Emmanuel de Montcuit, cabeza de una próspera familia de ascendencia francesa, se establece en Córdoba en 1876. Con negocios en el mundo del vino, entabla conexiones económicas y políticas con influyentes familias cordobesas como los Alvear o el Conde de Torres Cabrera. En este entorno, sus hijos crecen entrelazándose con estas relaciones y forjando su propio camino, a veces en armonía con el padre y, en ocasiones, generando declarados enfrentamientos. De forma paralela, María y Pepe, empleados de la «Casa del francés», construyen su propio núcleo familiar, reflejando la dinámica de una ciudad de provincias en la Córdoba de finales del siglo XIX. Sus hijos buscan destinos que, de una forma u otra, los conectarán con los descendientes de los Montcuit. Como Carmen, la hija menor, que demostrará que el lugar de las mujeres de su barrio no se limita al que todos quieren reducirla.
Los cuentos de La casa del orgullo están situados en las islas Hawai, «donde la tierra y el mar respiran por turno». Sin embargo, en este paraíso el hombre blanco ha propagado «la palabra de Dios» y «la palabra del Ron», ha introducido un rígido sistema de explotación económica y de segregación racial, y ha traído, sobre todo, enfermedades desconocidas y fatales como la lepra, «la marca de la bestia».
«La casa grande» es el testimonio poético y novelístico de un hecho violento, otro más de los muchos que Colombia ha tenido que padecer a lo largo de toda su historia. La anécdota es la famosa huelga bananera de 1928, cuando los trabajadores de la United Fruit fueron declarados «cuadrilla de malhechores, incendiarios y asesinos» y masacrados por las tropas oficiales, en cifras que nadie pudo nunca determinar. Álvaro Cepeda vino al mundo dos años antes de la matanza, en 1926, y creció rodeado por las historias que contaban los viejos sobre este hecho, que tiempo más tarde novelaría y publicaría en 1962. La construcción de la novela es fragmentaria, como pueden ser los recuerdos; es un collage como pueden ser los sueños; y es desesperanza, es muerte sin sentido que ronda el angosto cauce de la vida. «Todavía no era la muerte: pero llevaban ya la muerte en las yemas de los dedos: marchaban con la muerte pegada a las piernas: la muerte les golpeaba una nalga a cada trance: les pesaba sobre la clavícula izquierda; una muerte de metal y madera que habían limpiado con dedicación».
UN LIBRO DECISIVO EN LA LITERATURA ALEMANA DEL SIGLO XX. Un clásico fundamental en la historia de las letras germánicas de posguerra. Una perfecta radiografía «de esos alemanes inocuos que nunca fueron nazis, pero sin los cuales los nazis nunca hubieran podido hacer su trabajo». La Alemania de este libro no es la de la cruz gamada, los grandiosos desfiles a la luz de las antorchas y las interminables hileras de brazos extendidos. Es la Alemania de Eichkamp, el pequeño suburbio berlinés donde los padres del autor vivieron una vida cívica y apolítica: creían en Dios y en la Ley, respetaban a los «buenos judíos», eran los sensatos y trabajadores herederos de los seculares valores austrohúngaros. El relato de cómo paso a paso fueron seducidos por la visión mesiánica de Hitler e, intoxicados por las promesas del nacionalsocialismo, se entregaron cómodamente a su delirio, conforma un drama aún más escalofriante por su falta de violencia, tanto más condenable por su total ausencia de maldad consciente. La reciente reedición de La casa herida con motivo del centenario del nacimiento de su autor fue saludada en Alemania como todo un acontecimiento. Un libro fundamental en la historia de las letras germánicas de posguerra en el que Krüger no solo relataba con agudeza su propia infancia bajo el Tercer Reich, sino que proponía al mismo tiempo una lúcida radiografía de toda una clase social, de esa pequeña burguesía a la que su familia y él mismo pertenecían, «el prototipo de hijo de esos alemanes inocuos que nunca fueron nazis, pero sin los cuales los nazis nunca hubieran podido hacer su trabajo».
