Ateneo, autor de cuya vida poco más sabemos, nació en el siglo II d. C. en Náucratis, ciudad de Egipto con una larga tradición cultural griega. Imbuido de una amplia erudición e inmerso en la corriente cultural griega conocida como Segunda Sofística, de él ha llegado hasta nosotros el «Banquete de los eruditos» («Deipnosophistaí»), en quince libros. Basándose en el «Banquete» de Platón y en las «Charlas de sobremesa» de Plutarco, entre otros, Ateneo reúne en un simposio a veintitrés sabios que, mientras disfrutan de los placeres de la buena mesa, conversan en profundidad acerca de los más diversos temas: gramática, medicina, filosofía, música, leyes, zoología, gastronomía, etc., en una clara muestra de la literatura miscelánea tan del gusto de la época. Además de ser una lectura sumamente placentera, el Banquete constituye una fuente incomparable de noticias sobre costumbres, alimentos y personajes de la Antigüedad, y las numerosas citas textuales que contiene (en muchos casos de escritores ya casi desconocidos en época del autor) lo convierten en una vía de transmisión inestimable de fragmentos de obras por lo demás irremisiblemente perdidas. La traducción, primera completa al español, mereció el Premio Nacional de Traducción en 1999 por los dos primeros volúmenes de esta colección (libros I al V).
Esquines puso sus enormes dotes de orador al servicio de la idea de alcanzar un acuerdo con Macedonia a fin de alcanzar la paz, y por ello se enfrentó enconadamente al antimacedonio Demóstenes, el gran orador ático. Esquines (Atenas, c. 360 - Rodas, c. 322 a. C.) fue, en el campo de la oratoria, el gran rival de Demóstenes. Su fama se basa en los tres únicos discursos que de él hemos conservado: «Contra Timarco», en el que reclama una ley que prohíba dirigirse a la asamblea ateniense a los ciudadanos disolutos; «Acerca de la embajada fraudulenta», en el que Esquines se defiende de la acusación hecha contra él por Demóstenes, en un discurso homónimo, de haber pactado una paz perjudicial con Macedonia; y «Contra Ctesifonte», donde impugna una propuesta de otorgar una corona de oro a Demóstenes en reconocimiento a su labor, y deplora los efectos que la actividad de éste ha tenido para Atenas. De los dos últimos discursos conservamos también los enfrentados de Demóstenes (publicados en esta misma colección). La comprensión cabal tanto de los escritos de Esquines como de la enconada animadversión entre éste y Demóstenes requiere el contexto histórico. En el siglo IV a. C., la amenaza de Filipo II de Macedonia se cernía sobre toda Grecia, y no tardaron en formarse un partido favorable y otro adverso al rey macedonio. El conflicto llegó al ágora ateniense, donde ambos ardorosos oradores se enfrentaron dialécticamente: Demóstenes, al frente del partido antimacedónico, y Esquines, partidario de llegar a un acuerdo con Filipo. Aunque la tradición posterior se inclinó a favor de Demóstenes, pues lo veía como una especie de héroe nacionalista, la crítica actual tiende a ser más objetiva y a poner a Esquines en el lugar que le corresponde dentro de las letras griegas.
Cicerón tituló el conjunto de catorce discursos que pronunció contra Marco Antonio «Filípicas», denominación de cuatro discursos patrióticos que Demóstenes, el orador ático al que tanto admiraba, dirigió contra Filipo II, rey de Macedonia, porque advertía semejanzas y paralelismos en ambos contextos. Tras el asesinato de César en el 44 a. C. (que Cicerón celebró porque detestaba la tiranía cesarista, opuesta a sus valores republicanos), y después de unos meses de incertidumbres acerca de los posicionamientos de los principales actores en la política romana, Cicerón encabezó el partido senatorial (diezmado a causa de las luchas civiles), y se enfrentó a su enemigo Marco Antonio, el hombre que había intentado hacer rey a César y que se perfilaba ya como nuevo dictador, en la serie de las catorce «Filípicas». En ellas Cicerón critica las actuaciones de Marco Antonio y logra que el Senado, tras intentar una salida negociada al conflicto entre éste y Décimo Bruto (negociación a la que Cicerón se opuso), termine poniéndose en contra de Antonio, quien es derrotado en Módena y declarado «enemigo de Roma». Pero con la formación del Segundo Triunvirato entre Octaviano, Lépido y Antonio y la rehabilitación política de este último, las «Filípicas» terminarán por costarle a Cicerón la vida: Marco Antonio ordena su ejecución, y que su cabeza y sus manos, que han escrito las Filípicas, sean expuestas en el Foro. La fama de las «Filípicas» se debe tanto a las circunstancias que las rodearon como al propio texto. Sin embargo, desde el punto de vista estilístico marcan el apogeo de la elocuencia ciceroniana y en ellas encontramos juntos rasgos de todos los discursos anteriores. Su lengua constituye, además, un auténtico paradigma de la norma clásica. Su influencia ha calado en el idioma, donde filípica se ha convertido en nombre común con el significado, según María Moliner, de «reprensión extensa y violenta dirigida a alguien».
