El agujero del infierno, publicada en 1914, está considerada por los aficionados y especialistas como una de las obras cumbres de la literatura de «terror sobrenatural» (género que ha dado nombres tan destacados como Hodgson, Machen y Lovecraft), y es precisamente el hecho de ser autor de una sola obra de terror lo que explica que haya permanecido oculta para el gran público hasta que Ramsey Campbell la rescató del olvido.
Ambientada en la Inglaterra dividida por las guerras religiosas del siglo XVII, la acción nos traslada hasta el siniestro castillo del señor de Deeping Hold —situado en una zona de marismas donde se abre un agujero que la superstición popular conecta con el infierno—, en cuyo interior los protagonistas de este drama tenebroso quedan aislados por el avance de un «ente» indefinido y abominable…
Dotado de una fuerza casi diabólica para invocar suavemente el horror partiendo del centro mismo de la prosaica vida diaria, el erudito Montague Rhodes James (Goodnestone 1862-Eton 1936), preboste del Eton College, arqueólogo de renombre y reconocida autoridad en manuscritos medievales e historia de las catedrales, se convirtió poco a poco en un cultivador de primera fila de la literatura espectral, siguiendo su vieja afición a contar relatos de fantasmas durante las Navidades, y ha llegado a servir de modelo a una larga serie de discípulos. [...] En estos 31 relatos, la totalidad de los cuentos de fantasmas de James, encontramos a menudo maliciosas escenas humorísticas, retratos de género y caracterizaciones muy naturales que, en sus manos, contribuyen a aumentar el efecto global en lugar de anularlo. [...] Al inventar un nuevo tipo de fantasma, James se aparta sensiblemente de la tradición gótica convencional, pues, mientras que los viejos fantasmas clásicos aparecían pálidos y majestuosos y eran percibidos principalmente con la vista, el espectro habitual de M. R. James es delgado, enano y peludo, una abominación perezosa e informal de la noche, a medio camino entre la bestia y el hombre, a la que se llega a «tocar» antes que a «ver». A veces, este espectro tiene una constitución de lo más excéntrica: es un rollo de franela con ojos de araña, o una entidad invisible modelada con las ropas de una cama «cuyo rostro lo forma una sábana arrugada».
La obra de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822) es eltestimonio de un espíritu libre y vigoroso, de un agudísimo y perspicazconocedor de las interioridades y resortes de la sociedad de su época, así comode la naturaleza humana. En todos sus escritos se respira esa bocanada de airefresco característica del creador que explora por primera vez territorios nohollados. Hoffmann se enfrenta a la realidad siguiendo los cánones delRomanticismo: «Escribir (componer, crear) basándose sólo en la realidad vistacon los ojos del alma, sentida con su tacto». Lo «real», pues, no sería sino elconjunto de todo lo «visto» y «sentido» interiormente, y no el feudo exclusivode la razón común, ineficaz a veces para expresarlo. Estas trece historiassiniestras y nocturnas son, pues, producto de la descripción fiel de larealidad vista y sentida con el ojo del alma, que penetra e indaga más allá delas apariencias –anticipándose al psicoanálisis– para vislumbrar la cara ocultade la Naturaleza y de lo cotidiano. El leve estremecimiento placentero quesentimos al comienzo de estas «piezas fantásticas», algunas de ellasverdaderamente «góticas», se torna poco a poco en escalofrío, mezcla de terrory premonición, ante el desarrollo de los acontecimientos: lo cotidiano da pasoa lo siniestro, y la cara oculta de las pasiones humanas aparece desnuda anteel sorprendido lector, en su cruda y gélida intimidad.
