que se obstina en construir.


Bolsilibros - California 85. Negocios turbios, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Nathan Flandeau se levantó del asiento en el que había permanecido clavado desde las diez de la noche hasta la salida del sol, y, recogiendo de la mesa el dinero que tenía amontonado, dio por finalizada la partida. Diez horas seguidas sufriendo la tensión de aquella interminable partida de póker, le habían puesto los nervios en tensión y le habían entumecido las articulaciones.


Bolsilibros - California 98. El señor del Valle Hondo, de Fidel Prado

Novela, Aventuras

Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.


Bolsilibros - California 99. La ley de la canana, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¡Ah! Creí que no se iban a marchar nunca. ¡Son pesadísimos! —¡Son demasiado buenos para nosotros! —¡Bahl ¡Gente tonta de pueblo! —Que nos están tratando como no merecemos y como nadie me había tratado hasta ahora. —Vete a dormir, Ruth. Mañana verás las cosas de distinta forma. —Hace una temporada que las estoy viendo muy diferentes…


Bolsilibros - California 105. Ambición funesta, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

La serpiente se contoneaba y caminaba zigzagueando y de vez en cuando avanzaba la cabeza como impulsada por un muelle, para replegarse en el acto. 
Una especie de pequeña rata era la causa de la atención de la serpiente obstinada, que trataba de atacar por varios ángulos, sin que obtuviera el menor éxito, porque su contrincante, detrás de ella, lanzaba arena a una velocidad de vértigo. 
Y la arena no es aliada de la serpiente, sino su más fiero enemigo. 
La rata retozaba y, poniéndose sobre las patas traseras, se atusaba las guías de su bigote, como si se burlara del temible reptil.


Bolsilibros - California 106. La cuadrilla de Ted Sanders, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Una abigarrada y extraña muchedumbre se agolpaba apretujándose con furia en la calle principal de Muskogee, en el Estado de Oklahoma, frente al ancho y largo escaparate de la mejor funeraria del poblado. Tras la luna ya empañada por los sucios alientos de los curiosos que se pegaban a ella para mejor ver, se alineaban tres féretros en posición casi vertical, para que los curiosos pudiesen apreciar mejor su macabro contenido. De los tres féretros, dos estaban ocupados por dos extraños cadáveres, en tanto que el del centro se hallaba vacío, quizá en espera del “inquilino” que debía ocuparlo hasta que los gusanos y el tiempo convirtiesen en cenizas sus despojos.


Bolsilibros - California 109. El cobarde de Tulsa, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

#¿NOMBRE?


Bolsilibros - California 114. Llegar a tiempo (2ª Ed.), de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Aquel dilatado trozo de valle próximo al pobre pero valiosísimo cauce del Rabbilt River, al noroeste de Dakota del sur, era propiedad de Big Mowat. Cómo había llegado a ser dueño de tal extensión de terreno era cosa que sólo él sabía y nadie, al parecer, había sentido curiosidad por averiguarlo, pero lo cierto era que la detentaba como propietario y disponía de ella como señor omnipotente. 
Los colonos más veteranos asentados en aquel trozo de valle, recordaban éste como un erial, que precisó de muchos esfuerzos y fatigas para fecundarlo y convertirlo en tierra de laboreo.


Bolsilibros - California 117. Cien dólares para una caja, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Los que salían de misa de la catedral de Santa Fe se reunían con los que estaban a pocas yardas ante el hotel La Fonda. 
Solían reunirse los domingos, para echar unas partidas de herraduras, juego que no había posibilidad de saber quiénes fueron los primeros que lo implantaron en la ciudad, pero que había arraigado de tal modo, que eran muchos los vaqueros y peones que se dejaban la paga de un mes, en apuestas a las que eran tan aficionados.


Bolsilibros - California 121. Un alto forastero, de Donald Curtis

Novela, Aventuras

El grupo de curiosos reunidos en torno al pasquín recién clavado en el tablón de anuncios del puesto militar de Río Cobre, hizo entre sí los más diversos comentarios. 
Kansas era ya un territorio unionista. Podía haber un gran sector de gentes y pueblos de aquel Estado que simpatizaran e incluso estuvieran con los confederados. Pero Río Cobre era población eminentemente yanqui, y por ella jamás desfilaron otros soldados que los vestidos de azul.


Bolsilibros - California 125. Agente especial, de Fidel Prado

Novela, Aventuras

Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.