La Casa Vieja y otros relatos es una selección de cuentos cortos entre los que se incluyen varias obras que fueran premiadas en concursos literarios. En la historia que da nombre al libro, dos hermanas experimentan un extraño fenómeno de comunicación a la distancia; en Almuerzo en Chez Antoine tres personajes se preparan para el encuentro con su pasado y lo que pudo haber sido y no fue; en La Tormenta de Sal, una grácil figura femenina enamora a un joven en la laguna cordobesa de Mar Chiquita; en Cenicienta por un día, una mujer paga caro el ser la otra en un triángulo borrascoso; Romance Porteño nos trae la relación dos estudiantes en el marco del Buenos Aires de los años 60 y un viejo Encuentro en el Ávalon hace que dos profesoras de una pequeña ciudad de Ohio todavía intenten superar la sombra de una traición del ayer. “Isabel posee la prodigiosa cualidad de tener oído muy fino para captar los diálogos en forma natural y transmitirlos en sus relatos. Esta habilidad pone al lector de lleno en las situaciones que viven los personajes y el ambiente donde ocurren, sin necesidad de explicaciones, como si uno estuviera ahí, escuchando de primera fuente. Este es un talento poco común y que eleva la prosa a una nueva dimensión, donde el sonido de las palabras es tan importante como su significado”.
¿Qué futuro tiene un país como España donde las casi 80.000 personas que forman la clase política están envueltas en ¿Un país donde la casta política lava los trapos sucios en casa para ocultar abusos, privilegios y corruptelas? ¿Un país cuya legislación carece de una normativa específica para regular los regalos de empresarios a políticos? ¿Un país que permite que los políticos de todos los niveles disfruten de cierta libertad para disponer de dinero público? ¿Un país que ha convertido el Parlamento Europeo en el cajón de sastre para exiliados de la política, enchufados y parientes que utilizan el padrinazgo de los partidos para dar el salto a la política de mejor nivel y a un mejor sueldo? Si quiere saber cómo se mantiene la Casta española y disfruta de los privilegios del poder, sumérjase en las páginas de este libro. Tras su lectura, su visión sobre la política de nuestro país será distinta.
¿Para qué podría servir saber de memoria y recordar con precisión anecdótica, a lo largo de los años, los nombres de las familias del pueblo? Un sábado por la noche, en Pringles, el sesentón fracasado de celibato ya irremediable visita con su madre al amigo rico. Después de la cena, fallida, y tras una extravagante función con juguetes diminutos de complejos mecanismos, podrá comprobar hasta qué punto haberse negado, en la infancia, a esa incomprensible taquigrafía de apellidos, parentescos y vecindades, puede resultar en extrañas danzas de muertos vivos bajo el lunático resplandor de la televisión. En el fondo, siempre, una sed oscura de vida.
Edward, que está casado, celebra una cena para Binny, su amante. Consciente de que le ha negado durante mucho tiempo esas pequeñas intimidades que una esposa da por supuestas, quiere ofrecerle a Binny una oportunidad de sentirse más implicada en su vida y de relacionarse con algunos de sus amigos (los más discretos, por supuesto). Pero las cosas no saldrán como Edward había previsto. Unos visitantes inesperados irrumpirán en la cena y harán que la velada tome un rumbo impredecible. La cena de los infieles ganó el premio Whitbread de novela. En sus páginas se puede disfrutar del humor negro característico de Beryl Bainbridge, gran dama de las letras inglesas.
¿Qué recuerdan los dedos? Si la memoria desaparece, ¿pueden los objetos ayudarnos a reencontrar los recuerdos?
Desde muy joven, Dalia ha trabajado como mecanógrafa, atravesando el siglo XX siempre acompañada de su máquina de escribir portátil, una Olivetti MP1 roja.
Ahora ya anciana, la mujer sufre un ictus que, si bien no resulta letal, eclipsa parte de sus recuerdos. Los recuerdos de Dalia, sin embargo, no se han desvanecido, sobreviven en la memoria táctil de las yemas de sus dedos, de las que solo pueden ser liberados en contacto con las teclas de la Olivetti roja. A través de la máquina de escribir, Dalia recorre así su propia existencia: los amores, los sufrimientos y las mil estratagemas que se utilizan para sobrevivir, especialmente durante los años de la guerra, resurgen del pasado restituyéndole una viva y sorprendente imagen de sí misma, la historia de una mujer capaz de superar décadas difíciles, siempre con la cabeza erguida, con dignidad y buen humor. Sin embargo, un único e importante recuerdo se le escapa, pero Dalia está decidida a encontrarlo siguiendo las pistas que la casualidad, o quizás el destino, ha ido desperdigando a lo largo de su camino.
La narración en busca del recuerdo perdido se enriquece página tras página con sensaciones e imágenes ligadas a curiosos objetos vintage : la protagonista del libro encontrará su memoria también gracias a este tipo de pistas, que aparecen cada vez en lugares inesperados, en una especie de búsqueda del tesoro imaginario, entre la realidad y la fantasía.
