Daniele es un joven poeta en profunda crisis, trastocado por una «enfermedad invisible» que le ha generado una fuerte dependencia del alcohol y ha arrastrado a su familia a habitar un infierno. Sin embargo, la oportunidad de un trabajo en el servicio de limpieza en un hospital pediátrico de Roma abrirá una perspectiva nueva en su vida. El hospital se convertirá para Daniele en una casa particular, en la que irá encontrando miradas que le herirán y le empujarán a plantearse preguntas incómodas sobre el sufrimiento y el dolor. Pero que también le brindarán respuestas.
La vida y carrera de Miranda es una montaña rusa. Su ascenso meteórico como influencer en la industria del bienestar y estilo de vida se ha convertido en una caída humillante después de promover unos productos controvertidos. Está desesperada por huir de los haters y trolls que la avergüenzan por todo internet. Es entonces cuando recibe una carta de un primo que la sumergirá en un oscuro misterio familiar. La curiosidad por saber más sobre su familia, a la que no conoce prácticamente, ya que su madre murió cuando era una niña, y su necesidad de huir, la llevan a Barnsley. Allí la casa familiar es ahora un pequeño hotel regentado por Daphne, la mujer de su tío Max, que es la nueva novia de La Casa de las Novias (en honor al título del libro de su madre que las hizo famosas, a la casa y a ella). Pero la casa no es lo que espera. El destino lujoso y ganador de varios premios de restauración ya no existe y nadie sabe dónde está Daphne. ¿Qué ha pasado en la casa? ¿Qué oscuras mentiras esconde La Casa de la Novias?
A principios del siglo XX, entre los verdes campos de los viñedos aragoneses, se alza la noble casa de la familia Prado de Sanchís. Cuando Manuela empieza a trabajar como sirvienta, sabe que ésta es su única oportunidad para escapar del destino miserable que le ha sido impuesto por su origen humilde. Entre los celos y los conflictos familiares —y esquivando la mirada vigilante de la señora de la casa—, Manuela se entrega a un amor prohibido que dará un vuelco a su vida y la obligará a luchar más que nunca para labrar su propio futuro. Años después, cuando Manuela parece haber superado sus difíciles recuerdos de juventud, un gran secreto saldrá a la luz. Será entonces cuando ella deba desenterrar un pasado lleno de esfuerzo, amor y pasión.
Clara Laguna es una hermosa adolescente de un pueblo castellano de principios del siglo XX. Cuando se enamora perdidamente de un hacendado andaluz , su madre, una hechicera tuerta, la previene de la maldición de las Laguna: están condenadas a sufrir el desamor. Así , el hacendado la abandona tras quedarse embarazada y Clara, ciega de rabia, abre un burdel en la casona roja, a las afueras del pueblo. Allí da a luz a Manuela, una niña fea y marchita... Una historia mágica y fascinante, llena de pasión, odio, venganza, amor y tragedia, en la linea de las grandes sagas familiares de la literatura. Un original estilo literario en el que el realismo mágico se torna castellano y la escritura derrocha imaginación y poesía en cada frase.
La casa de los lobos narra el resentimiento, el odio y la venganza de hombres y mujeres durante los primeros días de la guerra civil española, sin importar la condición política o los ideales por los que dicen luchar. En la novela emergen los ocultos anhelos de los personajes, enfrentados a su propio destino sin saberlo: el joven miliciano, hijo de una prostituta, que busca redimir las afrentas de su madre; el juez y cacique del pueblo, obsesionado por el recuerdo lascivo de una criada que lo inició en el placer; el antiguo jornalero que pretende vengar a sangre y fuego sus eternas humillaciones; el falangista cruel y frío que desprecia la vida, ocultando su odio bajo proclamas justicieras; la hembra de alcurnia, salvajemente violentada, que llegará a ser la ejecutora de su venganza; el profesor idealista desbordado por la furia salvaje de todo un pueblo... se asoman a estas páginas para mostrarnos el paisaje más amargo del alma española. Pero bajo el mal emergen, a veces tan sólo como un destello, la piedad y el amor, la esperanza en el futuro y la reconciliación.
Una espléndida interpretación de la Orestíada de Esquilo, por el autor de Brooklyn y Nora Webster. Colm Tóibín retoma la única obra conservada del teatro griego antiguo y la revisa con maravillosa sensibilidad, centrándose en la historia de Clitemnestra, una mujer audaz, capaz de usar los instintos más lujuriosos para orquestar su venganza y defender su rol de madre.
