El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles -guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares- a lo largo del agitado siglo XIX. Tras la caída de Espartero como Regente, y para evitar un nueva Regencia, La Reina Isabel fue declarada mayor de edad a los 13 años y casada a los 16 con su primo hermano Francisco de Asís de Borbón.
El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo XIX. Primer episodio de la Cuarta serie, LAS TORMENTAS DEL 48 hace alusión a los numerosos acontecimientos que recorrieron Europa en 1848 sacudiendo tronos y estados. Las secuelas que de tal borrasca llegaron a España se entreveran en él con el comienzo de las peripecias vitales y sentimentales de José García Fajardo en un Madrid donde una vez más el pueblo llano es el principal protagonista.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. Conocido también como «el Espadón de Loja», el general «NARVÁEZ» afrontó desde el poder, a la cabeza de un moderantismo represivo, las turbulencias que sacudieron toda Europa a mediados del siglo XIX. Continuación de la narración a la que en forma de diario Pepe García Fajardo da comienzo en «Las tormentas del 48», el episodio nos introduce en los medios próximos al Gobierno y a la Corte, con sus esperpénticas camarillas.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. «LOS DUENDES DE LA CAMARILLA» —monjas, religiosos, cortesanos— rodean con sus esperpénticos manejos la corte de Isabel II a mediados del siglo XIX, tratando de imponer los intereses de una orientación política ultramontana. Sus maquinaciones y enredos se prolongan hasta influir en los destinos de esas gentes populares que Galdós tan bien supo captar y retrata.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. «LA REVOLUCIÓN DE JULIO» de 1854 fue el estallido de una situación política insostenible, fruto de un tiempo en que la conspiración, como sugiere Galdós, era prácticamente la ocupación nacional favorita. Interrumpido en el episodio anterior –«Los duendes de la camarilla»– el diario de Pepe Fajardo, proveniente de «Narváez», da ameno conocimiento de los hechos históricos, con los que se entrevera una romántica historia de amor.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. Como ocurriera antes y después con Espartero y Prim, «O’DONNELL» constituyó en sí toda una época en la era isabelina, problemática y pintoresca. A la precaria y difícil situación política sirven de contrapunto en este episodio los vaivenes de Teresa Villaescusa, frívola muchacha perteneciente a la clase media madrileña cuyos vicios y virtudes reflejan los del país.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. Animada por una pequeña trama novelesca, «AITA TETTAUEN» es una completa y verdadera crónica de la «Guerra de África», emprendida por O‘Donnell en 1859 para castigar las frecuentes incursiones marroquíes contra Ceuta y Melilla. La abigarrada ciudad de Tetuán y los moros, judíos y renegados que, dentro de ella, viven su sitio y asalto, se cuentan entre los grandes protagonistas de este movido episodio.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. Reflejado a través del personaje de Juan Santiuste, el episodio titulado «CARLOS VI EN LA RÁPITA» narra cómo Carlos Luis, conde de Montemolín, primo de Isabel II, desembarca en la costa catalana en una intentona calificada tanto de insensata como de romántica por lograr el trono de España.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. Completada desde febrero de 1865 a septiembre de 1867, LA VUELTA AL MUNDO EN LA «NUMANCIA» fue un hecho glorioso que renovó en el siglo XIX las viejas proezas de los antiguos navegantes españoles. Considerada en su momento la joya de la Armada, esta fragata blindada fue destinada de inmediato a la «Guerra del Pacífico», en la que participó destacadamente. Dañada y desprovista de carbón, acabó circunnavegando el globo desde allí. Galdós describe en este episodio la vida marinera, así como tipos y costumbres peruanos.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. Aglutinados en torno a la figura del general Prim, Pérez Galdós agrupa en esta entrega, entreverándolos con las andanzas de sus personajes novelescos, los últimos años del reinado de Isabel II, marcados por las constantes intrigas y conspiraciones, y hechos trágicos como la llamada «Noche de San Daniel» y la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil, fulminantemente represaliados.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. «LA DE LOS TRISTES DESTINOS», como se designó alusivamente a Isabel II, llega en este Episodio al fin de sus días como reina de España. Galdós hace revivir los acontecimientos que abocan a la Revolución poniendo vívidamente ante nuestros ojos la trama de conspiraciones que bulle en los últimos tiempos del reinado, los ambientes de los emigrados españoles en París y Londres, las idas y venidas de Prim y, finalmente, la batalla de Alcolea que obliga a la Reina a dejar España y da el triunfo a «la Gloriosa».