Ateneo, autor de cuya vida poco más sabemos, nació en el siglo II d. C. en Náucratis, ciudad de Egipto con una larga tradición cultural griega. Imbuido de una amplia erudición e inmerso en la corriente cultural griega conocida como Segunda Sofística, de él ha llegado hasta nosotros el «Banquete de los eruditos» («Deipnosophistaí»), en quince libros. Basándose en el «Banquete» de Platón y en las «Charlas de sobremesa» de Plutarco, entre otros, Ateneo reúne en un simposio a veintitrés sabios que, mientras disfrutan de los placeres de la buena mesa, conversan en profundidad acerca de los más diversos temas: gramática, medicina, filosofía, música, leyes, zoología, gastronomía, etc., en una clara muestra de la literatura miscelánea tan del gusto de la época. Además de ser una lectura sumamente placentera, el Banquete constituye una fuente incomparable de noticias sobre costumbres, alimentos y personajes de la Antigüedad, y las numerosas citas textuales que contiene (en muchos casos de escritores ya casi desconocidos en época del autor) lo convierten en una vía de transmisión inestimable de fragmentos de obras por lo demás irremisiblemente perdidas. La traducción, primera completa al español, mereció el Premio Nacional de Traducción en 1999 por los dos primeros volúmenes de esta colección (libros I al V).
Ateneo, autor de cuya vida poco más sabemos, nació en el siglo II d. C. en Náucratis, ciudad de Egipto con una larga tradición cultural griega. Imbuido de una amplia erudición e inmerso en la corriente cultural griega conocida como Segunda Sofística, de él ha llegado hasta nosotros el «Banquete de los eruditos» («Deipnosophistaí»), en quince libros. Basándose en el «Banquete» de Platón y en las «Charlas de sobremesa» de Plutarco, entre otros, Ateneo reúne en un simposio a veintitrés sabios que, mientras disfrutan de los placeres de la buena mesa, conversan en profundidad acerca de los más diversos temas: gramática, medicina, filosofía, música, leyes, zoología, gastronomía, etc., en una clara muestra de la literatura miscelánea tan del gusto de la época. Además de ser una lectura sumamente placentera, el Banquete constituye una fuente incomparable de noticias sobre costumbres, alimentos y personajes de la Antigüedad, y las numerosas citas textuales que contiene (en muchos casos de escritores ya casi desconocidos en época del autor) lo convierten en una vía de transmisión inestimable de fragmentos de obras por lo demás irremisiblemente perdidas. La traducción, primera completa al español, mereció el Premio Nacional de Traducción en 1999 por los dos primeros volúmenes de esta colección (libros I al V).
Este tratado, cuya fecha de conclusión se desconoce (aunque se cree que fue escrito entre el 52 y el 45 a. C.), y del que se duda incluso que fuera publicado, es una continuación de «Sobre la República» (también en esta colección). Las leyes es una de las principales fuentes de la Antigüedad sobre derecho romano, tanto por los datos que aporta como porque contiene el origen del pensamiento jurídico, a pesar de estar concebido como ley básica para un estado ideal. Se conservan de él la mayor parte de los tres primeros libros, en los que tres interlocutores el propio Cicerón, su hermano Quinto y Ático dialogan en la finca que el primero tenía en Arpino. En el libro primero se debate sobre el origen y la naturaleza de la justicia: Cicerón expone la concepción estoica de la ley basada en la razón y refrendada por la divinidad. En el segundo, el mismo Cicerón describe las leyes religiosas de un estado ideal, concernientes a cultos, templos, etc. En el tercero se trata la Constitución del Estado, las funciones públicas a él inherentes y el nombramiento de magistrados. Al hilo de estos diálogos van surgiendo, además de teorías filosóficas propias, multitud de doctrinas de filósofos y escuelas, que son sometidas a análisis y críticas ponderadas, así como valiosísimos datos históricos acerca de las leyes religiosas y civiles. En todo momento se transmite una honda admiración por Platón, al que se tiene como modelo de pensamiento coherente y fundador, y se exaltan las virtudes del pueblo romano.
