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Bolsilibros - Colección Vaqueros (Ed. Cies) 43. Cogido en el cepo, de W. Martyn

Aventuras, Novela

Con un gesto de mano, indicó a los tres peones que se deslizasen por el estrecho atajo, en tanto él con los otros dos, se lanzaban por el sombrío cañón, una angosta fisura de altas paredes de granito que se levantaban casi a pico y no permitían apenas el paso del reflejo solar al fondo. Young iba en vanguardia con el rifle atravesado sobre la silla en previsión de una sorpresa. Temía que los abigeos, al verse descubiertos, la emprendiesen a tiros para poder escapar y no estaba dispuesto a dejarse sorprender.


Bolsilibros - Colección Vaqueros (Ed. Cies) 48. El peso de la ley, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

PATRÓN, Ken Burney, el hijo de Jim Burney, dice que desea hablar con usted. Jake Mansford, el ranchero, quedó tenso al oír el anuncio, había oído hablar algo sobre la vuelta al poblado de Ken, pero lo que menos podía sospechar, era que tratase de entrevistarse con él.


Bolsilibros - Colorado 1. Expoliadores en Montana, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Los pocos clientes que aquella mañana mataban su ocio en la taberna de Jack «El Rojo», en Billings, importante poblado de la parte casi central del Estado de Montana, se sentían un poco sobrecogidos y acobardados, por la actitud de un extraño cliente, que, sentado en un rincón del establecimiento, tenía ante sí una mísera copa de aguardiente. Era un hombre que andaría frisando los veintiocho o los treinta años. En su rostro moreno, casi cetrino, tostado por el sol y el aire, acusaba huellas que lo mismo podían ser de sufrimiento que de hambre. Era un hombre de excelente musculatura y bien conformado esqueleto.


Bolsilibros - Colorado 6. Trágico botín, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Al término de seis agobiadores años de encierro en la prisión del Estado en Rock Spring, Edmund Naud iba a ser puesto en libertad. Su conducta mansa y sumisa durante aquel largo período, le había valido una rebaja de la mitad en los doce años de prisión que le echaran sobre sus robustas espaldas y, cumplidos éstos, la justicia magnánima, le devolvía la libertad y le reintegraba al seno de la sociedad, aunque esta gracia conseguida por su buen comportamiento no le limpiase de la tara de haber sido condenado por ladrón. 
Su acción había sido audaz y espectacular. Tras una laboriosa preparación para no errar en el golpe, pudo reunir todos los difíciles cabos para perpetrar el hecho, pues no era tarea fácil asaltar el Banco de Rawlins, y alzarse con cincuenta mil dólares que en el momento del robo habían quedado depositados en la caja fuerte. Pero Edmund había poseído ingenio y paciencia para organizar el robo.


Bolsilibros - Colorado 27. Algún día nos encontraremos, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Kid Corbell había descendido del caballo laxo y sudoroso, para sentarse al pie de un ribazo debajo de un magnífico castaño de frondosas ramas. Era la hora del mediodía, la más dura del verano y el sol caía a plomo encendiendo en oro fundido el paisaje reseco a causa de la falta de lluvia. 
De vez en vez, Kid se pasaba la lengua por los resecos labios y se palpaba el bolsillo interior del chaleco, donde en apretados billetes guardaba la bonita fortuna de veinte mil dólares, que de un modo azaroso y no exento de peligro, la fortuna le había ofrecido la noche anterior.


Bolsilibros - Colorado 39. El que la hace la paga, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

AUGUST Wagenseil, presidente de la prestigiosa empresa “Oklahoma Oil Company”, cuya sede, por razones comerciales, se hallaba establecida en Tulsa, había dado orden de que en tanto él no llamase, no fuese interrumpido para nada. 
Tenía una visita muy importante; una visita que podía resolverle muchas dificultades y que precisamente para que el éxito pudiese ser obtenido rápida y rotundamente, debía ser mantenida en secreto.


Bolsilibros - Colorado 49. Los pistoleros, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Stanley Smith era uno de los hombres «duros» que el Oeste daba con alguna frecuencia. 
Había conseguido hacerse respetar y temer en una ciudad como Dodge, en la que durante meses se dieron cita los peores gun-men de la Unión. 
Hasta su designación como sheriff , este cargo era transitorio. 
En un año, la revuelta ciudad, llegó a conocer hasta siete distintos. 
De estos siete, cinco fueron enterrados. Los otros dos habían abandonado el cargo por presiones presumidas, pero que no llegaron a conocerse. Y salieron de la población para no regresar más a ella.


