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Bolsilibros - Servicio Secreto 157. Veracruz, de Cliff Bradley

Novela, Policial

El paquebote «Estrella de Cuba», en ruta de La Habana a Veracruz, bordeaba la punta occidental de la isla dejando una estela luminosa en un mar tranquilo. La noche era templada y quieta; el viento de tierra traía aromas de flores y la quietud reinaba en el gran barco desde la proa a la popa, lo cual nada tenía de extraño: pasaban ya de las tres de la madrugada, hora en que, a bordo o en tierra, casi todo el mundo suele estar durmiendo.


Bolsilibros - Servicio Secreto 171. La ciudad maldita, de Alar Benet

Novela, Policial

La ciudad comenzaba a despertar. Para los habitantes de Filadelfia aquélla era una madrugada más, preludio de un día de trabajo, gozo y dolor, tríptico que no abandona a los humanos para recordarles que la vida es transito. 
Al sur de Lombard Street, en el barrio habitado por negros, italianos y judíos, unas detonaciones rasgaron el silencio, mensajeras de odio. Los disparos restallaban como latigazos. 
Tres obreros, que se dirigían a sus ocupaciones.


Bolsilibros - Servicio Secreto 173. La fosa está abierta, de Bruno Shalter

Novela, Policial

En la fotografía se veía a Richmond apeándose del, autobús, el sombrero un poco echado atrás, una gabardina al hombro, una valija en la mano y una vaga sonrisa suavizando los duros rasgos de su cara enjuta y morena. De no ser por su complexión atlética y por el descarado brillo de sus ojos, Richmond se hubiera parecido a Gregory Peck. Siendo como era, no se parecía más que a sí mismo.


Bolsilibros - Servicio Secreto 175. Cerco de Sombras, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

Vuelven Doug Martin y Audrey como matrimonio ya consolidado y un tiempo después de su primera aventura. Esta obra da título al volumen. Nuestro periodista de sucesos vuelve a involucrarse demasiado en otra de las exclusivas de su periódico. En esta ocasión todo se ve precipitado desde un raro accidente con una bella estrella del cine. Las peripecias que viven nuestra plumilla y su mujer a bordo de este libro son de traca. Y son maravillosas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 180. Cita en tierra de nadie, de A. Rolcest

Novela, Policial

El soldado plantado en la fangosa trinchera, el soldado anónimo, tenía ya de la campaña de Corea una definición gráfica: No podían ganar, ni perder. Pero, además, tampoco podían marcharse. 
A ese callejón sin salida habían llegado las cosas. Lo comprendían así los jefes militares, los políticos, y, lo que ya era más delicado, el mismo pueblo de los Estados Unidos, que era, a fin de cuentas, quien más heridas recibía.


Bolsilibros - Servicio Secreto 196. Vacaciones de sangre, de Alar Benet

Intriga, Policial, Novela

—La estatua de la Libertad, que para los Estados Unidos es un símbolo, fue inaugurada el 28 de octubre de 1886. Como pueden ustedes comprobar, representa una mujer sosteniendo una antorcha. En su mano izquierda, pegada al cuerpo, lleva unas tablas de la ley en las que hay escrita la fecha memorable del 4 de julio de 1776, día de la Declaración de Independencia. Sobre la cabeza, una diadema de puntas, y a los pies unas cadenas rotas…Mientras el cicerone hablaba, el doctor Paul White miró a los que, como él, habían contratado los servicios de una agencia para conocer los lugares más típicos de Nueva York. Las dos mujeres, que atrajeron su atención en el muelle de Battery Park, primero, y en «ferry-boat», después, conversaban animadamente. Una de ellas, muy pálida, retorcía el bolso entre las manos, presa de visible nerviosismo. Ambas eran jóvenes de una belleza provocativa. Sus palabras, en inglés no muy correcto, que a veces llegaron a oídos de Paul White, las denunciaban como extranjeras.


Bolsilibros - Servicio Secreto 200. Buscando la muerte, de Cliff Bradley

Novela, Policial

El teniente McGregor, de la R.A.F., canadiense, se pasó el dorso de la mano izquierda por la frente para limpiarse la sangre que le dificultaba la visión, miró al altímetro y el indicador de carburante, apretó los labios, y mascullo una sorda maldición. 
La cosa iba poniéndose peor por instantes, y ya no cabía esperanza de regresar a la base, o al menos caer en el mar, donde podrían ser recogidos por cualquier navío de guerra propio. 
Definitivamente la suerte les había vuelto la espalda… 
Miró con rabiosa tristeza a su derecha, al hombre doblado grotescamente sobre sí mismo y sujeto al asiento por el cinturón de seguridad. Aquél era Philip Laverne, su amigo piloto comandante del avión. Capitán Philip Laverne, de la R.A.F., canadiense, D.S.O., cincuenta y seis misiones cumplidas con éxito, nueve aviones enemigos derribados, veterano de las fuerzas de bombardeo, siempre alegre y seguro de sí mismo…


