Un mercenario perseguido por su siniestro pasado…
Gregor MacLachlan tiene mucho que ocultar. No sólo se había hecho un nombre a lo largo de Escocia como mercenario, sino que nadie conocía su verdadera identidad como el hijo que el Laird MacLachlan desterró de su casa. Gregor ha estado satisfecho con su vida, sin confiar nunca en nada ni en nadie. Hasta que conoció a Fiona....
Una poderosa sacerdotisa Druida…
Fiona Sinclair depende de una persona, ella misma. Aprendió temprano que estaba sola en este mundo, un mundo que tomó a sus hermanas y sus padres. La llamada al Valle de los Druidas es fuerte aún y el responsable de la muerte de su padre la acecha. Hay sólo un hombre que puede hacerla llegar segura al Valle, pero ¿puede ella permitirse el precio que exige Gregor, cuándo eso significa dejar tanto su libertad… como su corazón?
Un inmortal con muchas preguntas sin respuesta… Al inmortal Dartayous, un guerrero druida poderoso, le es dada una misión, guardar a Moira viva para que pueda cumplir la profecía. Pero con cada día que pasa el deseo ardiente que siente por ella corroe más y más la pared que rodea su corazón. Una sacerdotisa druida en busca de una llave… Moira Sinclair debe encontrar la llave para entrar en en el Reino Fae, pero al entrar en la esfera sagrada, los secretos que ha mantenido guardados salen a la luz y la obligan a verse como realmente es. ¿El hermoso y autoritario rey de Fae ganará su corazón? ¿O Dartayous la reclamará como suya definitivamente?
Todo son sospechas. Nadie está a salvo. Y en el palacio ducal todo son pesares. Europa se desgarra en guerra. Francia combate contra Austria y contra Inglaterra, y Venecia defiende su neutralidad, pero las voraces tropas francesas del ambicioso general Bonaparte se han extendido por todo el Véneto y han esparcido su veneno a través de sus agentes. Las milicias reunidas a toda prisa por los preveditores venecianos, en vez de someter a los rebeldes se han arrojado como una horda contra los disciplinados franceses, dispuestos a lanzarse como lobos contra la Serenísisima República. Mientras Venecia duerme aún a salvo rodeada por su laguna, con el Consejo convocado a toda prisa por el dogo, los puños golpean las mesas de ricas maderas y las acusaciones con índices condenatorios resuenan atronadoras, incluso después de dar por terminada la reunión de extrema urgencia. Y Marco Lascaris, mercader de sal, descendiente de un antiguo linaje bizantino, nada sospecha que esa reunión secreta ha puesto en peligro su vida y la de su familia, en una inexorable cuenta atrás. La neutralidad se resquebraja. Pocos senadores se niegan a doblegarse ante Napoleón. Y solo uno de ellos está dispuesto a todo para preservar la Serenísima República de Venecia.
A un año de finalizada la Segunda Guerra Mundial, cinco prófugos nazis de alto rango buscan refugio. Con el apoyo de algunas instituciones que interceden por beneficio propio, encuentran un destino: Argentina. Para cerrar el trato, los alemanes deberán transportar consigo una reliquia sagrada que se remonta a los tiempos de Cristo. El precioso objeto, ahora custodiado por la Iglesia del país austral, es trasladado a la ciudad de Santa Fe, para mantenerlo oculto a las mentes malignas que desean recuperarlo. Alternando dos épocas muy diferentes, se desata una carrera a través del tiempo, en la cual los personajes deberán recorrer los edificios más antiguos de la ciudad, pugnando por hallar un vestigio de la pieza milenaria.
La felicidad era como un espejismo para Rocío Sánchez, cuando más se acercaba a la felicidad, más se alejaba. Ella acababa de casarse con Edward Smith, pero en su noche de boda todo se derrumbó. Dejando a Rocío embarazada, Edward la abandonó en su noche de boda.
Brage Norwald nunca ha perdido una batalla, y cuando decide invadir la costa sajona no espera otra cosa que celebrar una victoria. En cambio, sufre una aplastante derrota. Gravemente herido, es tomado prisionero. Cuando está al borde de la muerte, una acérrima enemiga acude en su ayuda, despertando en él una atracción que lo dejará indefenso… Dynna está prometida al cruel y calculador príncipe Edmund, y ve la oportunidad de huir junto a Brage. Ambos emprenden camino a través de la campiña sajona, y pronto deberán enfrentarse a una pasión mutua que podría proporcionarles más de lo que jamás osaron soñar… o destruir sus vidas para siempre.
