La saga original de Dune , escrita por Frank Herbert y que consta de seis títulos ya clásicos de la ciencia ficción, está incompleta. En Casa Capitular , el último libro que pudo escribir Frank Herbert, quedaron muchos hilos sueltos e interrogantes al final. El autor esperaba poder cerrar la historia, cuando le sorprendió la muerte. Después de dos trilogías —la precuela de la saga y las Leyendas de Dune —, llega ahora lo que era más difícil para los escritores Brian Herbert y Kevin J. Anderson: escribir el final de esta saga, el que tendría que haber sido el séptimo y último libro de Dune, a partir de las notas y el borrador que dejó Frank Herbert. Cazadores de Dune es el primero de los dos libros con los que se va a cerrar la mítica y fascinante saga original de Frank Herbert. Cazadores de Dune recupera los temas explorados en Dios Emperador de Dune , Herejes de Dune y, sobre todo, Casa Capitular. Al final de Casa Capitular , una nave que llevaba el ghola de Duncan Idaho, Sheeana (una joven que podía manejar a los gusanos de arena) y una tripulación de refugiados escapaba a los confines de la galaxia, huyendo de las terribles Honoradas Matres, las oscuras homólogas de la hermandad Bene Gesserit. Pero también las Matres habían tenido que adentrarse en el universo conocido, al ser expulsadas de su planeta original por un misterioso y aterrador Enemigo. Siguiendo el proyecto original esbozado por Frank Herbert, en Cazadores de Dune seguiremos la exótica odisea de la nave de Duncan Idaho.
La espera ha terminado, llega el gran final de una saga mítica. Basada en el borrador que dejó Frank Herbert, esta novela concluye la saga original de Dune y despeja todas las incógnitas de esta fascinante historia que la muerte de su creador dejó sin resolver.
La saga original de Dune, escrita por Frank Herbert y que consta de seis títulos ya clásicos de la ciencia ficción, quedó inacabada por la muerte prematura de su autor. No solo el desenlace de la última novela dejaba la historia abierta, sino que temas que se habían tocado desde el primer volumen —¿quién es, finalmente, el Kwisatz Haderach, el Mesías que salvará a la humanidad?— quedaban sin respuesta. Recientemente se descubrió, en una caja de seguridad, el borrador que dejó escrito Frank Herbert con el gran final de su obra. Su hijo Brian, en colaboración con Kevin J. Anderson, lo convirtieron en una apasionante conclusión en dos partes: Cazadores de Dune y Gusanos de arena de Dune.
Durante veinte años la nave Ítaca ha navegado por los confines del universo huyendo de un enemigo que la persigue implacablemente. En ella viajan Duncan Idaho, la bene gesserit Sheeana, un reducido grupo de refugiados, siete gusanos de arena que pudieron llevarse de Casa Capitular, y los ghola de personajes míticos de la leyenda de Dune: Paul Atreides y su amada Chani, lady Jessica, Alia, Stilgar, Thufir Hawat y el doctor Wellington Yueh, el que traicionó a la Casa Atreides en el Dune original.
Durdane es una Tierra en relativa paz habitada por descendientes de terrestres llegados hace nueve mil años, repleta de diversas sociedades, todas entrelazadas por el inamovible (y frecuentemente explosivo) anillo alrededor del cuello de cada persona, colocado al final de su infancia. La Ley y el Orden se mantienen gracias al temor al Hombre sin Rostro (conocido también como «El Anomo»), que puede hacer explotar el mencionado collar, mediante una señal de radio. «El Hombre sin Rostro» es el primer volumen de la famosa trilogía, ambientada en el planeta Durdane, en la que Jack Vance muestra su excepcional habilidad como creador de sociedades y nuevos mundos. Aventura y exotismo por uno de los maestros del género.
El Hombre sin rostro estaba prisionero en su propio palacio y su poder sobre el pueblo de Durdane se encontraba en otras manos, en las de Gastel Etzwane, un joven cuya sed de venganza contra los odiados Roguskhoi sólo sería saciada por océanos de sangre de aquellas bestias. Pero para destruir a los Roguskhoi, Gastel tendrá que reunir un mundo que había sobrevivido gracias a su desunión. Hacerlo era más que peligroso, pero Gastel no tenía elección. Devolvería a las gentes el control de sus vidas y les enviaría a luchar hasta la muerte. Punto más álgido y lectura más trepidante del ciclo de Durdane.