Muchas de las grandes preguntas que la filosofía occidental ha seguido planteándose las formularon por primera vez los griegos. No todas, claro está. Por ejemplo, los griegos no se preguntaron cuáles eran, a priori, las condiciones del conocimiento, o qué leyes rigen la historia, o cómo indagar en el subconsciente del hombre y otras cosas por el estilo. Pero las preguntas que plantearon, a excepción de unas pocas (por ejemplo: ¿quiénes son los dioses?), son las mismas con las que se ha seguido enfrentando la filosofía occidental a lo largo de los siglos. Enrico Berti recorre el pensamiento de los grandes filósofos clásicos y traza un sorprendente itinerario a través de las preguntas sin tiempo que la filosofía occidental ha seguido planteándose y que los griegos formularon por primera vez: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es la felicidad? ¿Quiénes son los dioses? ¿Cuál es nuestro destino? Enrico Berti es catedrático de Historia de la Filosofía en la Universidad de Padua y una de las grandes autoridades mundiales en Aristóteles. Entre sus obras, además de ésta, destacan Le ragioni di Aristotele (1989), Aristotele nel Novecento (1992), Aristotele (1997) y Guida ad Aristotele (2000).
Los discursos de Cicerón reunidos en este volumen ayudan a completar la obra y la imagen del gran orador romano y del complejo entramado histórico, legal, político y personal que le tocó vivir. La lectura de estos discursos es una nueva oportunidad de dejarnos llevar por la poderosa palabra de Cicerón. La figura de Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.) constituye, sin lugar a dudas, una de las más relevantes de cuantas nos haya legado la Antigüedad clásica. Nacido en el seno de una familia perteneciente a la nobleza de Arpino, recibió una formación completa en Grecia y Roma que, combinada con su inusual capacidad oratoria y un brillante dominio del lenguaje, le llevó a ser un político republicano prominente, el más destacado abogado de su tiempo, un reputado pensador y un escritor que es el paradigma de la perfección de la lengua latina. Marco Tulio Cicerón es el escritor romano de época clásica del que mayor cantidad de escritos se han podido leer en los veinte largos siglos que han seguido a su muerte.
Ateneo, autor de cuya vida poco más sabemos, nació en el siglo II d. C. en Náucratis, ciudad de Egipto con una larga tradición cultural griega. Imbuido de una amplia erudición e inmerso en la corriente cultural griega conocida como Segunda Sofística, de él ha llegado hasta nosotros el «Banquete de los eruditos» («Deipnosophistaí»), en quince libros. Basándose en el «Banquete» de Platón y en las «Charlas de sobremesa» de Plutarco, entre otros, Ateneo reúne en un simposio a veintitrés sabios que, mientras disfrutan de los placeres de la buena mesa, conversan en profundidad acerca de los más diversos temas: gramática, medicina, filosofía, música, leyes, zoología, gastronomía, etc., en una clara muestra de la literatura miscelánea tan del gusto de la época. Además de ser una lectura sumamente placentera, el Banquete constituye una fuente incomparable de noticias sobre costumbres, alimentos y personajes de la Antigüedad, y las numerosas citas textuales que contiene (en muchos casos de escritores ya casi desconocidos en época del autor) lo convierten en una vía de transmisión inestimable de fragmentos de obras por lo demás irremisiblemente perdidas. La traducción, primera completa al español, mereció el Premio Nacional de Traducción en 1999 por los dos primeros volúmenes de esta colección (libros I al V).
La primera edición de la Radiografía de la pampa, ensayo histórico-sociológico, según la definición del propio autor, data de 1933. Una fecha muy significativa, momento en el que el hundimiento de las esperanzas en el progreso económico indefinido que habían dado el tono a cinco decenios y la quiebra del proyecto democratizador impulsado por el yrigoyenismo constituían un acicate para la indagación sobre las raíces profundas del drama argentino.Implacable cuestionamiento de una serie de postulados que poco tiempo atrás hubieran parecido inatacables, y a su vez objeto de severas criticas por parte de generaciones posteriores de intelectuales —«subjetivismo», «irracionalismo», «fatalismo telúrico» han sido algunos de los calificativos que se han esgrimido contra el pensamiento de Martínez Estrada—, la Radiografía de la pampa representa un hito que no se puede ignorar en la reflexión de los argentinos acerca de su identidad como pueblo y como nación.
