«La señorita de Marsán» es una pequeña gran joya, cuyo interés principal reside en el extraordinario y bellísimo estudio de los caracteres que se enfrentan en la romántica y fantástica aventura. Una triple aventura alrededor de una misma mujer, y un telón de fondo revolucionario (los «carbonaris», la «Tugendbund»).
Alberto Jiménez Ure es un escritor que no necesita presentación alguna. Su amplio trabajo narrativo, ensayístico y poético no sólo es bastante conocido sino que comienza a ser estudiado y reseñado en las más importantes universidades nacionales, e incluso en algunas del exterior, como Salamanca y la Complutense, ambas de España. Desde sus primeros trabajos narrativos, hasta «Moralejas», que viene a representar una de sus recientes publicaciones. La delineación de sus personajes muestra al sujeto de las carencias, resaltando sus minusvalías, pulsiones, complejos, miedos, terrores, que lo llevan a asumir estados de agitación, de agresión, de promiscuidad y/o de enajenación.
El corazón no es solo la vida palpitante que late dentro de nuestro pecho. También es el receptáculo de todas nuestras emociones, deseos, tristezas y alegrías. No está condicionado a los estereotipos marcados por nuestra civilización, porque no envejece: muy adentro de nuestro pecho, seguimos siendo eternamente jóvenes sin perder las esperanzas y los anhelos, que, a fin de cuentas, son el motor que marca nuestra existencia. Siempre esperamos ser amados, ricos o vengados, porque el paso del tiempo no afecta a nuestros deseos más recónditos, y entonces nos preguntamos ¿por qué hice esto o aquello? ¿Qué me llevó a equivocarme, a abandonar a quienes amé? ¿A actuar de forma repentina e incomprensible? Es nuestro corazón, que guarda deseos, goces y resentimientos, y explota de forma a veces inesperada, derramando todo lo que guardaba dentro de sí. Nos cuesta entonces reconocernos a nosotros mismos. Los relatos que componen este volumen nos hablan sobre la suerte y el egoísmo, la soledad y el miedo, la locura y la pasión. Los seres humanos, criaturas complejas que no son felices con lo que tienen, encuentran su verdadera naturaleza cuando se enfrentan a la adversidad. A lo largo de las páginas de este libro encontraremos secretos, misterios, terrores y crímenes, fruto del oscuro interior del alma humana. ¿Hasta dónde podemos llegar cuando todo está en nuestra contra?
«Las flores del mal» es uno de los primeros y más grandes testimonios artísticos de los temores, pasiones y contradicciones que atenazan al hombre moderno, tironeado por impulsos encontrados, nostálgico de un viejo orden que sin embargo hace todo lo posible por derribar. Manuel J. Santayana nos ofrece una traducción memorable, que recrea con espléndida musicalidad el metro y las rimas del original y nos ofrece un Baudelaire para el nuevo siglo: vital y decadente, sentencioso y profético. Un clásico indispensable.
Los poemas de «Las flores del mal» despliegan una arquitectura verbal resplandeciente mientras nos introducen en el lado más oscuro de la naturaleza humana, esa raíz maldita que, según Baudelaire, nos alimenta a todos. Desde su primera edición en 1857, este libro «maldito» —ahora nuevamente traducido por el poeta Pedro Provencio— ejerció una enorme influencia en la poesía posromántica y, hasta bien entrado el siglo XX, su trascendencia es equiparable a la del «Cancionero» de Petrarca en el Renacimiento.
Envuelta en escándalo en el momento de su aparición (la primera edición, en 1857, padeció la supresión de los seis célebres poemas condenados por el Tribunal Correccional de París), «Las flores del mal» inauguró una poética innovadora que se traduce en la búsqueda de la musicalidad del poema, en la audacia de la imagen y en el famoso sistema de «correspondencias» que habría de dar origen al movimiento simbolista. Desgarrada entre la sensualidad y el espiritualismo, entre la atracción de la belleza y el poder del mal, la poesía de Charles Baudelaire (1821-1867) se enraíza en la soledad del hombre contemporáneo.
