Mientras en un alto despacho Pepe Carvalho es acusado de asesinato, él y su inseparable Biscuter viajan en ferry rumbo a Génova bajo nombres falsos, los literarios Bouvard y Pécuchet. Junto a ellos navega una tal Madame Lissieux, con la que Biscuter parece entenderse muy bien, pero que desaparece al pisar suelo italiano, y un poco antes de que se estropeen los frenos del coche que conducía a los dos socios…, quienes, pese a todo, superan este primer escollo y prosiguen su periplo hacia Grecia, decididos a dar la vuelta al mundo. Pero alguien no cree que sean dos inofensivos turistas, y el viaje se irá convirtiendo más bien en una huida, en una persecución. A través de Israel, de Turquía, rumbo a Kabul, donde les espera una insospechada misión, y donde esta aventura podría haber concluido.
Carvalho y Biscuter, cual don Quijote y Sancho, cual Phileas Fogg y Picatoste, han dejado atrás el avispero afgano y, en su huida, han llegado a Bangkok, lugar mítico del pasado del detective, pero ni siquiera en Bali van a hallar descanso; etapa a etapa, se han ganado demasiados enemigos… Y a partir de su escala en Australia van a contar con un sorprendente compañero de viaje, un etarra excárcelado en cuyo velero deben atravesar el océano, rumbo a Suramérica. Pero mientras Biscuter se crece ante la adversidad y tienta a Carvalho con una gran sorpresa para el final del viaje, a éste le puede la melancolía: el mundo se ha vuelto un lugar detestable, y encima su ayudante ha empezado a actuar por su cuenta.
Alemania, finales de la década de 1920. A pesar de la mala situación económica por la que atraviesa el país, Johannes y Emma forman una pareja llena de ilusión que aborda la vida con entusiasmo. Por eso, cuando Emma se queda embarazada deciden casarse. Están seguros de que gracias a su amor podrán superarlo todo, pero pronto se dan cuenta de que la realidad es más dura de afrontar de lo que habían esperado. Cuando Johannes pierde su empleo, animados por la madre de éste, se trasladan a Berlín, pero no encuentran en la familia la ayuda prometida y tienen que arreglárselas solos. El nacimiento de su pequeño les trae una gran alegría, aunque también añade nuevas dificultades a la vida de la joven pareja que, sin embargo, no pierde la esperanza. En esta novela se concentran las señales premonitorias de la gran hecatombe que se avecinaba, en especial la toma del poder por Hitler en 1933.
Teatro de títeres: humildes muñecos movidos por la destreza de un anciano bondadoso… Pero seres humanos también, seres humanos que palpitan y bullen en la ciudad, dejando al descubierto sus propias miserias, sus inclinaciones, sus torpes sentimientos, sus mezquindades, sus odios, sus reacciones… En torno a un adolescente desamparado se agitan las pasiones de seres cuyas ruindades —fantochadas, hipocresía, ambición, crueldad, sueños engañosos— adquieren, a lo largo de la narración y por la lograda delimitación de los personajes, caracteres de símbolos, aunque sin perder en ningún momento su condición humana.
Un hálito poético, como corresponde a la fina sensibilidad de la autora, anima todas las páginas de esta apasionante novela, galardonada con el Premio Planeta 1954.
Permafrost es el sorprendente debut de Eva Baltasar, una historia contundente, íntima y carnal de una protagonista con pulsiones suicidas que se protege del exterior pero se entrega con intensidad al sexo con otras mujeres, la literatura y el arte. El permafrost es esa capa de la tierra permanentemente congelada y es también la membrana que cubre a la protagonista de esta novela. Escrita en primera persona, nos presenta a una mujer en etapa de formación que se protege del exterior, que percibe la superficialidad en todo cuanto la rodea y huye de un entorno que nada tiene que ver con su manera de entender la vida: una madre obsesionada con la salud, omnipresente y controladora, y una hermana que afronta su existencia convencional con medicación y un positivismo irritante. La protagonista, que siente pulsiones suicidas, no permite que nadie se le acerque demasiado, pero al mismo tiempo se entrega con intensidad al sexo con otras mujeres, la literatura y el arte. El pulso entre el hedonismo, los placeres más carnales y la muerte es constante en esta novela, así como el tono mordaz de una protagonista que nos gana con su inteligencia y su humor negrísimo desde la primera página. Repleto de imágenes poéticas, contundentes y muy físicas, este carácter tan palpable del texto no es gratuito en una novela que nos habla del cuerpo, del sexo, del yo; una obra aguda y directa que reivindica la libertad femenina en el placer y en la soledad. Eva Baltasar inicia con Permafrost un tríptico de protagonistas femeninas que quiere explorar distintas etapas en la vida de las mujeres.