El tema central de este libro, que el abogado y periodista Álvaro Abós escribió en España entre 1978 y 1980, es el de los vínculos que las organizaciones obreras han mantenido con el peronismo en el período que va de 1946 a 1976. Una cuestión a todas luces fundamental para la comprensión de nuestro pasado inmediato y nuestra realidad actual: en efecto, las características y el significado de la acción de los sindicatos resultan ininteligibles si no se focaliza la atención en los lazos que asocian al gremialismo con el movimiento peronista.Partiendo de este núcleo fundamental, Abós pasa revista a la evolución histórica del sindicalismo argentino, a las diversas formas de organización gremial, a las múltiples funciones que los sindicatos desempeñan en relación con la sociedad en su conjunto y en el ámbito más restringido de las empresas, a los problemas de la legislación sindical. En su último tramo, el texto se interna en el análisis de aspectos sumamente polémicos, tales como la burocratización de los cuadros sindicales y las relaciones del movimiento obrero con el Estado.
Dado por primera vez a imprenta en 1942, reeditado —en una versión considerablemente ampliada, la que ahora se incluye en esta colección— casi tres décadas más tarde, el estudio de Adolfo Dorfman sobre la evolución de la industria argentina se ha convertido en un clásico, punto de referencia indispensable tanto para los especialistas en historia económica como para los lectores deseosos de acercarse al tema. El tratamiento claro y preciso, apoyado en una abundante documentación, que Dorfman hace de una cuestión clave, la de la industrialización de nuestro país, en una etapa decisiva, la que se extiende hasta los años treinta del presente siglo, explica el gran interés que reviste la obra. Un interés que, como el propio autor lo señala, no se agota en la información acerca de hechos pretéritos: «El objeto último de todo estudio histórico no puede limitarse al mero conocimiento del pasado… Conocer para actualizar y vitalizar el presente, conocer para obrar, modelar, dirigir el futuro; he ahí las razones esenciales de todo conocimiento humano. Y la historia del desenvolvimiento industrial argentino, mero jirón de la magnífica tela de la historia, no puede escapar a esa ley ineludible».
Aparecido a comienzos de 1839 en El Iniciador de Montevideo, bajo el título de «Código o declaración de principios que constituyen la creencia social de la Joven Argentina», el Dogma Socialista fue reeditado en 1846 en la misma ciudad, en forma de libro, ya con su redacción y título definitivo y con el añadido de la Ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el año 37. El texto fue, con la excepción de algún detalle menor, producto exclusivo de la pluma de Echeverría. No obstante, representó en su momento algo más que la obra de un autor individual, tuvo la dimensión de manifiesto del grupo de intelectuales que conformó la llamada «generación de 1837»: el propio Echeverría, Alberdi, Juan María Gutiérrez, Carlos Tejedor, Félix Frías, Marco Avellaneda, Mitre, Sarmiento, Vicente Fidel López, entre los más significativos. Credo algo abstracto, difícil de traducir en un programa político concreto en el marco social del país de entonces —como lo demuestra, entre otras cosas, la posterior trayectoria de los hombres del 37— constituye de todas maneras un elemento de singular importancia para comprender la formación ideológica de muchas de las figuras que dominarían el panorama de la Argentina posrosista.
El profesor Carl Schmitt es, sin duda, uno de los mayores juristas que ha producido Alemania en los últimos tiempos en materia de Derecho político. Ha sometido a un análisis minucioso las doctrinas e instituciones del Estado constitucional. Forzado al silencio por la derrota y ocupación de Alemania, reanudó su trabajo en 1950 con la publicación de «Der Nomos der Erde,» «Ex captivitate salus» y «Donoso Cortés in gesamteuropäischer Interpretation,» cuya traducción española ofrecemos hoy en segunda edición. No es extraño que un jurista de la talla de Carl Schmitt se haya ocupado ahora de Donoso Cortés, una de las pocas figuras de nuestro más inmediato pasado cuya fama logró traspasar las fronteras, y cuyos escritos ejercieron en diversos países una influencia positiva. Figura tan representativa merece ser estudiada en su proyección actual. Nada duele más que el olvido en que yacen las doctrinas de hombres cumbres, por el solo hecho de que pertenezcan a otro siglo. Carl Schmitt ha sabido calar en las profundas razones del éxito que tuvo Donoso Cortés en Europa. Ha sabido calar igualmente en las profundas razones que motivaron su olvido. Tanto de éstas como de aquéllas se deduce la vigencia actual de su doctrina.
