Max era el número uno: en los negocios y en el amor.
Antes de que el escándalo salpicara a la estrella de su serie de televisión, el millonario Maximilian Hart apartó a la bella e inocente Chloe de los periodistas sensacionalistas. ¿Y qué mejor escondite que su mansión?
Pero el plan del apuesto magnate no se limitaba a proteger su inversión… ¡la quería en su cama!
Él la había apartado del peligro, pero Chloe se vio sumida en otro aún mayor: Max era el mejor, tanto en los negocios como en la seducción.
Un fuego que nunca se apagó...
Solo con ver al atractivo James Crawford, Harriet Wilde sintió que prendía en ella un fuego que ardió hasta que su padre la obligó a romper la relación. Aubrey Wilde no iba a permitir que su hija se marchara con un hombre al que él consideraba demasiado poco para ella.
Diez años después, James se había convertido en el presidente de un imperio multimillonario y regresó para vengarse de la mujer que le había hecho sentir que no era lo suficientemente bueno para ella. Haría que Harriet experimentara cada gramo de la humillación que él había sufrido en el pasado. Sin embargo, lo único que James consiguió fue avivar las llamas de un fuego que había creído apagado…
Había llegado el momento de que se hiciera justicia con el hijo de la sirvienta.
Lázaro Marino no se iba a detener hasta llegar a la cumbre. Había escapado de la pobreza, pero todavía le faltaba una cosa: subir al escalón más alto de la sociedad. Y Vannesa Pickett, una rica heredera, era la llave que abría la puerta de ese deseo.
Con su negocio en horas bajas, Vanessa estaba en una situación límite. Casarse con Lázaro era lo más conveniente para los dos. Pero el precio de aquel pacto con el diablo sería especialmente alto para ella.
Su aventura tuvo la consecuencia más sorprendente de todas…
Sarah Scott no había querido enamorarse de un mujeriego incapaz de comprometerse, pero la experta seducción de Raoul la dejó indefensa. Sin embargo, cuando él desapareció de su vida, el legado de Raoul siguió vivo… Sarah estaba embarazada del heredero Sinclair.
Cinco años después, Sarah tenía que esforzarse para llegar a fin de mes trabajando como limpiadora en una oficina. Estaba de rodillas fregando el suelo cuando sus ojos se encontraron con los de su nuevo y elegante jefe, el hombre al que nunca había podido olvidar y el padre de su hijo: Raoul Sinclair.
La tensión sexual crecía sin parar… El primer encuentro entre Gracie O’Brien y Rocco de Marco, multimillonario y soltero de oro, fue memorable; él la vio robando canapés. Pero el segundo fue inolvidable… La inesperada visita de Gracie a su despacho era demasiado sospechosa… Él no podía creer en su inocencia. y la experiencia le había enseñado que era mejor tener a los enemigos cerca, hasta averiguar la verdad. Sin embargo, era muy difícil seguir enojado con la fascinante pelirroja… Ella le hacía sentir emociones que Rocco creía haber enterrado para siempre.
¿Se atrevería a desafiar al rey? Kiara Frederick llevaba una vida normal hasta que, tras su arrebatadora aventura con el jeque Azrin, se vio con el anillo de diamantes más grande de todo Khatan y descubrió que no solo se había convertido en princesa, sino también en propiedad pública de la noche a la mañana. Mientras Azrin se preparaba para acceder al trono, Kiara descubrió que la vida de palacio podría destruir su antes fuerte matrimonio. Pero los reyes de Khatan no se divorciaban, y las reinas de Khatan no debían siquiera planteárselo. ¿Lograría Kiara mantenerse firme ante aquel deseo tan ardiente como la arena del desierto?
¿Podría haber algo de verdad en la leyenda de la antigua joya?
El valioso diamante conocido como El Corazón del Valor decía garantizar amor eterno para todos los descendientes de la familia de Kazeem Khan, el emir de Kabuyadir. Pero el jeque Zahir rechazaba tal leyenda. Después de las tragedias sufridas por su familia había decidido que el amor y el matrimonio eran dos cosas separadas y ordenó que se vendiera la joya.
La historiadora Gina Collins sería la encargada de estudiar y tasar aquel valioso tesoro, pero cuando volvió al reino de Kabuyadir se quedó asombrada al descubrir que su misterioso cliente era el hombre con el que había pasado una noche de ensueño tres años atrás, el hombre que le robó el corazón para siempre.
