El agente Gabriel Syme es reclutado por Scotland Yard para desentrañar una trama anarquista y para ello deberá infiltrarse en una de sus reuniones secretas. El hombre que fue Jueves, una de las novelas más populares del escritor y polemista británico G. K. Chesterton, pertenece a una variedad literaria peculiar. Aunque su revestimiento externo es el de una ingeniosa trama policiaca, donde el suspense y la sorpresa juegan un papel destacado, la crítica ha creído ver en esta obra una novela de tesis; también una fantasía policiaca, un relato onírico, o un panfleto político. El fino sentido del humor de Chesterton lanza sus venablos envenenados contra la filosofía de Schopenhauer, encarnada en el profesor de Worms, contra el pensamiento de Nietzsche o la ideología anarquista emergente de su tiempo. Según Chesterton, se trataba de un nuevo tipo de novela, una historia en la que se tipifican pensamientos modernos, pero no con argumentos, sino con incidentes simbólicos: una comedia alegórica.
Unos osos lujuriosos que seducen a las mujeres, un piojo gigante con cierta inclinación por la natación, un sapo volador y una carismática víbora llamada Ints son algunos de los seres que protagonizan las sorprendentes maravillas de este alarde de imaginación que nada tiene que envidiar a los textos de Sjón, Tolkien o Twain. «El hombre que hablaba serpiente» narra la fantástica y conmovedora historia de Leemet, un muchacho que vive en el bosque con su familia de cazadores-recolectores y que es, además, el último hablante del serpéntico, un idioma ancestral que le permite comunicarse con los animales.
Lamentablemente, a medida que la gente del lugar se traslada a las aldeas, donde se dejan la vida arando la tierra y comen un pan que a Leemet le parece lo más terrible que haya probado jamás, el bosque se va vaciando y sus últimos habitantes tendrán que encontrar un modo de sobrevivir. Una obra épica que bebe de todas las fuentes imaginables, desde la mitología a las obras contemporáneas de ciencia ficción, y que nos relata los días finales de una fascinante civilización abocada a extinguirse.
Noble y truhán, generoso y trapacero, caprichoso y ecuánime, José de Salamanca (1811?1883) es uno de los grandes personajes del siglo XIX español. Capaz de arruinarse y hacerse inmensamente rico en varias ocasiones, intuyó como nadie el mundo que surgía tras la revolución industrial: pionero del ferrocarril, inversor internacional y especulador en bolsa, también fue un político de larga ?y variable? trayectoria y un mecenas de las artes, que supo ver esa gran urbe que Madrid todavía no era pero sería, porque ya estaba empezando a cobrar forma en su imaginación imparable, llegando a dibujar un barrio entero, que aún lleva su nombre, a su exacto capricho y medida.
Un hombre que huye llega a un pueblo desolado e ignoto, donde encontrará refugio siempre que acepte el papel que sus parroquianos quieren atribuirle, convirtiéndose en una especie de mesías.Con una prosa depurada, llena de belleza y melancolía, se desgrana la historia del personaje, que no tiene otra alternativa más que resignarse a convertirse en otro, y se exploran los viejos problemas inherentes a la condición humana: la identidad, el poder del deseo y los límites difusos entre la realidad y el sueño.
Harold White, un recién llegado al círculo de los especialistas sherlockianos, es tan experto –y fanático– como el que más. Para todos ellos, reunidos en un acto exclusivo, es un momento histórico: va a salir a la luz el diario inédito de Conan Doyle. Pero, como en los relatos clásicos de misterio, el encargado de anunciar el hallazgo aparece muerto en su hotel. Del diario no hay ni rastro. La única pista es un mensaje escrito con sangre en la pared: «Elemental». Londres, 1893. Arthur Conan Doyle liquida a Sherlock Holmes en El problema final y los lectores no se lo perdonan. Poco después el propio Arthur se ve envuelto en la investigación de un caso real: un asesino de mujeres anda suelto por la ciudad. En sus pesquisas cuenta con la ayuda de su colega Bram Stoker pero, por una ironía del destino, Conan Doyle acaba siendo el principal sospechoso de los crímenes. Quizá la verdad se encuentre en su codiciado diario: más de un siglo después, alguien parece dispuesto a matar por conseguirlo. Quien quiera resolver este enigma deberá tener en cuenta que en el mundo de la ficción puedes, por voluntad del autor, regresar de entre los muertos y resolver el caso de El sabueso de los Baskerville. Pero en la vida real solo se muere una vez.