Este volumen contiene los capítulos introductorios de la gran obra del autor, titulada «Freiheit oder Gleichheit?,» aparecida en Salzburgo en 1953. La obra original plantea la incompatibilidad entre la democracia republicana y el espíritu y temperamento de las naciones católicas, cuyo genio político les hace preferir la forma clásica de gobierno mixto, con una cabeza monárquica, representación popular y administración confiada a una auténtica selección de lo mejor, todo ello asegurando las esenciales libertades civiles. Los capítulos seleccionados por la Biblioteca del Pensamiento Actual exponen ampliamente la contradicción interna entre libertad e igualdad, o lo que es lo mismo, entre liberalismo bien comprendido (es decir, no en el sentido del siglo XIX) y democracia. Han sido añadidas algunas notas, facilitadas por el autor expresamente para esta edición, así como también se han suprimido algunos párrafos «brevitatis causa».
La bisexualidad es con toda seguridad la «sigla» más invisibilizada dentro de los colectivos y movimientos LGTB —lesbianas, gais, trans y bisexuales—, aun siendo probablemente la mayoría cuantitativa. El hecho de que su existencia misma sea objeto de debate es la prueba más palpable de que a las diferentes organizaciones activistas les queda trabajo por hacer en este sentido. Esta invisibilidad, junto a otras formas de violencia física o simbólica, es estudiada y combatida bajo un nombre: bifobia, discriminación o bifobia hacia las personas bisexuales. Este libro presenta el resultado de un año de investigación etnográfica, propia de la antropología, con activistas bisexuales. El Año de la Visibilidad Bisexual en la Diversidad, una iniciativa activista durante todo el 2016, sirvió de contexto para estudiar cómo de arraigada y cómo de diversa puede ser la bifobia hasta en contextos de movilización y discursos, en los que cabría esperarse una mayor igualdad. A través de entrevistas y la observación en varios contextos —entre manifestaciones, reuniones, charlas o discusiones—, se presenta un estudio desde la perspectiva de activistas bisexuales, de cómo viven y combaten la bifobia.
Alberto Mayol nos trae un libro que está lejos de vanagloriarse de otro anterior donde pronosticó buena parte de lo que está pasando en Chile. Lo que sí hace es ordenar elementos cuando más se necesita de perspectiva. Y ese orden de eventos y decisiones es bien elocuente y explosivo. Como un big bang, medio segundo después de producido. Cuando se ve el fogonazo y todo el material proyectado al universo. Sin saber todavía si se recordará como el fin de una historia o el comienzo de otra. Fernando Paulsen
Un fantasma recorre el mundo, el fantasma del miedo. La sociedad del siglo XXI mira al futuro con inquietud. Los lazos afectivos y sociales se rompen, la guerra global es una amenaza permanente, el consumo preside nuestras vidas y los psicofármacos suplen, con los conocidos efectos secundarios, nuestras carencias debidas a las presiones del mundo laboral y emocional. Trabajando con datos reales, encuestas y estudios comparativos, González Duro expone cuáles son los principales males que nos asaltan, a la vez que demuestra que el modelo económico actual con la pérdida de valores y principios solidarios sólo puede conducir a la insatisfacción en todos los campos de la vida cotidiana. Esta Biografía del miedo pone de manifiesto la dificultad de vivir tal y como se nos exige. Sin embargo, pese al aparente caos, la humanidad progresa…
Hace cincuenta años que se inició la cooperación. Cincuenta años que no han servido para tanto como nos creemos. Europa ha demostrado ser un pozo sin fondo de donantes y África, un pozo sin fondo de fracasos. Por ineptitud, por poca sostenibilidad, por corrupción, por intereses ocultos, por ignorancia de las formas de vida africanas… Aún así ha calado la idea de que los problemas africanos se solucionarán con proyectos de desarrollo, que la opinión pública juzga por las buenas intenciones y no por los buenos resultados. El autor desmitifica la cooperación internacional. A través de su propia experiencia, y con argumentos económicos, sociológicos, morales y, cómo no, antropológicos pone en entredicho las bondades de las ONG y las ayudas oficiales para el desarrollo.
Tras la era de los yuppies llega el reinado de los «Bobos», un término que resume las aspiraciones «bourgeois» (burguesas) y «bohemian» (bohemias) de la nueva elite de la era de la información. Según David Brooks, este colectivo, criado en la prosperidad y provisto de una selecta formación, trata de conjugar el mundo de la bohemia creativa con el mundo burgués en el que imperan la ambición y el éxito material. Un auténtico Bobo vive en el mestizaje entre la creatividad y la espontaneidad de los bohemios con la disciplina de trabajo y el afán de prosperidad de los burgueses. Dispuestos a reformar la sociedad a través de la cultura y no mediante la política, representan una original combinación entre los hippies de los sesenta y los yuppies de los ochenta.