Genaro Estrada (Mazatlán, 1887-Ciudad de México, 1937). Dedicó gran parte de su vida al servicio exterior. De 1923 a 1935 desarrolló una obra de ambiciosas proyecciones bibliográficas, localizó y difundió fuentes documentales para la historia social y literaria de México, como lo hicieron antes Francisco Sosa y Joaquín García Icazbalceta. Entre 1918 y 1926 Francisco Monteverde, Artemio de Valle-Arizpe, Emilio Abreu Gómez, Genaro Estrada y Mariano Silva y Aceves publicaron las obras más representativas de la corriente colonialista. Si el interés por recrear las manifestaciones sociales y artísticas del virreinato mexicano identificaba a estos narradores, no menos los ha unido el calificativo de evasores ante los cruentos hechos revolucionarios; sin embargo, se ha valorado su contribución al enriquecimiento del lenguaje literario y al conocimiento del pasado. «Pero Galín» (1926) cierra el ciclo colonialista al hacer una crítica demoledora a dicha corriente. María del Carmen Millán la calificó como «una completa sátira de la literatura de su tiempo […] Enjuicia la literatura, especialmente la moda arcaizante, y en particular el personaje que, de espaldas a la realidad, vive en el pasado, entre vitrinas y retablos de la corte virreinal». Mezcla de crónica, ensayo y narración, esta novela ofrece una moraleja: no escapes de tu momento y circunstancia, pero tampoco aceptes una vida moderna como la norteamericana, opta mejor por una existencia sencilla y campirana. De la bibliografía del autor destacan: «Visionario de la Nueva España» (1921), «Crucero» (1928), «Escalera» (1929) y «Paso a nivel» (1933).
Sicarias o universitarias, influencers o amas de casa, beatas o prostitutas: mujeres decididas a pelear antes que ser víctimas.
Las heroínas de Perras de reserva son mujeres fuertes, decididas a resolver por sí mismas sus problemas porque saben que si con algo no pueden contar es con la ayuda de Dios. Como mucho, se encomiendan al Diablo, ya que ante la perspectiva de convertirse en víctimas —usadas, explotadas o muertas— prefieren optar por la sangre ajena. Como Yuliana, la macabramente entrañable heredera al trono de un capo del narcotráfico, que no va a aceptar que sus compañeras de escuela se burlen de su look. O la adolescente que antes de dejarse arrinconar por la pobreza y el hambre se vuelve una malandrina de calle con principios, que solo desvalija a gente bien. O la bruja que recurre al Señor de las Tinieblas para que le ayude con la vecina cuyos perros hacen sus necesidades en su patio.
Sean sicarias o universitarias, influencers o amas de casa, beatas o prostitutas, las memorables protagonistas de estos relatos comparten las dificultades y los peligros derivados de haber nacido mujer, y los enfrentan con los recursos que la vida les ofrece, obligadas una y otra vez a dirimir dónde se sitúa la frontera entre el bien y el mal. Y nos cuentan sus vidas siempre en primera persona, haciéndonos parte íntima de su forma de habitar el mundo. Con un talento desbordante para reflejar el habla de la calle y no pocas dosis de humor negro, la autora mexicana Dahlia de la Cerda nos recuerda en este genial libro que «la vida es una perra, por eso hay que patearle la jaula».
Mario es el prestigioso cocinero del restaurante que regenta junto a su socio, Juanjo. Andrea es decoradora de interiores. Juntos tienen una hija, Alicia, de catorce años. Mario y Andrea atraviesan una profunda crisis matrimonial de la que Alicia es testigo mudo. Andrea está muy preocupada por su aspecto físico y achaca a factores estéticos sus problemas conyugales. Sin darse cuenta comienza a trasmitir esa obsesión por el físico a su hija… El lector se verá impelido a seguir leyendo hasta el final, acompañado por una gran riqueza en los personajes que se entrecruzan. Esta novela nos lleva a comprender las deficiencias de una existencia poco atenta con la propia vida y de la lucha, con frecuencia a ciegas, por lo auténticamente valioso.
La novela con la que debutó Cees Nooteboom, la voz más importante de la literatura neerlandesa contemporánea. En este breve relato iniciático, Philip, un adolescente que viaja en autoestop por Europa, conoce a personajes tan peculiares como enigmáticos: una marquesa extravagante, un antiguo monje benedictino, una joven vampiresa… Cada uno de ellos irá descubriéndole mundos de insospechados atractivos. En «Philip y los otros» se prefiguran ya algunos de los trabajos posteriores de Cees Nooteboom: la imposibilidad de eludir el destino, la tendencia a la propia destrucción o el juego que se establece entre los personajes y su creador. Este libro se convierte así en una pieza clave para comprender la trayectoria creativa de un autor siempre lúcido e inquietante.