Bolsilibros - Colorado 85. Sonó la hora del plomo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

El calor era excesivo. Una vaharada constante se levantaba del piso arenoso y seco. A la Posta iban acudiendo los curiosos. Todos ellos en silencio. Y en vez de colocarse ante la misma Posta, lo hacían a distancia. Frente a acuella, había un bar y la característica taberna de Moe.


Bolsilibros - Colorado 87. Un tercero en discordia, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

De los muchos y explosivos acontecimientos que estaban conmoviendo la turbulenta ciudad de Dallas, ninguno tan expresivo y quizá decisivo para la vida del poblado como el que aquella noche se iba a desarrollar en el pequeño despacho del «Club Park», enclavado en el centro de la populosa Lemar Street, a muy escasa distancia del curso del río Trinity, que se deslizaba manso y espejeante al lado oeste de la calzada, y el cual podía ser contemplado desde las amplias ventanas de la sala de juego del club.


Bolsilibros - Colorado 104. Así lo quiso el destino, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El rodeo en el rancho de Fergus Craske había concluido exactamente a las seis y cuarto de la tarde anterior y la agotadora faena, que había durado quince días interminables de esfuerzos y trabajo, no pudo ser más halagüeña en su resultado, pues se habían recogido muchas reses medio perdidas por parajes insospechados, se habían recontado y marcado las crías en un número bastante crecido y el balance arrojaba dos mil reses más de la cuenta, a base de aquel expurgo y aquel aumento de natalidad.


Bolsilibros - Colorado 114. ¡Vaqueros tenían que ser!, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Cuando el tren se detuvo en la estación de Clarkie, en el Estado de Idaho frente a la parte montañosa de Bitter Root, en cuyas cresterías y sinuosidades rumiaban grandes rebaños de lanudas por ser aquella una parte del Estado más rica en ganado lanar, un viejo se acercó al vagón del que descendía su sobrino Ike Baxter, y extendiéndole sus ya poco enérgicos brazos, le abrazó murmurando: 
—Gracias, Ike, por tu visita. Ya creía que nunca más te volvería a ver, y es para mí un consuelo poder verte, aunque sea ésta la última vez que nos encontremos juntos.


Bolsilibros - Colorado 146. Nobleza obliga, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Los elementos básicos que sirvieron para la prosperidad y engrandecimiento de los Estados Unidos, sobre todo en la última mitad del pasado siglo, descansaron sobre tres poderosos pilares que lo significaron todo para ese florecimiento colosal de la nación. 
Estos tres pilares fueron los astados, las ovejas y el trigo. 
La gran demanda de carne para satisfacer a tantos estómagos bien dotados, la necesidad de grandes partidas de lana para las exigencias de las industrias y de los ciudadanos y la apremiante demanda del trigo como indispensable complemento para la alimentación, hicieron que cada uno de los diversos sectores que explotaban estas tres ramas de la producción, se esforzaran en aumentar y expansionar sus rebaños o sus sembrados, sin más cortapisas que las que los imponderables pudiesen oponer a tales ambiciones.


Bolsilibros - Colorado 152. El secuestro de Leo Shafer, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El lugar donde la diligencia había volcado, quedando en una posición extraña a causa de la rotura de su rueda derecha, formaba un amplio descampado en la parte nordeste de Oklahoma. 
A la derecha discurría el cauce del Neosho River, que tenía su desagüe más abajo en el Nebraska; a la izquierda corría la divisoria con Kansas, y por debajo cortaba el terreno en sentido horizontal otro afluente del Nebraska. En la parte Norte, el curso del Neosho, irregular e inclinado a su derecha, formaba un arco que casi se unía a la parte más alta de la divisoria de los dos Estados.


