La enfermera Jill Craig no confiaba en los hombres. Así que no se sintió impresionada cuando Zach Samuels, el nuevo cirujano, llegó al hospital y comenzó a seducir a todas las mujeres, jóvenes o viejas. Aquella actitud la sacaba de quicio, pero estaba más enfadada consigo misma por sentirse halagada. No podía negar el intenso deseo que ambos sentían, pero sabía que nunca podría confiar en él.
Cuando recibió la carta anónima, la primera reacción de Sancha fue quemarla. No podía ser verdad lo que decía: '¿Sabes dónde va a estar tu marido esta noche? ¿Y sabes con quién?'. Sancha adoraba a Mark, nunca había dejado de quererlo, a pesar de que los tres hijos que tenían les impedían una relación tan íntima como en el pasado. Jamás se le había ocurrido pensar que su atractivo esposo pudiera acabar en los brazos de otra mujer...
Dominic Redding era curioso y suspicaz. Se preguntaba por qué Jane Harris había dejado su trabajo como profesora de universidad para trabajar como secretaria de Catriona, la mujer de su padre. Jane lo intrigaba. En un momento podía parecer la persona más amistosa del mundo, y al siguiente encerrarse en sí misma.
Jane había ido a las Bermudas con un propósito, conocer mejor a Catriona, pero el hijastro de ésta podía echarlo todo a perder. Catriona era muy posesiva respecto a él, tanto que Jane empezó a sospechar de la verdadera naturaleza de aquella relación.
Era una familia llena de oscuros secretos y Jane estaba allí para averiguar algunos de ellos.
A los diecisiete años, Angela Field se vio obligada a entregar a su hija Natasha en adopción. Ocho años más tarde, la familia adoptiva de Natasha murió trágicamente en un accidente y la pequeña quedó bajo la tutela de Nick Cameron, un hombre de negocios que no tenía tiempo para cuidar de la niña. Lo que él necesitaba era una niñera. Y Angela sabía que ella sería una candidata perfecta. Nick no debía sospechar que ella era la madre natural de Natasha... Pero era un hombre atractivo y seductor, ¡y Angela se vio tentada a confiarle sus secretos, y su corazón!
La vida era ya bastante complicada para William Quentin sin que su ex mujer volviera a aparecer en su casa. Él había estado loco por Francesca y el dolor de su engaño seguía vivo en él. Will sabía que debía hacer caso a las advertencias de su abuela, pero no podía dar la espalda a Francesca, sobre todo porque su vida corría peligro.
Francesca, que siempre había tenido un severo control sobre sus emociones, se mostró vulnerable de pronto, y aquello amenazaba con vencer las defensas de Will. Pero, ¿cómo iba a haber alguna posibilidad de reconciliación entre ellos, cuando ella había demostrado que le importaba más su independencia que tener un hijo de él?
Él era todo lo que Tiffany Blair quería. Era el peligro. Era el amor... y ella había nacido para estar siempre a su lado. El problema estaba en que el poderoso Kingman Marshall insistía en que el matrimonio era para los tontos. Pero para bien o para mal Tiffany había decidido casarse con él. Era joven, bella... y totalmente inalcanzable. Él era demasiado mayor y estaba demasiado escarmentado por la vida como para esperar fantasías de finales felices.
Todas las mujeres caían rendidas a los pies de Henry Sheldrake, pero el cínico abogado las consideraba un estorbo. No tenía inconveniente en admitir que las mujeres tenían un lugar en la vida, ¡siempre y cuando no fuera el que él ocupaba! Ghita James era un caso aparte... desde el preciso instante en que la vio, la deseó, y Henry siempre conseguía lo que se proponía. Pero Ghita no estaba interesada en ser tan sólo una amante ocasional, aunque le resultara muy difícil resistirse a él...
Catriona McNeil sabía cómo quería que fuera su futuro marido: alto, moreno... y encantador. Cuando conoció a Ryan Hind pensó que era el hombre perfecto. Él se ajustaba a todas sus exigencias, excepto a una. No creía en el amor.Después de una noche de arrebatadora pasión, Catriona se despertó y vio la cama vacía. Se le rompió el corazón. Estaba decidida a vengarse de él, costara lo que costara.
Ellen Reese iba a casarse con el que ella pensaba era don Perfecto. Pero se lo pensó mejor, e hizo un viaje que iba a cambiar su vida. ¡Quién iba a pensar que una ventisca la iba a dejar incomunicada junto a un hombre que no conocía y que era la antítesis de su novio!
Peter Whitley, un hombre alto, fuerte e irresistible no podía creerse su buena fortuna. Ellen Reese era la mujer más deseable que había visto en su vida. Pero era un hombre de principios y nunca intentaba nada con una mujer que estaba comprometida con otro. A menos que estuvieran a punto de romper...
Dominic Andrea había planeado una estrategia muy especial para conquistar a Francesca. Primero, tenía que conseguir llamar su atención. Pero eso era fácil: Dominic era muy atractivo y Francesca tenía que hacer esfuerzos para apartar los ojos de él. Segundo, tenía que hacer que se enamorase de él. Francesca se sentía intrigada por Dominic, pero había perdido un marido y no deseaba enamorarse de nuevo. Y, por último, tenía que pedirle que se casara con él. Dominic lo quería todo, y estaba decidido a perseguir y seducir a Francesca hasta que ella lo aceptara.