A medio camino entre la novela de misterio y la novela de horror, El Fantasma de la Ópera se adentra en el fascinante mundo de los escenarios para extraer su inspiración de los misterios que se ocultan tras los telones y entre bambalinas. En ese mundo encontró Gaston Leroux el espacio, los artificios y los personajes de la gran tradición gótica: un edificio de la Ópera imposible (pasillos húmedos que desembocan en trampas mortales, un largo subterráneo…), un ser tenebroso, atormentado por su extrema deformidad y por su fealdad, pero apasionado por la música y enamorado hasta el límite de la belleza, encarnada en una joven cantante de ópera. Es el patetismo de este personaje lo que ha situado El Fantasma de la Ópera entre los grandes mitos de la novela gótica —o de terror—.Monstruo de feria desde su nacimiento, aborrecido por sus padres, el «fantasma» ha sido condenado desde el principio… Y desde su nacimiento legendario y su pasado de inventor de trampas y mazmorras más allá de los confines del mundo civilizado, hasta su vida diaria en los infiernos de la Ópera, este «ser de las tinieblas» —hermano de los desheredados de Victor Hugo o de los personajes errabundos de Sue— tiene de su parte la compasión del novelista y del lector.
Emile Erckmann (1822-1899) y Alexandre Chatrian (1826-1890) forman una de las parejas literarias más populares y prolíficas de la historia de la literatura. Originarios de la Alsacia francesa —territorio por el que han litigado Francia y Alemania a lo largo de los siglos—, Erckmann y Chatrian escribieron una buena cantidad de novelas y obras de teatro, así como decenas de cuentos en colaboración. Entre sus obras más destacadas cabe citar: El amigo Fritz, Cuentos del Rin, y El loco Yégof, este último sobre las campañas napoleónicas.El presente volumen se compone de una novela breve, Hugues le loup (1859), y una selección de relatos de terror extraídos a partes iguales de L’Illustre Docteur Mathéus (1859) y Contes fantastiques (1860). Hugo el lobo nos sitúa en una boscosa y nevada Selva Negra alemana para contarnos los terribles infortunios que padece el viejo conde de Nideck a causa de la herencia maldita de su sangre, y que vuelven periódicamente cada invierno con la presencia en los montes que rodean el castillo de una misteriosa y siniestra anciana a la que los lugareños llaman «La Peste Negra». El resto de los relatos de esta colección recrean magistralmente temas clásicos del terror como la clarividencia fatal en El boceto misterioso, el científico enloquecido y cruel, en Las tres almas, o el Mal encarnado en una casa y su inquilina en El ojo invisible.
Junto con M. R. James, E. F. Benson (1867-1940)fue uno de los maestros victorianos de la «ghost story», un territorio delterror cuya exploración inició el granescritor irlandés Joseph Sheridan Le Fanu.Benson y James pertenecían a la mismasociedad literaria de Cambridge,fa «Chitchat Society», y mantuvieron una buenarelación durante cincuenta años. Aligual que James, Bensontrata de alejarse de los escenarios clásicosde ruinas, pasadizos y tinieblas, para insertar elhorror en las zonas pacíficas de la vida cotidiana. «Estashistorias -dice Benson- han sido escritas con la esperanza de proporcionar algunos agradables estremecimientos al lector, demodo que, si por ventura, alguienestuviera ocupando en su lectura la media hora anterior al momento de irse a lacama, cuando la noche y la casa permanecen en silencio,tal vez podría echar alguna mirada ocasional a las esquinas y zonasoscuras de la habitación donde seencuentra, para asegurarse de que nada inusual acecha en las sombras. Porquetal es el objetivo declarado de lashistorias de fantasmas, que tratan con las oscurasfuerzas de lo desconocido, y a veces -y deforma harto perturbadora- hacen que éstas se manifiesten. Por esta razón,el autor desea a sus lectores unos pocos momentos de inquietud.»