El hombre que mira, publicada en 1985, es una de las novelas más atrayentes de Alberto Moravia, un relato lleno de sorpresas, de pistas y de fineza en el que intenta aclarar la enigmática dicotomía entre carnalidad y amor. El protagonista, un ex militante de izquierda convertido en profesor de francés, llamado Dodo, es «el hombre que mira». Admite que ama y vive lo que sus ojos ven. Incorregiblemente curioso, se regodea mirando y transmite sus pensamientos acerca de su extraña afición, originada por ciertos traumas familiares. El autor se sirve de un adulterio fuera de lo común, para conducir el relato hacia zonas poco exploradas del alma humana y retratar un universo cerrado, dominado unas veces por el exhibicionismo y otras por una curiosidad peculiar: aquélla en la que el hombre que mira, renuncia a llegar al fondo de las cosas porque, de conocer la verdad completa, perdería el irrenunciable placer de mirar. Con una audacia sólo al alcance de los grandes maestros, Moravia sorprende, una vez más, con su capacidad de renovar enteramente el planteamiento de los grandes temas clásicos, en este caso la lucha del hijo contra el padre o la del amor idealizado frente a la pulsión sexual. El libro fue llevado al cine en 1993 por el director italiano Tinto Brass.
Sabiendo que no es una belleza, la obstinada e inteligente está decidida a derivar de su matrimonio con un extraño al menos la estima y el respeto que nunca tuvo. Y pretende obtenerlos mayoritariamente de su marido. Por su parte, el arrogante y encantador se empeña en obtener de su mujer la obediencia ciega que recibe de todos sus vasallos. Al enterarse de que ella lo engañó en su noche de bodas, dándole una pastilla para dormir y haciéndole creer que la había golpeado y violado, se jura a sí mismo que nunca la perdonará.
Marquitos Laguna se ha retirado del oficio. Ahora prefiere cuidar su huerto y recoger los huevos de sus gallinas.Antes, en otra época, Marquitos era un justiciero parco en palabras, un matador criptozoológico en la abundante isla de Simetría, un muro de dos metros de hostias enfundado en el guante de un hombre en traje negro. Pero ya no, sus noches más oscuras quedaron atrás. O al menos eso creía hasta hace unas horas. Porque hace nada, las gallinas viejas, esas que nunca sacrifica sabe Dios por qué, han comenzado a revolotear de aquí para allá, dejándolo todo lleno de plumas. La tierra de ese huerto que ahora se dedica a cuidar, ha empezado a retemblar. La carne putrefacta de toda una vida en negro se afana por abrirse paso a base de dentelladas y uñas rotas. Y Marquitos, un muro de dos metros de amor venido a menos, se teme lo peor: Que regresen sus noches más oscuras. Que se le atragante el olor de una Magnolia. O que haya llegado la hora de volver a sacrificar.
A pesar de tener setenta y un años, todas las tardes después del trabajo, el librero Carl Kollhoff entrega personalmente los libros que le han encargado los clientes más especiales. Así, cada día da un agradable paseo por las pintorescas calles de la ciudad, ve cómo transcurre la vida fuera de la librería y visita a los lectores voraces que se han convertido en amigos para él. Incluso los compara con personajes de grandes clásicos de la literatura y les ha asignado un apodo muy novelesco. Por ejemplo, un cliente mayor que vive solo en una gran mansión es «mister» Darcy, y otro que solo lee ensayos históricos, el doctor Fausto. Cuando pierde su trabajo de forma inesperada, será necesario el poder de los libros y el de una niña de nueve años para que todos, incluido el propio Carl, encuentren el coraje para superar sus problemas y acercarse unos a otros.