La casa de los náufragos (Boarding home) es un viaje a los rincones más sombríos de la condición humana y pocos son los que permanecen indiferentes ante esta visión. Humillaciones, suciedad, hedor y abusos físicos conforman el escenario donde pasa sus días el escritor William Figueras a su llegada a Miami tras su exilio cubano, enfermo de los nervios y en la atmósfera asfixiante de un refugio de indigentes. Las relaciones entre sus habitantes se trazan sobre la rutina más primitiva, pues éstos están condenados a reproducir a perpetuidad los estadios del ciclo de vida animal, y así el «hogar» se convierte en un infierno en esta apocalíptica novela considerada por muchos un clásico de la literatura cubana. Pocos escritores cubanos encarnan, como Guillermo Rosales (La Habana, 1946 - Miami, 1993), el paradigma de la frustración, el fulgor del genio. Destruyó la mayor parte de su obra y, en 1994, después de su muerte, se publicó su novela El juego de la viola.
«La casa del páramo» fue publicada como cuento de Navidad a finales de 1850 y, respetuosa con el género, Elizabeth Gaskell compuso una hermosa historia de amor campestre, con un cuadro potente de virtudes y vicios y una apelación al sentimiento de buena voluntad. Maggie Browne, su heroína, vive con una madre indiferente y un hermano ambicioso que la considera una jovencita «enjaulada en el campo, rodeada siempre de la misma gente». Después de luchar por superar las diferencias sociales que la separan de su amor —el heredero de un terrateniente—, se verá empujada a un supremo sacrificio para salvar a su propia e ingrata familia. «Este pequeño volumen —escribiría Charlotte Brontë— tiene un bello comienzo, adquiere fuerza en su desarrollo, y concluye con «pathos»». Swinburne vio en él un precedente claro de «El molino del Floss» de George Eliot. Combinando elementos de cuentos de hadas con recursos de melodrama y una romántica observación de la naturaleza, Gaskell ahonda además en los entresijos de la vida doméstica, y muestra cómo el amor y la bondad pueden ser armas de doble filo, a menudo utilizadas con fines innobles. «¡Conocemos tan poco la verdadera realidad de aquellos hogares que visitamos como amigos íntimos!», dice la narradora de estas páginas y se propone, con fortuna, entrar allí donde las apariencias y presuposiciones desvelan sus conflictos y sus secretos…
Luego de la muerte del dictador Francisco Franco, Consuelo regresa a España en busca del pueblo de sus raíces, del que recuerda muy poco. En tiempos de la guerra civil, cuando ella era una niña, su familia tuvo que emigrar a México. Ahora, sin embargo, al llegar al pueblo, consuelo se encuentra con un muro de sospechas y mentiras, además, con los viejos rencores que aún despierta el recuento de las atrocidades que republicanos y falangistas cometieron durante la guerra. Consuelo irá descubriendo los hechos terribles que acabaron con su familia, se enterará de que hay una herencia no reclamada que le corresponde y entenderá por qué hay gente que la necesita ver muerta. Esta estremecedora novela presenta el retrato de una mujer en una encrucijada de odios y venganzas, y demuestra por qué Elena Garro, la autora de los recuerdos del porvenir (premio Xavier Villaurrutia 1963), es la más grande escritora mexicana del siglo xx.
En "La casa solariega" (también conocida como "La familia Polaniecki"), Sienkiewicz nos relata la vida y costumbres de la sociedad polaca a fines del siglo XIX, con su tipismo, sus defectos y sus virtudes, que se personifican en Marina y Polaniecki y su relación afectiva.