Arthur Machen, al igual que su contemporáneo Lord Dunsany, fue un obstinado soñador que creó una de las obras más líricas y exquisitas que ha dado hasta la fecha el denominado género de terror. Tutor, traductor, corrector de pruebas, catalogador de libros raros, actor de teatro y sobre todo periodista, Machen trasladó al papel sus arrebatados y melancólicos sueños con esa rara intensidad y soledad propias de la poesía, tratando de desvelar los enigmas que se ocultan más allá de la existencia y fuera del tiempo y logrando que la belleza y el horror suenen en sus relatos al unísono.A diferencia de Le Fanu o M.R. James, Machen, inspirado por su origen celta, no escribió sobre fantasmas sino más bien sobre fuerzas elementales, maleficios que sobreviven o poderes malignos invocados por el folklore y los cuentos de hadas, como los hermosos y juguetones seres que se le aparecen en el bosque a la protagonista de El pueblo blanco, «probablemente el mejor relato sobrenatural del siglo, tal vez de la literatura» en palabras de E.F. Bleiler), o la malévola gente pequeña que hace acto de presencia tanto en El sello negro como en La pirámide resplandeciente o en De las profundidades de la tierra, esa enigmática y horrible raza precéltica, negra y achaparrada, forzada a vivir en las entrañas de la tierra, donde todavía practica sus infames ritos sacrificiales. La presente antología recoge catorce relatos (algunos de ellos inéditos en castellano), lo más granado y significativo de la ingente obra fantástica de Machen, que tanto influyó en el maestro del horror sobrenatural, H.P. Lovecraft.
Ann Radcliffe (1764-1823) es posiblemente la autora con más carisma entre todos los escritores que, hacia finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, cultivaron con pasión un tipo de relato terrorífico que con el tiempo se denominaría literatura gótica o género gótico. Dos son las obras de Ann Radcliffe que reúnen en su trama los elementos más característicos de un buen relato gótico -castillos tenebrosos, conventos y criptas siniestras,clérigos perversos y heroínas románticas perseguidas-: «Los misterios de Udolfo» (Góticanúm. 5), y la presente, «El Italiano». A las ilustres perseguidas de las pesadillas de Radcliffe hay que añadir ahora a la desgraciada Ellena di Rosalba, víctima del monje despiadado Schedoni. Ellena es arrancada de un medio seguro y amable para ser arrojada sin contemplaciones a un mundo hórrido y hostil, lleno de amenazas y de peligros, un universo dominado por lo desconocido, cuyo reflejo en la mente de la heroína adopta la sinuosa forma de la angustia. Secuestrada y conducida aun apartado convento, encerrada posteriormente en un castillo bajo el dominio del malvado, Ellena se ve inmersa repentinamente en el ámbito gótico, un espacio cerrado, tenebroso, impreciso y laberíntico. «El Italiano»no sólo provoca emociones intensas que provienen de lo oscuro e ignoto, sino que también hace que el entendimiento se ponga en movimiento para buscar las claves del misterio, dando lugar de este modo a placeres de naturaleza eminentemente intelectual.
Henry S. Whitehead nació en Elizabeth, New Jersey, en 1882, y se graduó en Harvard en 1904, en la misma clase que Franklin D. Roosevelt. En 1909 ingresa en la escuela de teología de Connecticut, donde es ordenado diácono tres años después. Entre 1921 y 1929 Whitehead fue enviado como diácono a Santa Cruz, en las Islas Vírgenes. Pronto quedó fascinado por las costumbres primitivas, los ritos religiosos y las supersticiones tribales propias de la población nativa de aquellas islas, muy especialmente por los ritos de vudú, y comenzó a escribir una serie de historias sobrenaturales ambientadas en las Antillas. Estos relatos, que no superan el medio centenar, es todo cuanto escribió, o al menos publicó (casi todos en revistas para aficionados de la época, como Weird Tales o Adventure), el reverendo Whitehead.
Jumbee y otros relatos de terror y vudú —primera obra que aparece en España del excéntrico reverendo— reúne catorce relatos inspirados en la atmósfera de magia, misterio y sagrado terror que rodea las vidas de los nativos en las Islas Vírgenes. En un estilo calmado y sutil, Whitehead nos cuenta historias de aparecidos, maldiciones y extrañas enfermedades del cuerpo y de la mente.