Luces…cámara… ¡cama! Desde su último coche deportivo hasta la última rubia con la que había salido, las habladurías rodeaban al famoso actor y director hollywoodiense Jaxon Wilder. Fuentes desconocidas estaban especulando de manera escandalosa sobre una desconocida belleza a la que Jaxon estaba decidido a conocer… ¡íntimamente! Pero Stazy no se parecía en nada a las habituales conquistas de Jaxon… Y, a pesar de la indignación de este, ¡iban a tener que trabajar juntos en su nuevo proyecto! Jaxon accedió a trabajar con Stazy…consciente de que, por mucho que ella intentara resistirse, finalmente no podría evitar caer rendida a sus pies...
Estaba decidido a hacerla suya.
Entre los espectaculares viñedos de Argentina, Nicolás de Rojas y Magdalena Vázquez tuvieron un romance secreto... hasta que Magda descubrió un devastador secreto sobre Nic, y huyó sin tan siquiera despedirse. Magda volvió al heredar una propiedad deteriorada, y se encontró a merced de Nic... precisamente donde quería tenerla. Él poseía una de las bodegas más prestigiosas de Argentina y ella necesitaba su ayuda desesperadamente. Pero no estaba segura de poder aceptar la condición que Nic le imponía: pasar una noche con él... para acabar lo que habían empezado ocho años atrás.
Aquella mujer le haría recordar un pasado que había jurado olvidar…
Mientras se acercaba al magnífico castillo Di Sirena, la tímida Josie temblaba de anticipación… aquel castillo a las afueras de Florencia era el sueño de cualquier arqueólogo y no podía creer que le hubieran permitido no solo trabajar, sino alojarse allí. Recelosa del famoso propietario, el conde Dario di Sirena, esperaba que estuviese demasiado ocupado yendo de fiesta en fiesta como para fijarse en ella.
Intrigado, Dario esperaba la llegada de Josie con cierta curiosidad. Su inocencia era algo nuevo para un cínico como él y despertar a la mujer apasionada que había debajo de aquella ropa ancha e informe sería un reto delicioso.
Ella tenía que cumplir una promesa
Cesario Piras, el melancólico señor del Castello del Falco, no estaba preparado para recibir a la visitante que llamó a su puerta durante una tormenta aterradora… ni para el bebé que ella tenía en brazos y llevaba el apellido de los Piras. La cabeza le pidió a gritos que saliera corriendo, pero el maltrecho corazón de Cesario empezó a traicionarlo.
Beth Granger supo, en cuanto llamó a la puerta del castillo, que ya no podía echarse atrás. Pero cuando Cesario la miró a los ojos suplicantes, todo su plan empezó a desmoronarse…
Habían crecido juntos, pero él en una mansión y ella en la casa del mayordomo.
James Rocchi siempre lo había tenido todo: dinero, atractivo y una sonrisa demasiado seductora, algo que le había procurado una larga lista de sofisticadas bellezas a su alrededor. Pero nunca se había fijado en Jennifer, la chica corriente que vivía a su lado.
Hasta que su vida en París transformó a Jennifer en una mujer elegante con tentadoras curvas. ¡Entonces, no pudo parar de mirarla! Por eso, cuando James le ofreció un trabajo, estaba claro que su interés iba más allá de lo profesional.
Valía la pena arriesgarse por un buen titular…
Hunter Philips, el rompecorazones de Miami, puso en marcha el olfato periodístico de Carly Wolfe. ¿Qué clase de individuo sin corazón era capaz de inventar algo como El Desintegrador, una aplicación para romper relaciones? Pero, cuando lo retó a un duelo en televisión, no supuso que el azul helado de su mirada y su carisma arrebatador acelerarían de aquella forma su corazón…
Después de que un escándalo profesional le hiciera perder su trabajo, Carly se había olvidado del amor. Una relación con Hunter podía llevarle a romper su regla de oro de no implicarse emocionalmente, pero ¿no eran, al fin y al cabo, gajes del oficio?
