UNA MUJER: Morvern es una veinteañera harta de despachar fruta y verdura en el supermercado de su barrio y dispuesta a dejar el cigarrillo sólo cuando alguien le ofrece un porro, alguna droga de diseño o la ocasión de practicar sexo en grupo. Viéndola actuar, nadie diría que le duele el recuerdo del cadáver que yace en la cocina de su casa. UNA TIERRA: Morvern se mueve por las tristes calles de un pueblo escocés azotado por el frío y el mar. La rudeza del paisaje y la miseria honda de su gente se refleja en el rostro de pescadores, ferroviarios y mineros que no han tenido en su vida más aliado que el alcohol ni otra defensa que los sueños y la locura. La única posibilidad de salvación es la huida, y Morvern se encamina hacia el Sur para olvidar la muerte y celebrar el sol. UN AUTOR: tan austera como la geografía y la realidad escocesa, tan lejos de la moralidad al uso como de cualquier sospecha de sentimentalismo, así suena la voz de Alan Warner en esta primera novela que se saborea como un fruto fresco y ácido a la vez.
Doce sin papeles permanecen encerrados en un cubículo inmundo de cinco metros cuadrados sin váter. Es verano y el calor es insoportable. El inspector amenaza al capitán: «O te largas con los doce ilegales o retengo tu mercante sine die». La policía asegura que son polizones llegados a bordo del Caribdis, un viejo granelero del que se escaparon sin ser vistos horas antes. El capitán insiste: «Estos doce no son míos; los otros dos, sí». Hay diez testigos en juego, y cada uno aporta su visión. ¿Logrará zarpar la nave?
He aquí el inicio de una carta que constituye la piedra de toque y la clave de la concepción del mundo más angustiosa y atrayente del presente siglo: «Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe darte una respuesta, en parte precisamente por el miedo que te tengo, en parte porque para explicar los motivos de ese miedo necesito muchos pormenores que no puedo tener medianamente presentes cuando hablo. Y si intento aquí responderte por escrito, sólo será de un modo muy imperfecto, porque el miedo y sus secuelas me disminuyen frente a ti, incluso escribiendo, y porque la amplitud de la materia supera mi memoria y mi capacidad de raciocinio».
Todos lo sabemos, un vecino es siempre un enemigo en potencia. Y si vive arriba y taconea sobre nuestra cabeza la guerra está declarada. Obligado a recurrir a su oficio, el joven escritor comienza una fluida relación epistolar con su vecina de arriba para transmitirle la preocupación por los nuevos zapatos. Una relación que se irá poblando de textos amistosos, distantes, burocráticos, soeces, delirantes. De argumentos filosóficos, fisiológicos, comerciales, conceptuales, civilizados y bárbaros. De falsas publicidades, panfletos, mensajes. Cartas de amor, de perdón, de ruego, de odio. Todos los géneros, todos los tonos y los narradores y las jergas y las lógicas puestas al servicio de la búsqueda desesperada de un poco de silencio. Con un humor que va de la ironía a la franca acidez, Ariel Magnus vuelve a capturarnos con una historia desopilante, en donde solitarios personajes sufren una violenta metamorfosis cuando entablan relación con los otros. Sus prolijas existencias se ven desbaratadas por un «cocktail» de aventuras extremas, y su destino se vuelve impredecible.
Cuando las hermanas Rockwell –Esme, Liv y Ru– eran jóvenes, Augusta, su excéntrica madre, acalló cualquier rumor sobre su padre ausente mediante una historia descabellada: que era un espía internacional siempre de viaje, llevando a cabo misiones ultrasecretas. Pero semejante crianza poco convencional ha tenido sus consecuencias. Esme navega a través de un matrimonio fracasado, al tiempo que intenta evitar que su precoz hija quinceañera tuitee acerca de todo cuanto le ocurre; Liv salta de una relación a otra y de un programa de desintoxicación a otro, y Ru ha huido de tantas personas y problemas como para acumular millas aéreas suficientes para dar la vuelta al mundo. Así que cuando un huracán golpea el hogar de la familia en la costa de Jersey, las Rockwell se reúnen para evaluar los daños..., solo para descubrir que la tormenta ha desenterrado una caja oculta hacía tiempo. Augusta revelará entonces un secreto que impulsará a las hermanas a investigar su pasado.