Lovecraft, asiduo también de la revista Weird Tales, apreciaba los cuentos de Whitehead por su atmósfera y por «el encanto y erudición de su escritura, algo bastante placentero en comparación con la rudeza y la escasa calidad literaria que suele abundar en las revistas populares».
El más impenetrable misterio rodea la vida de Alexander deComeau, autor del que tan sólo se sabe su nombre (tal vez seudónimo) y sunacionalidad británica. Las guías literarias de terror más especializadas -quereseñan otra obra de De Comeau, «Fire of Isis» (1927)- recomiendan conentusiasmo la lectura de «La magia del monje» (1931) como una novela memorable, deun gótico tardío, delirante y única. La historia que nos cuenta De Comeau enesta obra inclasificable posee sin embargo todas y cada una de lascaracterísticas del género gótico. Su protagonista, el hermano Dimas, es un religioso laicoaficionado a la Alquimia, a quien el anciano y corrupto abad de su monasteriocomisiona para encontrar el Elixir de la Vida Eterna. Dimas parte de viaje, enpleno otoño de la Edad Media, a la busca de los sabios ocultistas que, antesque él, aseguraron haber buscado el Elixir... e incluso haberlo encontrado. Viajará a la tierra de los muertos, se enfrentará con unembrutecido noble feudal, conseguirá amuletos mágicos y manos de gloria, serátestigo de Misas Negras, prisionero de brujas y magos... Pero estas siniestras aventuras por el lado más oscuro setornan divertidas peripecias gracias al hábil tono satírico de De Comeau, quelo emparenta con el no menos delirante mundo de Potocki en su sin par «Manuscritoencontrado en Zaragoza» (en esta misma colección), y nos recuerda el alegremundo, sensual y pícaro, de Chaucer o las canciones de taberna goliárdicas.
Algernon Blackwood (Kent, 1869-1951) pertenece, al igual que M.R. James, E.F. Benson, Lord Dunsany, Machen o Hodgson, a la estirpe que fraguó en el cambio del siglo XIX al XX las bases del relato de fantasmas y la ficción extraña contemporáneas, haciendo evolucionar los viejos espectros vengativos y ensangrentados de la tradición gótica hacia los modernos ectoplasmas y poltergeist.Amante de la Naturaleza salvaje y los mitos clásicos, Blackwood acabará convirtiéndose en un autor popular y una estrella de la radio, medio que utilizó para divulgar sus ideas y relatos fantásticos. Desde joven Blackwood sintió una poderosa atracción e interés por la mística oriental, hinduismo y budismo, y por el espiritismo. Escritor, periodista, viajero, deportista y aventurero, se afilió a los veintiún años a la célebre sociedad ocultista de la Golden Dawn. Publicó relatos fantásticos en diversas revistas, historias que reunió más tarde en libros como The empty house and other ghost stories (1906), o el presente volumen, John Silence, investigador de lo oculto (1908), con el que adquirió una gran popularidad.Emparentado con otros detectives de lo oculto, como Martin Hesselius de LeFanu, Van Helsing de Stoker o Carnacki de Hodgson, John Silence posee genuinos poderes psíquicos que le permiten moverse en el plano astral o comunicarse telepáticamente con sus clientes, así como algunas características del inmortal Sherlock Holmes. Incluye la presente edición una obra maestra del relato fantástico: «Antiguas brujerías», también otras destacadas historias del género como «Culto secreto», «La némesis del fuego» o «El campamento del perro». La capacidad de Blackwood para describir poéticas ensoñaciones fantásticas, escenarios naturales que se tornan sutilmente en sobrenaturales, mantiene al lector absorto, hipnotizado e incluso abducido hacia el interior de una vorágine de sueños, deseos y vidas pasadas enormemente cautivadora.
