Cuando se le muere la abuela, la jovencísima Mikage queda absolutamente sola en una casa demasiado grande y se refugia en la cocina, pues sólo en ella se siente a salvo («El lugar donde mejor se duerme es en la nevera», confiesa). Pero un día «ocurre un milagro» : Yūichi, «un chico simpático», llama a la puerta de Mikage y le sugiere que vaya a vivir a su casa, con su madre Eriko. Pero esta hermosa y acogedora mujer no es una mujer: es un hombre que pasó a ser mujer cuando la verdadera madre de Yūichi perdió la vida. Esta fábula, que se desarrolla entre ordenadores, electrodomésticos y sobre todo alimentos y guisos, pero también entre sentimientos de amor, amistad y complicidad, es en realidad una historia terrible, en que la soledad y la aridez emocional quedan, como por «milagro», mitigados por la inmensa sabiduría de otro mundo ancestral, afortunadamente aún latente, aún perceptible.
«En los primeros rounds, la cosa será feroz. Es la especialidad de Ponta. Es un bruto que intenta todos los golpes juntos, un torbellino que quiere tumbar al otro en los primeros rounds. Ha enviado a varios a la lona, algunos más inteligentes y fuertes que él. Mi problema es resistir, eso es todo. Entonces, estará a punto. Iré a buscarlo, ya lo verás. Sabrás cuándo voy a buscarlo, y lo haré pedazos.» Knock Out reúne tres historias memorables: Un bistec, quizás el mejor relato que se haya escrito sobre boxeo; El mexicano, un clásico imprescindible de la narrativa de Jack London, y El combate, novela de desenlace inesperado y verídico. Historias épicas donde el coraje y el sacrificio constituyen el destino último de sus protagonistas. Enrique Breccia, uno de los mayores ilustradores contemporáneos, ha elaborado dieciséis estampas en blanco y negro que interpretan magistralmente la violenta intensidad de estas páginas.
Bienvenidos a Knockemstiff, Ohio. Una hondonada en mitad de ninguna parte a la que a duras penas se puede otorgar la categoría de pueblo. Un lugar del que parece imposible huir y en el que la fatalidad, la desidia y la incapacidad de reescribir el propio destino parecen transmitirse por vía genética. Una suerte de agujero negro —y real, aunque hoy día está prácticamente despoblado— en el que nunca ocurre nada y en el que, sin embargo, ocurre todo. Pero, por encima de cualquier otra cosa, Knockemstiff es —compartiendo cartel con la galería de personajes recurrentes más descorazonadora que uno pueda imaginar— el protagonista omnipresente de esta colección de relatos cargados de triste realidad, violencia, sordidez y un oscuro sentido del humor.
Un periodista novato se juega su carrera rastreando las huellas de un grupo de militares chilenos perdidos en la Antártica. Una joven mujer intenta escapar de su cuerpo, deformado por una extraña enfermedad. Un genio del jazz predice terremotos desde su lecho de muerte acosado por la lucidez de los que caminan al borde de la locura.Según Benjamín Labatut hay un centro incandescente en las cosas que pocos pueden alcanzar. Los que lo tocan se queman, se iluminan por un instante y luego se consumen. Ese núcleo secreto tironea a los personajes de esta colección de relatos.
Entre los veranos de 1967 y 1968 Irene lo gana y lo pierde todo. Una sobrecogedora historia de amor, un oscuro secreto familiar, una España sumida en el franquismo. Irene, una mujer fuerte y atormentada, revive a través de una carta la historia de los que fueron los mejores y peores meses de su vida. Sus padres, exiliados políticos en México, regresan a España tras recibir como herencia La Bolivia, una hermosa hacienda cerca de Granada. La joven había pasado de vivir en una ciudad alegre y bulliciosa a un país triste, gris y reprimido. Pero su da un giro radical cuando, en el verano de 1967, llega a la finca una familia inglesa para pasar las vacaciones. El hijo, Richard, es alto, rubio, tiene los ojos azules y se convertirá en su primer gran amor. Juntos descubrirán los rincones de la casa, explorarán el inmenso terreno y fantasearán con tesoros escondidos en la finca. Él hará que este sea un verano inolvidable para Irene, el último de su infancia.