Blythe era una muchacha alegre, sensible y llena de vida a la que todo el mundo adoraba... con la excepción de su nuevo y misterioso vecino.
Jas Tratherne era la antítesis de Blythe: taciturno y distante, y no estaba dispuesto a permitir que se le acercara. Pero Blythe estaba convencida de que bajo aquella coraza había un hombre apasionado, e hizo lo imposible para romper la armadura.
Y lo consiguió.
Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, todavía había muchos secretos que Jas no quería desvelar...
Pierce Warner se estaba acostumbrando a los cambios en su una vez organizada vida, ahora que era el responsable del hijo de su primo. Aparte de tener a un niño de cuatro años corriendo por toda su lujosa casa, también estaba teniendo que empezar a aceptar las órdenes de la hermosa pero terca nueva niñera. Y pronto, además de hacer de padre, empezó a pensar en otro papel: el de marido de Nicole. ¿Querría seguir casándose con ella cuando descubriera que no le había contado un importante secreto… Algo que podría explicar la buena relación que tenía con el niño?
Desastre número uno: hacía diez años que Kristin había acusado erróneamente a Matthew Lingard de destrozar su vida. Había montado tal escena en un restaurante, que él había perdido la oportunidad de firmar un contrato para un fabuloso empleo y a su novia. Desastre número dos: la perspectiva de tener a Matthew como jefe era suficiente como para que Kristin estuviera asustada. Por el momento, parecía que él no la había reconocido, pero seguramente era sólo cuestión de tiempo. Desastre número tres: y la guinda fue verse atrapada en el dormitorio de Matthew. Viéndose obligada a pasar la noche con él, Kristin estaba decidida a mantenerse inmóvil en su lado de la cama. Hasta que surgió la pasión…
Holly Blake quería volver a su zona natal, Norfolk. El trabajo de médico que Dan Elliott ofrecía era la oportunidad que necesitaba.
El doctor Elliott necesitaba ayuda desesperadamente. Hacía un año había tenido un terrible accidente del que todavía no se había recuperado.
Pero, como siempre, las cosas no son como parecen.
Holly tendría que ganarse la confianza de los pacientes... y el corazón de Dan.
Suzanne recibió con asombro la noticia de la boda de su madre. Y con más asombro descubrió que se casaba con el padre de su novio, Sloane, del que llevaba separada unas semanas. Para su horror, no le quedaba más remedio que asistir al evento con él pues ¿cómo iba a explicar que su relación había terminado? Sloane tenía su propio plan: durante el fin de semana de la boda simularían ser una pareja feliz. Lo que implicaba compartir una habitación... Y una cama. En secreto, Sloane se proponía convertir el simulacro en la segunda boda del fin de semana...
Cuando Gabbi se casó con Benedict Nicols, se habló de la boda de la década, porque se unieron dos destacadas familias adineradas. Benedict se convirtió en el director de un imperio, y Gabbi se transformó en la esposa perfecta. Ella desempeñaba su papel brillantemente, pero nadie hubiera sospechado su secreta tristeza: que amaba a su marido pero, para él, su matrimonio era sólo un asunto de negocios, sexo y herederos. Ella no quería quedarse embarazada como si ese hecho fuera parte de un trato comercial, pero sabía que, si no lo hacía, su atractiva hermanastra estaría deseosa de desempeñar el papel de esposa y madre. Tenía que hacer algo para salvar su matrimonio.
Casi todas las mujeres encontraban irresistible a Jye Fox, pero para Steff simplemente era el chico con el que había crecido... sexy, estupendo, pero nada más. Y Jye sentía mucho cariño por Steff... ¡aunque a menudo criticaba su desastrosa manera de cocinar y su aún más desastrosa vida amorosa! Era una mujer imposible, pero en el momento de necesitar una esposa falsa para asegurarse un trato de negocios, no pudo pensar en alguien mejor. Sin embargo, fingir estar casados significaba compartir un dormitorio... ¡y descubrir una atracción sexual que no era nada fingida!
Poco tiempo después de la noche de pasión que el indomable Joe Donnelly había pasado con Imogen Palmer, ésta se marchó del pueblo. Diez años más tarde, volvió y Joe quiso respuestas. Quería conocer la razón por la que se marchó... En su búsqueda por la verdad, Joe iba a descubrir una historia sorprendente, una historia que iba a culminar en un desgarrador encuentro con la hija que no sabía que tenía.
Donovan, a punto de dar a luz y viuda desde hacía poco tiempo, aprovechó la oportunidad y le ofreció seguridad económica para ella y su bebé. Lo único que tenía que hacer Lindsay era casarse con él y permanecer así unos cuantos meses hasta que el abuelo de Luke le pusiera al frente de la empresa familiar. Era un plan maravilloso, pero entonces Lindsay tuvo al bebé y Luke se quedó prendado de la pequeña Ellie. De pronto, deseó que eso de ser un padre temporal se convirtiera en algo más permanente.
Animada por su mejor amiga, Sarah Anderson decidió tener una aventura, armada con su nueva imagen y un nuevo color de cabello... ¡rubio! Neal Kennedy no era precisamente lo que ella tenía en mente. Era muy atractivo, un perfecto príncipe azul para cualquier Cenicienta. Pero era mucho más experimentado y sofisticado que ella. ¡Y más joven! Él había dejado claro que le gustaría tener una aventura con ella, ¿pero podría Sarah arriesgar su corazón con un amante temporal y más joven?