Ambrose Gwinnett Bierce (1842-1914?) dedicó buena parte de su carrera literaria al periodismo satírico, así como a escribir relatos de terror que le aseguraron un lugar destacado en la historia de la literatura norteamericana como un consumado maestro del humor negro. Su participación como romántico voluntario en la Guerra Civil Americana, en cuyos horrores y sangre chapoteó hasta caer malherido en la batalla de Kennesaw Mountain, le inspiró una serie de relatos que recopiló años más tarde en uno de sus libros más conocidos, Cuentos de soldados y civiles (1891). Esta experiencia traumática impresionó al joven Bierce de tal modo que su carácter se tornó pesimista y misántropo, y su humor, siniestro y cruel, al punto de ganarse el apodo de «Bitter Bierce». Tras abandonar el ejército en 1866, se instala en San Francisco, donde comienza a colaborar en diversos diarios, sobre todo en el New Letters periódico que llegó a dirigir de 1868 a 1872 y el Argonaut, en cuyas páginas publicó una serie de definiciones satíricas que posteriormente reuniría en su famoso El Diccionario del Diablo (1906). A los setenta años, agobiado por el asma y hastiado de la vida, Bierce decide viajar a México, que estaba en plena revolución. Nunca más se supo de él, la fecha de su muerte se desconoce. El presente volumen, ¿Pueden suceder tales cosas?, es la más amplia recopilación de cuentos de Bierce publicada en España, y reúne los cuarenta y dos relatos de terror escritos por el singular autor norteamericano, desde los más conocidos (La muerte de Halpin Frayser, El clan de los parricidas o Un habitante de Carcosa) hasta los inéditos (Una noche de verano, Un horror sagrado o Cuerpos de la muerte).
Jonathan Harker viaja a Transilvania para cerrar un negocio inmobiliario con un misterioso conde que acaba de comprar varias propiedades en Londres. Después de un viaje preñado de ominosas señales, Harker es recogido en el Paso de Borgo por un siniestro carruaje que le lleva, acunado por el canto de los lobos, a un castillo en ruinas. Tal es el inquietante principio de una novela magistral que alumbró uno de los mitos más populares y poderosos de todos los tiempos: Drácula. La fuerza del personaje —del que el cine se adueñó hasta la saciedad— ha eclipsado a lo largo de los años la calidad, la originalidad y la rareza de la obra de Bram Stoker, sin duda una de las últimas y más estremecedoras aportaciones a la literatura gótica anglosajona. Abre nuestra edición un espléndido, riguroso e iluminador prólogo del escritor Rodrigo Fresán, perfecta antesala de los salones del inmortal vampiro.
Gustav Meyrink (Viena, 1868), hijo ilegítimo de la famosaactriz María Meyer y el barón Karl von Varnbüler, acudió al colegio en Múnich yHamburgo, y cursó el bachillerato en Praga. A partir de entonces su destinoquedó unido a esta ciudad. Sus peculiares aficiones, su turbulenta vidanocturna, su magnética personalidad y un sentido del honor que le obligaba abatirse continuamente en duelo, le convirtieron en el terror de la burguesíapraguense. Meyrink se consideraba clarividente y practicaba el espiritismo.Adquirió gran dominio del cuerpo y de la mente gracias al yoga, experimentó condrogas y llegó a ser un consumado alquimista. Las obras de Meyrink, entre lasque se encuentra su inmortal novela «El Golem», parecen emerger deprofundidades fuera del tiempo y gravitan entre lo demoníaco, lo grotesco y losublime en la indagación de enigmas que han fascinado a la mente humana desdeel origen de los tiempos. «El ángel de la ventana de occidente», última novela de Meyrink,narra la fantástica historia de un hombre que, tras hacerse cargo de lospapeles de un primo difunto, comienza a tener pesadillas y visiones sobre suantepasado, el enigmático John Dee, célebre ocultista inglés que vivió entre1527 y 1609. Recibe entonces la visita de dos extraños personajes, elmisterioso Lipotin y la seductora Assja Chotokalungin, que le reclaman lalegendaria punta de lanza de Hoël Dhat, de la que él nada sabe. La acción de la novela, que transcurre en Inglaterra,Polonia y Praga, oscila entre lo real y lo onírico, y viaja desde losalbores del siglo XX al reinado deIsabel I. El relato pretende ilustrar la ley del karma, así como exponer losfundamentos de la verdadera alquimia: procurar al ser humano un vehículoinmortal para lograr la resurrección de la carne.