En La Ciudad de la Alegría se narran las vivencias de varios personajes en un slum (barrio de chabolas) de Calcuta. Paul Lambert es un cura católico francés cuya misión personal es ayudar a los más necesitados. Max Loeb un médico americano que llega a Calcuta cautivado por el trabajo de Lambert. Su historia se va mezclando con la de la familia Pal, con el cabeza de familia Hasari, que deben de migrar a Calcuta para ganarse la vida… La Ciudad de la Alegría es un canto a la esperanza y al amor dentro del sufrimiento y la miseria que se da en los barrios pobres de la India. Una increíble e inolvidable novela que ha cautivado a millones de lectores en todo el mundo.
Dentro de esa catedral narrativa que es la Comedia humana, la novela Eugenia Grandet ocupa un lugar especial por los dos grandes caracteres que en ella crea Balzac: el de una joven que descubre por primera vez el amor y entrega como arras cuanto tiene para ayudar a su enamorado, y el de su padre, el tío Grandet, la más acabada de las encarnaciones de avaro desde la obra de ese título de Molière. El amor paternal será abolido por la avaricia de un Grandet que, en el último momento de su vida, amenaza a su hija con pedirle cuentas de la herencia cuando Eugenia llegue al otro mundo. Al lado de estos dos potentes retratos, Charles, el joven parisino criado entre el lujo y la ociosidad, sólo sirve para poner de relieve la realidad de la vida cotidiana, la potencia del amor de Eugenia y los extremos a que puede llegar la avaricia. Eugenia Grandet, aunque forma parte de la Comedia humana, es una capilla aislada de esa catedral narrativa: cerrada sobre sí misma, el acierto en el análisis de esos dos caracteres y la descripción del medio social en que se desenvuelven la han convertido en la novela más conocida de Balzac.
Nadie como Baudelaire pudo resumir, en unas cuantas líneas, el genio de Balzac. Se asombra de que se pensara que su mayor gloria consistía en su notable don de observación, cuando su mérito principal fue el de haber sido «un visionario apasionado» y que todos sus personajes estén dotados «del ardor vital del que estaba animado él mismo». «Todas sus ficciones —dice— están tan profundamente coloreadas como los sueños». Los actores de la Comedia Humana están «más ávidos de vida, son más activos y diestros en la lucha», más pacientes, más glotones de goce o más angelicales que los seres de la comedia del mundo real. El mundo exterior se ofrecía a la mirada de Balzac con un relieve poderoso, y por eso sus personajes están presentados al aguafuerte: «Ha ennegrecido sus sombras e iluminado sus luces… Pero ¿quién puede vanagloriarse —añade— de estar tan felizmente dotado y de poder aplicar un método que le permita revestir, ciertamente, de luz y de púrpura la mera trivialidad?». La materia bruta de la Comedia Humana son los tiempos de la Restauración en Francia, con Carlos X y Luis Felipe, en los que la burguesía conquista el poder y adopta una actitud hipócrita para conservarlo hablando de libertad e igualdad, mientras «una sola potencia sube e impone su ley de iniquidad: el poder del dinero —según Albert Béguin—. Pero esa época ha sido transfigurada por el genio artístico de Balzac, y con ello nos hace partícipes de su visión, no de los hechos escuetos, tal como se pueden narrar en una crónica, sino de los poderes eficaces que obran en la sombra… del sentido secreto de los hechos… de su significado». Roberto Páramo, crítico de arte y de literatura y figura destacada en la narrativa de la Onda (La condición de los héroes, relatos, 1972, El corazón en la mesa, 1981), nos propone, lúcido, en el prólogo su imagen del autor de la Comedia Humana y la historia de la vida propia que fueron adquiriendo los personajes principales de las cuatro novelas que forman Esplendores y miserias de las cortesanas en la mente de su creador, observa inteligentemente que esta obra «se presta como ninguna para que el sueño y la realidad balzacianos se mezclen con nuestra sangre».