Cartero es la primera novela escrita por Charles Bukowski, considerado uno de los autores más influyentes e imitados de la generación actual de escritores estadounidense gracias a su particular estilo, propio del realismo sucio y la literatura independiente.
Con una prosa plana, sobria y precisa, Bukowski ha producido algunas de las piezas más hermosas de la literatura contemporánea, no por la belleza de su lenguaje sino por la sinceridad de sus ideas malsonantes que consiguen reproducir magistralmente los ambientes pestilentes y marginales que frecuentó durante su juventud.
La novela describe, a través de su alter ego Chinaski, los doce años que estuvo empleado en una sórdida oficina de correos del Servicio Postal de Estados Unidos, hasta que un editor, deslumbrado por su fuerza poética, le ofreció cien dólares mensuales de por vida para que dejara el trabajo y escribiera a tiempo completo. Bukowski, con 49 años encima, decide aceptar y abandona la miserable seguridad de su empleo para escribir Cartero, su primera novela, en menos de un mes.
Una sátira brillante destinada a convertirse en clásico de la literatura moderna pues gracias al tiempo libre que obtiene con su nuevo trabajo de escritor, el alcoholismo y su adicción por las carreras de caballos, Bukowski empieza una serie de novelas autobiográficas que lo convertirían, muy a su pesar, en heredero indiscutible de la generación beat.
El llamado y la encomienda de su madre que agoniza le imponen a Oralia, el personaje principal de esta novela, un viaje que se convierte en una pesquisa dual: encontrar a su hermana gemela para sanar su pasado común; y buscarse a ella misma con el fin de conquistar y merecer algún futuro. De este modo atestiguamos su tránsito de la ciudad de México a Tampico y de ahí a territorio estadounidense. En ese país ella padecerá la violencia que aguarda a los mexicanos indocumentados; pero también merecerá la protección desinteresada y casual que en ocasiones se les dispensa. En su trayecto la acompañan su incipiente y revelador conocimiento del «Libro de las mutaciones», la poesía y el simbolismo de algunas leyendas chinas, su «walkman» y su pasión por el «blues». Así conoce a Nansipu, un curandero navajo que ha perdido sus poderes, «se ha vuelto blanco» y por eso, con el nombre de Mallory, ha devenido chofer de taxi en un pequeño poblado texano. Él aliviará poco a poco el espíritu de Oralia y la llevará en un viaje por carretera que la pone en camino de Chicago, el lugar donde la aguardan el peligro y el principio de la serenidad: la aceptación de su vida en la de su hermana, y viceversa.
Un hombre se ha propuesto reconstruir la casa que quedaba enfrente al hogar de su niñez: una vieja casona semiderruida. Ha decidido trasladarse a la casa durante las obras y vive allí sin un solo mueble, durmiendo sobre los bultos de escombros. Las inclementes lluvias han retrasado los trabajos. Es durante las noches que, atacado por un insomnio pertinaz, conversa con las ratas que habitan la casa. A ella les confiesa sus planes sobre la casa y sus frustraciones. Entrada la noche les abre su corazón y comienza a recordar y a reflexionar sobre sus recuerdos, como quien piensa en un largo viaje que está por terminar. ¿Podrá imaginarse el lector la soledad en que este hombre se encuentra? De día recorre las calles de Medellín con un taxista, al que ha obligado a volverse mudo, en busca de los materiales para reconstruir la casa. Su intención es rehacerla lo más fiel a sus recuerdos. Después de vivir muchos años en México decidió regresar a su Medellín natal atraído por los recuerdos y los fantasmas de su infancia. Al llegar se ha encontrado con una ciudad distinta. La apacible villa de cien mil habitantes, se ha convertido en la pujante ciudad de tres millones de almas. El desconcierto no ha podido ser más grande. La metrópolis de hoy aterra al hombre de ayer. Él se desahoga con sus nuevas amigas, las ratas de la casa, y ve con horror cómo las casas viejas de sus recuerdos comienzan a caer ante el empuje de un futuro que quizás él no alcanzará a ver. “Una metáfora, según él mismo, de todas las empresas humanas”.
