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Cartas A Mi Amiga Maltratada, de David Hormachea

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David Hormachea aborda un tema verdaderamente candente en nuestros días: el maltrato. Sabiamente, y sin lastimar la privacidad de sus confidentes, nos permite entrar a través de los testimonios que ha recibido al mundo de las personas maltratadas y que a diario soportan las más crueles heridas de este flagelo.


Cartas Desde Venecia, de Henry James

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En este libro se presenta el itinerario vital, estético y emocional recorrido por Henry James desde su llegada como turista al hotel Barbesi con 26 años hasta la partida casi cuarenta años más tarde. Con toda su belleza expresiva, la elegancia de las ideas y el inconfundible estilo de oraciones que se alargan engarzándose con un débil hilo de guiones, el lector sucumbe al hechizo veneciano que centellea en la correspondencia.


Cartas Quemadas, de Ángel Puado Veloso

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Ángel observa a su abuela quemando unas viejas cartas, de entre los restos obtiene el remite de una de ellas, este le llevará a Guadalajara donde descubrirá que el pasado de su familia cambiará su futuro para siempre.


Cartas a Alicia, de Camilo Fernández Otálora

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«Cartas a Alicia» narra la accidentada vida amorosa de un hombre que busca a la mujer ideal para cumplir su sueño más grande, el de ser padre. Los constantes fracasos, que están siempre acompañados por la presencia de un misterioso elefante, lo obligan a buscar en el pasado las claves para resolver su vida. Con una narrativa que atraviesa diferentes géneros literarios, «Cartas a Alicia» es una novela tan personal que toca al lector en lo más profundo.


Cartas a Camondo, de Edmund De Waal

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Invitado a exponer sus piezas de cerámica en el museo Nissim de Camondo, Edmund de Waal disfrutó del inesperado privilegio de adentrarse en uno de los palacetes más lujosos de París, antigua propiedad de una influyente familia sefardí. Construido por deseo del filántropo y coleccionista de arte Moïse de Camondo en 1912, el edificio acoge desde entonces una extraordinaria colección de arte francés del siglo XVIII. Sin embargo, como ocurrió a los antepasados de De Waal, los Ephrussi, también los Camondo se convirtieron pronto en blanco del antisemitismo. El infausto destino de este ilustre linaje sobrecogió a De Waal, que comenzó a escribir las cartas reunidas en este libro para rendir homenaje al recuerdo de una familia perdida y «contrarrestar el silencio del desdén». El resultado es una conmovedora y personalísima reflexión sobre el precio de la asimilación, la melancolía, los vínculos familiares, el arte, las vicisitudes de la historia y el valor de la memoria.  «Con ecos de Sebald, citas de Proust, brindis a Roth e invocaciones a Benjamin, De Waal se reconfirma como un maestro de ese género con el que los escritores europeos se palpan los traumas del mundo de ayer y demuestra que la mejor literatura es la inesperada e involuntaria, la que escribe un ceramista mientras visita un museo. Es fascinante la habilidad de De Waal para adentrarnos en la oscuridad desde la banalidad del privilegio». Sergio del Molino, Babelia (El País)  «De Waal es un gran escritor, nutrido de una copiosísima varia erudición, cuya riqueza, sin embargo, nunca empece el flujo de una pasión desbordante». Francisco Calvo Serraller, El País  «A partir de una colección de arte, Edmund de Waal narra la historia de una familia judía parisina en Cartas a Camondo, un maravilloso ejercicio de literatura híbrida». Alberto Gordo, La Lectura  «En las páginas de Cartas a Camondo conviven la belleza y el drama, la riqueza y la desolación. De Waal se ocupa de evocar un mundo de maneras proustianas previo a


Cartas a Clara, de Juan Rulfo

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Cartas a Diana, de Jordi Sierra i Fabra

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Cartas a Inés Field 1. Sabes quién soy, de Elena Fortún

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Cartas a Inés Field 2. Mujer doliente, de Elena Fortún

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Cartas a Tarantino, de Alejandro Cernuda

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Pillo, viejo verde, agente de la policía, científico, politólogo, escritor utópico, borracho, asceta, gordo, sucio... Diógenes Ruz, inmóvil en su silla, en su barrio, transita todos los caminos. Desde su casa en La Habana Vieja, escribe todo el tiempo. Envía cartas a distintas personas con el propósito de vender sus ideas. Uno de sus proyectos, el principal, es un guion que intenta venderle a Quentin Tarantino. Pero Diógenes nunca recibe respuesta, y, en cambio, mientras escribe y cuenta lo que ocurre en su entorno. La vida diaria de sus vecinos y los equívocos van creando un thriller, su propia historia, de la cual no podrá escapar.
El amor, la muerte, la desesperanza… en fin, todo el entorno, se va mezclando con la relación unívoca que crea con el cineasta norteamericano. Querido amigo, viejo amigo, hermano… en la casa contigua la gente grita como si hubieran matado a alguien, pero sigamos con lo nuestro... La vida en La Habana, con sus miserias y esperanzas, entra por debajo de la puerta y Diógenes, escribe, escribe. Todo lo que sucede a su alrededor queda plasmado en su manía.
En el guion que escribe a Tarantino un cubano radicado en Estados Unidos encarga a un grupo de personas de dudoso pasado el robo de la Giraldilla, pequeña estatua que se encuentra sobre el Castillo de la Fuerza, en La Habana. Este extravagante capricho y las razones íntimas que mueven a Dionisio Cuesta para hacerse de la Giraldilla son mal interpretados por quienes ven en la relación de nuestro viejo y alguien en Estados Unidos y, negocio a la vista, tratan de adelantarse en el trabajo. Entonces llega la muerte y su consecuencia inmediata: la policía.