Un desencantado treintañero, superviviente de su propia juventud, tiene con un socio más o menos alcohólico una pequeña agencia de publicidad y traducciones. En una de sus campañas publicitarias ha publicado una fotografía que lo pondrá en el punto de mira de un poderosísimo grupo industrial, verdadero imperio económico y también político. Y a partir de aquí, se verá lanzado a una ardua investigación, digna de las mejores novelas policíacas americanas: antes de un mes debe encontrar el lugar donde fue hecha la fotografía y el animal que aparece en ella. Si no lo hace le convertirán en un paria en su propia sociedad. El lector, junto con el protagonista, se internará en esta búsqueda del carnero mítico que, cuando es mirado por alguien a quien él elige, posee al espectador. Un carnero que —dice la leyenda— se apoderó de Gengis Khan y que tal vez no sea más que la encarnación del poder absoluto
Dos parejas se han citado a cenar en un moderno y exclusivo restaurante de Ámsterdam. Mientras saborean el aperitivo y charlan con aparente despreocupación sobre la última película de moda y sus planes para las vacaciones, son conscientes de que, tarde o temprano, deberán abordar el incierto y acuciante asunto que los ha llevado a reunirse. Tras cosechar un éxito inmediato y arrollador en Holanda —copó las listas de bestsellers, y ya ha vendido más de 340 mil ejemplares—, La cena ganó el Premio del Público y fue declarado Libro del Año 2009
Edward, que está casado, celebra una cena para Binny, su amante. Consciente de que le ha negado durante mucho tiempo esas pequeñas intimidades que una esposa da por supuestas, quiere ofrecerle a Binny una oportunidad de sentirse más implicada en su vida y de relacionarse con algunos de sus amigos (los más discretos, por supuesto). Pero las cosas no saldrán como Edward había previsto. Unos visitantes inesperados irrumpirán en la cena y harán que la velada tome un rumbo impredecible. La cena de los infieles ganó el premio Whitbread de novela. En sus páginas se puede disfrutar del humor negro característico de Beryl Bainbridge, gran dama de las letras inglesas.
Mariona Rebull, es el primer título de una pentalogía titulada La ceniza fue árbol, compuesta, además de ésta, por las novelas El viudo Rius, Desiderio, 19 de Julio y Guerra Civil. Los personajes de estas novelas son seres típicos —o mejor prototípicos— de esa sociedad barcelonesa que se tomó en serio el juego del trabajo y levantó de la nada una urbe industrial de primer rango. Sin embargo, no mana de ahí el secreto de lo obra agustiniana, ni de la reconstrucción fiel de una época, el 1900. El manantial de su encanto, de su poesía y a la vez de su descarnado realismo, brotan de una vena subterránea: como en todos los grandes escritores realistas, la narrativa y la descripción excluyen la presencia del autor con su respiración y su ritmo entrecortado, pasando a ser los mismos personajes, los mismos objetos, el mismo sol y la misma naturaleza quienes hablan. Estas célebres novelas de Ignacio Agustí constituyen, además de un serio y penetrante estudio de la idiosincrasia catalana, en sus virtudes y humanas limitaciones, un entronque con la tradición novelística de Galdós o Alarcón. Pero en nuestro autor palpita una preocupación que lo vincula como hombre de su época: es un pulso sensible a la inquietud y a la marea de tipo social, reseñada no como parte interesada o neutral ni, menos aún, con lo fría actitud del historiador, sino con humana vibración que no puede ocultar una raíz cristiana. Mariona Rebull fue publicada en 1943 con gran éxito, y es la crónica social de una época a la vez que una historia de amor con dos partes claramente diferenciadas: el noviazgo entre Joaquín Rius y Mariona y el matrimonio que fracasa y deriva en adulterio femenino, uno de los temas de la novela del siglo XIX, que el autor recupera, poniendo especial énfasis en los tres personajes del triángulo: el marido austero y aburrido, la mujer insatisfecha y soñadora y el amante frívolo y vividor.
El viudo Rius, es el segundo título de una pentalogía titulada La ceniza fue árbol, compuesta, además de ésta, por las novelas Mariona Rebull, Desiderio, 19 de Julio y Guerra Civil. Los personajes de estas novelas son seres típicos —o mejor prototípicos— de esa sociedad barcelonesa que se tomó en serio el juego del trabajo y levantó de la nada una urbe industrial de primer rango. Sin embargo, no mana de ahí el secreto de lo obra agustiniana, ni de la reconstrucción fiel de una época, el 1900. El manantial de su encanto, de su poesía y a la vez de su descarnado realismo, brotan de una vena subterránea: como en todos los grandes escritores realistas, la narrativa y la descripción excluyen la presencia del autor con su respiración y su ritmo entrecortado, pasando a ser los mismos personajes, los mismos objetos, el mismo sol y la misma naturaleza quienes hablan. Estas célebres novelas de Ignacio Agustí constituyen, además de un serio y penetrante estudio de la idiosincrasia catalana, en sus virtudes y humanas limitaciones, un entronque con la tradición novelística de Galdós o Alarcón. Pero en nuestro autor palpita una preocupación que lo vincula como hombre de su época: es un pulso sensible a la inquietud y a la marea de tipo social, reseñada no como parte interesada o neutral ni, menos aún, con lo fría actitud del historiador, sino con humana vibración que no puede ocultar una raíz cristiana. El viudo Rius, publicada en 1944, continúa el relato de la saga, seis años después de la muerte de Mariona, con un Joaquín solitario, plenamente dedicado a sus negocios y a la tutela de su hijo Desiderio. La narración contiene una crónica que abarca desde 1899 hasta 1909 con las primeras crisis organizadas de la empresa textil, las luchas laborales, el triunfo político de la «Solidaritat catalana», acabando poco después de la Semana Trágica de 1909.
