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Bolsilibros - Servicio Secreto 645. El diamante rojo, de Clark Carrados

Novela, Policial

El Tío Sam puede ser muy benigno en algunas cosas, pero en otras es inflexible. Por ejemplo, en la declaración de impuestos. Ahí sí que no valen trampas. Uno ha de poner en el impreso hasta los diez centavos que se gastó en un paquete de maní el día en que se fue a ver un partido de béisbol, o de lo contrario ya te tienes a los agentes del fisco encima, huroneando en tu vida hasta descubrir lo que hiciste con el medio dólar que te dio la señora Parrish cuando tenías seis años por ayudarla a limpiar el jardín.


Bolsilibros - Servicio Secreto 650. Marea de sangre, de Clark Carrados

Novela, Policial

La playa apenas si merecía el nombre. Había más rocas que arena y a pocos metros del borde del agua, la tierra se elevaba hacia lo alto en unos abruptos acantilados rocosos de muy difícil ascensión.


Bolsilibros - Servicio Secreto 653. Lanzados al infierno, de Clark Carrados

Novela, Policial

Todo ocurrió de modo tan rápido e inesperado, que cuando los pasajeros del bimotor de transporte quisieron darse cuenta, el desastre ya estaba consumado. Después del aterrizaje forzoso en aquel claro de la jungla, del horrible concierto de crujidos y estallidos, se hizo un hondo silencio en el interior de la cabina de pasajeros. Una hora antes, el avión había despegado del aeropuerto de Manaos, capital del Estado de Amazonas, en el Brasil, con rumbo a Georgetown, capital de la Guayana británica. Las previsiones meteorológicas anunciaban la ruta despejada durante las próximas doce horas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 654. La venus dorada, de A. Rolcest

Novela, Policial

A los seis días de estar en Roma, todavía no había establecido contacto con el inspector Nover, su jefe inmediato, en su nueva misión en Europa. Que la misión era en Europa fue lo que le dieron a entender en Washington, apenas llegó al Departamento, procedente de Thailandia.


Bolsilibros - Servicio Secreto 662. Una mujer muerta, de A. Rolcest

Novela, Intriga, Policial

Otro relámpago incendió de verde el interior del almacén. Leib Rodner tuvo el tiempo preciso para ver al culi tras unos fardos de hierba lalan. Desenfundó rápidamente la pistola, cuando alguien se le acercó: —¡Comandante! ¡Creo que nos siguen! Era el sargento Loew. Y Leib ahogó una maldición. La aparición del subordinado hizo que perdiera unos segundos preciosos. Cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde. No pudo hacer otra cosa que extender los brazos de manera que con ellos alcanzase al sargento y al soldado malgache que se acababa de situar a su derecha. —¡A tierra!


Bolsilibros - Servicio Secreto 671. Hermandad siniestra, de Curtis Garland

Novela, Policial

Estaba sentenciado. Y lo sabía. Tenía que morir. Ahora luchaba por evitarlo. Pero íntimamente, sabía que existían noventa y ocho probabilidades contra dos, muy escasas y problemáticas, de que tal empeño terminase en la nada. En la misma muerte que pugnaba ahora por eludir con todas sus fuerzas, rabiosa y desesperadamente. Lemmy Hawks sabía hasta dónde podía llegar en su empeño.


Bolsilibros - Servicio Secreto 673. Sombrero de copa, de Frank Lewis

Novela, Policial

Tom Lawton fumaba tranquilamente. No tenía trabajo y ya empezaba a aburrirse. Había nacido para luchar, debido a su prodigiosa vitalidad. La inactividad hacía daño a su organismo. Ya habían transcurrido tres meses desde que recibió su nombramiento de inspector del Servicio Secreto. Se debió a los méritos contraídos en su labor. A pesar de su juventud, se le consideraba como uno de los inspectores más inteligentes y decididos.


Bolsilibros - Servicio Secreto 676. Silencio de muerte, de Frank Lewis

Intriga, Novela, Policial

La miró con los ojos entrecerrados, mientras ella avanzaba entre las mesas. Era bella, atrayéndole su forma de andar, el modo de mover sus caderas. Su talle formaba una línea ondulante, movediza, atrayente. Donald Maxwell dejó escapar un imperceptible suspiro y se levantó. Como siempre, era incapaz de resistir a unos encantos femeninos. Audazmente se colocó delante de la joven, mirándola a los ojos, verdes y atrayentes. —Es un placer conocer a una beldad como usted. —Donald se inclinó ligeramente—. ¡Confío que no estará usted acompañada! —Pues sí, estoy acompañada. —Me causa una terrible desolación. ¿Quién es el afortunado mortal?