Nueva Delhi, invierno, 3 de la madrugada. Un Mercedes que circulaba a toda velocidad invade la acera, atropellando y matando a cinco personas. Es el vehículo de un millonario, pero al volante solo encuentran a un criado en estado de conmoción, incapaz de explicar cómo o por qué ha cometido este crimen. Y tampoco puede prever el oscuro drama que está a punto de desencadenarse. Entre mansiones lujosas, negocios depredadores y tramas políticas, tres vidas se entrelazan peligrosamente: Sunny es el rico heredero, un playboy que sueña con eclipsar a su padre; Ajay es su criado y hombre para todo; y Neda es la periodista inquisitiva que se debate entre su ética y sus deseos. Frente a una trama arrolladora alimentada por el placer, la codicia, la violencia y la venganza, estos tres personajes se encuentran atados entre sí por unos lazos que pueden servirles de redención o destruirlos para siempre. Mitad suspense, mitad saga familiar, «La Edad del Vicio» lleva al lector desde los arrabales de Uttar Pradesh a la energética metrópoli de Nueva Delhi, con una trama adictiva de gángsters y amantes, falsos amigos, romances secretos y corrupción. Un atracón de gran literatura que se disfruta por puro placer.
Recorrer los senderos más recónditos de la naturaleza sobre las huellas que deja a su paso el rebaño trashumante. Probar la sed del lobo cuando está sediento, conocer de cerca los códigos de supervivencia y lealtad de la manada bajo la piel del que aúlla a la luna, cantando al cielo nocturno. Ver con tus propios ojos cómo las leyendas de las marismas cobran vida. La España del silencio es el título que recibe la colección de novelas del mundo rural escrita por Borja Cardelús, una recopilación que transcurre en las profundidades del salvajerío ibérico: sierras, bosques, valles, páramos... Lugares expuestos a la belleza y al sosiego que se abren como destellos de luz entre las sombras boscosas en estas páginas para revelar las historias que ocurren en el sigiloso corazón de la Península. España ha sido durante siglos un país rural, en cuyos pueblos se vivió conforme al lento devenir de los días y las estaciones del año, trabajando de sol a sol, con sujeción a los avatares del clima, pocas veces benigno y casi siempre áspero. Pero esa milenaria lucha por la diaria supervivencia generó una honda sabiduría para extraer a la tierra sus recursos, para que nada quedara sin provecho, donde había técnicas sutiles para que todo lo que se cosechaba, se cazaba y se pescaba se aprovechara y conservara hasta sus últimas consecuencias. En ese mundo del silencio, poblado de sonidos quedos, como el aullido del lobo, el paso del rebaño trashumante de ovejas, la campana de la iglesia o el rumor del río, hasta hoy mismo han vivido hombres y mujeres con sus alegrías y sus tragedias, con usos y costumbres conservados inalterados durante siglos, y dueños de un castellano rural rico, variado y de una extraordinaria belleza. Pero el modo de vida urbano ha inundado la naturaleza de máquinas, pesticidas y artificio, y esos cambios han alcanzado también al vocabulario, cada día más empobrecido y trufado de extranjerismos. Existe un deber moral de que todo ese patrimonio no se pierda. Y por eso La España del silencio es el testimonio de la vida milenaria en los campos y pueblos españoles. Y más allá del deber moral, dado lo tornadizo de las cosas humanas y sus mudanzas, quién sabe si no acabarán regresando esos tiempos, y serán necesarios sus saberes para sobrevivir.
«La Fundación» es una de las obras de Buero Vallejo que han alcanzado mayor éxito de público y crítica, tanto por el dramatismo de su trama argumental como por la novedad de los procedimientos técnicos utilizados. Presentada como una fábula, plantea al lector-espectador un choque entre realidad y ficción, que se resuelve paulatinamente a favor de la verdad. Cuando, identificados con el protagonista de la obra, creemos que nos encontramos cómodamente instalados en una Fundación, descubrimos que estamos en una cárcel. Es el reflejo de nuestro mundo y de nuestra sociedad.