Desiderio es el tercer título de una pentalogía titulada La ceniza fue árbol, compuesta, además de ésta, por las novelas Mariona Rebull, El viudo Rius, 19 de Julio y Guerra Civil. Los personajes de estas novelas son seres típicos —o mejor prototípicos— de esa sociedad barcelonesa que se tomó en serio el juego del trabajo y levantó de la nada una urbe industrial de primer rango. Sin embargo, no mana de ahí el secreto de lo obra agustiniana, ni de la reconstrucción fiel de una época, el 1900. El manantial de su encanto, de su poesía y a la vez de su descarnado realismo, brotan de una vena subterránea: como en todos los grandes escritores realistas, la narrativa y la descripción excluyen la presencia del autor con su respiración y su ritmo entrecortado, pasando a ser los mismos personajes, los mismos objetos, el mismo sol y la misma naturaleza quienes hablan. Estas célebres novelas de Ignacio Agustí constituyen, además de un serio y penetrante estudio de la idiosincrasia catalana, en sus virtudes y humanas limitaciones, un entronque con la tradición novelística de Galdós o Alarcón. Pero en nuestro autor palpita una preocupación que lo vincula como hombre de su época: es un pulso sensible a la inquietud y a la marea de tipo social, reseñada no como parte interesada o neutral ni, menos aún, con lo fría actitud del historiador, sino con humana vibración que no puede ocultar una raíz cristiana. Desiderio, publicada en 1957, desarrolla su trama entre 1914 y 1916, coincidiendo con la guerra en Europa y la prosperidad derivada de la neutralidad española en la contienda. En el relato destacan por su fuerza y personalidad las figuras femeninas que cruzan por la vida de Desiderio, sobre todo dos de ellas, la francesa Jeannine y Crista Fernández. Esta última será el eje del famoso episodio de un baile de Carnaval, en el que conseguirá el propósito que tanto lleva persiguiendo.
19 de Julio es el cuarto título de una pentalogía titulada La ceniza fue árbol, compuesta, además de ésta, por las novelas Mariona Rebull, El viudo Rius, Desiderio y Guerra Civil. Los personajes de estas novelas son seres típicos —o mejor prototípicos— de esa sociedad barcelonesa que se tomó en serio el juego del trabajo y levantó de la nada una urbe industrial de primer rango. Sin embargo, no mana de ahí el secreto de lo obra agustiniana, ni de la reconstrucción fiel de una época, el 1900. El manantial de su encanto, de su poesía y a la vez de su descarnado realismo, brotan de una vena subterránea: como en todos los grandes escritores realistas, la narrativa y la descripción excluyen la presencia del autor con su respiración y su ritmo entrecortado, pasando a ser los mismos personajes, los mismos objetos, el mismo sol y la misma naturaleza quienes hablan. Estas célebres novelas de Ignacio Agustí constituyen, además de un serio y penetrante estudio de la idiosincrasia catalana, en sus virtudes y humanas limitaciones, un entronque con la tradición novelística de Galdós o Alarcón. Pero en nuestro autor palpita una preocupación que lo vincula como hombre de su época: es un pulso sensible a la inquietud y a la marea de tipo social, reseñada no como parte interesada o neutral ni, menos aún, con lo fría actitud del historiador, sino con humana vibración que no puede ocultar una raíz cristiana. 19 de Julio, publicada en 1965, nos ofrece el elocuente contraste entre la superficie del mundo barcelonés, disuelto en las tertulias y en los círculos sociales de la burguesía, y la realidad social, más honda, personificada en unos tipos singulares y que calan en la conciencia del lector. Se dibujan con línea precisa los dos polos que se enfrentarían luego en la contienda civil. En medio de estos hechos, destaca la disensión conyugal de Desiderio y Crista, envueltos en la ola de superficialidad de los años, símbolos de un divorcio que no era de coyuntura personal, sino el espectro de una disolución más íntima de la sociedad española.
