Estas «Novelas amorosas y ejemplares» (conocidas como el «Decamerón español», Zaragoza, 1637) está formada por diez novelas cortesanas en que analiza los estratos sociales superiores de su época, con visible influencia de Miguel de Cervantes. Del «Decamerón» de Giovanni Boccaccio toma la fórmula del marco narrativo: la reunión por culpa de una enfermedad (en vez de la peste, unas cuartanas de Lisis) de unos personajes que, a lo largo de cinco noches narran en cada una de ellas dos novelas de gran crudeza. Frente a otros novelistas contemporáneos, no pretende exhibir su ingenio cortesano complicando el estilo con expansiones y ornamentos culteranos, ni se hace pasar por moralista sermoneando a la manera de Mateo Alemán: le interesan más la amenidad narrativa y la descripción psicológica de los personajes y de los ambientes en que se mueven. Además, hay un fuerte componente de denuncia social: su revelación de injusticias indignantes reflejan una fuerte independencia y un recio orgullo femenino, sin ahorrar crudeza en las escenas escabrosas. Además refleja como nadie los efectos demoledores y opresivos de la pasión. Ningún censor del siglo XVII encontró nada que objetar a sus novelas, pero el puritanismo y la misoginia del siglo XIX y de principios del XX censuraron su obra, tildando algunas de sus novelas de «libertinas», «obscenas» o «crudas». Las anécdotas sobre las que basó la acción tienen tono moralizante y fueron reivindicadas por la autora como verídicas. En estas novelas subyace un propósito común: denunciar las limitaciones que para la mujer representaban la moral y los usos sociales del siglo XVII. Sus protagonistas son mujeres de carácter fuerte, decididas, que ceden ante el impulso amoroso no tanto por una mera atracción sexual como para ejercer un acto de libertad individual. La segunda serie lleva el título de «Novelas y saraos» (Barcelona, 1647) y reeditados bajo el título de «Desengaños amorosos». Solo se diferencia de la primera en que aumenta la truculencia y escabrosidad de los argumentos.
Elena Garro es una autora polifacética y prolífica que cultivó diversos géneros: el teatro, el guión, el cuento y la novela, y que produjo una obra vasta y magnificente. Dentro de esa amplia gama de textos de notoria factura, «Novelas escogidas» —con prólogo y selección del crítico Geney Beltrán Félix— reúne y pone al alcance del lector actual algunas de las mejores novelas cortas que Garro produjo entre 1981 y 1998.
Ambientada en la España de principios del siglo XX, «Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina», narra las vivencias de un joven estudiante, de humilde condición, que sueña con ser rico y poderoso. Sus ansias de riqueza le llevarán a participar en un peligroso experimento. En palabras de la autora: «Pascual López es el extracto, aliñado y puesto en orden, de los apuntes autobiográficos de un estudiante de Medicina en la insigne escuela compostelana».
La obra narrativa de César Vallejo no transita por un solo camino creativo. Las potentes huellas literarias del contexto nacional y mundial se ven debilitadas ante el discurrir simultáneo de varios cauces expresivos y comunicativos propios, que le permiten sumergirse en los problemas de su tiempo, tanto por medio de la ficción realista como por el lado del relato fantástico, con logros todavía incomprendidos o poco estudiados en nuestro medio. Este libro de Vallejo, además de motivar la investigación por los múltiples aspectos sin desentrañar, permite afinar el gusto por el manejo de la palabra escrita, elevar la sensibilidad social y disfrutar del vuelo de la fantasía narrativa.
En los cuentos reunidos en esta antología preparada por Marta Salís, recorremos medio mundo —de Saratoga Springs a Nueva Zelanda, de los Pirineos a Viena, pasando por pequeñas ciudades inglesas— para asistir a los desvelos, abnegaciones y ardides de unas jóvenes casaderas en general más preocupadas por su felicidad que por su respetabilidad, a pesar de que no todas dispongan de los medios para alcanzarla. Noviazgo y matrimonio cuenta historias de amores aplazados, de relaciones equívocas, de compromisos impuestos y de heroínas capaces de manipular a sus pretendientes o a sus padres con tal de vencer los prejuicios sociales o de defender su libertad de decisión. Constituyen, en conjunto, un espléndido ejemplo de la obra de Anthony Trollope, de la que dijo Nathaniel Hawthorne que «era tan real como si un gigante hubiera excavado un gran trozo de tierra y lo hubiera encerrado en una campana de cristal: allí sus habitantes seguirían con sus quehaceres cotidianos, sin sospechar que eran objeto de exhibición». El mismo Trollope afirmó que nunca había pretendido otra cosa más que ver «a los hombres y los mujeres andar por ese gran trozo de tierra como andan aquí entre nosotros», describiendo «los detalles más habituales de la vida corriente de la gente más común».