William acababa de cumplir diez años cuando consiguió la admiración de todos sus amigos: su ojo experto apuntó a un grajo que descansaba en un árbol lejano y, tras un instante de concentración, el tirachinas dio en el blanco. Nada grave, en apariencia; solo una chiquillada, pero desde entonces su vida cambió y William se propuso olvidar el pasado, trabajando duro para adelantarse al tiempo y a sus leyes. Los años fueron pasando, y un hombre vestido de negro empezó a rondar a William en las circunstancias más trágicas. Nació así una extraña unión entre los dos caballeros, y se inauguró en Londres una tienda espléndida, donde se exponían las telas y los complementos adecuados para el duelo de los difuntos. El negocio fue un éxito, y William durante un tiempo pensó que su apuesta por el olvido era acertada, pero llegó un día en que un grajo muy negro surcó el techo acristalado del almacén y de golpe el pasado volvió, cargado de secretos y dispuesto a tomarse su venganza…
1962. Desde el retiro y soledad de su casa en Inglaterra, el capitán Stanley Lord, alejado del mundo y repudiado por todos, pone en claro los recuerdos de toda una vida en un largo diario destinado a su difunta esposa. Una vida marcada, sobre todo, por un hecho: el hundimiento del Titanic. Medio siglo después de aquella lejana y fatídica noche, el doloroso recuerdo no deja de perturbar el pensamiento del capitán un solo día. A partir de entonces todo fue una pesadilla: juicios en Estados Unidos y Gran Bretaña, desprecio público, una bien ganada reputación como excelente capitán de barcos arruinada para siempre…, en definitiva, una vida robada. Pero ¿por qué? Porque aquella noche del 14 de abril de 1912, el capitán Lord se encontraba al mando del buque Californian, el barco que, según todos, pudo haber salvado la vida de las más de 1500 víctimas mortales. Sin embargo, en su testamento vital el capitán desvelará datos que solo algunos conocían y que nadie quiso investigar, como la existencia de un tercer barco «fantasma» que se encontraba en las inmediaciones del Titanic y que no acudió en su auxilio o la presencia de un misterioso personaje llamado Philwood que parecía saberlo todo sobre la catástrofe…
Tras perder a sus padres y quedarse solo en el mundo, el joven Karl Siebrecht decide abandonar su pequeño pueblo y trasladarse a la capital a hacer fortuna. El Berlín de 1909 es un lugar inhóspito para un joven ingenuo, pero con la ayuda de la deslenguada Rieke Busch y el leal Kalli Flau pronto prosperará y creará su propia empresa de transportes. Como su camino está lleno de obstáculos, Karl deberá madurar a marchas forzadas mientras descubre el valor del dinero, el amor y la verdadera amistad.
Un hombre desconocido, que parece no recordar nada, irrumpe en la redacción del periódico donde Santiago, un joven de diecisiete años, está haciendo las prácticas. Tras ese incidente la vida de Santiago se complicará enormemente y se verá sumergido en un gran misterio. Una novela que reflexiona sobre el mundo interior de las personas.
Agustín Lázaro se dedica a traducir tras dejar su carrera docente, vive desanimado: un taedium vitae progresivo que lo corroe desde que su novia, Marta (otra profesora; culta, circunspecta y maniática de la higiene, y una fiera desinhibida en la cama) lo dejó de la noche a la mañana y sin ninguna explicación. Agustín no hizo nada por renconquistarla y se da de baja por depresión, des de entonces fue encerrándose más y más en su soledad. Aficionado a coleccionar conocimientos inútiles, cuando no traduce disfruta navegando en Internet. Últimamente, graba los únicos programas de televisión que soporta: los concursos culturales. Su preferido es el de sobremesa, Quien sabe, gana, decano del género. Su sorpresa es mayúscula cuando un día descubre a Marta concursando en él.
Todos conocemos a alguien como Thomas. El vecino gruñón que se queja de tu comportamiento incívico en las reuniones de la comunidad de vecinos. El señor que te chista si tiene que esperar un minuto detrás de ti en la cola del supermercado. El compañero que manda un mail con copia a toda la empresa si por error acabas el último rollo de papel higiénico…
Thomas está perfectamente satisfecho yendo siempre por su cuenta, alejándose de los demás y de sus problemas. Pero bajo esa fachada gruñona se esconden una historia y una tristeza que a todos nos resultan dolorosamente familiares. Y está a punto de encontrar una familia que cambiará su manera de ver las cosas…
Un hombre que había dado el mundo por perdido. Una familia que le enseñará a vivir. El hombre que se fue a Marte porque quería estar solo es una historia irresistible y reconfortante sobre amistades improbables y segundas oportunidades, perfecta para los lectores de La tentación de ser felices, El insólito peregrinaje de Harold Fry y Un hombre llamado Ove. Te hará reír, llorar… y reconciliarte con todos los cascarrabias que han pasado por tu vida.