«La Habana para un infante difunto» (1979). Es la iniciación amorosa y erótica de un niño en una ciudad, en blanco y negro, que termina coloreándose a medida que se hace elegía y crónica del ayer. En el libro todo es parodia de principio a fin. Amor y humor recorren sus páginas haciendo burla de los besos, chistes de las copulaciones, en una búsqueda de la mujer interminable como los recuerdos de La Habana y los fracasos personales del buscador, con un erotismo que vive gracias al arte de la palabra, al enlace erótico de la escritura. Para Cabrera Infante la mujer es un ser fascinante digno de amor. «La Habana para un infante difunto» es un homenaje poético a lo femenino.
La Llorona la llaman las vecinas de su pueblo. Al igual que el alma en pena de la mujer que llora sin descanso la muerte de sus hijos, así la narradora de esta estremecedora novela no tiene sosiego tras la pérdida de su hija. Y es que además de no tener a su bebé las circunstancias de su deceso son poco claras y las explicaciones de los doctores del hospital nada convincentes. La búsqueda de una aclaración que le dé paz la llevará a abandonar su pasado de humilde campesina iletrada para convertirse en líder de otras mujeres que han pasado por lo mismo que ella. Sin embargo, en el camino también lo perderá todo. En esta novela conmovedora Marcela Serrano entrega a los lectores una historia desgarradora sobre la fuerza de la maternidad, la lucha contra la injusticia y el dolor irrecuperable de la desaparición de un hijo.
Con La Nana y el iceberg asistimos a una deslumbrante combinación de aventura, erotismo, suspense y humor desde ese Chile postPinochet marcado explosivamente por la historia. Un relato en el que la violencia y la represión actúan en forma de ecos de fondo...
Una primera novela que nos transporta desde una gran ciudad latinoamericana, asolada por una pandemia en un futuro no muy lejano, a la Asturias de antes de la guerra civil española.
«El mundo cambiaba rápido, implacable y venenoso. El mundo empezaba a oler distinto, y el lugar del que todos ellos venían era de la noche a la mañana una aldea hundida en el pasado, una aldea de casas agrietadas y con las paredes comidas por una enredadera furiosa. Los jóvenes eran de repente viejos, los viejos eran más viejos aún, las iglesias parecían garajes, los bares se hacían de aluminio, de formica y se iluminaban con fluorescentes, y todo dios fumaba un tabaco rubio de un olor pestilente fogoneado por el olor pestilente de la clorofila masticada. Ahora que muchos de ellos están muertos siento que alguien ha borrado cualquier resto, cualquier huella que nos conduzca hacia el origen de todo, y en tanto yo sigo encerrado en este departamento vacío, aguardando a que de manera inevitable se produzca un corte de luz, esperando a que los colores del mundo exterior concluyan su itinerario hacia la nada definitiva».
Fran Gayo construye una novela que tiene algo de memoria personal e histórica pero también de pura fabulación; asaltando los caminos de la memoria, la infancia del narrador y sus predecesores, asturianos trashumantes, errantes vaqueiros de alzada, supervivientes de sí mismos y de un paisaje casi siempre hostil que se reivindica con furia y nos golpea; pintando un fresco de personajes y situaciones que han sido orilladas del relato oficial, y que recobran aquí una fuerza y una dignidad inusitadas.
«¿Quieres saber quiénes me han traicionado? Todos». Producto de un accidente absurdo, Miguel Flores, es detenido en una protesta contra la dictadura de Pinochet. Tras unos días en el calabozo del cuartel policial es enviado a una zona agrícola cercana a la capital, pero aislada de toda actividad política. Sin recursos y obligado a firmar a diario en el retén de Carabineros, sus días transcurren en soledad y con lo mínimo para subsistir. Su presencia genera temor u odio entre los lugareños, salvo en Amelia, una mujer de mediana edad, viuda y dueña del fundo La Novena. Ella acoge al relegado, le abre las puertas de su casa y con ellas las de un mundo cultural y social que representa todo lo que Miguel más detesta. Poco a poco la relación entre ellos hace que él cuestione sus prejuicios, en tanto que sus sentimientos pasan del profundo deseo de odiarla a una atracción y un vínculo permanente. Pero el azar y la actividad política de Miguel provocarán un giro en extremo doloroso e irreparable para ambos. Un conmovedor relato con el que Marcela Serrano nos interna en los afectos de varias generaciones de mujeres que enfrentan el desgarro de ser traicionadas y el de traicionar a su vez.