«Casa sin amo», aparecida en 1954 y galardonada con los premios de «La Tribune de Paris» y de los editores franceses para la mejor novela extranjera (1955), se enfrenta con el desconcierto de la postguerra según lo sienten dos niños de once años, pertenecientes a dos estamentos sociales distintos pero que tienen en común la situación de sus madres, viudas de guerra, que no aciertan a reaccionar ante su destino y se dejan llevar, una por un absurdo ensueño, y la otra por un amoralismo entreverado de angustias y remordimientos.
«Casas vacías», la primera novela publicada de la escritora mexicana Brenda Navarro, es un drama extremo que condensa en sus páginas diferentes realidades relacionadas con la maternidad impuesta por la sociedad y con los límites propios que impone el cuidado de los otros. Es una novela brillante y devastadora, protagonizada por dos mujeres para quienes la maternidad se ha tornado una pesadilla, por muy distintas razones. «Casas vacías» es una novela que habla de desapariciones y de la imposibilidad de hablar de lo privado; del dolor de las mujeres ante la desaparición de un hijo y de su propia vida. Cuestiona la maternidad y abre la posibilidad un diálogo sobre cómo se enfrentan las maternidades no solicitadas y que son impuestas socialmente. Habla del deseo de sobrevivir a pesar de las desgracias y también de la urgencia de tirarse al vacío como modo de supervivencia. En palabras del escritor Yuri Herrera, «“Casas vacías” es una novela que irrumpe en el cerebro de los lectores para decir: aún no has visto nada. Brenda Navarro ha escrito un estudio del dolor como quien sabe que detrás de cada afecto hay un demonio escondido. Entrar en este libro es la clase de riesgo que se debe tomar en una época en la que no hay lugar para la tibieza». Brenda Navarro (Ciudad de México, 1980), quizá uno de los secretos mejor guardados de la literatura mexicana, ha escrito una punzante primera novela que habla del dolor ante la desaparición de un hijo y de la propia vida. Publicada por el proyecto periodístico-literario Kaja Negra, esta novela está disponible gratuitamente en el portal kajanegra.com, donde también puede comprarse en versión impresa.
En una panadería de Ugarte, en el País Vasco, un niño que un verano ha regresado sin habla de un internado en el sur de Francia recupera las palabras gracias a su amistad con dos hermanos gemelos y a algo extraño que descubren los tres en las aguas del canal que baja de la montaña. La dictadura franquista está llegando a sus últimos días. Todo está cambiando en Ugarte y también en el cuartel de El Pardo donde, poco antes, Eliseo, Donato, Celso y Caloco intentan adiestrar una urraca y burlar el coto de caza reservado a los poderosos. La de ellos fue también una historia de amistad, con sus dosis justas de inconsciencia, rebeldía y tragedia. Años más tarde, las huelgas alentadas por los sindicatos hacen temblar la industria minera de Ugarte. Son ya los turbulentos ochenta, y Eliseo y los gemelos se ven envueltos en una trama de venganza, urdida por el ingeniero Antoine, que parece propia del género negro. El tiempo pasa rápido y transforma todo lo de fuera: llega la música, la televisión con sus realities, el correo electrónico, aunque en el interior de los protagonistas de esta historia se mantienen intactos los silencios, los secretos, las amenazas… No es más que la vida, que discurre como hilos de agua entre las piedras. Pero avanza.
Demetrio Sordo es un agrónomo que pasa sus días en la grisura de su empleo como administrador y técnico agrícola en un rancho de Oaxaca, en 1945. Un día, aburrido, decide que el sexo dará sentido a su vida y va al primer burdel que encuentra. Ahí termina muy allegado a una morena, Mireya, con quien se entiende a la perfección. Poco después, la madre de Demetrio, Telma, le pide que viaje hasta Coahuila, donde ella vive, para asistir a una boda en la población de Sacramento, hogar de su prima Zulema. La idea obvia es que el joven se entienda con alguna señorita ilustre de la comunidad para que haya boda. Y así sucede: Demetrio queda prendado de Renata y casi de inmediato comienza su compromiso. Se establece así el principal conflicto de la novela: Demetrio quiere mantener ambas relaciones hasta que sea inevitable romper con Mireya. Pero ésta ya ha pensado en que sea el agrónomo su salvador, quien la ayude a salir del burdel y se case con ella para fundar juntos una familia.