En este tercer volumen, las aventuras de Etzwane adquieren su dimensión galáctica, y se solucionan los enigmas que se han ido planteando. Nuevas razas y nuevas culturas se enfrentan y/o colaboran en esta historia de acción en la que no faltan algunas reflexiones sobre el devenir de las especies y el sentido de la vida
En esta historia que se desarrolla en un futuro inmediato (apenas dos décadas después del año 2000), lo más impresionante no es quizá la magistral descripción de una época de horror para la humanidad, de una época en que los hombres se enfrentan por fin con su terrible destino, sino más bien la idea de que puede llegar ese momento, de que la «barrera siniestra» que hoy todavía nos separa de nuestros amos invisibles puede llegar a romperse, poniéndonos en contacto directo con ellos…
Eric Frank Russell nos coloca ante ese hecho: nos denuncia esa presencia misteriosa, nos señala esa barrera, en verdad tan terrorífica que desafía toda descripción. A través de su héroe, Graham, el único hombre que las circunstancias han convertido en eje central de la humanidad, seguimos todas las fases de la horrible hecatombe, en la que el mundo aprenderá a romper sus invisibles cadenas.
El ambiente de pesadilla que preside toda la obra, desde el momento en que comienzan a desaparecer los mejores hombres de ciencia de todos los países, heridos por una muerte violenta y misteriosa, hasta el último instante de la lucha que la Tierra libra contra sus opresores, sobrepasa a todas las imaginaciones. Es por eso por lo que la crítica ha señalado Barrera Siniestra como el mejor libro de «Science Fiction» aparecido en los últimos veinte años. Eric Frank Russell, nacido en Inglaterra y dedicado actualmente a la industria, considera su producción literaria como un «hobby», y quizá por eso le reserva lo mejor de sus dotes imaginativas, que se traducen en este relato fascinante cuyas extrañas características sumergen al lector en una duda tanto más inquietante cuanto que el autor ha creado una visión excepcionalmente vigorosa de ese mundo fantástico, del cual no podemos por menos de pensar, con un estremecimiento, que tal vez sea el nuestro mañana.
«Ecos de un futuro distante: Rebelión» comienza con una sencilla premisa: La larga tranquilidad reinante en el Imperio de Ilstram se ha roto. Treinta años después del último ataque sobre su capital, Antaria, el planeta vuelve a verse sumido en el caos. El emperador Hans, acompañado de su esposa, la emperatriz Alha; Khanam, uno de los mejores científicos del imperio y su hija, Nahia, pronto descubrirán que todo forma parte de un plan perfectamente orquestado para establecer un nuevo orden en Ilstram… y en el universo entero. A través de los ojos del frágil emperador, Hans, nos adentramos en una aventura que parte de una premisa muy sencilla, su expulsión del Imperio. A medida que la aventura avanza, el lector y los personajes cobran consciencia de la gravedad de los hechos. No es un simple derrocamiento fruto de la insatisfacción, va mucho más allá, y las repercusiones que puede tener para el universo entero si no se impide pueden ser catastróficas.
«¿Me está pidiendo que recorra la mitad de la galaxia en una nave que tiene mil doscientos años?». Eso era exactamente lo que el guardián deseaba que Zim hiciera. El presidente de la Tierra insistía en que se utilizara para el viaje su nave «Buscadora de Estrellas», y Zim no estaba en situación de discutir. Pero aquella vieja nave desvencijada estaba impulsada a fusión, por lo que tendrían que detenerse y repostar en mundos extraños como mínimo tres veces, y el Primer Ciudadano de la Tierra, maldita bestia arrogante, tenía naves de combate patrullando a la caza de ellos. ¡Iba a ser un largo viaje!
Si algo podía ir mal a bordo de la nave de exploración «Dark Star», más pronto o más tarde sucedería. Ahora, en el año 20 de su misión —destruir planetas inestables—, la nave y también su tripulación, estaban desmoronándose. Tras 20 años en el espacio, la soledad y la incomunicación habían dejado huellas. Los cuatro miembros supervivientes estaban embargados por un tedio sin consuelo. Sólo el ocasional lanzamiento de una bomba u otro de los inevitables fallos a bordo de la nave rompían aquella inevitable monotonía. Entonces, la bomba N.º 20 es preparada y dispuesta para detonar; súbitamente, la vida sobre el «Dark Star» se hace frenética.
El 12 de agosto de 1992, el pequeño arsenal nuclear de Inglaterra se descargó sobre Irlanda, Sudáfrica y, finalmente, sobre China. Instantáneamente, el planeta estalló en llamas. En la primera mitad del año, al que se llamaría el de la Guerra del 92, la mitad de la población de la Tierra pereció. Los Estados Unidos fueron reducidos a un vasto territorio escasamente poblado —y más grave aún, Texas se había separado de la Unión, y con ella quedarían sus valiosas reservas petrolíferas—. En contraste, Israel, virtualmente indemne en un mundo asolado por la guerra, vivía agobiado por una superpoblación. Ello indujo a Sol Inglestein y Myra Kalan a emigran a América buscando un lugar donde establecerse. Como mercenarios de la Unión en su guerra con Texas, les fueron prometidas tierras a cambio de sus servicios. Comandando sus polvorientas y veteranas tropas hacia el corazón de Texas, Sol y Myra encabezan la Operación King. Misión: rescatar al Presidente de los Estados Unidos.