Esta es una historia loca porque la España del siglo XVI también era un ser loco, desmesurado, profundamente práctico, soñador, vagabundo, extraordinariamente lírico, llena de tipos trashumantes como el lazarillo de Tormes y Francisco Pizarro, el cuidador de puercos. La conquista de América pertenece también, en cierto modo, a la novela picaresca, es tragicómica como ella, es, por lo menos, tan fantástica y real como el Quijote. Cervantes escribió El hospital de los podridos. Ese hospital es también España; cuando comienza la conquista, ella envía a sus podridos a convalecer a América; algunos sanan; otros se pudren más.
Ibiza, 1999. María y sus hijos, Ángel y Alba, de cinco y siete años, llegan a la playa una apacible tarde de septiembre después de saber que el vuelo del padre, Salvador, ha sido cancelado y que llegará con el último avión de la noche. Lo que pasará en aquella pequeña cala cambiará todo para siempre. Esta es la increíble historia de Salvador Martí, el hijo que tendrá que luchar contra el destino cuando recibe una herencia envenenada de su padre; el chico que, avergonzado del mundo, encontrará pronto refugio en las páginas de los libros; el poeta que buscará su reflejo en las palabras de las mujeres y los hombres que, antes que él, supieron escribir con belleza y verdad su despedida. El viaje que vivirá Salvador, a través de los personajes que irá encontrando a cada lado del espejo, es un canto a la vida, que desdibuja las fronteras entre la realidad y la imaginación, entre las obsesiones y los sueños, entre el bien y el mal, entre Dios y el Diablo. El protagonista verá cómo se borran los límites entre la vida y la muerte, como dos caras de la misma moneda.
Lana Hawkins miró a través de la puerta de cristal para ver al propietario del edificio mientras escribía algunos documentos en su computadora. Mike Anderson era el hombre más sexy que jamás había visto y estaba fuera de su alcance. Era dueño de toda la Anderson Corporation, cuyo valor era de miles de millones. El hecho de que luciera como un dios del sexo significaba que había muchas mujeres deseosas por su atención, mujeres glamurosas con el tiempo y el dinero para estar disponibles para él. Mike había sido visto con muchas modelos y actrices súper. Un día, mientras esperaba el autobús, leyó una revista de Shinning que lo vinculó a varias estrellas porno también.
A partir de una película de Roy Andersson (Canciones del segundo piso), Ariel Magnus construye un sinfín de historias tragicómicas que, a través del humor y del absurdo, revelan las grietas de una sociedad en la que se supone que todo marcha por sus carriles. En medio de un embotellamiento sin antecedentes, a horas del cambio de milenio, hombres y mujeres ven con perplejidad cómo sus vidas dan un pequeño giro que determinará sus futuros. Las bocinas atascadas en un infinito delta automovilístico llegan desde el exterior, como si se preguntaran ellas también “¿qué pasó?”.
En Estocolmo, durante los últimos días del milenio, una secta que anuncia el fin del mundo con la llegada del 2000 (a menos que se arroje por un acantilado a una niña virgen con los ojos cubiertos) provoca un caos en el tránsito que paraliza toda la ciudad. Pelle, por encargo de su jefe, ha echado a Lasse quien desde el piso no le suelta la pierna (¡y todavía faltan mil despidos!). Kalle, sumido en su letanía frente a dos agentes de seguro que inspeccionan el incendio de su negocio, prácticamente olvida que él mismo lo provocó. Mientras, decenas de pasajeros irrumpen en el aeropuerto tras la oferta de una ignota aerolínea que ofrece ir adonde se quiera con todo lo que más se quiera por solo un krona. Una novela única poblada de hombrecitos trucados, hambrientos, desplazados, leídos, rotos, ardientes, hilvanados magistralmente por versos de César Vallejo, que hace gala tanto de un humor absurdo y candoroso como de una prosa lúdica que no deja de sorprender.