Aquella última noche tuvo consecuencias inesperadas
La tentación de una última noche de pasión embriagadora con su esposo era demasiado fuerte para que Melanie Masterson se resistiera a ella. A la mañana siguiente, besó su atractiva boca a modo de despedida y dio por terminado su matrimonio, pues creía que Forde se merecía a una mujer mejor que fuera una buena madre y esposa. Pero esa noche tuvo consecuencias inesperadas.
Al descubrir que Melanie se había quedado embarazada, Forde decidió recuperar a su esposa y a su hijo, aunque eso significara jugar sucio, mediante una seducción tan apasionada que ella no volvería a querer abandonar sus brazos.
Quería la isla... y a Louise de vuelta en su cama
La herida que Dimitri Kalakos infligió a Louise Frobisher había tardado años en curar. Y, sin embargo, ahora se veía obligada a enfrentarse a él de nuevo, ya que necesitaba la ayuda económica del implacable magnate... ¡pero absolutamente nada más!
Louise le ofreció a Dimitri la única cosa que él pensaba que su dinero no podía comprar: ¡la isla griega que debería haber sido suya! Ella confiaba en hacer un buen trato, pero Dimitri sabía que solo podía haber un único ganador... y la palabra «fracaso» no figuraba en su vocabulario.
La atracción sería tan ardiente como la arena del desierto…
La princesa Katharine siempre supo que su destino era un matrimonio de conveniencia política. Con pena en el corazón, se preparó para conocer a su futuro marido, el hombre al que llamaban La Bestia de Hajar…
El jeque Zahir gobernaba un país encerrado en su palacio. Nadie debía ver su rostro desfigurado. Sin embargo, sus obligaciones le exigían continuar con la estirpe real…
Cuando su futura esposa cruzó el umbral, pensó que saldría huyendo nada más verlo. Pero Katharine Rauch y su diáfana mirada lo cautivaron sin remedio.
No era la típica damisela en apuros
Por encima de todo, el jeque Amir quería redimir los escándalos de su familia. Así que lo último que deseaba era tener que enfrentarse a una sensual y bella extranjera que acababan de entregarle para que se convirtiera en su esclava sexual.
Cassie había sido secuestrada por unos bandidos y entregada a un jeque como si fuera un objeto y no una persona, pero se negaba a ser el juguete de un hombre. Aun así, después de pasar una semana en la tienda de Amir fingiendo ser su amante, empezaba a darse cuenta de lo difícil que iba a ser resistirse a sus encantos. Sobre todo cuando tenían que compartir la misma cama…
Le bastaba chasquear los dedos para que las mujeres lo obedecieran Acalorada y exhausta por el bochorno milanés, Caroline Rossi entró en las elegantes oficinas de Giancarlo de Vito y comenzó a sentirse gorda, fea y prácticamente invisible. La despiadada ambición de Giancarlo lo había llevado hasta donde estaba, pero no había olvidado las penalidades sufridas ni la sed de venganza que solo Caroline podía ayudarlo a apagar. Acostumbrado a que las mujeres se desvivieran por complacerlo, Giancarlo se sintió perplejo al ver que ella se negaba a seguirle el juego. Para lograr vengarse tendría que recurrir a su irresistible encanto…
Dejaría de trabajar en el infierno enseguida
Drusilla Bennett estaba dispuesta a recuperar su vida y a irse muy lejos del demonio, quien, por el momento, estaba disfrazado de su jefe. Había reunido el valor para presentar su dimisión.
Hasta ese momento, nada había conseguido tomar por sorpresa a Cayo Vila. Además, la palabra «no» no estaba en su vocabulario. Por eso, la dimisión de la mejor secretaria que había tenido era, sencillamente, inaceptable.
Dru había oído hablar de su implacable atractivo, pero cuando lo dirigió hacia ella, entendió perfectamente por qué era tan difícil negarle algo a Cayo Vila.
Estar tan cerca de él era un tormento que apenas podía soportar
Rayne Hardwicke tenía una vieja cuenta que saldar con Kingsley Clayborne, el playboy arrogante y despiadado que había construido un negocio multimillonario a costa de su padre. Quería justicia… pero una parte de ella también quería algo más…
Siete años antes, cuando solo era una adolescente, lo había amado en silencio. Y aún seguía adorándolo. Si sucumbía a sus impulsos, se delataría sin remedio, pero si no lo hacía corría el riesgo de perder la razón.