Bolsilibros - Servicio Secreto 680. Crimen en el circo, de Frank Lewis

Novela, Policial

Helen Beslier contempló a su amiga sonriendo. Esta había levantado la mirada al techo, adquiriendo una actitud soñadora. En aquel momento era sincera, pero ella tenía la seguridad de que saldría de su error en cuanto encontrase al hombre capaz de hacer latir su corazón juvenil.


Bolsilibros - Servicio Secreto 686. La muerte me buscaba, de Alf Regaldie

Novela, Policial

De verdad que no quería verme metido en más líos. 
Conservaba aún mi licencia de detective privado, pero me había dedicado a vender extintores de incendios. 
¿Han probado alguna vez a vender tal cosa? ¿No? Pues créanme, no prueben. Son difíciles de vender. 
Cuando no hay incendio, no hay miedo de convencer a nadie de que su industria, su comercio, su estudio, se puede incendiar. Y naturalmente, no le compran. 
Cuando hay incendió tienen preferencia los bomberos, que llegan antes y resultan más baratos. Y tampoco hay quien le compre a uno. 
Si usted es capaz de vender extintores de incendios, podrá vender cualquier cosa. Pruebe y se convencerá.


Bolsilibros - Servicio Secreto 688. Horas en rojo, de Clark Carrados

Policial, Intriga, Novela

Acabo de despertarme. Como todos los días, por supuesto. Pero esto, que parece una perogrullada, tiene más importancia de la que pueda parecer. Durante unos momentos permanezco inmóvil, con los ojos cerrados, en la agradable duermevela que precede a la vigilia. Dentro de unos momentos estaré en pie, listo para ducharme, desayunar y acudir a mi trabajo. Como todos los días, claro. De repente advierto una cosa. He terminado de dormir sin el auxilio del despertador. Trato de analizar el hecho. Suelo ser metódico en mis cosas, aunque no un robot humano, claro está, pero estoy casi seguro de haber dado cuerda al despertador por la noche, al tiempo de acostarme. Mi hora de despertar son las siete de la mañana; media hora de aseo y desayuno y media hora más para trasladarme al lugar de mi trabajo. Levanto la muñeca izquierda. Abro el ojo del mismo lado y miro mi reloj de pulsera. Marca las 9,01. ¡Diablos, mi patrón me va a poner perdido en cuanto me eche la vista encima! Oh, qué tonto; si hoy es mi primer día de vacaciones… ¡Eh! ¿Qué es esto?


Bolsilibros - Servicio Secreto 691. Los traidores de Brooklyn, de Ben Bryons

Novela, Policial

CUANDO BASIL Dexter pulsó la palanca que marcaría en una cartulina alargada su hora de entrada, no podía pensar que le quedaba muy poco tiempo de permanencia en la fábrica como empleado de la misma. Lo empezó a sospechar minutos después. En el mismo instante en que Newman, el capataz, avanzó hacia él, enseñando sus dientes negros de nicotina. Sus sospechas no carecían de base. Basil Dexter se había despedido aquella mañana de Cicely a escasas yardas de la fábrica, como siempre hacía. —Hasta la tarde, Cis. —Adiós, Basil.


Bolsilibros - Servicio Secreto 695. Manos para la venganza, de Clark Carrados

Novela, Policial

EL timbre del teléfono sonó mientras el doctor Quagley daba los últimos toques a la labor del día. La enfermera Finney, una mujer de edad indefinida y facciones angulosas, atendió la llamada. —Clínica del doctor Quagley… Oh, es usted, mistress Quagley. Un momento, por favor. Le pongo con su esposo. ¿Doctor?


Bolsilibros - Servicio Secreto 696. La muerte baila twist, de Alf Regaldie

Novela, Policial

Bing Harlan pensó que la rubia resultaba imponente. A la vista, no cabía duda que era así. La rubia estaba ya en el autobús cuando subió él, si bien no debía hacer mucho tiempo. Se hallaba próxima a la entrada y se aferraba a uno de los tirantes sujetos al techo.