La chica desastre de los vestidos de verano consta de poemas y prosas poéticas que conforman, como un mosaico, la imagen de un amor real, con sus luces y sus sombras, con todas las etapas por las que se desarrolla un romance actual, de personas que descubren el amor: seres impulsivos, con la emoción a flor de piel, destacando las virtudes y reconociendo los defectos, sin ocultarlos ni maquillarlos. Textos que hablan de afecto, de desamor, de superación, de creer en las posibilidades de uno mismo, a través del enmarañado camino de las pasiones. E incluye textos nuevos que harán las delicias de sus incondicionales.
Me gusta porque llora como una niña pequeña y ama como una mujer, porque es la más cobarde a la hora de ver una película de terror y la más valiente cuando se trata de apretarme la mano en las dificultades, porque cuando ve una abeja reacciona como si la persiguiera un dinosaurio y cuando la vida la amenaza de verdad aguanta de pie sin la menor dubitación.
Barbijaputa, la tuitera más cañera y feminista de la Red, presenta su primera novela: la historia de Bárbara, una chica miedosa que fingía ser valiente, aunque no demasiado bien. La historia de Bárbara es la historia de una chica compleja, una chica que tiene miedo a demasiadas cosas. Probablemente a más que los demás. Y así, peleando con sus temores como puede y fingiendo ser más valiente de lo que es, consigue por fin realizar su sueño: trabaja como auxiliar de vuelo, conoce a El Hombre Más Maravilloso Del Mundo (EHMMDM), visita países exóticos, gana más dinero que en toda su vida… Pero algo no le cuadra. ¿Qué puede estar fallando? Con humor, ternura y una buena dosis de realidad social, la tuitera más famosa de la Red, bien conocida por sus tweets feministas y de ácida crítica, nos brinda una reflexión sobre el rol femenino en un relato de amor y amistad. «Lo he vuelto a hacer. He vuelto a fingir que no tengo miedo, que soy valiente, que no me hormiguean las manos y no tengo el corazón latiéndome en el cerebro, que no he ido al baño tres veces y quiero ir una cuarta. Y disimulo también que, si no me he dejado llevar por el pánico, es solo porque tengo miedo de que nadie pueda traerme de vuelta a la cordura. […] “Mi miedo al miedo es algo que, si consigo salir con vida de aquí, debería trabajar”, me reconozco a mí misma mientras salgo de nuevo a la cabina de pasajeros, sonriendo mecánicamente».
Etgar Keret nos ofrece unos cuentos muy cortos que se suceden al ritmo trepidante de la vida israelí, revelando una realidad insoportable y conmovedora a la vez: la de una sociedad que intenta distanciarse del absurdo de los conflictos bélicos de la región. Los cuentos de Keret nos provocan violentas risotadas por sus profundas inmersiones en el humor más negro y su enorme ironía. Moviéndose entre la vida corriente y la fantasía, expresan su disconformidad e incomodidad ante la realidad, hablan de la violencia, de la debilidad humana, de perdedores sin ambiciones, de soñadores que todavía creen poder cambiar el mundo y, también, de la generación de los treintañeros incorregiblemente apegados a la infancia, y todo ello en un lenguaje coloquial, precipitado y natural en el que se reconocen las técnicas del pastiche, del kitsch y del vídeo clip.
Lucha por aquello que quieres. Los protagonistas de estas incríbles historias lo hicieron y, como podrás descubrir, cuando se ama con fuerza, se gana la batalla.
Publicado en 1979 por Gonzalo Millán desde el exilio en Quebec, Canadá, y editado en Chile sólo 15 años más tarde, La ciudad es, ante todo, un testimonio poético crudo y despojado de metáforas de la experiencia colectiva y cotidiana de la dictadura. En un código que anuncia la estética del videoclip, el poemario despliega una sucesión de imágenes que transitan sin respiro, como un galope incesante y vertiginoso que, sin embargo, no conduce a ninguna parte: es la crónica de una ciudad cuya conciencia aparece repentinamente suspendida, avasallada por el miedo y oscurecida bajo la sombra del Anciano, una suerte de poder absoluto y omnisciente que invade los niveles públicos y privados de la realidad.
Según el crítico Mariano Aguirre, La ciudad es «un poema emblemático porque construye un espacio que cierra un modo de convivencia ciudadana y avizora otro en que las relaciones humanas se prevén fuertemente alteradas por el ejercicio de un poder ignominioso». Considerando que su escritura fue iniciada en septiembre de 1973, inmediatamente tras el golpe militar, el texto cobra, en efecto, un valor auténticamente profético, al tiempo que suscribe un compromiso irrecusable con la coyuntura político-histórica de la que brotó.