Gustav Meyrink (1868-1932) entró en el mundo literario forzado por unas circunstancias adversas que dieron un vuelco radical a su vida. Joven propietario de un banco de Praga, provocador de escándalos, duelista, estudioso del ocultismo, fue víctima de una confabulación que estuvo a punto de costarle la libertad y la salud al ser acusado de desfalco. Por fortuna se declaró su inocencia, y poco después tuvo que hacer pública su bancarrota. La literatura se convirtió entonces en su refugio y en un precario medio de vida. En su obra, Meyrink vertió no sólo sus profundos conocimientos de ocultismo, alquimia, espiritismo y de las más variadas corrientes esotéricas, sino también una aguda intención crítica y satírica, fruto de los roces con la sociedad de su tiempo. El monje Laskaris y otros relatos extraños y esotéricos, reúne una selección de relatos extraídos de sus colecciones originales Historias de alquimistas y Murciélagos, que participan de los temas de sus grandes novelas (El golem, El Ángel de la Ventana de Occidente, El dominico blanco). Todos ellos son pequeñas piezas maestras (entre las que destacan El ópalo y El cardenal Napellus) que reflejan las peculiares obsesiones del autor: la alquimia, la búsqueda de la piedra filosofal, la inmortalidad del hombre... fruto de su tenaz estudio de la literatura especializada y los textos de personajes históricos como Roger Bacon o John Dee. Como dijo Max Brod: «los relatos de Meyrink ejemplifican el non-plus-ultra de todo escrito moderno. Su magnífico colorido, su escalofríante y extraña inventiva, su agresividad, su concisión de estilo, su abrumadora originalidad de ideas, tan evidente en cada sentencia y frase que parece que en ellas no hubiera nada gratuito».
Charles RobertMaturin (1780-1824), autor de la inmortal novela gótica «Melmothel errabundo»(1820) –colección Gótica nº 21–, tomó prestado a los veinticuatro años elcastillo de Udolfo de Ann Radcliffe, lo rebautizó con el nombre de Muralto –unguiño al canónigo de san Nicolás, de Otranto–, encendió una vela y se sentó acontarnos la horrible tragedia de la familia Montorio. Una historiaespeluznante. Maturin había estudiado en el Trinity College de Dublín, suciudad natal, y tras graduarse se sumerge de manera absorbente en el estudio deobras de muy diversos géneros que van cayendo en sus manos, ya sea filosofía,teología, historia, novela o poesía. No obstante, la literatura es la granpasión de su vida, la pasión que le transporta y le arrastra finalmente hastael mismo borde de la locura. Se ordena clérigo en 1803, y desde entonces tratade hacer compatible su carrera eclesiástica con la de novelista y autorteatral. Acabó su primera novela, Venganza fatal en 1806, que publicó al año siguienteen Londres bajo seudónimo, y en 1816 estrena su famoso drama Bertram. Despuésde escribir tres novelas más sin gran éxito entre 1808 y 1818, publica sumonumental Melmoth en 1820, obra cumbre de la literatura gótica. «La familia de Montorio» (aparecida originalmente con el título de «Venganza fatal») esun relato oscuro, una maraña de historias lo vuelven intrincado. Maturin vacontando a un tiempo, separadamente, las zozobras de Ippolito y de Annibal, loshermanos Montorio, con los que viajamos a pie y a caballo por buena parte de laregión de Nápoles. Sobre ellos se cierne la influencia de un personajesiniestro, “el desconocido” para Ippolito y “el confesor” para Annibal. Unafatalidad traba las vidas de los moradores del castillo de Muralto –formidable,ennegrecido, silencioso–, residencia de la familia Montorio, y sus destinos sedeslizan de forma inexorable hacia la catástrofe final.