«Un pueblo toscano rodeado por los pantanos, cerca del mar; tres generaciones de rebeldes, por tradición familiar y por instinto, que atravesando la historia de Italia desde la unidad hasta la liberación, dan a la camisa roja garibaldina los reflejos negros de la anarquía para sacar después una bandera comunista; personajes con nombres tan sintomáticos como Garibaldo, Quarto, Volturno, que desde su pequeño pueblo se lanzan, o son empujados, a viajes de fortuna y guerras en Europa, en África, en las dos Américas, del mismo modo que su vida frugal se abre a fuertes actos y empresas, hasta su muerte en la lucha contra los patronos (representados sucesivamente por los guardias reales, por los guardias forestales, por los fascistas de diversa índole, por la policía de la República); mujeres que afrontan no sólo la realidad, sino también las fantasías y los horóscopos, con llantos tragicómicos; un cura populista y librepensador, que acaba como un topo, meditando bajo tierra sobre los errores de la Iglesia. Son algunos de los materiales con los que Tabucchi ha construido esta «fábula popular», cuya popularidad es sobre todo de contenidos (apunto también el llamativo cromatismo, interiores y exteriores dignos de los más desenfrenados carteles de época), mientras que lo fabuloso es producto del tratamiento narrativo: pasajes lacónicos, aproximaciones abruptas, espectaculares cambios de registro... de manera que la grandeza que se revela dentro de la cotidianidad conserve, es más, acentúe, los perfiles cómicos y grotescos insertos en su sublime inconsciencia. Equilibrios delicadísimos que Tabucchi sostiene recortando con inventiva desusada los breves capítulos, pequeños cuadros enmarcados con ingeniosos títulos, montando esos cuadros con juegos de anticipación y de encabalgamiento que potencian su tensión, adaptando a la sintaxis fluctuante un léxico de rústica eficacia, inusual entre los escritores toscanos de hoy. 'Piazza d'Italia' es una fábula popular tan refinada que hace pasar desapercibidas sus destrezas.» Así presentaba el prestigioso crítico Cesare Segre, en 1975, la primera edición de esta obra, que ganó el premio «L?inèdito». Una novela bellísima, extravagante, repleta de humor y melancolía. Una historia telegráfica de Italia, o mejor, una antihistoria de Italia a través de una familia de anarquistas, de perdedores. Un primer Tabucchi que anuncia ya el Tabucchi futuro, que se ha consagrado como uno de los mejores escritores de nuestros días.
«Piedras de colores» lo forman seis relatos de los que se han escogido dos para esta edición: «Cristal de roca», considerada desde su aparición como una de las más bellas narraciones de Stifter, en la que se refleja la vida de un pueblo de montaña, el tema predilecto del autor, y «Creta blanca», donde se ofrece el mundo de los castillos, más cercano a la historia, tema también querido por el escritor.
Piernas de majorette es, sin pretenderlo, casi un ejercicio histórico, un recorrido por la memoria de la España de postguerra. Con una narrativa fluida, no exenta de ironía y dosis de humor, ciertamente negro, va desgranando la peripecia de Nicéforo, el personaje central e hilo conductor de la obra; un ser asocial, egoísta y falto de convicciones morales, producto de las vicisitudes de su periplo vital que arranca con la emigración en brazos de sus padres, desde la penuria rural de la época, en un intento agónico de mejorar las condiciones de vida, hasta la miseria suburbial del norte industrializado. Su existencia se verá jalonada por una serie de sucedidos históricos que trazarán un dibujo al claroscuro de las circunstancias sociales, materiales y políticas del momento.
Pietro Carta y Paolo Mannoni son de la misma quinta: 1899. El padre de Pietro está a cargo de las tierras del padre de Paolo, don Pasqualino Mannoni, de los Mannoni que se hicieron ricos con el pecorino. Viven en el pequeño pueblo de Lollove, en pleno corazón de Cerdeña, y juntos se crían al aire libre, bajo la estricta supervisión de Annica, la gobernanta. El señorito Paolo, frágil y dependiente, va a la escuela y se precia de enseñar a Pietro a leer y a escribir. Pietro, fuerte como una cría de muflón, presume de conocer todos los secretos de la naturaleza. En el continente ha estallado la Gran Guerra, y llega el día en que Paolo es llamado a filas y que Pietro, por un pacto entre familias, se ve obligado a alistarse también. Pero en el frente esos pactos de clase son papel mojado, igual que la brecha entre ricos y pobres.
El creador de la serie policíaca protagonizada por Pepe Carvalho reúne en este volumen lo más sustancial de sus aportaciones a género del relato. La pluralidad de temas y la diversidad de los registros empleados en el libro convergen en una propuesta literaria tan amena como imaginativa.