Galardonada en 2019 con el prestigioso premio ABIA al mejor libro del año en la categoría de ficción, «Las flores perdidas de Alice Hart» se ha convertido desde su salida reciente en un «best-seller» internacional cuyos derechos de traducción se han vendido a veintiocho países. Holly Ringland ha conquistado el favor del público y el aplauso de la crítica con esta novela emocionante sobre una joven australiana que tiene que romper con los patrones que tejieron su infancia y tomar las riendas de su vida. Alice Hart, de nueve años, se despierta en el hospital tras un incendio que ha arrasado su casa, le ha arrebatado a sus padres y la ha dejado muda. Su único familiar es la abuela paterna, June, que dirige una plantación de flores en la que acoge a mujeres que atraviesan circunstancias complicadas. En el ambiente sosegado y luminoso de la granja, la chica recupera poco a poco la voz y la confianza en sí misma mientras se va haciendo mayor y aprende el lenguaje de las flores autóctonas y los sentimientos que estas expresan, un tiempo feliz cuya placidez se verá truncada tras una traición y una pérdida irreparables. Así, a los veintiséis años, Alice decide escapar sin dejar rastro y refugiarse en un rincón del desierto central; sin embargo, en este paisaje tan espectacular que parece de otro mundo, y sin la protección de las flores, se sentirá vulnerable, a merced del amor de un hombre carismático y de un pasado que no deja de acecharla. El debut literario de Holly Ringland es un viaje conmovedor a través de la espectacular grandeza y diversidad del paisaje australiano, así como un relato valiente sobre los secretos que nos atenazan. Demoledora y profundamente emotiva, «Las flores perdidas de Alice Hart» es una historia sobre las historias: las que heredamos, las que escogemos para definirnos y las que decidimos ocultar.
Un millonario ha dejado un extraño testamento, pero aparece un doble del heredero, de lo cual se aprovechan personas sin escrúpulos para su medro personal. La lectura del testamento, absurdo en sus instrucciones desencadena un entramado judicial, psiquiátrico y oscuro. El mundo de la siquiatría y los manicomios se plantea en su angustiosa crudeza, y domina el ambiente de la novela. El uso adecuado de unas misteriosas gafas resuelve el problema.
Crónica de la vieja ciudad contada por el río que la atraviesa. La guerra latente y eterna gitanos/payos poderosos, y la guerra águilas/padres Pietistas (ángeles y demonios en un retablo vivo), son las dos líneas de fuerza de esta novela evocativa y de prosa fluvial, como el río en que transcurre. Madres teresas, el cabo Bonaparte y sus hombres (brazo ejecutivo), el Catarro, como un Neptuno en camiseta, hombre mítico del río, sacamuertos, circos exóticos, escritores locales, tenerías, bellas y dúplices solteronas en tándem, por la orilla. La ciudad es el río que va a dar en el río, que es su morir. Heladas y desbordamientos poderosos de la corriente, como ciclos fatales de la ciudad y el río/tiempo. Y un niño mágico, ahogado, legendario, narrativo, sabio, que asciende de lo más profundo de las aguas a lo más alto del cielo, llevado por las águilas luciferes y amigas: el Olvidito.
Prólogo de Clara SánchezFue Alfonsina Storni una mujer frágil y fuerte a la vez. Su poesía es tierna y delicada, pero rocosa, como si uno tuviera que arañarse las manos y las rodillas hasta coger esas flores y esos cardos y los besos de los que habla.Su obra es una defensa de la libertad artística e individual y siempre buscó la igualdad entre el hombre y la mujer. Mantuvo una estrecha relación con otros poetas latinoamericanos de su época, como Gabriela Mistral o Juana de Ibarbourou y, especialmente, con Horacio Quiroga.El mar, que la ayudó a decidir sobre su enfermedad, la acogió y desde entonces podemos imaginarla jugando con caballos marinos entre corales y algas. «En realidad, lo que le ocurre a Alfonsina Storni es lo que nos sucede a todos: ¿Quién no tiene que sobrevivir y al mismo tiempo soñar?, ¿quién no es equilibrado y a la vez hace locuras?, ¿quién no piensa en la muerte y juega con ella un poco?» Clara Sánchez
Con Las guerras de Yavé, J. J. Benítez vuelve al Antiguo Testamento para romper con las verdades universales que rodean nuestra idea de Dios.