Bolsilibros - California 136. Una mujer acosada, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Clara Stafford se había tomado la molestia de acudir en persona, acompañada de Pat Ivory, su capataz, a la estación. Esperaba la llegada de Upton Cabell, el cual llegaría aquella mañana procedente de Wichita Falls, para ultimar con ella un asunto que para la joven ranchera encerraba una enorme importancia. 
Clara era una mujer de treinta años recién cumplidos. Estaba en la plenitud de su juventud, era alta, esbelta, de facciones enérgicas pero atrayentes, y de cuerpo bien modelado, que adquiría prestancia aristocrática cuando andaba.


Bolsilibros - California 158. En el último minuto, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Entre Ocean Drive y el Lexington Boulevard, justamente al final de la estrecha aguja que formaba la aguda caleta llamada Cayo del Oso, en el borde de la Bahía de Corpus Christy, se erguía una bonita villa de rojo ladrillo, de dos plantas, rodeada por una blanca y alta empalizada y en el centro de un vano, donde los árboles frutales casi ocultaban la traza del edificio. 
Este poseía dando cara al mar, un amplio balcón volado muy saliente, descansando en artísticas vigas de oscura madera labrada y sombreado por un gran toldo de lona, que en los días de fuerte sol repelía la lumbrarada de éste y hacía del balcón un lugar encantador, pues desde allí se podía abarcar hasta donde se perdía la mirada, la tersura azul de la bahía y el ir y venir de las gabarras y barcos de carga, que en constante movimiento iban y venían cargando mercancías y ganado, para México o diversos lugares del litoral del Golfo.


Bolsilibros - California 160. El tigre del chaparral, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

—No me explico cómo haya podido hacerlo, Iván. Fíjate bien y comprende. Es cierto que todo el paisaje que abarca desde aquí nuestra mirada, es un denso chaparral, sin apenas un leve claro, y que un hombre escondido en él, es como una serpiente debajo de un peñascal, pero el matorral tiene un término y ese término está rodeado de hombres al acecho para cazarle a la salida. 
»Llevamos dos días con dos noches de luna clara sin dejar de vigilar en torno a esa espesura; nuestros compañeros vigilan como lobos para que no se les escape, y nadie ha descubierto nada. De haber escapado, tenía que haber salido a terreno abierto, y le hubiesen descubierto. Sin embargo, nadie dio señales de vida. Tiene que estar ahí dentro, en alguna parte difícil de descubrir, y en algún momento tendrá que dar la cara.


Bolsilibros - California 185. El hombre del dólar, de Clark Carrados

Aventuras, Novela

La máquina del tren silbó agudamente al iniciar la dura pendiente que llevaría al largo convoy hasta el túnel situado a dos kilómetros de distancia. El vapor se escapó resoplando por entre las junturas y los enganches tintinearon cuando la locomotora arreó un fuerte tirón con el que acopilar energía para poder llegar a la cúspide. En el interior de un vacío vagón carguero, Virgil Busch se desperezó. Bostezó largamente y luego empezó a quitarse las pajas que cubrían casi enteramente la tela de su pringosa camisa de franela. Sacudió el sombrero y, después de haberle abarquillado las alas, se lo encasqueto. A continuación, se puso en pie. Procurando mantener el equilibrio por encima de agitado suelo del vagón, fue hacia la portezuela. Escrutó el panorama.


Bolsilibros - California 187. Un barril de pólvora, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Cuando la compacta masa de astados, a cuyo equipo pertenecía Maurice Nordhoff, dio vista a la tristemente famosa ciudad de Abilene, de la que tanto y tan mal había oído hablar, pareció que le habían quitado del pecho una losa de plomo que pesase mil libras. 
La odisea que había sufrido para poder llegar al poblado, meta definida de todos los rebaños que partían de San Antonio de Texas, sólo él la sabía por haberla sufrido y de no guiarle un propósito rectilíneo de llegar allí de la forma que fuese, jamás hubiese tentado la aventura.


Bolsilibros - California 209. Cuatro granujas, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Pearl Connelly se vio sorprendida cuando el tablero de la puerta del cuarto que ocupaba en la mísera posada de Tonopah, vibró a la vigorosa llamada de alguien que golpeaba enérgico en la madera. Dudó si abrir o no. Estaba muy cansada del viaje y dado que le habían dicho que no podría tomar la diligencia para Golden hasta el día siguiente, habíase retirado a su dormitorio, dispuesta a aprovechar aquellas horas de intervalo para reponer sus fuerzas.