Bruno, está atravezando una fuerte depresión; camina por la vida con un enorme complejo de culpa respecto a un hecho trascedental ocurrido en su niñez. Detesta su empleo en Lima, y no puede evitar su inminente divorcio. Su vida bohemia y libertina lo hunde más en ese espiral descendente. El destino de pronto lo acerca a su niñez, por temas laborales viaja a Cusco, precisamente al lugar en el que vivió ese episodio que lo marcó de por vida. Tumbado en la cama del hotel, experimenta un flash back de todo lo vivido cuando niño en Paucartambo, pueblito de Cusco. Allá fue a parar con su familia a consecuencia de la Reforma Agraria acontecida en el año 1969. Brunito de entonces, vivió allí acontecimientos que fueron un hito en su existencia. El cambio de ser un niño citadino en Lima, a un niño de pueblo de sierra, fue abrupto. Experimentó discriminación por raza y estatus social, no entendía la forma de hablar de los lugareños. Pero un hecho importante ocurrió; en la naturaleza del lugar conoció a un místico personaje que le brindó sabiduría en cuanto a la forma que debe diseñar y conducir su vida, basado en el hecho que todos somos artesanos de nuestra existencia. Lo preparó para lo que el niño estaba a punto de afrontar. Le enseñó el verdadero concepto de la felicidad, de los sueños y la verdadera forma de interpretar su consecución. Bruno, ya de adulto, no asimiló todo lo recibido y se enfrenta a una vida completamente desbocada. Desde niño hasta la actualidad, alberga en su ser la frustración de no haber podido materializar un ferviente deseo que lo liberaría de la tremenda culpa. Se trata de un sueño imposible, visto en el escenario de nuestra realidad sometida a las leyes de la tercera dimensión. Sin embargo, Bruno tenía la posibilidad de realizarlo si trascendía todo contexto, tal como aquel ser misterioso le enseñó años atrás. Este personaje, real o imaginario, lo indujo recurriendo a una hermosa analogía con un ritual que Bruno de niño realizaba junto a su madre en Lima. Esa lejana ceremonia realizada en una avenida flanqueada de altos árboles y abundantes hojas secas, podía ser replicada en su interior y emanciparlo al fin. ¿Podrá Bruno lograrlo?
Piso compartido es una novela de interior. Un relato costumbrista donde magia, memoria y cotidianidad se unen. La autora entreteje la vida de cinco señoras repletas de recuerdos y experiencias con la de una chica que no sabe muy bien cómo ni por qué ha aparecido en el piso que estas comparten. La joven protagonista participa de los rituales de las señoras, clasificando libros y palabras, ayudando en la peluquería improvisada que todos los viernes convierte el salón de la casa en el lugar donde retocar ahuecados que tiran a malva, compartiendo las largas sobremesas que siguen a todas las comidas y, sobre todo, escuchando las historias que desgranan las habitantes de la casa. Instagram y las labores, las visitas a países lejanos y las canciones del ayer se mezclan en esta novelita retrato de la comunicación y la convivencia entre mujeres.
Recopilación de cuentos publicados en diarios y revistas y alguno inédito.Partiendo del relato que inicia el libro (El tren que no conduce nadie), uno de los mejores que se ha escrito en nuestra lengua, el lector quedará prendido en el interés, casi en la magia, de estas narraciones y no podrá dejar el libro, tan bello y penetrante, que demuestra que García Pavón es comparable a los grandes maestros del cuento.
Este poemario, está lleno de mis más profundas reflexiones, pensamientos, sentimientos, que me despierta la vida en su conjunto y la naturaleza en particular.
Siempre disfruté mucho de los espacios abiertos, las grandes arboledas, los caminos de tierra, las flores silvestres, las plantas y los animales.
Para mí la vida es todo sentimiento, sentimiento profundo y sincero, curioso y despierto, como la risa de un niño o el abrazo fraterno.
La poesía de Nietzsche, como gran parte de su obra, es autobiográfica. En sus poemas, las emociones y experiencias correspondientes a su pensamiento quedan al descubierto. La vida de un artista no es la vida de un individuo cualquiera sus agonías privadas y personales, al igual que sus gozos, se transforman en algo tan rico, extraño y al mismo tiempo veraz que pueden ser considerados universales, por tanto impersonales, y no simples accidentes biográficos.
Evaristo Carriego publica su primer libro de poemas, Misas herejes, en 1908. comienza su vida poética con inevitables influencias que se delatan ya desde el título: ecos del satanismo de moda, de raíz baudelairiana, en esa reducción ad absurdum del misticismo por la paradoja, misas y herejes. Casi todo es herencia y retórica de escuela en este libro, dividido en 5 secciones, de clara tendencia modernista. Luego vienen El alma del suburbio y La canción del barrio en la cual operan todos los arquetipos que constituirán su mitología personal y porteña tanguera, donde de destacan los guapos, los cafés, el barrio, etc. Todos ellos publicados póstumamente.