En Las Guerras de Yavé, J. J. Benítez se enfrenta a millones de creyentes en las religiones judía, cristiana, protestante y musulmana. En un exhaustivo estudio, el investigador navarro analiza el Antiguo Testamento a la luz del fenómeno OVNI actual. La conclusión es demoledora: Yavé no era Dios. A decir verdad, nadie —nunca— habló tan claro sobre la Biblia.
«Parece que un suicidio en la familia constata lo que siempre se sospecha, que la locura corre en los genes, que estamos bíblicamente perdidas».
Hace seis meses que la abuela Carmen se abrió las venas en la bañera, y nadie ha sabido aún por qué. Ahora, sus cuatro nietas vuelven a la casa del pueblo en la que murió y que han heredado.
Lis se está recuperando de una crisis que sufrió allí mismo y solo quiere vender la casa y pasar página. Su hermana Erica sueña con organizar retiros espirituales y paseos botánicos. Olivia, prima de Erica y Lis y la mayor de las nietas, es cardióloga y busca en cada cajón alguna pista que ayude a explicar el final de la abuela. Por su parte, Nora, la hermana desastre, se plantea dejar que su camello utilice la casa como almacén para su mercancía.
Se recogen aquí 67 semblanzas y relatos de Álvaro Cunqueiro que surgieron como colaboraciones realizadas para emisoras gallegas y fueron radiadas en el verano de 1981, poco después de su muerte. Este espléndido testamento literario une lo antropológico y lo fantástico, en la mejor línea de la fusión de ambos elementos que caracterizó siempre a Cunqueiro. Con humor y delicadeza (el «Tristán García» que aquí se incluye es la mejor y más sorprendente recreación del tema de Tristán e Isolda que exista en cualquier lengua), y sirviéndose de uno de los mejores castellanos que se hayan escrito en el siglo XX, el autor de Mondoñedo consigue dibujar una sonrisa que no elude la melancolía en el lector sensible e inteligente. Esta edición se enriquece con un prólogo de uno de sus más íntimos conocedores, Manuel Gregorio González, autor del premiado Don Álvaro Cunqueiro, juglar sombrío.
Las hogueras plantea, a través de una técnica de contrapunto y un estilo en el que se conjugan el más crudo realismo con la más honda poesía, el problema esencial del hombre: la búsqueda de la felicidad.
El personaje central, Sibila, sensual exmodelo parisiense, hija de un mundo fastuoso y depravado, busca su felicidad por medio del amor. Su marido, Archibald, intelectual adinerado, lo hace intentando hallar a Dios desde un angustioso escepticismo. Daniel el Monegro, un ser puramente instintivo y con un pasado sangriento, se convierte en el amante de Sibila y encauza toda su ambición hacia la riqueza. Por último, Asunción Molino, la maestra de escuela, vive inmersa en la amargura de su vocación y de su vida fracasadas. Y, por extensión, estos personajes nos ofrecen una amplia visión de la sociedad de nuestros días, con su desesperada lucha por la existencia por debajo de la huera fraseología de hermandad.
Una desolada playa de Mallorca, batida por las olas y los vientos, es el escenario donde estos seres debaten sus ansias de vida, que queman inútilmente como las estériles hogueras de verano.
En el año 2020, en un México sin telecomunicaciones, se desata la lucha por la presidencia, es decir, por sentarse en la silla del águila y no abandonarla nunca. Obedeciendo su conocido hábito de ensayar diferentes modalidades de estructura compositiva, Carlos Fuentes retrata una trama de conspiraciones relatadas por ministros que se ven obligados a comunicarse por carta. En «La silla del águila» no hay lealtad que valga: por conseguir el poder, el padre es capaz de traicionar al hijo, la esposa al cónyuge, el secretario de estado al primer mandatario. Y todo puede pasar: crímenes de viejos caciques, espionaje de supuestos allegados, maniobras tétricas, extorsión sexual… E incluso, que reaparezca en la escena política un fallido candidato presidencial al que todos creyeron asesinado años atrás. El triunfador, el ungido, oculta un pasmoso secreto que será necesario preservar a toda costa.