Lou está en plena pubertad, se mueve en un mundo de adultos con pasos de niña. Lou es extremadamente tímida, y el hecho de ser una superdotada y de estar en una clase donde todos los alumnos tienen varios años más que ella, no se lo pone más fácil. Y por si esto fuera poco, al llegar a casa, Lou debe enfrentarse a una madre hundida por la depresión y a un padre empeñado en ver la vida de color de rosa. Pero eso a su estricto profesor de economía no le importa. Lou tiene que preparar un trabajo que deberá exponer ante el resto de la clase. Y subirse a la tarima, enfrentarse a sus compañeros… y hablar es la peor pesadilla de Lou. Entonces Lou conoce a No, adolescente que sobrevive en la calle, bebe vodka, come en comedores sociales y duerme en albergues, cuando tiene suerte. No está al borde del desastre, y Lou decide salvarla. Y entre ellas surge una amistad sin fisuras, que llevarán hasta sus últimos límites. «No y yo» descubre a los lectores la realidad de la miseria que cubre un París muy distinto al que ven los turistas. «No y yo» es una novela que mezcla la dureza de la vida en la calle con la ternura y los sueños de pubertad. «No y yo» es una novela que conjuga ternura y suspense, que conduce al lector por el filo de la navaja, entre los sueños de la juventud y la pesadilla de la marginación.
Este libro cuenta las verdades. Las verdades de un matrimonio que no es para nada perfecto. Las verdades de una familia llena de imperfecciones. Las verdades de un niño fuera de lo común. Porque no todas las historias de amor son perfectas, y algunas, como esta, no pretenden serlo.
¿Soñamos un poco? ¿Qué quieres que sea de mayor? Feliz… Conocimos a Tom cuando apenas decía unas pocas palabras, cuando miraba sin ver, cuando se escondía debajo de la mesa para aislarse de un mundo que no entendía, cuando era feliz haciendo pompas de jabón, cuando no se separaba de su tablet, cuando sus paredes estaban llenas de pictogramas… Nos despedimos de él unos años después, en plena adolescencia, haciendo preguntas para intentar encajar, con su especial visión del mundo. Ahora, viajaremos un poco más en el tiempo y descubriremos qué ha sido de él. Si ha conseguido encajar en el mundo, o bien si el mundo se ha adaptado un poquito más a él.
«Nuestro padre San Daniel» (1921) y «El obispo leproso» (1926) constituyen las dos partes de una novela en la que se nos muestra la vida y la muerte de una ciudad levítica, Oleza, trasunto de Orihuela, a finales del siglo XIX, y las pasiones, las crueldades, los amores, los odios, los sacrificios y los heroísmos de sus habitantes. La magistral prosa de Miró intensifica esta honda meditación, realizada con lucidez y amor, sobre la condición humana, el poder transformador del tiempo y la búsqueda de la felicidad, dando cuerpo a un mundo complejo y denso, percibido y gozado con demorada sensualidad mediante los cinco sentidos. El propósito mironiano de «decir las cosas por insinuación» afecta a todos los estratos de la novela, y sitúa al escritor alicantino entre los más radicales renovadores de un género que, en aquellos años, estaba sufriendo profundos cambios. Esta novela original y deslumbrante, profunda y emotiva, viene a ser la culminación de la novelística de Gabriel Miró y una de las obras maestras de la novelística española. La unidad de la obra reside en el especial tratamiento temporal y la organización del texto, con una trama desarrollada entre la llegada y la muerte del obispo. El motivo del ferrocarril, metáfora de modernidad durante el XIX, desencadena la lucha entre tradicionalistas y liberalistas. No es una simple censura de la vida provinciana. Nos encontramos con varias dialécticas: lo tradicional frente a lo liberal, el amor frente al egoísmo, el principio de autoridad frente al instinto. El tema de la profunda tristeza que imprimen los deseos insatisfechos vertebra todo el libro. En «Nuestro Padre San Daniel», primera parte de dos novelas, Gabriel Miró recrea la Orihuela de su infancia y la España de su tiempo convocando a la vida a Oleza. Puebla de vida sus calles provincianas y va pintando aquí y allá olores y ambientes que, no obstante estar recién hechos, evocan calles olvidadas en la memoria, árboles vistos en la infancia y verdores de otros campos en días más felices. Se trata de una «novela de capellanes y devotos», como advierte el subtítulo. Aunque lo mismo podría decir «novela sensual y anticlerical». Por extraño que pueda parecernos ahora, en su momento fueron vistas ésta novela y su par, «El obispo leproso», con escándalo. Miró nos presenta un fanatismo inculto y una fe mágica hacia el patrono San Daniel, hacedor de milagros absurdos que exige almas escrupulosas de conciencia esdrújula, que convive en perfecto maridaje con una moral estoica en apariencia pero más bien hipócrita.