Henry James (1843-1916) nació en Nueva York y tuvo una infancia itinerante, estudiando en diferentes colegios y viviendo con su familia de hotel en hotel entre Inglaterra, Francia y Suiza. Comenzó a estudiar leyes en Harvard, pero al cabo de un año abandonó para dedicarse plenamente a la literatura. En 1915, tras haber residido buena parte de su vida en Inglaterra, adquirió la nacionalidad británica. Henry James no dejó nunca de viajar y se convirtió en un autor muy prolífico: escribió veinte novelas, más de un centenar de relatos, diversos ensayos de crítica literaria, algunas obras de teatro y dos excelentes biografías: la del escritor Nathaniel Hawthorne y la del escultor y poeta William Wetmore Story.
13 cuentos de fantasmas reúne los más destacados relatos de Henry James pertenecientes al género de la ghost story. En palabras de Italo Calvino (Cuentos fantásticos del XIX): «Los fantasmas de Henry James son muy evanescentes: pueden ser encarnaciones del mal sin rostro o sin forma, como los diabólicos criados de Vuelta de tuerca, o apariciones bien visibles que dan forma tangible a un pensamiento dominante, como en Sir Edmund Orme, o mixtificaciones que desencadenan la verdadera presencia de lo sobrenatural, como en El alquiler espectral. En uno de los cuentos más sugestivos y emocionantes, La esquina alegre, el fantasma apenas entrevisto por el protagonista es el mismo que él habría sido si su vida hubiese tomado otro camino; en La vida privada hay un hombre que sólo existe cuando otros lo miran, en caso contrario se disipa, y otro que, sin embargo, existe dos veces, porque tiene un doble que escribe los libros que él no sabría escribir».
Guy de Maupassant (1850-1893) nació en una familia de laalta burguesía francesa. A los dieciocho años fue expulsado del seminario en elque estudiaba por pertenecer a una sociedad libertina de alumnos. Estudiaderecho en París e ingresa como funcionario en el ministerio de Marina, puestoque abandonará para dedicarse a la literatura en 1880. En los diez añossiguientes, Maupassant publica entre uno y dos relatos semanales en lasrevistas «Gil Blas» y «Le Gaulois». En 1892 es internado en la clínica mentaldel doctor Blanche, donde muere al año siguiente tras sufrir deliriosprogresivos y parálisis general debido a la sífilis de su juventud. «Cuentos completos deterror, locura y muerte» se propone recoger todos aquellos relatos deMaupassant, más de un centenar, que podrían definirse temáticamente como demisterio, terror, locura o mundo imaginario. Así, el volumen reúne relatossobre la locura (“Madame Hermet”, “La mano disecada”, “¿Un loco?”), sobre eldoble (“El Horla”, “Él”, “Sobre el agua”), sobre la muerte (“El ahogado”,”Aparición”, “La muerta”), sobre el asesinato (“El borracho”, “El diablo”, “Tombuctú”),así como cuentos crueles (“La loca”, “Una vendetta”, “El tío Judas”) o sobre elsuicidio (“La noche”, “Suicidios”, “Sobre el agua”). La mayoría de los relatos de Maupassant comienzan conun preámbulo en un marco cotidiano, como una reunión de amigos. Uno de loscontertulios narra una anécdota que le ha sucedido o de la que ha sido testigo.Este narrador, que sustituye al novelista, garantiza que lo que va a contar estásacado de la vida real, logrando impresionar la imaginación del lector con ladescripción de su propio terror interior y provocando que «por su espalda corramás de un escalofrío».