J. Rodolfo Wilcock nos presenta una singular galería de retratos: las vidas imaginarias de treinta y seis personajes, teóricos, utopistas, sabios, inventores, todos ellos abnegados héroes del absurdo. Seres que, apoyándose en las sólidas bases de la ciencia o de alguna disciplina presentada como rigurosa, o, por lo menos impulsados por una ineludible intuición, llevan sus consecuencias hasta el final y se encaminan tranquilamente —y, tal vez, con argumentos convincentes— hacia la demencia… a menudo, se dice, limítrofe con el genio. Estas vidas monstruosas, que la historia intenta en vano, por pudor, olvidar, son rescatadas por un enciclopedista que registra inexorablemente, Plutarco de lo incongruente, impasible como Buster Keaton, sus más memorables peculiaridades. Saltando a través de disciplinas, épocas y continentes, encontramos entre otros a: José Valdés y Prom, filipino, famoso por sus extraordinarias facultades telepáticas y por la crisis de glosolalia que provocó en los ilustres personajes reunidos en un congreso en la Sorbona; por lo demás, «se parecía demasiado a un santo como para no asociarle inconscientemente a la idea de burdel». Aaron Rosemblum, quien preconizaba, en 1940, el retorno a la época elisabethiana, mediante la abolición de toda novedad aparecida en el mundo desde 1580; confiaba en el apoyo de Hitler, ya que ambos perseguían el mismo objetivo: la felicidad del género humano. Yves de Lalande, primer productor de novelas a escala realmente industrial. Sócrates Scholfield, inventor de un artilugio que demostraba la existencia de Dios. Llorenç Riber, catalán, aclamado director de teatro, quien, entre otras conspicuas «performances», realizó en Oxford un montaje de las «Investigaciones filosóficas» de Wittgenstein. Etc., etc. «La sinagoga de los iconoclastas» evoca los retratos imaginarios de Marcel Schwob y los libros inventados de Borges, pero la profusión de los temas, el ingenio siempre renovado de Wilcock, y su inagotable arsenal de humor, casi siempre homicida, acaban por conducir a un resultado a menudo escalofriante. Estos «iconoclastas» —cada uno de los cuales resquebraja un tanto la imagen que nos hacemos del universo— nos proponen un contrauniverso al cual podemos oponer bien pocas certidumbres. Ya que, —y éste es uno de los méritos principales de este libro de locura maravillosa— casi todas estas teorías son «plausibles», o en todo caso poco menos que aquellas que se ponderan gravemente en las cátedras universitarias.
Hace ahora un cuarto de siglo, La Sinagoga Vacía revolucionó los estudios sobre el pensamiento sefardita en el Ámsterdam del siglo XVII y su paradójica culminación en la obra de Baruch de Espinosa, en cuya Ética demostrada según el orden geométrico iba a iniciarse el materialismo filosófico de los últimos tres siglos. El trabajo requirió un exhaustivo rastreo de manuscritos y autores hasta entonces apenas estudiados. Se trataba de recuperar a los grandes heterodoxos que fueron el subsuelo del propio Espinosa: Uriel da Costa y Juan de Prado, sobre todo. Pero también se trataba de leer a los pensadores judíos ortodoxos en confrontación con los cuales se formó el autor de la Ética antes de su expulsión de la Sinagoga en el año 1656: Menasseh ben Israel, Orobio de Castro, Abraham Pereyra, Isaac Cardoso… Y de fijar los términos del desarraigo extremo en que la irrupción y caída del falso Mesías Sabatai Zeví hundió a la comunidad judía española de la ciudad del Ámstel. En esta nueva edición de un libro cuya resonancia internacional ha sido extraordinaria (Premio Nacional de Ensayo en 1988), el texto ha sido cuidadosamente actualizado con las aportaciones y descubrimientos de estos tres últimos decenios. Y su pregunta central apunta más que nunca a nuestro propio presente. Ningún pensador despertó en su siglo tanto temor cuanto Espinosa, ninguna obra pareció tan enigmática cuanto su Ética. ¿Qué se temió, que sigue, aún hoy, desazonándonos en la lectura del Iudeus et Atheista Baruch de Espinosa?