Finiquitados en 1929 los últimos movimientos armados en México, se inicia la etapa que algunos historiadores llaman de estabilización de la Revolución, que acaba por cristalizar en gobierno. En esta época confusa que amerita un estudio a fondo «un segundo intento de burguesía —señala Raymundo Ramos— apuntaba en el panorama nacional. Después de la burguesía positivista del porfirismo —apenas si vasto cacicazgo agrario— nacía la “nueva burguesía” revolucionaria, de la que Azuela tuvo el primer atisbo premonitorio y genial. Los Demetrio Macías se habían extinguido en los campos de batalla luchando contra los molinos de viento, y los Quijotes apócrifos circulaban en las secretarías de Estado medrando a la sombra de la burocracia». Don Mariano Azuela (1873-1952), «con la misma austeridad y valentía con que antaño flagelara a los poderosos latifundistas del porfirismo, a los caciques políticos y a sus compinches y sostenedores, los curas taimados y socarrones que, como sus aliados, explotaban la ignorancia y el fanatismo del pueblo, vapuleó después el mimetismo revolucionario de los caudillos venales que traicionaron los ideales de la Revolución. A veces arremete también contra el pueblo mismo que, lejos de reivindicar su dignidad y sus derechos, sólo supo enlodarse en una orgía de sangre y destrucción». La larga cita es de Manuel Pedro González, uno de los mayores admiradores del escritor jalisciense. En «Nueva burguesía» (1941), Azuela mantiene impertérrito su papel de novelista satírico, de feroz crítico de costumbres. Con la misma irreductible independencia de antaño arremete ahora contra la ineptitud y la corrupción hechas gobierno.
Cela considera el Lazarillo un libro crítico, un libro que señala una época de crisis. Y lo es, en efecto. Pero de esa crisis no salió depauperado, sino robustecido. El Lazarillo es una obra maestra que hoy tiene ya una larga historia de ediciones. No es un ensayo de novela picaresca actual. La palabra ensayo no responde a su condición ni a sus méritos. Es, simplemente, una novela picaresca que no deshonra ni quiebra la rama de la que ha nacido. Sin duda, una de las novelas más curiosas de su autor, Camilo José Cela, que se convertiría en uno de los literatos en lengua castellana más conocidos del mundo tras recibir el prestigioso Premio Nobel de Literatura.
Nueve cuentos se abre con el primer gran éxito de J. D. Salinger, Un día perfecto para el pez plátano. Este relato, ya mítico, marca el carácter bello y trágico que desprende toda la obra a través de cada uno de los cuentos. En él, como en Teddy o Para Esmé, con amor y sordidez, hallamos una muestra de la importancia que los niños poseen en el universo del autor estadounidense, siempre como símbolo de lo aún no pervertido. Además, profundizaremos en el perfil de Seymour Glass, personaje clave en su obra. En Nueve cuentos se muestra un Salinger versátil, mágico y capaz.