Debido a la penuria económica en la que transcurrieron los días terrenales de H.P. Lovecraft, el «outsider de Providence» se vio a menudo obligado a completar los magros ingresos obtenidos por sus relatos, publicados en su mayoría en revistas populares, con otro tipo de tareas algo menos gratificantes, como el asesoramiento y revisión de relatos enviados por otros autores, favores que iban desde una sucinta revisión de estilo hasta la reescritura completa de la historia con cambios sustanciales en su argumento.En 1989 apareció en Estados Unidos, publicado por Arkham House, el volumen con las colaboraciones definitivas del Maestro de Providence: «The Horror in the Museum and Other Revisions», cuya edición corrió a cargo del estudioso y experto en H.P. Lovecraft, S.T. Joshi. Estos relatos, cuya autoría comparte Lovecraft con otros escritores, fueron en su mayoría íntegramente escritos por él sobre un argumento, a menudo reconstruido, ideado por otro autor. Así, en los dos cuentos en colaboración con Winifred Virginia Jackson, «La Pradera Verde» y «El caos reptante», Jackson no aportó ni una sola palabra; en el caso de las dos historias corregidas por encargo de Adolphe de Castro, «La última prueba» y «El verdugo eléctrico», Lovecraft reescribió por completo ambos relatos, conservando apenas el hilo argumental primitivo; los tres manuscritos revisados para Zelia Bishop, «La maldición de Yig», «El montículo» y «La cabellera de Medusa», están escritos en su totalidad por HPL, según lo anotado por este en sus cartas, y tan solo conservan una pequeña parte del argumento o idea original. Finalmente, Lovecraft escribió casi por completo los cinco relatos de Hazel Heald, y en cuanto a «El diario de Alonzo Typer», de William Lumley, aparte del núcleo central de la historia, el cuento es casi en su totalidad obra de Lovecraft.
El escritor norteamericano FrancisMarion Crawford nació en Bagni di Luca el 2 de agosto de 1854. Era hijo del escultorThomas Crawford y estudió en la St Paul School de Concord, New Hampshire, en laUniversidad de Cambridge, así como en Heidelberg y Roma. En 1879 viajó a laIndia para aprender sánscrito, y cuatro años después, tras una breve estanciaen Nueva York y Boston, regresó a Italia, donde estableció su residenciapermanente. Durante años escribió a un ritmo endiablado, produciendo novelasdonde abundaban los romances, las aventuras y los escenarios exóticos, talescomo «Khaled: A Tale of Arabia» (1891) o «TheWitch of Prague» (1891). Pero si Crawford es recordadotodavía es gracias a su célebre colección de relatos de fantasmas «Wandering Ghosts»(1911) -una de las mejores obras de terror que ha dado el género- que ahorapublicamos en la colección Gótica, añadiendo el relato 'El Mensajero delRey', omitido en las primeras ediciones. Y quién mejor para presentarnosalgunos de estos relatos que el maestro del horror moderno, H. P. Lovecraft:«“Pues la sangre es vida'plantea de forma convincente un caso de vampirismo sujeto a una maldición lunaren las cercanías de una antigua torre que se alza sobre un peñón de la solitariacosta del sur de Italia. “La sonrisa muerta' trata de horrores ancestralesen una vieja mansión de Irlanda y en el panteón familiar, y presenta con bastanteeficacia el tema de la Banshee. Sin embargo, la obra maestrafantástica de Crawford es “La litera de arriba', uno de los cuentos demiedo más tremendos de toda la literatura. En este relato de un camaroteencantado por el fantasma de un suicida, Crawford trata con destrezaincomparable cosas tan dispares como la humedad espectral del agua salada, unaportilla sorprendentemente abierta, o el combate de pesadilla con una criaturaindescriptible».