Después de La Gran Reducción, la población de la Tierra se mantiene fija en tres mil millones de habitantes. Nadie muere: al final de sus vidas las personas renacen en algún otro lugar del globo; un código de encarnación mantiene la información sobre sus vidas previas. Ya no hay individuos, cada ser humano no es más que un elemento en una conciencia mayor, El Vivo. Este cerebro central lo decide todo: donde vivirán las personas, cómo será su trabajo, cuánto tiempo se les permitirá sobrevivir en su encarnación actual… Hasta que nace un ser humano sin código, y todo el sistema planetario se ve amenazado. Esta novela, entre las finalistas de los prestigiosos premios rusos Natsionalni Bestseller y Strannik, demuestra una vez más el talento y las cualidades literarias de Anna Starobinets, una de las principales figuras de la nueva generación literaria rusa.
He aquí la figura audaz, noble y resueltamente temeraria, sin rival en el mundo, que, sin remedio, absorberá vuestra atención.
EL YACARÉ, Joven, apuesto, lleno de gallardía, cuya vida se desenvuelve entre episodios increíbles, humanamente maravillosos, os sorprenderá en cada cuaderno de su historia, a la que pertenece el que os brindamos en este número. Seguid sus peripecias y virtudes, que os será familiar y os sentiréis agradecidos.
DESDE Montana a Nevada, pasando por Oregón, el nombre de «El Yacaré» era pronunciado con respetuoso temor. Se contaban de él cosas asombrosas, afirmando que tan pronto estaba en un sitio como a veinte leguas; que era invisible e invulnerable, y otras exageraciones por el estilo. Pero dentro de todo esto, la verdad era que los sin ley le temían y evitaban su proximidad.
¡Era el terror de la pradera!
Desde que hiciera su aparición, comenzaron a disminuir los robos, y las pequeñas bandas de forajidos que merodeaban por los alrededores de Humboldt y de Salem habían emigrado.
EL asunto es endiabladamente oscuro —dijo Douglas, el capataz del rancho “Amapola”— y merece que le dediques toda tu atención. Conozco algunos detalles que me han sido facilitados en Loma Alta, y creo que es más grave de lo que parece.
—¿Qué dice la prensa? —preguntó Rolando Dorrego, dueño del rancho.
—Y a sabes lo que son estos periódicos rurales; se agarran a un clavo ardiendo. Cuando no tienen noticias que poner, las inventan.
—Pero en este caso…
EN la desembocadura del río Columbia fondeó el vapor “Vaeteig”, procedente de Mozambique.
Entre los pasajeros venía Walter Handers.
Este hombre, de unos cincuenta y cinco años de edad, regresaba a su patria después de permanecer en el África durante mucho tiempo.
Al bajar a tierra cargado con su maleta y un pequeño saco de viaje, se le acercó un mozo de cuerda ofreciéndose para llevarle el equipaje.
—Gracias —contestó el viajero—; pero bien puedo yo con todo.
LA taberna de Sam Garfield, situada a la orilla del río Oregón, era el refugio de todos los parásitos del valle.
Cuatreros y tahúres acudían allí con la seguridad de no ser molestados.
Moot Sprigs, más que un pueblo, era una reunión de chozas de mala muerte, verdadero foco de inmundicias, moral y materialmente hablando.
Y es que Moot Sprigs, por la topografía del terreno, resultaba un lugar poco apetecible.
Entre dos grandes masas rocosas se aplastan los chozos de una veintena de hombres, algunos de los cuáles han creado un hogar. Vense a las mujeres, morenuchas y despeinadas, lavando sus ropas, buscando frutas silvestres o reuniendo montoncitos de leña que luego llevarán a las cabañas en lotes amarrados con una cuerda.
PAT Parker continuaba siendo, a pesar de su dinero, lo que había sido siempre: un hombre zafio, brusco y un gran indiferente ante las desdichas humanas.
Era este nuevo rico, de corta estatura, ancho de hombros y de unos cuarenta años.
Nadie supo jamás de qué medios se valió para conquistar a Dorit Scodes, viuda del banquero John Nette; la verdad del caso fue que se casaron, y de la noche a la mañana, Pat Parker se encontró al frente de una casa que manejaba muchos miles de dólares.