La novela, «comenzada por una visión seminconsciente de mi infancia» dice su autor, fue escrita de un tirón, en poco más de un mes. El escritor parecía liberarse así de viejos fantasmas. Blanco-Amor concentra en ella todo un mundo marginal de prostitutas, camorristas, machos elementales y machos con corazón de mujer, en una ciudad, Auria, que podía ser cualquiera de la lastimada geografía española de principios de siglo. La parranda es la novela de un crimen, de una muerte que se espera desde el principio y que el escritor retrasa, sabiamente, bajo el celaje ritual de la lluvia, monótona, constante, interminable. Pero es también la historia de la tensión secreta de un personaje, «Milhomes» (Milhombres), que partícipe de un itinerario violento de veinticuatro horas con dos compañeros de borrachera y juerga, se arrastra hacia un previsible y violento final presidido por la muerte.
En la turbulenta España de principios de siglo, que escondía tantas posibilidades de futuro, Mariana Bravo, una joven pobre, alegre y soñadora, hija del ideal libertario, abandona su pueblo en busca del porvenir idílico de un modesto comercio en el centro de la capital. Unida en amor libre con Ramón Gómez, traspunte en una compañía de teatro de magia, llega a Madrid para regentar la portería del número 9 de la calle del Vergel, cercana a la mítica Puerta del Sol. Pero la isla de la Fantasía no siempre está donde queremos y Mariana, recluida en su pequeño cuchitril, verá subir y bajar vecinos, escuchará y soportará sus confidencias. Allí madurará, será madre, sentirá en su carne las contradicciones entre utopía y vida, en espera de ese próspero futuro que sólo unas calles más allá se le ofrece para romper su simple «tránsito hacia la nada». Junto a Mariana y Ramón, se mueven curiosos personajes que dibujan el Madrid de los años que rodearon a la guerra civil (la cotillona del vecindario, el aprendiz de escritor, el fugitivo activista político, el aristócrata venido a menos, actrices y actores, señoritas de la alta sociedad...) y se cruzan historias de pasiones encendidas y los divertidos subterfugios del cortejo amoroso con enredos de comedia, gritos revolucionarios y persecuciones políticas. Crónica de una época, de una realidad, LA PUERTA DEL SOL es, sobre todo, la novela de unas ganas, de un futuro, de los sueños de toda una generación de españoles. Con un ágil ir y venir del recuerdo a la ilusión, en una unión perfecta de costumbrismo y lirismo, Fernando Fernán Gómez sitúa en su amado escenario madrileño la agotadora lucha de la Fantasía con la increíble pero cierta realidad.
«Vivo de verdad no está nadie, ésas son ilusiones de los tontos. Día con día nos estamos muriendo todos de a poquito. Vivir es morirse. Y morirse, en mi modesta opinión, no es más que acabarse de morir». Novela en que el pasado y el presente se funden en el futuro de la muerte, La Rambla paralela palpita con el pulso de un relato alucinado. En su desesperación por rescatar lo que sólo existe en su memoria de muerto, el cadáver ambulante que la cuenta nos lleva de la mano por una Barcelona abrasada en el calor que a veces es Medellín y a veces México. Vallejo es un excelente narrador que nos arrastra de una frase a otra cortándonos el aliento. Para él no existen las leyes del tiempo y el espacio, y en esta incontenible narración palpitan la verdad y la fuerza de un poeta de voz honda e inolvidable. A pesar de su rabia y su furia, este libro tiene una ternura nostálgica que nos deja entrever que aunque el paraíso alguna vez existió ya lo hemos perdido para siempre.