Las independencias de África son, junto a las dos guerras mundiales, la bipolaridad Este Oeste o la caída del Muro de Berlín, uno de los fenómenos capitales de la historia del siglo XX y, por tanto, un hecho fundamental para comprender la historia del tiempo presente. Custodio Velasco ofrece en este libro una amplia y documentada lectura de los procesos de esas independencias en el África Subsahariana. Una acotación justificada por sus particularidades históricas con relación al norte de África y por su trascendencia en los conflictos regionales y geopolíticos mundiales, cuyas secuelas se perciben en la renovación de tensiones sociopolíticas y el creciente fenómeno migratorio, uno de los problemas de más compleja solución para la Europa del siglo XXI. El libro aborda el papel de los dos principales protagonistas, los colonizados y los colonizadores, desde las primeras resistencias anticolonialistas hasta la formación de los nuevos estados poscoloniales; así como los diferentes factores que explican la evolución de unos y de otros o las controversias acerca del nacionalismo, poniendo de relieve que la prioridad de los africanos no era la “nación”, ni siquiera en muchos casos la independencia, sino alcanzar la igualdad y la libertad. Otra cosa fue en qué se convirtieron esos movimientos de liberación cuando, tras las independencias, entró en juego el poder en un mundo de intereses globalizados. Con todo, el libro no solo permite comprender las modalidades que siguieron dichos procesos, analizados caso por caso, sino también esclarecer los rasgos de unidad del fenómeno, su lógica de conjunto y sus conexiones con la problemática actual.
Nueva York, años 80. Embriaguez y excesos. Alice Burns, una prometedora editora en el Manhattan de la era Reagan, se enfrenta a la treintena, a su complicada vida sentimental y a un manuscrito demasiado técnico sobre la psicología de la familia. Un fragmento la marca de un modo especial: 'Todas las familias son sociedades secretas. Reinos de intriga y de guerras internas regidos por sus propias reglas'.Tal vez sea porque su propia familia acaba de romperse en mil pedazos.Así empieza esta gran epopeya americana que sigue los pasos de Alice, una chica que lidia con el acoso en el instituto, descubre el primer amor y el sexismo en una universidad de élite, vive una temporada en la Irlanda de los años setenta y sufre una tragedia que la envía de vuelta a casa, en el momento en que su país se enamora de un actor llamado Ronald Reagan. Y que también es la historia de sus padres y hermanos, personajes complejísimos que escriben su destino con las mentiras que se cuentan a sí mismos y a los demás.La sinfonía del azar es una saga trepidante y enormemente ambiciosa, una novela triste pero llena de belleza que conectará de verdad con cualquiera que haya vivido con estupor el dolor que solo la propia familia es capaz de causar.
Historias sucedidas en la cancha, en el barrio o en las ciudades más lejanas; opiniones, diatribas, crónicas o casi cuentos, estos artículos de Eduardo Sacheri aparecieron en la revista El Gráfico entre 2011 y 2013. Un padre y un hijo comparten por medio de mensajes de texto el sufrimiento por la probable derrota de su equipo pero tendrán una dulce revancha, un chico de vida difícil encuentra una salida en el amor a su cuadro y lo deja por escrito, una profesora de piano pierde un alumno puesto a elegir entre el teclado y la pelota, un país se distrae con festejos mientras manda a sus hijos a morir. Con emoción, con humor, con lucidez y con empatía, Sacheri se acerca al lector y le entrega una vez más las llaves de un reino donde el fútbol es pasión, aprendizaje, escudo y excusa. Para vivir en el juego y jugar en la vida.