No era fácil resistirse al contoneo de Yumi mientras limpiaba, cocinaba o planchaba, en compañía de Isaac, el Médico, los Van Van y Vienen, Orisas, Lucrecia, la que vive en España, me decía. Yo le contestaba que nunca había conocido a alguien que disfrutara tanto con el trabajo de la casa como ella. Una condena, el trabajo doméstico, opinaban con razón nuestras abuelas y madres, cargadas de críos, las sufridas amas de casa, sin vacaciones ni domingos, obligadas y sin paga. Ahora era una de ellas, aunque no lo pareciera.
«La Ciudad de las Damas», considerada una clara anticipación del feminismo moderno, corona una obra que cultiva la poesía, la historia y los temas moralizantes. La argumentación sorprende por su modernidad, abordando temas como la violación, la igualdad de sexos, el acceso de las mujeres al conocimiento, etc., que convierten a este libro en una obra capital para la historia de las mujeres y para el pensamiento occidental en el alba de los tiempos modernos.
‘La ciudad de los tísicos’, novela corta o «crónica poemática», pertenece a la primera etapa del proceso artístico de Abraham Valdelomar. Fue publicada en Lima, en doce entregas de la revista Variedades, entre el 24 de junio y el 16 de septiembre de 1911. Pese a la aún notoria influencia de Gabriele D’Annunzio, el autor da cuenta ya de su ímpetu experimental y vanguardista, de su exquisitez y sensualidad en la expresión, que serán una constante en su obra. De estructura fragmentada y corte esteticista, la novela establece un conmovedor contrapunto entre la Lima de comienzos del siglo XX —una ciudad plena de perfumes y requiebros pretenciosos, encorsetada en tradiciones forjadas en tiempos de la Colonia— y un pueblo, al que el narrador llama simplemente B., habitado por tuberculosos. En B., la inminencia de la muerte, lejos de sumir a sus residentes en el abandono o la desesperación, da origen a una atmósfera de dulce y refinada melancolía. Atisbamos así un mundo carnavalesco, farsesco, pero no por eso impostado; un mundo al revés, donde el amor se puede realizar de modo pleno, sin obstáculos, pues cada día puede ser, literalmente, el último.
Este ensayo está escrito durante su estancia en la Ciudad de Nueva York. El autor explica el novedoso arte de la publicidad: «la cultura que está naciendo de la confluencia de razas y de pensamiento humano en esta isla del Hudson», reflexiona sobre la relación de los neoyorquinos con el tiempo. También observa el movimiento que se desarrolla en la Gran Estación Central o en la Estación de Pensylvania que llama «los templos del Moloch de Manhattan, que es el tiempo». Arturo Uslar Pietri nos habla de la Nueva York que inunda los sueños de personas de todo el mundo. Es el lugar donde todos llegan en busca de fama y fortuna pero al que nadie realmente pertenece. Todos están de paso en Nueva York. Además de La ciudad de nadie, este libro contiene también los ensayos de viajes: El otoño en Europa y Un turista en el Cercano Oriente
La ciudad invencible es una cartografía personal de Buenos Aires. Es en esta ciudad, y no en otra, donde una escritora uruguaya recibe la noticia de la muerte de su padre. Mientras recorre las calles, ella busca esquinas donde cultivar recuerdos que no se relacionen con «la Rata», el exnovio violento al que denunció por maltrato. Esta novela, en la que el vértigo del recién llegado se encuentra con nuevos afectos, es una forma de apropiarse de un territorio y entregárselo al lector a través de una mirada aguda y desgarrada.
Esta novela corta de formato epistolar fue publicada en Lima, en cinco entregas de la revista ‘La Ilustración Peruana’, entre abril y mayo de 1911. ‘La ciudad muerta’ tiene una fuerte influencia del modernismo y el decadentismo, corrientes entonces en boga. Es particularmente notoria la huella de Gabriele D’Annunzio (el título fue tomado de una tragedia suya publicada en 1898). Pese a su atmósfera irreal y fantasmagórica, el crítico Luis Alberto Sánchez señala: «Lo más importante del caso Valdelomar consiste, empero, en su sensibilidad, fantasía y adjetivación. Esta última se alza contra el epíteto y prefiere la pluralidad asediante a la certera unicidad. En cuanto a lo primero, se pone de manifiesto una impresionante capacidad plástica. En cuanto a lo segundo, a la fantasía, hay en ella algo que me atrevería a calificar de adorable ingenuidad estética» (‘Valdelomar o la Belle Époque’, 1968).