Bolsilibros - Servicio Secreto 204. Costa Bárbara, de Arnaldo Visconti

Intriga, Policial, Novela

La extremidad norteña de Escocia presenta la estructura de un enorme puño tendido en actitud de amenaza hacia el mar. Son las llamadas Tierras Altas, poseedoras de un prestigio sostenido desde tiempos lejanos. Es la comarca que forja marineros que se gozan en luchar con salvaje complacencia contra el furioso embate de los elementos.En el símbolo de su configuración, los nudillos son su costa, occidental, inhóspita, sin habitantes ni puertos de abrigo, cortada por fiordos donde el mar, en permanente ebullición alborotada, imposibilita el acceso ni la salida.El dorso del puño lo traza la costa oriental en la que se jalonan los puertos y poblados conserveros, protegido por las anchurosas bahías de Dornoch y Cromarty.


Bolsilibros - Servicio Secreto 205. Misión desconocida, de H. Armstrong

Novela, Policial

A través de la ventanilla del tren, Ronald contempló, con mirada distraída, el espectáculo de la ciudad que, ya cercana se ofrecía ante sus ojos. Las cúpulas de las mezquitas, las torres le los edificios oficiales, las casas del barrio señorial… No era la primera vez que llegaba a El Cairo y el espectáculo, hasta cierto punto, la resultaba familiar. 
El día empezaba a declinar y la ciudad se erguía bajo el cielo puro, de un azul nítido, de la tarde de octubre. El tren corría paralelo al canal de Ismailiyéh y, a lo lejos, se distinguía la silueta roja y desnuda del monte Mokattán. 
La atención de Ronald, sin embargo, se hallaba lejos. Viajero impenitente, conocedor de los más extraños países, no era la curiosidad de ver nuevos paisajes ni el deseo de descubrir nuevos horizontes lo que guiaba sus pasos. Todo esto, ahora, quedaba supeditado, en su propósito, al final de la contienda, para cuando viajar volviese a ser un placer y un lujo. Cuando acabase la tormenta, su alma viajera reclamaría de nuevo sus derechos, pero ahora… Ahora tronaba el cañón y todo tenía que ser supeditado a los intereses de la Patria.


Bolsilibros - Servicio Secreto 211. Misión secreta, de Alar Benet

Novela, Policial

—John… John —como no obtuviera respuesta del hombre que pasaba, a pocos pasos de distancia, el comandante Tiller llamó autoritario—: ¡Sargento! 
El aludido, cuadrándose con rigidez, dio vista a su jefe. 
—A la orden, señor. 
—Sígame. 
El suboficial situóse a la izquierda del que le hablaba, algo retrasado, guardando la distancia reglamentaria. Algunos soldados cuchichearon al verles atravesar la explanada central del campamento de Belmont, al sur de la Gran Cuenca Cerrada y al norte del Desierto Ralston, en Nevada. Nadie ignoraba la rivalidad que existía entre los dos hombres, ligados por el lazo indisoluble de la sangre.


Bolsilibros - Servicio Secreto 214. Tres sombras en el suelo, de Alar Benet

Novela, Policial

—¡Calla! ¡Estás borracho! 
Las irritadas palabras de Leo Kerr sonaron como trallazos, dominando la algarabía de la taberna en la que hombres y mujeres charlaban y bebían, sin prestar atención a lo que no fuesen los propios problemas, derivados en parte de vicios y carencias económicas. 
En el establecimiento congregábanse todas las noches los que por desarrollar sus actividades en el puerto no se alejaban de él ni en las horas de descanso, cual si las turbias aguas les atrajeran con un secreto poder. En torno a descargadores, marinos y obreros, numerosos seres de ambos sexos, favoreciendo desviadas inclinaciones con olvido de la moral y la ley, iban resolviendo los angustiosos problemas de la diaria subsistencia.


Bolsilibros - Servicio Secreto 216. Secretos atómicos, de Fred Gorhan

Novela, Policial

Innumerables hombres y mujeres había conocido Nick Barton en sus veinticinco años de azarosa existencia. A muchos los había olvidado ya; de otros conservaba clara memoria. Si todos estos seres que pasaron por su vida se hubieran incluido en una ordenada lista de preferencias, el primer lugar lo habría ocupado, sin disputa alguna, Linda Kane, la maravillosa criatura que trabajaba de cajera en el «Boni’s», el bar de la esquina, y el último, su odioso y reciente galán, Donald Farrell.


Bolsilibros - Servicio Secreto 218. La araña tiende sus redes, de Fred Gorhan

Novela, Intriga, Policial

La chica, descendiente de armenios, poseía un rostro descarado de ojos negros muy vivos, con la nariz respingona.
Se llamaba Dy; por lo menos, nadie la nombraba de otro modo, y había que reconocer que el corto diminutivo encajaba a la perfección en su físico, ligero y de una viveza de ardilla.
Su aguda voz solía dispararse muy aprisa, como el gorjeo de un pájaro, y habría sonado armoniosa sin las estridencias y desgarros de que a veces hacía gala cuando la muchacha se sentía acalorada, suceso bastante frecuente, por desgracia.
En ocasiones Bill Seton se daba a todos los diablos y la llamaba al orden, pero Dy no se mordía la lengua.
—¡Maldita avispa! ¿Callarás de una vez?