El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo XIX. Primera entrega de la “Serie final”, ESPAÑA SIN REY retrata la España que sucede al destronamiento de Isabel II, en la que se debaten diversos intereses políticos y dinásticos a través de una trama novelesca que se entrevera con los sucesos políticos y el debate parlamentario de 1869, en los que se barrunta ya una nueva guerra carlista.
El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo XIX. La ESPAÑA TRÁGICA de este episodio, turbulenta y sin rumbo, es la que sucede a la Revolución de 1868 y al destierro de Isabel II. La muerte en duelo del infante don Enrique de Borbón a manos del duque de Montpensier y el misterioso asesinato del general Prim son los sucesos en torno a los cuales se urde la acción novelesca de este episodio que se desarrolla en los escenarios madrileños tan gratos al novelista.
El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo XIX. Episodio en el que toma el relevo de la narración el singular Proteo –Tito– Liviano, criatura típicamente galdosiana, AMADEO I narra el fugaz reinado que a lo largo de poco más de tres años ejerció el primer rey constitucional elegido por las Cortes y promovido por las afanosas gestiones del general Prim después de que en 1868 «la Gloriosa» derrocara a Isabel II.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. Proyectado bajo la chispeante mirada de Proteo —Tito— Liviano, típico ejemplar de criatura galdosiana, el presente episodio da cuenta de los primeros meses de vida de «LA PRIMERA REPÚBLICA» —efímera experiencia que, tras la abdicación de Amadeo I, vino a continuar una larga inestabilidad política—, marcados por los continuos cambios de gobierno, las luchas entre facciones políticas y el fenómeno del cantonalismo.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. «DE CARTAGO A SAGUNTO» —del levantamiento del cantón de Cartagena a la proclamación de Alfonso XII en Sagunto, pasando por las Cortes, el asalto y saqueo de Cuenca y el final de la república— es el trayecto que traza Galdós en este episodio, de la mano del peculiar y chispeante Proteo —Tito— Liviano, típica criatura galdosiana que nos acompaña desde «Amadeo I».
El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares a lo largo del agitado siglo XIX. CÁNOVAS personifica la España de la Restauración, de la que fue forjador y mantenedor. Escrito en el mismo tono casi caricaturesco que es común a esta «Serie final», Madrid y sus gentes, mezclándose a una Historia que es casi ya presente, sirven de fondo en esta ocasión a la silueta del fino político malagueño y a los acontecimientos de los primeros tiempos del reinado de Alfonso XII.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. En «GERONA», si bien la peripecia de Gabriel de Araceli prosigue en la medida indispensable para tender un puente narrativo entre el episodio anterior, «Zaragoza», y el siguiente, «Cádiz», el grueso del relato aborda otra gesta de sufrimiento y heroísmo, perfectamente entreverada con un argumento en el que no faltan el amor, el odio, la nota costumbrista o cómica, sobre el fondo de la colectiva resistencia gerundense frente al asedio de las tropas francesas.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. Prisionero de los franceses en «Napoleón en Chamartín», Gabriel de Araceli se fuga y se dirige a Zaragoza para incorporarse al ejército que se está organizando con fuerzas dispersas. El destino lo lleva a ser uno de los valerosos defensores de la ciudad en el segundo y más fuerte de los "sitios". Junto con otros personajes de total creación literaria, Araceli convive con el general Palafox y las demás figuras históricas que realmente intervinieron en la gran gesta popular. A pesar del humor que provocan ciertas expresiones de los personajes, «ZARAGOZA» es uno de los «Episodios Nacionales» más descarnados, donde la guerra arrasa con cualquier esperanza. La enorme resistencia de la ciudad aragonesa impresionó a los ejércitos napoleónicos, que se replegaron al conocer la noticia de su derrota en Bailén, pero que después regresarían para un segundo y definitivo ataque. La batalla dejará una triste realidad: una ciudad totalmente destruida. Zaragoza se convertirá en un lugar fantasmagórico e infecto, donde incluso a los invasores les asusta entrar. A su paso, solamente encuentran ruinas y seres mutilados, que los observan en silencio. Son “padres sin hijos, hermanos sin hermanos, maridos sin mujer”.
El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. Baluarte de la resistencia frente a los franceses, «CÁDIZ» se convierte en síntesis de una nueva España en la que pugnan el deseo de reformar sus instituciones y las posturas tenaces e irreductibles ante el invasor. A través de Gabriel de Araceli, de guarnición en la Isla, Galdós nos da en el presente episodio una visión directa de aquel denso y brillante mundo gaditano en el que se cruzan y entremezclan héroes de ficción y protagonistas históricos.