Bolsilibros - Servicio Secreto 697. Reportaje de un asesinato, de Frank Lewis

Novela, Policial

Dennis había cumplido los veintinueve años; alto y de potente complexión, aunque la esbeltez de su cintura lo disimulase. Vestía con sencilla elegancia. Jack Neil parecía el extremo opuesto: tenía treinta y dos años, más bien bajo de estatura y delgado. Sus facciones eran irregulares, aunque de ellas se desprendía una expresión inteligente y simpática. Vestía de forma desastrosa; un traje nuevo en su cuerpo le daba una apariencia algo más presentable que la de un espantapájaros.


Bolsilibros - Servicio Secreto 699. Muerte en el fichero, de Clark Carrados

Intriga, Novela, Policial

Cuando uno está sin trabajo, pueden ocurrirle dos cosas: que lo encuentre o que no lo encuentre. Si no lo encuentra, lo más que puede sucederle es ser acusado de vagancia, encerrado unos cuantos días en la cárcel por cuenta del municipio y luego expulsado da la ciudad. Si encuentra el trabajo, puede suceder que ese trabajo sea honesto, en cuyo caso no pasa nada; que no lo sea, y entonces, la policía empieza a molestarle a uno con preguntas tontas. Pero también puede ocurrir una posibilidad: que ese trabajo no sea honrado, pero que tampoco no lo sea. La verdad es que no sé cómo explicarme, salvo para decir que cuando uno halla un empleo de la clase última, se expone a verse metido de hoz y coz en una serie de complicaciones tal como para encanecer en veinticuatro horas cuando solo se cuenta un número ligeramente mayor de años.


Bolsilibros - Servicio Secreto 701. Crímenes en la ciudad, de Frank Lewis

Intriga, Novela, Policial

El capitán Gaskell se pasó la mano por la barbilla, frotándosela con fuerza. Su mirada se posó en los rostros de sus dos interlocutores. Su expresión era francamente pesimista. —Lo confieso, estoy desmoralizado. —Animo, capitán —dijo el teniente Singer, sonriendo—. Lograremos salvar esta situación. Esos asesinos no lograrán continuar sometiendo a los habitantes de la ciudad por el terror. El teniente Singer contaba veintiocho años, siendo inteligente y animoso. El capitán Gaskell ya había pasado de los cincuenta años y sus escasos cabellos empezaban a encanecer. El sargento Bull tendría una edad aproximada, pero su cabellera era abundante y rebelde. Alcanzaba el metro noventa y su corpulencia le daba un aspecto obtuso. Nada más lejos de la realidad. Su astucia y experiencia le hicieron alcanzar cierta fama de temible entre los habituales delincuentes de la ciudad.


Bolsilibros - Servicio Secreto 704. Volcán sin fuego, de Clark Carrados

Novela, Policial

El hombre era de mediana edad y aspecto innocuo Vestía correctamente, aunque sin lujosas exageraciones en la indumentaria y tenía todo el aspecto de catedrático del Instituto provinciano, que esperase a la novia madura y sentimental. Ocultaba sus ojos tras unas gafas de color ambarino y en la mano derecha llevaba un ramo de flores que olisqueaba con frecuencia, haciendo gestos de placer cada vez que aspiraba su aroma.


Bolsilibros - Servicio Secreto 707. El cuadro robado, de Frank Lewis

Novela, Policial

Un alarido de muerte resonó en el silencio de la noche. La alarma quedó sembrada en la quinta de Robert Wade. Varias personas salieron de sus habitaciones apresuradamente, habiendo cuidado tan solo de cubrirse, sin preocuparse de su aspecto. Incluso las mujeres aparecieron tal como se encontraban al ser sorprendidas por el terrible grito. Algunas de ellas con los rostros cubiertos de maquillaje. El temor y la curiosidad habíase impuesto a la coquetería.


Bolsilibros - Servicio Secreto 708. Fuego en Saigón, de A. Rolcest

Novela, Policial

En una misma mañana, con una diferencia de minutos, iba a ver dos alardes de la Naturaleza, en tipos de mujer totalmente distintos. Esto no hubiera tenido nada de particular en Saigón, donde confluían los prototipos de todas las razas, pero sí en aquel puesto avanzado que con sus alambradas canalizaba el hormiguero que surgía de la selva.