Bolsilibros - Servicio Secreto 219. Ellos, los muertos, de Charles Mitchell

Intriga, Policial, Novela

El agente de policía y veterano de la II Guerra Mundial Theodoro W. Martin, un nada amable (y sí muy realista) tipo duro que anda por ahí abofeteando damiselas sospechosas y corredores de apuestas, y que decide vengar la muerte de su amigo Corrigan (otro veterano, además de pintor reconocido —y manco, tras la guerra—, que se metió en asuntos turbios).


Bolsilibros - Servicio Secreto 221. Un cadáver a medida, de Charles Mitchell

Intriga, Policial, Novela

Un camionero, en un parada de carretera es abordado por una mujer. A partir de ahí, el apellidado Kane se ve mezclado en una turbia historia donde lo secuestran, golpean y su compañero de viaje, que en teoría quedó a la espera, borracho, en una población anterior, aparece muerto en el compartimento de carga. El personaje comenzará una huida de la policía para demostrar su inocencia y descubrir el motivo de todo lo que acontece.


Bolsilibros - Servicio Secreto 222. Yo fui asesinado, de Donald Curtis

Novela, Policial

Todo empezó con una carta. 
Cuando el viejo Jossie me entregó el largo sobre de color crema con una escritura irregular y precipitada, me pregunté, perplejo, de dónde conocía yo aquella letra. Pero el remitente, en el lado posterior del sobre, se reducía a un membrete en tinta azul y relieve: «Hotel Frontera. EL PASO». 
Me senté junto a la ventana de mi despacho, y lo abrí. Contenía un pliego de papel de idéntico color y clase que el sobre. El texto, breve y casi áspero de puro incisivo, apenas ocupaba una quinta parte de su superficie.


Bolsilibros - Servicio Secreto 226. Operación Cobalto, de Donald Curtis

Novela, Policial

El profesor Hans Hummel se puso perezosamente en pie y se quedó contemplando el gráfico del muro, donde aparecía, detallado en toda su amplitud y asombrosa organización, el nuevo centro de investigación atómica del Gobierno inglés. 
En realidad, el aspecto físico del profesor hacía difícil imaginar que aquel hombre fuese una verdadera eminencia en el terreno de la Física nuclear, y que nadie, en Europa, sabía lo que él acerca de tan fundamental rama científica. 
Hummel, alemán de nacimiento, pero eficaz combatiente antinazi en la Guerra Mundial, ahora prestaba sus servicios a los aliados, especialmente a los laboratorios británicos.


Bolsilibros - Servicio Secreto 227. ¡Acepto el desafío!, de Alar Benet

Intriga, Policial, Novela

—Por favor, no me interrumpa. Lo que he de decirle es algo de suma importancia. Dentro de media hora se detendrá cerca de su oficina uno de los autocares que se dedican a mostrar la ciudad a los turistas. Le he reservado dos plazas. Una para usted y otra para su secretaria. A las nueve en punto de la noche apéense en Nidda Strasse y caminen hasta la confluencia de dicha calle con la de Moselstri Windmühl. En una de las casas que hacen esquina se cometerá el asesinato de un súbdito americano. Obedezca todas mis instrucciones.Paul Larmon, al notar que su invisible comunicante hacía una pausa, preguntó con avidez:—¿Quién es el que habla? Necesito saber su identidad o no haré lo que indica.—Peor para usted —fue la seca respuesta—. Morirá un compatriota suyo. Será inútil que avise a las autoridades. En Jefatura no darán crédito a su denuncia y si lo hicieran…


Bolsilibros - Servicio Secreto 228. Diez centavos por su piel, de Charles Mitchell

Novela, Policial

Aquella mañana de mayo en que Dan Maculay transpuso la puerta de la penitenciaría, después de cinco años de confinamiento, pudo experimentar lo que cualquier mortal sentiría si le fuera concedida la facultad de nacer con uso de razón. 
Dan volvió al mundo ese soleado día, descubriendo por vez primera en su vida la belleza de los verdes árboles, el vuelo de los pájaros y la línea infinita del horizonte sin tapias de ladrillo ni límites de hierro. 
Anduvo extasiado por la calle, contemplando con infantil arrobo los brillantes escaparates, el rodar de los coches y el bullir de la vida a su alrededor en mil diferentes formas y cosas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 240. Sin tiempo que perder, de Donald Curtis

Novela, Policial

Oí un golpe seco al dejar mi interlocutor el auricular sobre una mesa. Unos pasos sonoros, huecos, se alejaron por algún largo corredor del presidio. Aguardé, tenso, sin respirar casi. Miraba al ventanal abierto, en el que un soplo de aire cálido agitaba levemente las cortinillas. Más allá, la ciudad. Inmensa, salpicada de luces, como un reflejo del cielo cuajado de estrellas que la cubría. También aquellas luces parpadeaban, giraban, cambiaban de colores.