Los Tar-Aiym habían desaparecido hacía quizá un millón de años. Ellos habían luchado contra las demás razas que poblaban la galaxia, y las dominaron; pero ahora se habían desvanecido, y sólo quedaba la leyenda de su último invento: el desaparecido Krang.
Nadie sabía con certeza qué era el Krang, pero todos lo ambicionaban. Hasta que fue encontrado…
Entonces resultó que el Krang tenía un propósito, un poder y una voluntad propios, destinados a esclavizar o exterminar.
«¿Quiere decir que incluso si tengo éxito es misión suicida?».Latham Billiard miró a los cuatro hombres que tenía ante sí, cuatro hombre que rehuían el encontrarse con sus ojos y que le estaban pidiendo que cruzara en una nave por un «agujero negro» —por el que no podría regresar—, para llegar a un universo extraño y destruir algo absolutamente desconocido. Billiard se resistía a creer lo que estaba oyendo.«Si fracasa —le dijo el general de la Orden—, morirán todos los seres vivientes de nuestro universo».¿Qué podía contestar un mercenario curtido, pero de corazón generoso como Billiard? Después de todo, no es frecuente pedir a un hombre que salve a un universo al que luego no podrá regresar.
Náufrago… Después de que una nave se estrellara, Nils Kruger pasó varias semanas sin rumbo fijo por la superficie del planeta, sufriendo el sofocante calor y el congelador frío de un mundo extraño. Fue entonces cuando se encontró con un compañero de viaje, pero éste no era humano. Nils no tenía forma de saber con exactitud el grado de ayuda o peligro que su compañero podía entrañar. De hecho, parecía tan fuera de lugar en este planeta como el propio Nils. Sucediera lo que sucediese, probablemente juntos podrían sobrevivir. Durante meses, Nils y su compañero, llamado Dar, viajaron juntos, compartieron aventuras y consiguieron conocerse y apreciarse. Fue entonces cuando Nils descubrió algo no muy halagador. Dar tenía una inteligencia más poderosa que la suya, a la que nada escapaba, rápida para interpretar y analizar, una inteligencia tan apta y aguda para los sentimientos como la de Nils. Y para esta inteligencia, era Nils Kruger el extraño…
Junto con sus colegas y amigos epistolares H.P. Lovecraft y R.E. Howard, Clark Ashton Smith, nacido en Long Valley, California, en 1893, formaba parte del grupo conocido como «los tres mosqueteros de Weird Tales», que nutrió las páginas del popular magacín con relatos fantásticos y de terror, contribuyendo al auge de la revista en su era dorada (1928-1939) y creando un nuevo tipo de ficción de terror.Clark Ashton Smith vivió la mayor parte de su vida en una cabaña del pueblo de Auburn, en California, donde se ocupó de su propia educación. Tras una primera etapa como poeta, en 1926 comienza a escribir relatos de corte fantástico que va publicando en Weird Tales. Aunque vivió hasta 1961, en 1937, sin motivo aparente, dejó de escribir.Zothique (1932-1937), reúne los dieciséis relatos ambientados en el mundo imaginario de Zotique. Según Lin Carter: «C. A. Smith concibe Zothique como el último continente de la Tierra, en un futuro muy distante en el que el sol se ha oscurecido, el mundo ha envejecido y feroces mares han engullido el resto de los continentes. Las ciencias han sido olvidadas con el devenir de los siglos; las oscuras artes de la brujería y la magia han resurgido. El resultado es un mundo oscuro de misterios ancestrales donde reyes lujuriosos y depravados y héroes vagabundos exploran y viven aventuras en paisajes tenebrosos, luchando con fuerza y sabiduría contra poderosos nigromantes y dioses extraños, bajo un sol moribundo».Comentaba Lovecraft: «C. A. Smith utiliza siempre como fondo un universo tremendamente remoto y paralizante; selvas de flores venenosas e iridiscentes en las lunas de Saturno, ominosos y grotescos templos en la Atlántida, en Lemuria y en olvidados mundos más antiguos, y pantanos malsanos y húmedos salpicados de hongos mortíferos en regiones espectrales más allá de los confines de la tierra».
El nacimiento de Flinx había estado envuelto en el misterio y todo lo que él sabía de sí mismo era que había sido abandonado por aquellos que le engendraron.
Criado por Madre Mastín en el mercado de Drallar Flinx, pronto descubrió que sus desconocidos padres le habían legado una rara herencia… unos extraordinarios poderes mentales que eran al mismo tiempo un valor incalculable y una peligrosísima habilidad.
Este legado le conduciría —y con él a su gran protector, el minidrag Pip— a las garras de uno de los más poderosos y depravados hombres de toda la galaxia, a una conmovedora búsqueda de la verdad sobre su nacimiento y de un mundo a otro embarcado en las aventuras más excitantes y peligrosas.