Un caluroso día de finales de junio, Cassandra Edwards, la protagonista de esta intensa y turbadora novela, sale de Berkeley, en cuya universidad da clases, para dirigirse a la finca de su familia, en la que su hermana gemela, Judith, va a celebrar su boda con John Finch, un prometedor estudiante de Medicina. Cassandra está convencida de que su hermana va a cometer una gran equivocación, e intentará convencerla de que no se case de todas las maneras posibles.
«Cavalleria rusticana» reúne nueve historias que fueron tomadas de las obras selectas de Giovanni Verga, sobre todo de «La vida de los campos» (1880), todas escritas con igual maestría; destaca entre ellas «Cavalleria rusticana», que es un drama en un acto en el que convergen el amor, la pasión, los celos y la tragedia.
Esta novela es considerada como una de las más representativas de la cubanía tanto por sus temas como por su argumento; asimismo, se puede considerar la primera novela cubana. Originariamente en dos tomos, el primero fue publicado por la imprenta literaria de Lino Valdés a mediados de 1839. La obra completa se publicaría en Nueva York en 1879; y, ya en su versión definitiva, en la misma ciudad en 1882. La obra, de contenido antiesclavista, constituye además un valioso testimonio de la época. Escrita con inusual crudeza realista y un fuerte sentimentalismo, sus elementos de truculencia y misterio hicieron de ella una escalofriante y memorable descripción de la vida cubana hacia 1820. Aunque ubicada en el romanticismo, la obra posee valores realistas que no fueron del todo ajenos a exponentes de esta escuela en los géneros de ficción. «Cecilia Valdés» es, en efecto, un amplio y vívido cuadro de rico color descriptivo, de la sociedad cubana en las primeras décadas del siglo XIX. Por las páginas de esta novela asistimos al drama de Cuba durante el primer tercio de la pasada centuria; aparecen retratadas las características de cada tipo de la escala social, desde el potentado, dueño de haciendas e ingenios azucareros, hasta el sufrido mestizo que busca el sustento en las reuniones y bailes de las clases pobres; desde el más alto dignatario del gobierno hasta el triste esclavo que sufre las torturas del tormento al que se denominó "bocabajo" por la posición en que era colocada la víctima. El núcleo argumental de la novela es el idilio entre una mestiza de singular belleza, Cecilia Valdés, y un joven blanco y rico, Leonardo Gamboa, estudiante del Seminario de San Carlos (la institución docente más significada por entonces), que resultan ser hermanos. Es la época del general Vives, Capitán General de la Isla de Cuba. Alrededor de este núcleo se desarrollan otras acciones y se relatan episodios diversos que dan amenidad al conjunto. El idilio se resuelve en un trágico desenlace: Cecilia Valdés, burlada por el rico joven, cuenta su desventura a José Dolores Pimienta, un músico que era su platónico amador. José Dolores, sin atender a las súplicas de la joven, da muerte a su burlador cuando se dispone a desposarse con una muchacha perteneciente a las clases pudientes de la Isla. En la técnica de esta novela se aprecia la influencia que en el autor ejerció Walter Scott. A través de sus capítulos (encabezados con lemas que recogen pensamientos de diversos autores universales) pasan las costumbres cubanas en la ciudad y en el campo, con todas sus peculiaridades, en las distintas clases sociales; los altos ideales de quienes aspiraban a una superación colectiva se cruzan con los vicios, las crueldades, la esclavitud, la insania gubernamental y las prerrogativas de los privilegiados. Inspirada en la novela y con el mismo título, el músico cubano Gonzalo Roig compuso una zarzuela que a su estreno obtuvo un gran éxito.