Bolsilibros - Colorado 195. Trágica llanura, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

El jinete desmontó del caballo y, abriendo la portezuela de trozos de ramas cruzadas, pasó decidido y con la brida del bruto sobre el hombro, caminó entre los árboles, que como un bosque, cubrían el camino poco simétrico que serpenteaba bajo las enramadas que amortiguaban u ocultaban el cauterizante sol que había sido, durante horas, terrible tormento del jinete y de su caballo. Este relinchó, en expresión sin duda de placer, al no sentir el hormigueante cauterio del sol que le obligó a caminar un poco enloquecido. El jinete echóse el sombrero hacia atrás y con el no muy limpio pañuelo que anudaba a su cuello, limpió el sudor, que al mezclarse con polvo plomizo formaba una pasta pesada y molesta, si se secaba sobre la piel, a la que martirizaba, contrayéndola.


Bolsilibros - Colorado 233. Mormones y gentiles, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—Se ha dado cuenta de que no eres mormón. —¿Por qué? —¡Oh! Ellas conocen muy bien a sus hombres. Fueron interrumpidos en la conversación por el ruido de varias voces ante la puerta y a los pocos segundos, aumentando progresivamente este ruido, aparecieron varios jinetes sacudiendo sus anchos sombreros y restregándose los rostros con las manos callosas. Eran cinco y todos se detuvieron junto a la puerta al ver allí a aquel hombre que era desconocido para ellos.


Bolsilibros - Colorado 263. Festejos sangrientos, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Eleonor no había querido volver al lugar de la cita con Jeff. 
Era cierto que lo estaba deseando, pero su orgullo se lo impedía. 
No se le ocurrió pensar que tal vez había visto Jeff que la seguían los vaqueros y por eso no quiso acercarse. 
Habíase terminado el rodeo, que en su rancho duró tres días nada más, y se probaban los potros que habían de ir a Santa Fe, para tomar parte en las carreras, con las que el padre de ella contaba a fin de lograr dinero para el pago de su deuda, aunque no tendría bastante ni con eso.


Bolsilibros - Colorado 274. Fanfarrones peligrosos, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Erguida en el caballo, con el sombrero Stanton echado hacia el cuello y sujeto únicamente por la cinta del barboquejo, dando al sol y al aire su bonita y rubia cabellera, Theresa oteaba el paisaje con ansia. Era más de media tarde. Su hermano Edward había ido al poblado antes de la hora del almuerzo y a pesar de que le había sobrado tiempo para ir y volver, Edward no aparecía. Esta prolongada ausencia de su hermano tenía a Theresa sobre ascuas, pues dado lo tremante de la situación entre los suyos y la familia Marshall, estaba temiendo hubiese tenido un mal encuentro con alguno de sus contrarios y el encuentro hubiese terminado a tiros con perjuicio para el joven Edward.


Bolsilibros - Colorado 276. Tejano por encima del todo, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

No tuvieron que repetir la orden. 
Las cinco personas que iban sentadas frente a la joven, se levantaron en el acto. 
Hasta la muchacha llegaba la vaharada de alcohol que despedían los cinco que ocupaban los asientos abandonados. 
Y como iba junto a una ventanilla, miró por ella al paisaje árido que desfilaba ante su vista.


Bolsilibros - Colorado 308. De Dodge City a Abilene, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Lee Richardson, en compañía de sus hombres, celebraba en un lujoso local de Dodge City la venta de su manada. Después de varias semanas de fatigas y calamidades en la ruta, era lógico que lo celebrasen bien. Todos estaban muy alegres… Y era natural, ya que habían abusado del whisky que con habilidad solicitaban las muchachas que les atendían. El local o saloon en que Lee y sus hombres se hallaban era propiedad de Montand, uno de los hombres más temidos y respetados de Dodge City.


Bolsilibros - Colorado 350. Alarma, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Anochecía. Un viento fino, pero hiriente soplaba de las márgenes del Canadian River y el paisaje, feraz y lujurioso, que se extendía de derecha a izquierda y de arriba abajo en torno al poblado llamado Plemons, afincado en la ubérrima pradera, se estremecía en oleadas suaves, pero crujientes cuando las ráfagas de viento aumentaban de intensidad. Hasta donde abarcaba la mirada en aquel océano de verdura, apenas si se podían distinguir confusamente algunas cabañas perdidas muy lejos, y, casi donde ya la vista no alcanzaba a distinguir los objetos, la situación confusa de un rancho, cuyos pastos se extendían en una gran extensión buscando las márgenes del río.