Ignacio Agustí cierra con Guerra Civil la serie de novelas que empezó con Mariona Rebull y que constituyen la saga La ceniza fue árbol. Esta novela es la conclusión de un período de la historia de Barcelona y de la vida del fabricante Joaquín Rius. Tiene, por lo tanto, una contextura, epilogal, conclusiva; es como el término de un prolongado vuelo a través del tiempo. A medida que se acerca a su desenlace, la novela planea sobre una extensión de sucesos; la historia se acerca a su final con el aplomo y la pausa que reclamaban los grandes acontecimientos transcurridos. Todas las figuras en ella conocidas asisten a la irremisible conclusión de su andadura; todas cruzan la terrible ocasión de la guerra civil, se anegan como náufragos que bracean para sobrevivir. De entre todos estos personajes destaca el más joven de los Rius, Carlos, que en compañía de Miguel Llobet puede decirse que protagoniza esta novela. A él incumbe la misión de reivindicar la vieja empresa familiar una vez que se ha despojado de las prendas militares. Y es él quien enlaza con la sangre de los Llobet, para hacer de las dos una sola estirpe. Pero quien, presente o no, sigue dominando y presidiendo la acción de la novela es el viejo y admirable Joaquín Rius, el viejo tronco de la raza, capaz de conmover al lector con los rasgos antiguos y de conducirle hasta el fin con la apostura misma de sus años mozos. Las figuras y los dramas que concurren alrededor de la acción principal —las peripecias de Blanca y Máximo hasta su trágico y terrible final, las de Evelina Torra y Rita Arquer, la de Pepa Cortina, la de Matías Palá y la del político Borredá, la de Josefina y los suyos, la de Crista y hasta la del propio Desiderio, emigrado en París— sirven de contrapunto a la gigantesca creación humana y social que es Joaquín Rius, que con este libro emprende definitivamente su vida perdurable.
Se considera la mejor narración de Zeno Gandía y una obra indispensable dentro de la cultura caribeña. En la trama de la novela se mezclan intrigas de diversa naturaleza: la conjura del cruel campesino Gaspar, su mujer Silvina y el convicto Deblás para robar a Andújar, el abusivo comerciante del pueblo; la relación amorosa entre Silvina y Ciro; las complicaciones de Marcelo, otro campesino, y la madre de Silvina en la muerte accidental del Deblás a manos de los conjurados; la confesión de Marcelo al hacendado Juan del Salto y las cavilaciones de este sobre la conducta moral de los campesinos, etc. Todas estas historias ocurren con el trasfondo de la vida diaria en una hacienda cafetalera en la zona montañosa de la isla, y están presentadas como un contrapunto de dos mundos conectados y aparte: el de los ricos hacendados y el de los pobres campesinos que trabajan en ellos. Juan del Salto y Silvina encarnan, con sus tribulaciones y sus sueños, esos destinos divergentes y funcionan como los focos de la estructura narrativa. El título funciona como la metáfora de un país estancado, paralizado por el atraso, la ignorancia y la injusticia. El cafetal de la montaña, el campesinado, las diferentes tendencias del pensamiento de la época: todo está recogido en esta novela. Enmarcada dentro del naturalismo, «La charca» es mucho más que una muestra de este estilo literario. Constituye un clásico de la literatura puertorriqueña.
¿Y si el acontecimiento más terrible de tu vida fuera también el comienzo de algo hermoso?Avery ama el agua. Es parte del equipo de natación de la universidad, al igual que su novio Lee, y aunque en ocasiones se siente demasiado presionada, su vida es casi perfecta. Sin embargo, todo cambia cuando el avión en el que viaja de San Francisco a Boston se estrella junto a un lago en las Montañas Rocosas. Solo sobreviven ella, un compañero de equipo llamado Colin y tres niños.De regreso con su familia, Avery intenta superar lo ocurrido, aunque no puede olvidar esa traumática experiencia. Por esa razón y con el objetivo de recuperar su vida, decide alejarse de Colin y de los tres pequeños. Pero sus instintos han cambiado y el agua, que antes se sentía como su hogar, solo le provoca miedo. ¿Cómo hacer que todo vuelva a la normalidad? Quizá solo reviviendo aquellos días pueda atar los cabos sueltos de su pasado.