Cartas al Rey de España, de Ángela Oramas Camero

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El texto deviene en entretejido de realidad y fantasía que acerca al lector a la fuente del saber patrimonial de la capital cubana. De ahí los relatos históricos y los diálogos entre un colibrí y un sapito, devenidos en cuenteros de leyendas, mitos y sucesos acaecidos entre 1519 y 1899. Está dedicado en exclusivo a niños y adolescentes por considerar la autora que ellos podrán salvar al planeta de la Apocalipsis.


Cartas a las mujeres de España, de María de la O Lejárraga García & Gregorio Martínez Sierra

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Cartas a los delincuentes, de Concepción Arenal

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Cartas a los delincuentes, junto con Estudios penitenciarios y El visitador del preso, compone la trilogía en la que plasma su pensamiento de penalista, lleno de gritos de piedad y de angustia.   
  
Traducida a varios idiomas -la trilogía-, fue inicialmente más apreciada en el extranjero, donde Concepción Arenal fue proclamada como una autoridad internacional en la materia, creadora de su propia doctrina, sin seguir ninguna escuela penitenciaria.   
  
Sus informes sobre los centros penitenciarios son una lúcida y anticipada visión de muchos problemas futuros.


Cartas al tío Robbie, de Enrique Jardiel Poncela

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Cartas a mi marinero, de Cristina Ogazón Rivera

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Cartas apócrifas, de Gloria Guardia

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Cartas a un joven investigador, de Manel Esteller

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Cartas de Felipe II a sus hijas, de Fernando J. Bouza Álvarez

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Edición actualizada y anotada de la correspondencia autógrafa que Felipe II envió a sus hijas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela entre 1581 y 1585, así como la que continuó escribiendo a esta última hasta 1596. 
  

Los originales del archivo de Estado de Turín fueron escritos de su propio puño y letra por el monarca, quien comenta para sus dos hijas hasta los más pequeños aspectos de su vida cotidiana, sin olvidar comentarios sobre la vida pública y el panorama internacional de la época.


Cartas de ajuste, de Maria Figueiral Prada

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Una mañana de 2011 tuve que colocar en el escaparate del negocio de mi familia un cartel para anunciar su cierre. Me costó varios intentos ponerlo derecho porque su tamaño complicó una tarea que había previsto rápida e indolora. Si ajustaba una esquina, su opuesta se torcía como si ambas se resistieran a permanecer tan expuestas. Esta negativa acentuó mi torpeza para cortar la cinta adhesiva y me obligó a mantenerme en equilibrio sobre la escalera más tiempo del deseado. Detrás del rótulo, intentando sujetarlo, su gran «SE VENDE» pudo conmigo. Y llegaron las miradas, los comentarios, las preguntas, mis miedos, la realidad. 
Cada carta es un momento de un adiós que duró cerca de cinco años y que me ha cambiado. Describo mi experiencia para dar a conocer los mundos que se ocultan tras la liquidación de una pequeña empresa, una de tantas que con la crisis no pudieron más y se marcharon en silencio, sin hacer ruido. Como la geométrica señal que anunciaba el final de la programación para que la televisión pudiera recobrar fuerzas y retomar la emisión, confío en que cada carta de mi particular ajuste, cada vivencia, me sirva para tomar aire y avanzar. Espero conseguirlo.


Cartas de ceniza, de Javier Osuna

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"Esta obra es un cuento de amor en medio de tanto dolor. Una historia que Javier Osuna supo escribir con la integridad y la sensibilidad que lo caracterizan".Del prólogo de María Teresa Ronderos  William y Emilia se conocieron cuando ella era solo una niña y él un integrante de las AUC. Las cartas que se intercambiaron -reproducidas en este libro- le permitieron al periodista Javier Osuna reconstruir su historia de amor y mostrar que, en medio de una guerra como la nuestra, pueden aflorar las relaciones más inesperadas.A través de diferentes voces, el autor nos relata también las es-calofriantes masacres ocurridas en Juan Frío, Norte de Santander, y cómo este territorio puede transformarse en un espacio de me-moria histórica, reconciliación y resiliencia.Cartas de ceniza hará reflexionar al lector sobre los distintos actores y efectos de una guerra que no termina, pero, sobre todo, lo llevará a entender que, aun donde se viven el horror y la barba-rie, se...