«Cena de Cenizas» es una novela que nos lleva paso a paso por una existencia que presiente y busca, con una sencillez absoluta, una de las grandes aspiraciones del hombre de todos los tiempos: la libertad. Situada en nuestros días, con su propio ritmo y personalidad, lo que en ella aparece, pese a ser fácilmente reconocible en lo incidental, bien puede encajar en cualquier sociedad contemporánea —enajenada y enajenante—, sin perder validez ética o estética. Lucha permanente, gratificada en muy pocas ocasiones por el amor, de apariencia sumisa y ya «condicionada por el sistema», la de la protagonista de este libro es, ni más ni menos, la misma en la que todos estamos empeñados: la de una revalorización de lo que mueve al mundo en el sentido material y existencial.
Esta es una historia de nuestros días. No puede ser más contemporánea.
Es una historia dura y tierna a la vez. Es el relato de una mujer valiente aunque durante mucho tiempo el miedo fue su aliado y su único amigo.
Pero la protagonista pasa por diversas situaciones que siguen siendo habituales en nuestra vida pero no faltas de dramatismo. Porque sí, una vez más, la realidad supera la ficción.
Hay muchos testimonios verdaderos que han configurado esta novela de Ana Sánchez Quiles, y eso se nota en la historia que cuenta. Una historia que atrapa por lo que de real encierra.
Sentado en una butaca de la segunda fila del teatro de Bellas Artes durante la entrega de los premios Ariel, el narrador de Ceremonia espera: Gasolina, película basada en su primera novela, ha sido adaptada al cine y, luego de un éxito más bien moderado, está nominada en un par de categorías. Y aunque el resultado final de la cinta no es del gusto de su autor, en el camino la historia sufrió cambios, perdió su escencia y derivó en una reedición inflada para cuadrarse con la película, sigue la premiación nervioso por escuchar su nombre. Este punto de partida es el pretexto para que Daniel Espartaco Sánchez teja un hilarante relato en el que desfilan el activismo burgués, las peripecias de un escritor sin mayor pretensión que beber leche directo del bote, el mundillo editorial, los decadentes servicios de salud en el país y, por supuesto, el cine mexicano: cosas que, en su conjunto, son un problema que nos compete a todos. Y el Ariel es para…
Tienen poco más de veinte años, y se conocieron en una manifestación en contra de las armas nucleares. Florence es una chica de clase media alta, su padre es un exitoso hombre de negocios y su madre una activa profesora universitaria. Edward, en cambio, pertenece a una familia que apenas se sostiene en la zona baja de la clase media; su padre es maestro y su madre, tras un insólito accidente, vive desde hace años en una nebulosa. Florence es violinista, y Edward ha estudiado historia. Y ambos son inocentes, y vírgenes, y se aman. Es un día de julio de 1962, un año antes de que, según Philip Larkin, en Inglaterra se empezara a follar, cuando El amante de Lady Chatterley aún estaba prohibido, no había aparecido el primer LP de los Beatles, y el tsunami de la revolución sexual no había llegado a esas costas. Edward y Florence se han casado y van a pasar su noche de bodas en un hotel junto a Chesil Beach, y lo que sucede esa noche entre estos dos inocentes, en unos años donde hablar sobre problemas sexuales era imposible, es la materia con que McEwan construye su chejoviano, delicadísimo, terrible mapa de una relación, del amor, del sexo, y también de una época, y de sus discursos y sus silencios.
En 1985, en plena madurez literaria, Atwood reunió una espléndida colección de cuentos en un volumen titulado «Chicas bailarinas». Se trata de doce piezas de exquisita factura, donde la autora utiliza sabiamente todas las perspectivas, modulaciones y técnicas hasta alcanzar auténticas joyas, entre cuyos rasgos cabe destacar la agudeza y finura de la observación de los personajes —mujeres preñadas, estudiantes, periodistas, granjeras, ornitólogos, ex esposas y amantes adolescentes—, la perfección de los tonos —lírico, coloquial, distanciado, circunspecto, cómico— y la destreza de las resoluciones, que no ceden nunca a soluciones fáciles.