El mes en que cumple 30 años, Wiener —una escritora peruana y «periodista kamikaze», que se gana la vida en España publicando artículos sobre sexo— está tumbada en una cama de hospital, recuperándose de una intervención quirúrgica, cuando se entera de que a su padre le han detectado un cáncer de colon, de que una de sus amigas acaba de suicidarse tirándose por la ventana de un hostal y de que la revista literaria para la que trabajan ella y su marido ha cerrado definitivamente. Abatida, desempleada y sumida en la incertidumbre, el futuro se le presentará en la forma de dos inoportunas líneas rojas en el predictor, reveladoras de que esa náusea vital que la embarga es en realidad un embarazo inesperado. Sola en casa, con muchas horas libres que emplea en buscar trabajo y reconocerse como una inminente madre, escribe las tortuosas y precisas memorias de una típica Peter Pan de estos tiempos —filóloga en paro, pansexual, adicta al youtube y al KFC—, que verá transformar su cuerpo en un nuevo territorio de experimentaciones y en una fuente de información políticamente peligrosa que ni el sistema hospitalario ni los libros de autoayuda para embarazadas registran. Nueve lunas es una exploración narrativa de los mitos de la procreación. Una guía secreta para las que quieren ser madres a toda costa y las que detestan la idea de serlo, pero también para el voyeur, el donante de semen, el sátiro y el aspirante a padre con babero. Son nueve escenas de un reality obstinado en amargar la dulce espera con arranques parricidas, recuerdos de abortos adolescentes, lecturas matrofóbicas, delirios biotecnológicos y partos sin anestesia, narradas desde la desconcertante, afiebrada y lúbrica subjetividad de una embarazada que teoriza sobre nuestra necesidad neurótica de perpetuar la especie.
Efraim Nomberg, Fima, tiene cincuenta y cuatro años y vive en Jerusalén. Huérfano de madre desde los diez, mantiene una complicada relación con su padre. Tras haber creado muchas expectativas como estudiante de historia y, después, como poeta, su existencia se llena de pronto de renuncias. Fima es un hombre contradictorio: atento y distraído, melancólico y entusiasta, algo dejado en su aspecto físico, pero muy querido por sus amigos, sobre los que ejerce una extraña fascinación. Sólo se exalta cuando habla de política y critica al gobierno israelí por la miopía con que trata la cuestión de los territorios ocupados. Ésta es su historia, una historia por la que transitan los personajes más disparatados: Baruj, su padre, famoso fabricante de productos cosméticos; Yael, su exmujer; Nina, su amante, y el pequeño Dimi, hijo de Yael, al que Fima considera un poco su hijo.
Drama, aventura, corrupción y contrabando en tierras de África por el control de los diamantes en el mercado negro. A comienzos de 2002, un argentino desempleado y al borde de la ruina económica, acepta viajar a África para cumplir una misión casi imposible. Una apuesta a ciegas, a todo o nada, donde el todo es la riqueza y el final de las privaciones y el nada, la muerte. El Congo y Angola son los espacios donde esa apuesta habrá de dirimirse y los diamantes, el trofeo ganador. Miguel ingresa sin querer en una red de traficantes de piedras preciosas, y tras ese mundo de riquezas desmesuradas y traiciones automáticas están los epígonos de una guerra civil, la súbita erupción de la violencia, los mineros explotados. Y también, como un frágil sueño que se niega a ser parte de la pesadilla que lo envuelve, está el amor de una mujer inesperada que lo incita a olvidar su apuesta y que le promete una felicidad que jamás imaginó. «Ojos negros» es una novela hipnótica. Sin pausas ni concesiones, Eduardo Sguiglia lleva al lector de la mano hacia un viaje alucinante que, como no podía ser de otro modo, desemboca en un final sorprendente donde literatura y aventura hacen las paces.
La devoción por todos los hijos, más allá de los lazos de sangre: ese es el destino del elefante, el código inscrito en el animal-amuleto de una historia que empieza en un lujoso edificio de viviendas de Milán. Pietro es el nuevo portero, un exsacerdote de sesenta y cinco años que acaba de llegar de su Rímini natal con una vieja bicicleta y una baqueteada maleta llena de recuerdos. El portero es muy amable con todos los vecinos, pero mantiene una enigmática relación con uno de ellos, el doctor Martini, un joven médico consagrado a evitar el sufrimiento a los enfermos que, a las puertas de la muerte, no pueden recibir otro consuelo. ¿Por qué entra Pietro en la casa de los Martini cuando no hay nadie? ¿Por qué lo sigue hasta llegar a compartir con él una verdad inconfesable? El secreto que los une indaga en el significado de las relaciones afectivas, protagonistas de una trama que va desvelándose, para llegar al origen de todo: una joven que Pietro conoció cuando era un sacerdote sin Dios, en una Rímini que a ratos parece retratada por Federico Fellini.