NUESTRO amigo «El Yacaré» era un enemigo de la holganza. Le gustaba la actividad, la emoción del peligro…
Desde que se propusiera buscar a los forajidos que fueron causa de la muerte de sus padres y hermana, no cesó de correr a través del desierto, persiguiendo delincuentes y ajustando cuentas muy estrechas con aquellos que se colocaban al margen de la Ley, porque, además, Rolando Dorrego pertenecía al servicio secreto de la policía departamental, toda vez que el gobernador del territorio le había dado una estrella de sheriff inspector, con amplias atribuciones.
Através del arenal salpicado de plantas bravas y con las desigualdades de unas colinas que parecen montones de pimienta por el gris colorido que le presta el rojo sol, avanza un jinete a todo galope.
Monta un caballo zaino, brioso y corredor, cuyos cascos apenas se asientan en el suelo.
El jinete, con las riendas sueltas sobre el cuello de su corcel, gira de vez en cuando en la silla para disparar sus dos revólveres sobre media docena de individuos que le persiguen. Éstos son «ratas de la pradera», y aunque montan buenos caballos, ninguno puede compararse con el maravilloso zaino del fugitivo.
Es un caballo de ardiente raza, delgados remos y perfilada cabeza. Todos sus movimientos denotan al animal de sangre indómita capaz de correr incansable durante todo el día.
CLIFF Rawson se creía a veces un miserable átomo en un mundo perdido en las inmensidades del vacío, y por más que pensaba y pensaba, no podía comprender la razón de su pensamiento; pero a medida que iba dándole vueltas al asunto en su cansada mollera, llegaba a la conclusión de que ni el tiempo, ni las cosas, ni los hombres, tenían ningún valor para él.
CON motivo de haber baile aquella noche, el salón de «El Cuervo Azul» estaba atestado de gente.
Pero eran pocas las parejas que bailaban, porque la casa sólo tenía seis muchachas contratadas para esos menesteres; claro está que cuando no había baile, oficiaban de camareras, y de vez en cuando alguna de ellas subía al pequeño tablado a destrozar los oídos de los concurrentes con una tonadilla con acompañamiento de acordeón; pero las muchachas tenían otros deberes más importantes que cumplir en «El Cuervo Azul», y eran el de procurar que los clientes las convidasen y hacerles gastar la mayor cantidad posible. De ese gasto, ellas cobraban una pequeña comisión, y la casa era la que se ponía las botas, como vulgarmente se dice, porque en muchas ocasiones las camareras fichaban anís para ellas y bebían agua con un poco de azúcar.
STONE White (Piedras Blancas) era un pueblo dejado de la mano de Dios.
Estaba situado en unas estribaciones de las rocosas, y toda la resaca de la pradera tenía allí su lugar de reunión.
En menos de cinco meses habían muerto otros tantos sheriff s.
Una mañana, los vecinos de Stone White recibieron una inesperada sorpresa.
A la puerta de “La Mascota del Rancho”, el bar mas concurrido de la población, apareció un cartel que decía:
“Se vende este negocio por ausencia de su dueño. Tratar en la Estafeta”.
Todos los comentarios fueron desfavorables para Nicot Rendens, el dueño de “La Mascota”.
SPIDER City era en 1906 un poblado compuesto por una docena de casas, y la mayor de todas, el café de Black Morgan, más conocido por la «Taberna del Marcado», porque Morgan, antiguo filibustero, tenía todo el pecho tatuado.
A unos doscientos metros de la aldea, porque no era otra cosa Spider City, se hallaba la casa de don Olimpo, un hombre recto y cabal, según la opinión ajena, que siempre suele ser la mejor opinión.
La casa de don Olimpo destacaba su vetusta silueta entre los cedros de la loma. Era un edificio de la época colonial, construido de piedra, y que en un día ya lejano sirvió para alojar aguerridas huestes.
AL oeste del Gran Lago Salado se levantan como bastiones infranqueables las montañas de Shyrqus, al fondo de las cuales se extiende verdoso y florido el Valle del Desengaño. Por el centro de este valle se extiende como cintajo interminable la carretera a Barry Bill, población poco importante, pero muy frecuentada por mineros y cazadores.
Más al Norte, en la misma línea fronteriza, está Swamp City, pueblo ganadero que en 1907 gozaba de merecida fama de inhabitable por sus tres garitos y cuatro tabernas, a cuál de peor reputación. Parecía mentira que los siete establecimientos pudiesen subsistir y, sin embargo, no solo continuaban subsistiendo, sino que medraban a ojos vistas.