Vestida con una bata blanca y con un fonendoscopio colgado del cuello, la muerte recorre cada noche las habitaciones de la Residencia de Mayores Peña Hincada para auscultar a las internas, tomarles el pulso y decidir a quién le tocará hoy y a quién mañana.
¿A la Socorro, a la Millones, a la Académica? ¿A la Ciempiés, a la Enterradora, al Alma en pena? ¿O quizá a la Aparición?
No hay grandes distracciones en el centro, las ancianas casi no reciben visitas y el tiempo que les queda se les va en rumiar sus obsesiones, sus secretos, las vidas reales o imaginarias que dejaron atrás.
En Hasta aquí hemos llegado Antonio Fontana ha compuesto una suerte de moderno Decamerón sobre la vejez, su falta de pudor, su incorrección y, sobre todo, su humor negro.
Una visión tan sutil como insólita y divertida de la ancianidad a través de un conjunto de voces perfectamente caracterizadas que rompen con los estereotipos y dan una perspectiva compleja, dinámica y tragicómica de la última etapa vital.
La vida en la revolución fue bonita mientras fue promesa. Luego vinieron los fracasos, los del país y los propios. Cuando Nina pidió el divorcio, Camilo no solo se separó de ella, sino también de su hija Elisa: o eran los tres o no eran. En 2018, mientras Camilo ve pasar la crisis por la ventana, Nina es atropellada por ella. Su padre, el país y la revolución parecen haber muerto al mismo tiempo. Después de que Nina se va para Brasil, dejando a Elisa con la abuela, Camilo reaparece con una propuesta para la niña. Lo que para él es un intento desesperado de recuperar a su familia, para Nina es apenas una réplica íntima del autoritarismo nacional, ese que él maneja tan bien.
«¿Y sabes lo que he hecho, Ninon, para retenerte a mi lado toda esta noche? ¿A que no lo aciertas? He ojeado el pasado; he buscado, entre centenares de páginas escritas, un poco de todo, cuando no hallaba cosas bastantes delicadas para tus oídos. Me ha complacido poner estas mieles en medio de mis rudezas. Sí; he querido este regalo para ambos. Volveremos a ser niños; comeremos sobre la hierba. Se trata de cuentos, nada más que de cuentos, de confitura servida en la vajilla de los chicos. ¿No es esto encantador? Tres grosellas, dos granos de uva seca bastarán para saciar nuestro apetito, y nos achisparemos con cinco gotas de vino vertidas en agua clara. Oye, curiosa. Hay al principio algunos cuentos bastante pasables; hasta tienen un comienzo y un fin; otros, es verdad, van con los pies desnudos, después de haber tirado la gorra por lo alto. Pero debo advertirte que más adelante nos encontraremos con caprichos que huelen a tomillo. ¡Picarilla! Lo he espigado todo; era preciso que no me abandonases en toda la noche. En ellos canto la canción del “¿Te acuerdas?”. Son nuestros recuerdos más queridos; lo que hay de más dulce para nosotros; lo mejor de nuestros amores. Si esto enoja a los demás, tanto peor para ellos. Ninguna necesidad tienen de meterse en camisa de once varas. En último término, para retenerte todavía, te contaré una larga historia, la última, que durará, así lo espero, hasta la madrugada. La he colocado al fin, detrás de todas las demás, para que te duermas entre mis brazos. Después, dejaremos caer el volumen y nos abrazaremos».
La prosa de Enrique López Albújar es fuerte y concreta. Acaso haya influido en su concisión y, a veces, en sus descensos súbitos, un largo tránsito por la magistratura. Juez durante varios años en la sierra peruana, vio desfilar ante sí a muchedumbre de personajes humanos llenos de dolor, de miseria y de angustia. ‘Nuevos cuentos andinos’ continúa la primera serie (1920) que significó la consagración literaria de su autor. Relatos hondos, dramáticos, inspirados en tragedias cotidianas y en ocasiones desgarradoras. Un libro hermoso y descarnado, en el que se ve la garra de cuentista, en la plenitud de su humanidad.